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El por Ayane-sama

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Notas del fanfic:

Perdon por la mala ortografia pero soy una en esto 

Notas del capitulo:

Tan solo una ultima opurtunidad 

Por qué pensar significaba que tendría que recordar que aquellas cosas que le dolían como espadas en el corazón y tan solo aquellas imágenes y palabras incentivaban a que estas se clavaran más que aunque quisiera olvidar nunca lo lograrían y también lo recordaba a El…

Eso era lo más doloroso, su madre siempre le dijo que errar era de humanos que todos estábamos sujetos al pecado que nunca llegaríamos a la perfección, porque jamás seriamos dioses, por qué los humanos solo eran escoria lanzada del paraíso aquella raza que no pertenecía a ningún lado, eso era lo que solía decir su madre justo antes de tomar el látigo y  golpearlo por haber arruinado si vida y el solo cerraba los ojos, no podía decir nada de todas formas no serviría de nada

Somos la basura que nadie quiere…

No podía estar más de acuerdo

 El…

La última esperanza de entrar al paraíso cuando lo conoció fue en alguna tarde de invierno en esos días en donde el inventaba cualquier excusa para mantenerse alejado  de casa estaba en una banca alimentando a unas palomas que se posaban en el lugar se sorprendió, en ese lugar nadie desperdiciaría su alimento por unas aves que no eran de nadie, ellas nunca están sujetas a nada y era por eso que todo el lugar las envidiaba. Se acercó un poco intentando no levantar sospechas fingiendo ver algún punto del otro lado del parque pero aquel desconocido no era tonto porque al instante se giró mostrándole una blanca sonrisa una que hizo desaparecer el frio sus mejillas, aquella persona aparentaba tener unos 20 años y el contando tan solo con 10 pensó que podría hacerle daño, pero después de todo su la persona que lo trajo al mundo lo humillaba y golpeaba no debería sorprenderse de nada. Se acercó más viendo las facciones del extraño ojos cafés claros cabello castaño piel blanca y aunque se encontraba sentado podía decir que era alto lo que más le extraño fue la expresión de sus rostro dulce y pacífica.

-Hola pequeño.

-Buenas tardes señor

-Dime necesitas algo

-No señor que le hace pensar eso

-Es que me mirabas de una manera muy curiosa y eso me hizo preocuparme

-Lo siento si lo moleste

- No te preocupes no lo hiciste quieres sentarte un rato conmigo

Sabía que no era una buena idea aceptar la invitación del primero que se le cruzara pero si con eso evitaba llegar a casa lo haría felizmente.

-De acuerdo

-Quieres ayudarme a alimentar a las palomas

-No entiendo por qué hacerlo

-Pues… es porque ellas son más pequeñas y frágiles y el deber de alguien que es más grande y fuerte es ayudarlas

-Pero hay mucha gente que necesita protección y a pesar de eso nadie la ayuda

- Bueno por algo se empieza no crees

-Tal vez

-Eres demasiado serio pequeño

-Es que tengo frio y eso me hace hablar poco

-¡Que! Por qué no lo dijiste antes ten toma mi abrigo- empezó a quitarse el abrigo desesperadamente parecía que alguien le apuntaba con un arma.

-Señor no se preocupe no se lo quite porque si no usted tendrá frio.

-No importa tu eres más pequeño y mi deber como adulto es cuidar de los niños

-Pero usted no es tan grande

-Claro que si ya tengo 40 ya casi esto en el ataúd

-No le creo se ve muy joven

-Bueno eso me alaga pero toma mi abrigo que este viejo se enojara si no lo tomas- me tiende su abrigo a pesar de que su cara está caliente sus manos son frías pero dan una sensación muy agradable me pregunto si será cierto eso de que las personas con manos frías son amables.

-Gracias

-No hay problema mmm ¿me dirías tu nombre?  

-Mi nombre es Albert y el de usted

-Así claro mi nombre es Gabriel…

Gabriel recuerdo ese nombre mi madre solía decir que era de las pocas criaturas que tenían asegurado su lugar en el edén tenían ese nombre…

Su rostro era similar al de un ángel con esa pureza y claridad esos ojos que parecían encontrar belleza en todo incluso tal vez en algo tan sucio como yo, parecía resplandecer en este podrido lugar.

Esa calma, esa elegancia con la que movía sus labios esa tranquilidad que parecía no quererse ir nunca de ese rostro.

Me pregunto si podría hacerlo mío porque si yo tenía a Gabriel seguramente Dios también me amaría.

Él era el amado de Miguel su brazo derecho el fiel siervo de Dios.   

Él era un ángel un guardián un protector un guerrero,   

Y El seria completamente mío.

    

Notas finales:

Gracias por leer.


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