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La manzana de la discordia. por Matsumoto Yuki

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Notas del fanfic:

¡Buenas! Nuevo fic, ah(?)

 

Creo que a estas alturas ya se dieron cuenta de que me gustan mucho los Au. 

 

Pero bueno, ese no es el tema acá, espero disfruten esta nueva historia, ¡Y comenten! Que más adelante la historia se desarrollará según lo que ustedes quieran.

Notas del capitulo:

Espero les guste el capítulo. No es muy largo, pero creo que puse todo lo que necesitaba la introducción.

Un suspiro exhaló el peliazul una vez estuvo frente a la puerta del que era el departamento de su mejor amigo.

 

Llevaba un pack de seis cervezas, el uniforme de su trabajo en su mochila, y una libreta junto a un lápiz que acostumbraba llevar a todas partes, aunque le dijesen que era peso muerto.

 

Se pasó la mano por el cuello, y por fin se decidió a llamar al timbre de la puerta.

 

— ¡Ya voy! —Exclamaron desde adentro, a la vez que unos rápidos pasos se escuchaban acercándose. En un dos por tres, la puerta estaba abierta, y dejaba ver a un muy emocionado rubio. — ¡Aladdin! —Soltó sorprendido, como si esperase a otra persona. Dejó entonces de lado el pomo de la puerta y saludó con un gran abrazo a su amigo. —Tanto tiempo sin verte. —Musitó apartándose un tanto y mostrando una radiante sonrisa.

 

—Sí, Alibaba, ha pasado tiempo. —Correspondió el saludo con una queda sonrisa, para luego dirigir su mirada dentro del departamento. — ¿Puedo…?

 

—Ah, sí, que bobo yo. Entra, ven, ven.

 

Acto seguido ambos entraron al hogar del mayor y la puerta se cerró, dejando escuchar sus pisadas.

 

—Ya sabes dónde está la sala. —Le dijo entonces Alibaba a Aladdin, desviando su camino a la cocina. — ¿Quieres algo de beber? —A lo que rápidamente el menor negó.

 

—Esta vez traje el bebestible yo. —Declaró, sonriendo, y elevando el pack de cervezas.

 

Compartieron sonrisas cómplices y ambos se fueron a la sala de estar, sentándose en el suelo, con el pack de cervezas en la mesa de centro. El característico “Tss” de las latas abriéndose no se hizo esperar.

 

—Ahhh. —Soltó un suspiro de satisfacción Alibaba, después de tanto tiempo sin beber con su amigo. — ¿Y? ¿Qué te trae por acá? —Preguntó de lleno, mirando al peliazul y dando otro sorbo.

 

— ¿Qué?, ¿No puedo venir a ver a mi mejor amigo sin que pase algo? —Bromeó Aladdin, elevando su lata en dirección al rubio. Ambos tan sólo rieron.

 

—Claro que no, tan sólo es raro. —Aseguró divertido Alibaba. No se juntaban tan frecuentemente desde que había entrado a la Universidad.

 

—Ah ya, menos mal. —Susurró entre dientes Aladdin, dando un generoso sorbo a su helada cerveza, y entonces dejándola en la mesa de centro. Fue en ese momento en el que se sentó a lo indio, y se giró lo suficiente como para ver de frente a Alibaba. —Aunque lo cierto es que necesito tu consejo.

 

— ¡Hahaha, lo sabía! —Rió estrepitosamente Alibaba, para luego quedar de medio lado, observando a su amigo, con aún su lata en su mano. —Entonces, ¿Qué es? ¿Chicas?

 

—No, sabes que no tengo tiempo para eso. Con mamá enferma, no puedo andar preocupándome de otra mujer. —Frunció el entrecejo Aladdin.

 

— ¿Sheba sigue mal? —Se sorprendió entonces el rubio, dejando su cerveza a un lado, y sentándose bien.

 

—Sigue no, está peor… Y a eso va atado mi problema. —Susurró Aladdin, rascándose con cierto nerviosismo el cuello. —No alcanzo a pagar con mi actual trabajo su tratamiento, y la Universidad.

 

— ¡Uh…! Se me había olvidado que ya tienes diecisiete… —Se tapó la boca con su diestra, para después bajarla al mentón. — ¿Saliste mal?

 

Aladdin negó. —Mi problema no son las notas, fui el mejor de la generación con puntaje y notas casi perfectas.

 

—Entonces deberías poder ganarte una beca.

 

—No puedo. —Aclaró. —La Universidad a la que quiero asistir es Privada y… No hay becas. Una carrera tan básica como el párvulo tiene un precio excesivo.

 

—Hee… ¿Quieres ser profesor, Aladdin?

 

—La verdad sí. Siempre se me ha dado el tratar con menores y enseñarles, pero más que eso, uno como profesor sigue aprendiendo cosas nuevas toda la vida, de sus mismos estudiantes. —Respondió, con una sonrisa poco disimulada en su rostro. Sólo hablar de ello, hacía que su rostro brillase. Pero entonces se opacó, a la vez que quedaba cabizbajo. —Por eso es un problema… Yo sólo quiero estudiar en ese establecimiento, no otro.

 

Alibaba flaqueó, enarcando ambas cejas. Le daba algo de pena su amigo puesto que se veía que era su vocación, aunque por otra parte, encontraba que era un poco cerrado a la idea de estudiar en una Universidad o Instituto que le conviniera, pero si realmente quería estudiar allí y sólo allí…

 

Su mirada se posó en uno de sus muebles, donde yacía, en un marco dorado, una foto de él y…

 

— ¿Y si consigues un patrocinador? —Aconsejó de la nada el rubio, ganándose una sorprendida mirada de su amigo.

 

— ¿Un patrocinador? —Cuestionó, sin entenderlo bien.

 

—Sí. Cuando quería estudiar derecho y no me alcanzaba mi presupuesto, recurrí a un patrocinador. El señor Sinbad me acogió y desde ahí que me ha costeado todos los gastos de mi carrera. Gracias a él ahora pasé a cuarto año. —Le comentó, orgulloso de su logro.

 

—Vaya… No tenía ni idea… —Susurró Aladdin.

 

— ¡Pero si fuiste al primero que le conté! —Enrojeció el mayor.

 

—Ah, ¿Sí? —Rió un tanto, bobamente, el peliazul, ganándose un coscorrón.

 

—Pero anda, que es lo único que se me ocurre.

 

— ¿Y qué quieres? ¿Qué vaya a hablar con Sinbad también? —Bramó Aladdin, sobándose la cabeza.

 

Entonces rió Alibaba. —No te aconsejo ser promocionado por Sinbad, en serio, tiene fetiches raros. —Susurró esto último, a la vez que se le erizaba un poco la piel, y quedaba momentáneamente serio, mirando un punto indeterminado de la muralla.

 

—Esto… ¿Alibaba? —Le llamó Aladdin, extrañado ante ese comportamiento. Pronto el mayor salió de su transe, y le sonrió, revolviendo el líquido en su lata.

 

—De todas formas, siempre hay familias de clase alta buscando a “pequeños genios desamparados” como les dicen ellos, para promocionarlos y seguir teniendo un estatus bueno. Médicos, Ingenieros, incluso Abogados, como yo, salen de esos tratados. —Explicó, terminándose su lata de cerveza.

 

—Así que con eso va… —Susurró Aladdin, tomando nuevamente su lata. Le quedaba más de la mitad. Aunque eso no era lo importante ahora. Lo importante era que todas esas carreras… Distaban de la que él quería. ¿Y si no conseguía patrocinador? ¿Y si se quedaba sin estudiar al fin y al cabo?

 

Comenzó a caer en una especie de desesperación al pensar ese tipo de cosas, desesperación que hizo que una mueca poco a poco se formara en su rostro, y que se internara cada vez más en sus pensamientos.

 

Cada vez más oscuro, cada vez menos esperanza, pasó saliva, y apretó la lata en su mano, ignorando todo lo demás.

 

—In… Laddin… ¡Aladdin! —Gritó finalmente Alibaba, con tal de que su amigo le escuchase. Tan sólo al final, pareció responder, dando un sobresalto y bastante asustado.

 

—Eh, ah, sí, lo siento, me fui… ¿Qué pasó, Alibaba? —Preguntó, llevándose su mano libre a peinar sus cabellos.

 

—El reloj en tu muñeca está sonando.

 

— ¿Qué?

 

Aladdin se sorprendió aún más, viendo que quedaban 15 minutos para que su turno laboral comenzara. Se le erizó toda la piel y se levantó de golpe, poniéndose su mochila.

 

— ¡El trabajo! —Gritó, ya poniéndose en marcha. Alibaba apenas alcanzó a seguirle el paso.

 

— ¿Tienes turno? —Preguntó, un poco desanimado por la repentina interrupción.

 

—Sí. —Contestó a secas Aladdin, tomándose toda la cerveza restante de un solo trago y ya llegando a la entrada del departamento. Soltó un suspiro de satisfacción y le pasó la lata a su amigo. —Ya me voy, otro día vengo a verte. —Le dejó dicho, abriendo la puerta y saliendo del departamento.

 

Alibaba suspiró, y se apoyó contra la pared, con los brazos cruzados y una lata vacía en su mano.

 

De la nada volvió a abrirse la puerta, y se sobresaltó.

 

—Déjame aunque sea una lata de cerveza eh. —Pidió Aladdin, para luego cerrar en definitiva la puerta y salir corriendo por las escaleras abajo. Para su suerte, el departamento de su amigo sólo quedaba en el segundo piso, y en la recepción había dejado su bicicleta, cosa de montarla e irse.

 

Por su parte Alibaba rió un tanto, botó la lata vacía en el basurero, y caminó lentamente hacia la sala de estar. Sonrió por inercia y fue al balcón, abriendo las puertas de par en par. Allí se quedó apoyado en el barandal, observando la calle más cercana en la cual a los pocos segundos vio a su mejor amigo andar en bicicleta, a toda velocidad, para no llegar tarde a su trabajo.

 

—Hahaha, pobrecito… —Trabajar en vacaciones. No lo hacía desde que había conseguido patrocinador. Pobre de su amigo, le deseaba lo mejor de lo mejor. —Suerte, Aladdin… —Susurró.

 

Entonces sintió la presencia de un cuerpo más fornido atrás suyo, que lo acorralaba contra el barandal. Acto seguido, una brisa pasó por su cuello; se lo estaban oliendo.

 

—Así que ese joven se llamaba Aladdin, ¿Eh…? —Le preguntaron, en susurro grave contra su piel.

 

Un leve rubor se coló en las mejillas del rubio, y asintió, dándose media vuelta para encarar al intruso. —Tardaste hoy, Sinbad. . . 

Notas finales:

¿Qué les pareció?

 

¿Tienen especulaciones de qué es lo que vendrá acontinuación? Hahaha, piensen, piensen. Por algo el fic se llama como se llama, pero bueno.

 

Una pareja salió levemente a la luz. [?]

 

Bye, bye, hasta otra.


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