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El señor Eren Jaeger. por FJulietta

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Notas del fanfic:

¡Bienvenidos! Este es mi primer fanfic riren!! Espero les guste este AU que se me ocurrió! 
Empieza medio triste, medio garrón pero les aseguro que se pone bueno, divertido y también tierno!

 

Disclaimer: Los personajes de Shingeki no Kyojin no me pertenecen, son propiedad de Isayama Hajime.

Notas del capitulo:

Espero de corazón que les guste!

Para Miry ♥.

Disclaimer: Los personajes de shingeki no kyojin no me pertenecen, son propiedad de Isayama Hajime

El señor Eren Jaeger.

Prólogo.

  "Cuando tenía 28 años la conocí, ella era una mujer hermosa tres años menor que yo, de largo y rebelde cabello rojizo, su piel era blanca y suave como la seda, su nariz era pequeña y recta, sus mejillas solían teñirse de rosado fácilmente bajo el sol, tenía una sonrisa tan grande que podía aliviar cualquier dolencia, sus grandes ojos verdes brillaban cada vez que me veían... Ella era una bocona impulsiva que no podía simplemente sonreír y asentir, siempre tenía que llevarme la contraria y eso me encantaba. Discutíamos por que no era capaz de decirme que tenía razón cuando hacía cosas sin sentido, como enfrentar a los que eran más fuertes que ella, aún así, siempre estaba yo, cuidándole la espalda: 'Tú eres un terco' me dijo, y esa fue la primera vez que la besé, me había hecho enojar. A los pocos meses me confesé y le pedí matrimonio, aún no sé como es que se fijó en un tipo como yo, porque sin dudarlo me dijo que sí..."

  Dos años después, estaba Levi petrificado junto al ataúd de su esposa, tenía la mirada fija en su rostro, sabía que sería la última vez que lo vería, acarició su flequillo y su cabello, el cuál se cortó a la altura de sus hombros después de dar a luz a su hijo, sus mejillas no volverían a enrojecerse fácilmente por el sol, es más, su color rosa pálido lentamente se tornaba grisáceo, posó las yemas de sus dedos en ellas, sus luminosos ojos verdes no volverían a brillar, su sonrisa no lo volvería a tranquilizar, sus labios rosados, que tanto le gustaba besar, ya habían tomado leve tono morado.

– Levi... - Lo llamó su madre, Kuchel, tocándole el hombro, el sólo volteó, observando el pálido rostro de su madre y la preocupación en sus pequeños ojos, cargaba a su hijo en brazos. - Me llevaré a Isaic a casa, no le hace bien estar aquí... - Es cierto, su hijo de diez meses no había parado de llorar desde que entró en la casa velatoria, no es que no quisiera darle su atención, es que él también necesitaba despedirse.

– Está bien, mamá... - Sus siempre serios ojos grises se notaban caídos - Tráelo después para el entierro, por favor... No es que quiera que esté aquí, es que siento que si no le permito estar cerca de ella aunque sea un momento más, jamás me perdonará.

– Descuida, tú preocúpate de prepararte para esto... Isaic estará bien en casa... Le gusta estar conmigo y quiere mucho a Koko. - el perro de su madre, un cachorrón de dos años de edad, a Levi no le gustaba mucho la idea de dejarlo estar muy cerca de él, ya que podría contagiarle bacterias o darle alergia, pero Isaic había demostrado que era muy sano.

– Claro... - La comisura izquierda de su labio se estiró, simulando una sonrisa de costado. Su madre, unos centímetros más baja que él, se estiró y besó su mejilla, él acarició la mejilla de su hijo, quién había tomado el oscuro cabello de su abuela y comenzó a chuparlo.

Salió de la sala velatoria para encontrarse en el gran salón a todos sus familiares, los de su mujer y los suyos, las grandes baldosas oscuras y espejadas reflejaban la luz de las lámparas que se distribuían en las paredes uniformemente, dejando notar una lúgubre iluminación amarillenta, que lejos de sanar el alma, parecía acercarte más a la muerte. Todos lo saludaban... "Lo siento mucho", "lamentamos tu pérdida", "mis más profundas condolencias": es como dicen "al fin y al cabo, estamos solos", él estaba solo en la última gran fiesta de su mujer, de la madre de su hijo Isaic, viendo como todos la lloraban, como todos la recordaban, como todos sentían en sus corazones el egoísmo de la muerte que llevó a una mujer joven, alegre y hermosa, que aún tenía mucho por hacer, mucho por vivir. Con suaves y ligeros "gracias" se dirigió afuera, necesitaba aire, la angustia le oprimía el pecho.

La noche había caído, el otoño había comenzado con sus suaves ráfagas de frío viento, respiró hondo: tenía mucho que pensar y pocos ánimos para hacerlo, apoyó su espalda alta en la pared y miró hacia el nublado cielo. Había perdido a la mujer que ama en manos de una enfermedad, y como si eso fuera poco, era consciente que con sus 30 años de edad no iba a morirse pronto, tenía un largo futuro por delante, un hijo que criar... Solo. Su mano derecha se posó en su lado izquierdo y sus ojos se cerraron con la misma fuerza que la mano estrujó su saco gris. Una voz llegó a sus oídos con el movimiento del viento:

– Levi... - Su mejor amiga, una alta mujer de cabello castaño cobrizo y ojos avellana se le acercó corriendo luego de gritar su nombre desde la esquina de la casa velatoria. Las hebras del cabello negro de Levi se mecieron con el aire que liberó la carrera pero rápidamente fue abrazado con muchísima fuerza y guardaron reposo otra vez – Lo siento, lo siento muchísimo...

– Tranquila, Hanji... - Conmocionado apoyó una de sus manos en la espalda de su amiga y con un suave vaivén le acarició por encima de toda la ropa de abrigo, notando que la chica ya había empezado a llorar.

– Perdóname, sé que no tengo que hacerlo, que debo estar fuerte para que puedas apoyarte en mí pero...

– Si, lo sé... – La interrumpió. - La querías muchísimo... No puedo explicarte como me siento pero prefiero que la llores ahora, y no mañana cuando yo empiece a intentar salir adelante... ¿Está bien?

Cuando tenían 7 años, Hanji se molestó con unos compañeros de clases porque se burlaban de Levi por ser serio y callado. Aunque el varón no quisiera, ella se le pegó como chicle, con el pasar de los años ambos se convirtieron en adultos y aunque sus personalidades son muy diferentes, se soportan el uno al otro y continúan siendo amigos.

Hanji dejó de lloriquear e ingresó en la sala para despedirse de su amiga.

– Isabel... Fue como ayer... ¿Lo recuerdas? - Las lágrimas comenzaron a emanar de sus ojos.

• • •

Ellas se conocieron trabajando una temporada de invierno en un hotel para turistas, exacto luego de ser presentadas por su jefe como "las nuevas" comenzaron a charlar, sus personalidades alegres y enérgicas las unió en un dúo dinámico que sólo la muerte podría romper. Las demás chicas del hotel siempre las miraban con recelo y las trataban con indiferencia, pero ellas no tenían nada más que pedir, se tenían la una a la otra. Una vez, les tocó salir después de medianoche:

– Unas señoritas tan bonitas no deberían de andar solas en la calle a esta hora... - Les dijo un tipo bastante mayor, gordo, lleno manchas en la cara y mal afeitado. Hanji lo ignoró, pero Isabel emitió un leve gruñido. – No me ignoren chicas... – Ambas continuaron su marcha.

Llevaban caminando, a toda velocidad, cinco cuadras y el hombre no había dejado de seguirlas, contando con muy mala suerte, otros dos se le habían sumado.

– ¿Qué hacemos Isabel? No quiero entrar en mi casa y que estos idiotas vean dónde vivo... - Isabel volteó a verlos – ¡No voltees!

– Oigan, la pelirroja sabe que estamos tras ellas... - Dijo uno de ellos, escuálido y alto

– Me dijeron en el bar que las pelirrojas son las que mejor la chupan – Agregó el gordo. – Y las de piernas largas se mueven muy bien.

– Já... - Isabel esbozó una sonrisa de costado - ¡Nunca sabrás si eso es verdad! ¡Por que a ninguna pelirroja se le cruzará por la mente chupar tu asqueroso pito!

– ¡Isabel! ¡Cállate! – Hanji le tomó del brazo y la arrastró para que siguiera caminando. Estaba mal, al doblar en la esquina estarían a pocos metros de su casa, pero no habían podido perder de vista a los tipos y la provocación de Isabel empeoraba el panorama.

– ¿Qué dijiste mocosa? - Le respondió el gordo empezando a correrlas – ¡Iba a ser bueno contigo! Ibas a chupármela con preservativo, pero ahora no me interesa contagiarte mis verrugas. - Hanji, quién todavía tironeaba del brazo a Isabel, también aceleró la velocidad.

– Me excitan las mujeres con carácter... - Dijo el tercer hombre, un rubio con la cara muy desordenada y orejas grandes.

Hanji llegaba a la esquina y no sabía que hacer, si doblaba seguiría dando vueltas en círculos, podía llegar a su casa, pero no pasarían rápidamente las dos por la puerta, lo más probable es que ellos entrasen tras ellas y eso sería peor que ser capturadas en la calle. Al mirar la calle que se abría a su lado derecho se encontró con un rostro conocido y suspiró aliviada, tanto a ella como a Isabel, las piernas se les vencieron de los nervios.

– Yo cambiaría tu frase por "Me excita cualquier cosa que tenga un hoyo entre las piernas" - Su voz sonó tan fría, su seca aura hizo palidecer a los tipos callejeros.

– ¡Levi! - Hanji observó cómo su mejor amigo de la infancia se lanzaba contra los tres tipos dejándolos fuera de combate después de unas cuantas patadas y piñas. – ¿Qué haces fuera a esta hora?

– Me mensajeaste diciéndome que llegarías después de la medianoche a tu casa, entonces decidí esperarte fuera... - Hanji se lanzó contra él para abrazarlo.

– ¡Gracias! ¡Gracias Levi! - Luego de soltarse, se volvió hacia Isabel – Ella es Isabel, mi amiga del trabajo... Isabel, él es Levi, mi mejor amigo...

– ¿Estás bien? - Preguntó Levi extendiéndole una mano para ayudarla a pararse – Debo decir que fuiste muy imprudente al provocar al gordo ese... - Isabel no podía articular palabra, sus ojos brillaban de fascinación, escuchó que Levi la regañó, normalmente ella habría despotricado contra él pero... No podía quitarle los ojos de encima – Igual lo entiendo, a mí también me dan asco los tipos así.

• • •

– Sé que cuando lo viste por primera vez, luego no pudiste quitarle los ojos de encima... Es injusto que la vida nos haya separado de ti... ¡Que te haya separado del pequeño Isaic!- Las lágrimas caían de sus ojos sin control – Estoy muy triste, amiga... - Con su mano izquierda, se acercó a las de Isabel, que guardaban descanso unidas en su vientre, al instante el roce sintió el frío que le aprisionó la piel de todo su cuerpo, llegando a calarle por dentro, impidiéndole moverse o reaccionar durante algunos segundos. Retiró su mano en cuánto esas cadenas le soltaron, observó su mano intentando recuperar su temperatura corporal. La muerte le había helado al punto de darle escalofríos y obligarla a retroceder, llorar sentada en una de las sillas que rodeaban el ataúd, apretando su torso contra sus piernas sin consuelo. Largos minutos transcurrieron hasta calmarse, y de regreso al gran salón, divisó a Levi consolando a los padres y el hermano mayor de Isabel, los cuáles lloraban sin parar. Lentamente se acercó recibiendo un fuerte abrazo de la madre, para continuar llorando.

Luego de unas cuántas horas de recibir pésames y condolencias, Levi vio a Kuchel regresar al sepelio con Isaic en brazos.

– Comió antes que saliéramos y se durmió camino aquí en el auto... - Lo entregó a los brazos de su padre, estaba cambiado, lucía un trajecito bastante formal.

– ¿Se portó bien? - Preguntó intentando distraerse, observando el rostro dormido de su hijo, tenía una suave pelusa color azabache creciéndole en su cabecita, con su dedo índice acarició los grandes párpados cerrados: le fascinaban sus ojos, que eran iguales a los de su madre, pero de un color gris-azulado como los suyos y deslizó el dedo por su respingadita nariz, también heredada de él.

– Claro que lo hizo, si es un sol, jugando en casa realmente se olvidó que hace unas horas que no... Ya sabes...

• • •

Un día en una visita a Kushel, con el recién nacido Isaic, Koko se encontraba excesivamente obsesionado con oler debajo de la falda de Isabel, a la altura de sus muslos.

– Ya Koko... ¿Qué sucede? - a ella le encantaban los animales. Sobretodo Koko, que era un border collie negro y blanco, con unos hermosísimos ojos celeste lechoso. Pero el perro, lejos de responder, continuaba insistiendo en oler instintivamente.

– Koko, basta... Vete a la cucha! - Lo retó Levi ahuyentándolo.

– Perdóname Isabel, tú sabes que Koko nunca hace esas cosas... - Pidió Kushel.

En un momento a solas, Isabel fue por Koko y le permitió olerle donde el tanto quería identificando esa zona, el perro lejos de oler y luego marcharse, se empeñó en continuar molestando a Isabel, se le subía encima, la observaba todo el tiempo, le apoyaba el mentón en sus piernas y le bajaba las orejas.

– ¿Qué sucedió Koko? ¿Qué encontraste en mí? - La última vez que el se había puesto así fue pocos días antes de enterarse que se encontraba embarazada de Isaic, sólo que en aquél entonces, Koko estaba empeñado en apoyar su mentón en el regazo de Isabel. Ella se arrodilló y el perro, sentado, agachó la cabeza frente a ella, permitiéndole apoyar su mejilla y cuello en lo largo de su hocico y cabeza comenzando a acariciarle el lomo.

– Isabel... - Se acercó Levi con el bebé en brazos, había observado todo.

– Levi... - No podía ocultarle cosas, ella solía decir que su mirada era el mejor antídoto para obligar a alguien a decir la verdad – Creo que Koko me está pidiendo que vaya al médico. - Levi asintió.

– Bueno, mañana pediré el día libre y te acompañaré.

En lo del doctor, Isabel comentó que en esa zona de su pierna debía de haber algo. Le hicieron una extracción de muestra de su piel y la enviaron a analizar. A los diez días se encontraron listos los resultados e Isabel y Levi regresaron al médico: su diagnóstico era cáncer de melanoma. Era una suerte identificar este tipo de cáncer antes de que manchas o lunares extraños aparecieran en su piel, contando con el tiempo para buscar si el cáncer se había expandido a otras zonas de su cuerpo y para comenzar el tratamiento Isabel se hizo infinidad de estudios, sobre todo porque amamantaba a Isaic, y las consecuencias de la metástasis del cáncer en sus mamas serían malas para el niño. Conforme avanzaban los días, lunares amorfos y manchas raras comenzaron a aparecer en la zona de su muslo, dónde Koko quiso oler todo el tiempo, el cáncer comenzaba a manifestarse. En la espera de los resultados, más manchas aparecieron por su cuerpo, en brazos y en su espalda, siendo vistas por Levi cada vez que la acariciaba, algunas le dolían, otras le picaban... Levi comenzaba a preocuparse cada vez más e Isabel, siendo reservada a sabiendas de que debía esperar por los resultados, comenzaba a tener miedo sobre lo que podía llegar a pasarle.

Una mañana, Levi se levantó para ir a trabajar atendió un ratito a Isaic y luego de volver a dormirlo fue a despedirse de su mujer:

– Le-vi... - Jadeaba y respiraba por la boca de manera exagerada – N-no pp-pued-do res-res-respir-ar... - Sin más Levi marcó a Hanji, quién vive enfrente a su casa, para pedirle que se quedase con Isaic, metió a Isabel en el auto y se la llevó al hospital.

Luego de cuatro horas de esperar fuera de la sala de emergencias, salió el doctor:

– ¿Señor Ackerman? - Levi se acercó al hombre rápidamente – Su esposa tiene cáncer de piel, junto con usted hace un rato, llegaron los resultados de sus estudios y lamentamos informarle que su cáncer es maligno, hizo metástasis en varias partes de su cuerpo, no tiene tratamiento...

– ¿Y lo de ahora que fue? - Preguntó algo desesperado

– Lo de ahora fue la manifestación del cáncer en su pulmón. Sus pulmones se llenaron de líquido lo que no le permitía respirar, ya la operamos y esperamos ver los resultados en un par de horas.

– ¿Y nada más?

– Disculpe señor Ackerman, no hay nada que podamos hacer...

– ¿Puedo pasar?

– En cuánto todos los demás doctores salgan de la sala, le darán permiso para pasar - Levi bajo su rostro y empuñó sus manos al costado de su cuerpo - Ahora con permiso, debo continuar con mi trabajo...

Levi sólo volteó dejándole el paso al doctor, su mundo se había derrumbado... Se dejó caer en el asiento de la sala de espera, apoyando sus codos en sus rodillas y su cabeza en sus manos, entrelazando sus dedos en su cabello.

Habían pasado varios días desde que Isabel había quedado internada y apoyándose en la fuerza de su marido y en lo alegre que es su hijo, se mejoró y recibió el alta en la clínica para pasar sus últimos meses en casa, con atención de una enfermera tiempo completo y con constantes estudios por la extensión del cáncer en su cuerpo: tenía los días contados. Isaic pasaba la mayor parte del tiempo con su madre, la verdad es que Isabel no quería separarse nunca ni de él, ni de Levi, quién pasaba menos tiempo debido a su trabajo. La fortaleza de Levi le parecía admirable, soportaba todo sin deshacerse, aunque Isabel podía sentir su dolor cada vez que la abrazaba, la besaba o la acariciaba: ella sabía bien que él también tenía miedo. Se estaba preparando para recibir a la muerte y quería que Levi también lo hiciera, no podía dejar para Isaic un deshecho padre que no podría cuidarse siquiera a sí mismo. En una de sus últimas conversaciones ella le expresó esos sentimientos... "Quiero que seas fuerte cuando el momento llegue, Levi Ackerman... Isaic va a necesitarte mucho..." en esa conversación, Levi soltó por primera y única vez una lágrima culpa de la enfermedad que padecía Isabel.

Ese mismo día, Isabel también tuvo una conversación con su hijo, que Levi escuchó desde detrás de la puerta: "Quiero que siempre seas un niño alegre, pórtate bien Isaic, no le causes problemas a papá... Él va a cargar con muchísimas cosas..." Hubo un largo silencio en el que Isabel e Isaic se comunicaron con sus miradas "realmente no quisiera rendirme así, quisiera haber tenido la oportunidad de demostrarle al mundo lo fuerte que soy y luchar por vivir, para estar con tu papá, y para estar contigo. De todo corazón, quisiera verte crecer..." Isabel se detuvo porque comenzó a llorar, Isaic al ver a su madre tan triste abrió sus grandes ojitos grises e hizo un puchero "No... ¿Qué te pidió mamá? Tienes que estar feliz" De nuevo los sollozos de Isabel resonaron en la habitación "Tengo tanto miedo, Isaic". El corazón de Levi se desgarró en miles de pedazos.

– ¿Por qué? ¿Por qué no soy yo quién está en ese lugar? - Sí, era consciente que rendirse a la muerte es demasiado fácil, pero - ¿Cuál era la otra opción? ¿Cuándo había sido el momento en que la luz de esperanza estaba encendida para que Isabel pudiera recibir el tratamiento y qué mierda había estado haciendo yo en vez de ayudarla a sanarse? ¿Qué tengo que hacer para cambiar este asqueroso presente que atenta con destruir toda mi vida?

Si pareciera apropósito los días parecían pasarse cada vez más rápido y esa mañana de septiembre, en el recién estrenado otoño, llegó su último aliento. Abrazada a Isaic y a Levi: Isabel soltó las últimas lágrimas.

– Los amo mucho... Sea donde sea que vaya, los protegeré y abrazaré siempre... Velaré por su bienestar, Isaic, mi cielo, jamás estarás sólo... Yo siempre voy a estar a tu lado... - Le besó la frente las mejillas, la nariz, sus ojitos – Levi – Lo observó por última vez con sus ojos llenos de lágrimas – Te amo, gracias por haberme dado la mayor felicidad de mi vida – Se besaron una vez más, aunque no era suficiente para ellos, por que las despedidas son así – ¡Los amo mucho! - Gritó deseando la mayor de las felicidades para su esposo y su hijo y luego cerró sus ojos para siempre.

Y entonces Levi lloró por primera y última vez, culpa de la muerte de su mujer.

•••

– Voy a llevarlo... - Caminó con su hijo en brazos hacia la sala, acercó una silla al ataúd y se sentó, recostándose en su pecho a su hijo, quién se despertó y arrodilló en el regazo de su padre y sostenido por él le vio de frente, dándole la espalda al cuerpo de su madre. El niño sonrió al ver a su papá – Isaic – El bebé pareció sentir la tristeza en la voz de su padre, por lo que dejó la sonrisa - ¿Sientes a mamá aquí? - Isaic cerró sus ojos y dormitó, por lo que Levi lo volvió a apoyar sobre su pecho.

Luego de una pequeña siesta, el bebé se despertó, levantó el mentón encontrándose con los ojos de su padre, lo vio fijamente por un momento y luego reparó en que había gente a su alrededor... Su abuela Kuchel, sus abuelos por parte de Isabel, su tío Farlan y su tía Hanji. Miró a cada uno percatándose que faltaba una presencia importantísima en su vida: su madre. Automáticamente Levi se levantó, deteniendo el inicio del llanto de su hijo:

– Isaic, es hora de despedirse... - Sus labios se estiraron en un puchero rompecorazones y sus ojos se llenaron de lágrimas. Lo entregó a los brazos de Hanji quién lo extendió hasta el ataúd, Levi apoyó su mano sobre las de Isabel, Isaic lo imitó colocando su manita exactamente encima de la de su papá, y todos a su alrededor hicieron lo mismo. Con la mano libre que le quedaba a Levi, acarició la mejilla de su hijo secando las lágrimas que se habían escapado de sus ojos. Le sorprendía su actitud frente a la situación, creía que Isaic realmente estaba entendiendo que sucedía y le estaba dando el último adiós a su mamá.

Los momentos del velorio que restaban fueron para que todos los cercanos se despidieran por última vez, y luego la trasladaron hacia el cementerio y la enterraron.

Capítulo 1: La historia de el soldado más fuerte de la humanidad.

Cuatro años después…

"Señor Ackerman, discúlpeme, mi abuelo acaba de ser hospitalizado... Realmente se me complicaría ir a casa para cuando usted lleve a Isaic, y no es conveniente que me lo traiga al hospital... Avíseme si no tiene quién lo cuide por hoy y haré lo posible por ir hasta allí..."

Sábado, Levi estaba en problemas, todavía no había terminado de desayunar y debía cambiarse para ir a trabajar, el era un profesional capacitado en seguridad e higiene laboral, su niñero Armin le acababa de avisar que no podría cuidar hoy de Isaic, su madre no podía hacerlo porque trabajaba, Hanji estaba de viaje con su esposo Mike y su hija, sus abuelos maternos vivían muy lejos y a trasmano, no llegaría con el tiempo.

"Está bien Armin, avísame como evoluciona tu abuelo"

Desesperado, sin opciones, llamó a su madre para preguntarle si conocía a alguien con quién dejar a Isaic.

– ¿Hanji está ocupada? - Preguntó con preocupación.

– Hanji no está en el país... Vuelve mañana.

– Te diría que me lo traigas aquí por hoy, Levi... Pero se aburrirá mucho...

– Sí lo sé... ¿No conoces a alguien de confianza con quién pueda dejarlo? - Isaic terminó de guardar su cuaderno de dibujos para pintar y sus lápices en su mochila y se dirigió a la sala de su casa dónde encontró a su padre alterado en el teléfono.

– No lo sé... - Hubo un momento de silencio y entonces de nuevo sonó su voz - ¡Lo tengo! ¡Puedes dejarlo en lo de tu prima Mikasa!

– Ya la llamaré... ¡Gracias mamá! - Colgó el teléfono.

– Papi... ¿Qué pasa? - Isaic se acercó tironeándole del pantalón, el niño medía ya un metro de altura, su pelo negro e inmanejable se despeinaba en su cabeza y sus grandes ojos color grisazulados brillaban con preocupación.

– Isaic... Posiblemente hoy te quedes en lo de la tía Mikasa... ¿Está bien?

– ¿Pasó algo con el señor Armin? - Preguntó inquieto.

– Tuvo un problema hoy y no puede recibirte en su casa...

– ¿Está bien? - En puntitas de pie se acercó a su papá.

– Sí, a él no le pasó nada... - Levi debía llamar a Mikasa para preguntarle si podía dejarle a Isaic y estaba perdiendo el tiempo, aún tenía mucho que hacer antes de irse.

– Que bueno... - El niño regresó a la cocina encontrándose con su muñeco de titán y lo abrazó – Hoy iremos a lo de la tía Mikasa... - Le contó – Debemos prepararnos.

Tiempo después del fallecimiento de Isabel, Levi decidió mudarse a una casa un poquito más pequeña: Esta contaba con una espaciosa sala, de piso de parqué y paredes color beige, un sillón para dos personas y dos sillones individuales de cuero marrón chocolate, una mesa para café, una televisión y un aparador con cajones y puertas plagado de fotos por encima, a un lado de todas esas fotos el teléfono; una cocina-comedor separados por una mesada desayunador, un baño y dos habitaciones.

Treinta minutos más tarde, a las 7:30 Levi e Isaic subían en el ascensor al quinto piso del edificio dónde vive Mikasa. Tocaron el timbre y aguardaron.

– ¡Hola Isaic! - Saludó con mucha energía, alzándolo del piso para darle un sonoro beso en la mejilla, su tía de largo pelo negro y oscuros ojos grises.

– Buen día tía - Saludó abrazándose a su cuello.

– Levi pasa... ¿O ya es muy tarde? - Levi se alivió de saber que dejaba a Isaic en manos familiares.

– Ya debo irme. - Mikasa bajó al niño al suelo y le acomodó la ropa, Isaic se dirigió directamente a la sala. Levi le entregó una bolsa con un yogurt y cereales para Isaic – Realmente te agradezco que puedas cuidarlo hoy. El abuelo de Armin está internado y no quiero llevarlo al hospital.

– No, allí puede pescarse cualquier cosa... Pero relájate, aquí estará bien y jugaremos...

– Aún necesita un poquito de ayuda con eso de ir al baño, no llega al inodoro cómodamente, si tienes un banquito, ubícaselo delante y él sabrá que hacer... - Mikasa rió y asintió - Se acostumbró a levantar la tapa si está baja, así que tampoco te preocupes por eso... Y luego de hacer, seguramente te pida que le tires la cadena, porque por alguna razón, le da terror caer dentro del inodoro. – Mikasa volvió a asentir sonriente - Muchísimas gracias, Mikasa... - Rápidamente tomó del bolsillo del pantalón de vestir las llaves de su auto y bajó a toda velocidad por las escaleras.

Mikasa se dirigió a la sala dónde Isaic dejó su mochila y su titán en el sillón.

– Bien Isaic... ¿Qué quieres hacer? ¿Vemos la tele? ¿Jugamos juegos de mesa?

– Mi papá dice que no puedo ver la tele en la mañana... - Su tono de voz era suave y alegre.

– ¿A qué hora papá te deja ver la tele? - Preguntó interesada.

– Después de las cinco de la tarde, hasta un ratito antes de cenar... - Mikasa empalideció... Ocho horas faltaban para que su padre regresase del trabajo y ¡no podía utilizar la televisión para entretenerlo! En cuánto tuviera un segundo para huir del niño, llamaría a Armin para preguntarle qué tipo de cosas hace para entretenerlo tanto tiempo.

– Bien, nada de televisión entonces... ¿Qué quieres hacer?

– Quiero pintar, traje mi cuaderno y mis lápices de colores...

Mikasa se sorprendía de lo tranquilo que se quedaba cuando pintaba en su libro de dibujos en blanco y negro. Le había preparado una mesa y sillas chiquitas en la sala para que se sintiera a gusto: su muñeco de titán estaba sentado a su lado 'observando' como pintaba el dibujo, al que, de a ratos, le preguntaba si le gustaba cómo estaba quedando... La había molestado sólo para preguntarle de qué color era conveniente pintar el cuerpo del dinosaurio: "¿Cuál es tu color preferido? Píntalo de ese color", le enseñó que el cielo se pinta de color celeste y que para hacer parecer a las nubes más reales en sus dibujos, podía pegarles algodón y eso hicieron. Y tal y como dijo Levi, luego de ir al baño tímidamente fue a pedirle que tirase la cadena por él y que lo ayudase a lavar sus manos. Y regresó a su trabajo de pintar al dinosaurio de su cuaderno.

– Isaic... ¿Qué te gustaría almorzar? - Sus rodillas apoyadas en el piso comenzaban a doler... No podía sentarse en las sillitas que preparó para Isaic, ya que no soportarían el peso de su trasero de veinte años.

– Quiero carne y vegetales... - Mikasa retrocedió un poco.

– ¡Carne y vegetales será! - Se levantó del piso diciéndose a sí misma que esa era una comida un poco aburrida – ¿Quieres venir conmigo a hacer compras?

– Sí, tía... - La sonrisa de Isaic era preciosa, sus dientes de leche eran pequeños pero muy blancos, Mikasa adjudicó esto a la posible estricta dieta de comidas aburridas que le hace tener su padre.

 

Mikasa e Isaic caminaron de la mano dos cuadras hasta el mercado. El parecido entre ellos era increíble, cabello oscuro, ojos grisáceos, las vecinas preguntaban si era su hijo.

– ¡No! Es mi sobrino – Se apresuraba a aclarar

– Pero Mikasa, tú no tienes hermanos...

– Es que es tan parecido a ti... - Isaic era observado por todos, las señoras querían tocarlo, pero Mikasa no lo permitió.

– Es el hijo de mi primo Levi – Dijo con naturalidad. En el vecindario, todos conocían a Levi, ambos se criaron allí.

– Levi tiene un hijo tan bonito – Respondió la mujer alejándose un poco de Isaic.

Mikasa sabía que decir que Isaic era el hijo de Levi Ackerman espantaría a todos. Se apresuró a comprar para irse de nuevo a la casa. "Realmente es una bonita atracción este nene..."

– Tía, ¿esas señoras conocen a mi papá?

– Claro que sí, tu padre y yo crecimos en este barrio, cuando papá y yo éramos chicos, esas señoras aún eran jóvenes. ¿Por qué lo preguntas?

- Yo no quería que esas mujeres me toquen.

– No es lindo que te acosen... - Ambos rieron

Al regresar Isaic retomó su dibujo de dinosaurio. Mientras Mikasa cortaba los vegetales de formas divertidas para que todo tuviera un poco más de gracia, recibió una llamada a su celular...

– ¿Eren? - Se preguntó a sí misma antes de apretar el botón verde para contestar... - ¿Hola? [...] Ahora no puedo salir, estoy cuidando a mi sobrino [...] Ven a casa, le preguntaré a Isaic si le molesta que vengas […] bien, adiós... - Suspiró y se acercó de nuevo al comedor – Isaic...

– ¿Sí? - El niño continuaba pintando su dinosaurio.

– ¿Te molesta si viene un buen amigo mío a jugar con nosotros?

– No... Mientras más seamos más divertido va a ser... - Dijo seriamente sin dejar de observar su dinosaurio - ¿Te gusta tía? - Las maestras del jardín de infantes le habían enseñado a pintar con circulitos, por lo que estaba quedando demasiado prolijo.

– Se ve hermoso...

– Luego le preguntaré por su opinión a tu amigo... - Dijo sonriendo.

Mikasa regresó a la cocina preguntándose de dónde sacaba esas palabras tan locas...

– Tal vez se las enseña Armin... Después de todo Levi debe estar al tanto de todo sobre Armin para confiarle el cuidado de su hijo de lunes a sábados durante ocho horas. - A demás ella sabe que Armin es un cerebrito, le encanta la lectura y estudiar.

A pocos minutos de que la comida estuviera casi lista, sonó el timbre del departamento. Mikasa se acercó y miró por la lentilla de la puerta y con una amplia sonrisa abrió la puerta

– Eren... - Lo dejó pasar.

– Mikasa... ¿Como estás? - Se quitó el abrigo y la bufanda que lo abrigaba.

– Se me pasará la comida... - Dejó a su amigo sólo en el recibidor desabrigándose, que se acomodó el cuello de su camisa con el sweater y lentamente pasó a la sala, encontrándose con un enano que pintaba muy entretenido su libro de dibujos para pintar.

– Hola... - Dijo tímidamente, le era un enigma el sobrino de Mikasa, ella se lo había mencionado muchas veces como un niño tranquilo que siempre se porta bien y hace caso a su padre, estaba muy bien educado y a pesar de haber perdido a su madre, nunca lloraba o se mostraba débil, incluso Armin había estado de acuerdo en esa descripción. Los ojos azulados se posaron sobre los brillantes ojos verdes de Eren y se quedó observándolo. Eren se sintió algo intimidado por la fuerza de esa mirada, era como si estuviera estudiándolo para predecir cuál sería su próximo movimiento, como si estuviera leyéndolo, para saber qué clase de persona tenía frente a sí. Eren, algo nervioso, sonrió.

– ¿Cómo te llamas? - Se acercó lentamente y se arrodilló frente a la mesa.

– Mi nombre es Isaic... Isaic Ackerman. - Su voz sonaba como una agradable melodía, por lo que trató de calmarse un poco - ¿Y usted?

– Yo me llamo Eren Jaeger... Pero puedes decirme Eren, nadie me llama por mi apellido...

– Mi papá me enseñó que debo ser respetuoso con las personas adultas que recién conozco, señor Eren Jaeger – Eren se sorprendió... ¿Cómo una mente tan pequeñita podía decir una cosa así?

– Chicos el almuerzo está servido - Mikasa interrumpió la presentación.

Eren suspiró aliviado, por que realmente no sabría cómo decirle que no quiso ser irrespetuoso al pedirle que lo llame sólo por su nombre. Realmente relacionarse con niños no era algo que hacía todos los días, y este niño llamaba particularmente su atención: La mayoría de los nenes de esa edad andan correteando de aquí para allá intentando tocar todo lo que más puedan, se la pasan hablando y diciendo cosas sobre animales, sobre juguetes o sobre su personaje preferido de su película infantil preferida, en cambio Isaic sólo estuvo toda la mañana trabajando en pintar su dibujo de dinosaurio. Pero antes de sentarse a la mesa, tironeó suavemente de la mano de Eren.

– Señor Eren Jaeger... - Eren no tuvo otra opción más que reír, le causaba que lo llamase señor y que a demás, le llamase por su apellido también. - ¿Le gusta como está quedando el dibujo del señor dinosaurio?

– A ver déjame verlo... - Tomó el libro de sus manitos y lo observó – Realmente está quedando muy bonito, Isaic... ¿La tía Mikasa estuvo ayudándote?

– No... - Respondió observando fijamente a sus ojos – La tía Mikasa sólo me ayudó a pintar el cielo y a pegar las nubes de algodón...

– Wow, lo haces muy bien, Isaic... Estoy seguro de que en cuánto termines de pintar tu dinosaurio se verá perfecto...

– ¿En serio lo cree, señor Eren Jaeger? - Eren se rió, no sabía cómo pedirle que deje de llamarlo así.

– Sí, enserio lo creo... ¿Almorzamos? – Propuso.

– Mi papá me enseñó que siempre antes de comer debo lavarme las manos... - Le contó a Eren - ¿Me ayudaría, señor Eren Jaeger? - Eren asintió y sostuvo a Isaic mientras éste se lavaba las manos, entre algunas cosas como que se las lavaba el mismo en vez de que alguien las lavara por él, observó que era muy riguroso limpiándolas. Al regresar a la sala, el niño trató de mover la silla de la mesa del departamento de Mikasa, pero éstas estaban algo pesadas.

– Déjame ayudarte... - Eren le corrió la silla, trepando Isaic se subió y entonces Eren lo acercó a la mesa – Ahora está mejor...

Ya sentados en la mesa, Eren se llevó el primer bocado de carne a la boca, quemándose la lengua automáticamente, rojo como un tomate por quemarse pidió exageradamente a Mikasa que le sirviera agua de la jarra en su vaso sintiendo alivio al tomarla...

– Señor Eren Jaeger, mi papá me enseñó que debo soplar la comida antes de llevármela a la boca... - Le enseñó seriamente.

– Debe ser un hombre muy inteligente tu papá... - Aclaró suspirando y tratando de aliviar la quemazón de su lengua, abanicándola con su mano.

La hora de la comida pasó sin complicaciones...

– ¿Sabes algo de Armin, Eren? - Preguntó Mikasa, Isaic pareció especialmente interesado en escuchar la respuesta.

– No, aún no me ha devuelto los mensajes, así que supongo que sigue esperando...

– ¿Qué sucedió con el señor Armin? Mi papá no quiso decírmelo – La pregunta puso en problemas tanto a Mikasa como a Eren, si Levi no quería que su hijo supiera qué sucedió con el abuelo de Armin entonces ¿Qué responderían ahora? - Sé que está en el hospital... - El niño es muy inteligente – Pero no sé que está haciendo ahí... - Sabía bien cómo conseguir respuestas para sus preguntas.

– El abuelo de Armin se lastimó, entonces está en el hospital, y Armin está haciéndole compañía... - Mikasa no quería mentirle a su sobrino, tampoco consideraba malo que supiera por qué Armin está ahí, después de todo, iba a ingeniárselas para enterarse.

– Oh... Entonces después haré grullas para que el abuelo del señor Armin se sane... - Dijo observando una papa con forma de estrella, que Mikasa había cortado especialmente para él... - Señor Eren Jaeger... ¿Usted sabe hacer grullas? – Se llevó la papa a la boca.

– Sí... ¿Tú, Isaic? – Preguntó.

– No... - Eren lo observó esperando por algo más... - Mi papá siempre las hace por mí... - respondió seriamente observando una batata con forma de flor.

– ¿Quieres que después de comer te enseñe a hacerlas? - Preguntó mostrando interés.

– No... Bastará con que usted haga una por mí, una por la tía Mikasa y una por usted para sanar al abuelo del señor Armin. - Respondió sencillamente y comiendo un trozo de carne. Mikasa rió por lo bajo. - Señor Eren Jaeger... - Eren lo miró masticando - ¿Usted también tiene un trozo de papa con forma de mariposa?

– A ver... - Respondió fisgoneando el plato – No, no me tocó ninguna...

– ¿Quiere una? - Dijo mostrándosela desde su tenedor.

– Claro... - Eren sonrió.

– Entonces pídale una a la tía Mikasa... - Y se llevó su papa de estrella a la boca.

Mikasa no pudo aguantar la carcajada, Eren se sorprendió de lo astuto del niño, pero también se sintió un bobo, ya que un niño de cuatro años se había burlado de él.

– Tía Mikasa... Quiero una papa con forma de estrella... – Pidió Eren.

– No me quedaron más Eren, lo siento... Las preparé para Isaic... - El niño mostró una amplia y hermosa sonrisa, conquistando los ojos de Mikasa y de Eren, su sonrisa se veía tan alegre y radiante... Desde que había llegado sólo había dicho cosas serias y sonreído apenas.

– Tome, señor Eren Jaeger... - Le extendió una papa con forma de estrella, Isaic se sentía a gusto en el ambiente que mostraban Mikasa y Eren – Mi tía Mikasa no guardó ninguna para usted, así que yo quiero compartírsela.

– No tienes que hacerlo, Isaic... La tía las hizo para ti, en cambio para mí hizo éstas que no tienen forma de nada... Pero no te preocupes, también son ricas.

Isaic sonrió condescendiente y los tres siguieron comiendo.

Al terminar de comer, el celular de Mikasa sonó, Eren estaba lavando los platos e Isaic había vuelto a su mesita de trabajo para terminar su dibujo de dinosaurio, presionó el botón verde:

- ¿Levi?

Mikasa ¿Cómo van las cosas? Recién puedo tener un descanso.

- Muy bien Levi, ya comimos...

¿Qué le preparaste? ¿Se está portando bien?

- Le pregunté que quería comer y me respondió que carne con vegetales, así que salteé algunos y cociné un poco de carne y los aprovechamos bien, dejó el plato vacío...

¿Vegetales? - Levi se extrañó

- Sí... ¿Nunca había comido? - preguntó aún más extrañada.

Sí, pero siempre tengo que disfrazarlos... Es genial que lo haya hecho Mikasa...

- Pensé que estaba acostumbrado a comer ese tipo de cosas...

¿No te está causando problemas no?

- Oh no, es un sol... Estuvo pintando su dibujito de dinosaurio en la mesita pequeña que le preparé en la sala... Cuando vengas te lo va a mostrar.

Me alegro entonces que esté todo bien...

- Tía... ¿Es mi papá? - Preguntó desde el piso el pequeño Isaic. Mikasa le respondió que sí con la cabeza.

- Quiere hablar contigo, ahí te lo paso...

- ¡Hola papi! - saludó con mucha efusividad - ¿Cómo te está yendo en el trabajo?

Hijo, estoy bien... ¿Tú? ¿Estaban ricos los vegetales de la tía Mikasa?

- Muy ricos...

¿Y te está quedando bien el dibujo del dinosaurio?

- Lo vieron la tía Mikasa y el señor Eren Jaeger, me dijeron que está muy lindo...

¿Quién es el señor Eren Jaeger?

- Un señor amigo de la tía, que conoce al señor Armin también...

Ah... ¿Y te cae bien?

- Lo estoy poniendo a prueba... - Mikasa miró de costado al niño – Por ahora está pasándolas sin problemas...

La tía Mikasa me dijo que te estabas portando bien... No le causes problemas al señor Eren Jaeger...

- Tranquilo, papi... Sólo son unas pruebas... - Se reía el pequeño.

- Sí, sí… Yo te conozco a vos... No le causes problemas... ¿Me devuelves a la tía?

- Tengo que seguir pintando, te devuelvo a la tía... Nos vemos más tarde...

Iré por ti en unas horas...

- ¿Hola? - Mikasa volvió a hablar.

¿Quién es el señor Eren Jaeger?

- Es mi mejor amigo.

¿Amigo? No quiero que mi hijo te vea besuquearte con ningún tipo...

- ¡Levi!

¡Asegúrame que es tu amigo!

- ¡Lo es! ¡Así como Armin!

En cuánto vaya lo voy a inspeccionar...

- Relájate Levi, no es nadie raro, tu hijo no verá cosas raras aquí en mi casa...

Confiaré en ti por ahora... En unas horas iré por Isaic...

- Levi, enserio... - No pudo continuar, pues el 'tuu, tuu', de la finalización de llamada ya se hacía escuchar.

Mientras Isaic terminaba de pintar su dibujo, en la mesa grande de la sala Eren y Mikasa charlaban sobre lo que Eren con tanta prisa necesitaba.

– Es sobre Jean... - Comenzó Eren, Mikasa resopló

– ¿Dónde se metió?

– El otro día, estábamos con Armin en la plaza... Y desde lejos lo notamos... Nos escondimos para que no nos viera...

– ¿Qué pasó Eren?

– Lo vimos con otra chica, caminando abrazados...

– No te lo puedo creer...

Mikasa no era el tipo de chica que lloraba al enterarse de una cosa así, cierto era que emocionalmente era muy fuerte... Por las únicas personas que podía preocuparse era por Eren o por Armin, quienes consideraba sus mejores amigos y las personas que más quiere hasta la muerte.

– No sabíamos como decírtelo, pero debíamos hacerlo...

– Sí Eren, lo sé... Así como yo también lo haría por ustedes...

Repentinamente tres golpes sordos se escucharon desde la puerta. Isaic se asustó y buscó refugio en los brazos de su tía.

– ¡MIKASA! - Gritó una voz masculina que tanto ella como Eren reconocieron. Mikasa resopló y se dirigió a Isaic.

– Isaic... Si te dejo un momento con el señor Eren Jaeger... ¿Me prometes que te portarás bien? - ofreció su meñique para hacer promesas.

– ¡MIKASA! - Los tres golpes volvieron a sonar, pero esta vez el niño no se asustó tanto. Isaic miró fijamente a Eren. - ¡MIKASA!

– Sí... Me portaré bien... - selló el pacto entrelazando su pequeño dedo meñique con su tía.

– Eren perdóname…

– ¡MIKASA!

– Trataré de no tardarme... Ten cuidado, porque un paso en falso y conocerás a su padre.

– Está bien... Tomate tu tiempo... Suerte con el 'cara de caballo'.

La puerta volvió a golpear, pero de un tirón agudo Mikasa abrió y regañó a la persona del otro lado.

– ¡Jean! ¡No puedes hacer esto! ¡Te dije que estaba con mi sobrino! ¡Y lo asustaste! - Sus gritos se escuchaban cada vez más lejanos, hasta incluso las pisadas fuertes a lo largo del pasillo hacia las escaleras.

Isaic miraba a Eren fijamente a los ojos una vez más... Jamás Eren había sentido tal incertidumbre...

¿Qué es lo que debo hacer?

¿Debería preguntarle algo?

¿Qué estará esperando que yo diga?

Recién estando Mikasa, ella podría rescatarlo si se mete en algún lío... Pero ahora se quedó sólo con el niño. Con el hijo de un hombre, aparentemente severo y recto.

– Señor Eren Jaeger... - Eren lo miró, agradeció que el niño rompiera el silencio – Terminé de pintar al señor dinosaurio...

– ¿Me lo muestras? - Isaic le entregó el libro y Eren lo observó sorprendido – Te ha quedado muy bonito, Isaic...

– ¿En serio le gusta? ¿Cree que a mi papá le gustará?

– Claro que sí... - El silencio se hizo presente entre los dos... Realmente Eren se esforzaba por pensar en cómo entretener al niño, pero cuánto más pensaba, más nervioso se ponía por que menos ideas se le venían a la mente.

– Mi papá es mi héroe... - Continuó el pequeño Isaic – Él es fuerte, siempre sabe qué hacer y qué decir...

– Imagino que ha de ser un gran hombre... - Agregó Eren

– Quisiera que usted lo conozca, señor Eren Jaeger

– Aún así la tía Mikasa me ha hablado sobre él...

– ¿Y le ha dicho cosas buenas?

– Por supuesto que sí, que es un gran hombre y que te ama... - Y también algunas otras cosas más como lo riguroso que es en la educación de Isaic, pero no venía al caso agregarlas a la conversación.

– Mi papá siempre me dice que todo lo hace por mí... Pero... A veces no entiendo bien lo que quiere decir... ¿Si yo no estuviera él no cocinaría la cena? - Terreno difícil... Eren no sabía cómo escapar

– Tal vez, o tal vez se refiere a otras cosas que yo tampoco entiendo... - No era conveniente llevar la conversación al extremo sentimental de la relación entre un padre viudo y su hijo.

– Me gustaría que usted lo conozca, señor Eren Jaeger... – Declaró. - Podría preguntárselo.

– Ya tendré alguna oportunidad de conocerlo, no te preocupes... - Seguramente el padre de Isaic si sabría que hacer si hubiera que jugar a algo.

– Señor Eren Jaeger... ¿Quiere jugar conmigo?

– ¡Claro que quiero jugar contigo! - Que Isaic le propusiera jugar a algo era un paso importante - ¿A qué quieres jugar?

– La tía Mikasa tiene el juego de la memoria...

– ¿Sabes dónde está? - Isaic con sus cortas piernitas corrió hacia el mueble al final de la sala.

– Está allí... - Señaló la puerta más alta... - ¿Cree que se enoje si lo tomamos sin su permiso?

– En absoluto... Y si lo hace, le diré que fué mi culpa, para que no se enoje contigo... ¿Quieres?

Isaic sonrió. Rápidamente prepararon el tablero y comenzaron a jugar. A mitad del juego Eren recordó que Isaic quería las grullas, así que pensó que luego podía hacer eso... Por supuesto Eren perdió el juego de la memoria para hacer sentir a Isaic más feliz.

– Señor Eren Jaeger, usted es muy malo para recordar las fichas... - Observó de modo neutral, sin burlarse.

– Sí... ¿Lo soy no crees? - Eren se reía.

– Sí, usted lo es... - Isaic también sonrió – Señor Eren Jaeger... Yo elegí el juego de recién... ¿Ahora que quiere hacer?

– Ehm... - Eren se hizo el pensativo – ¿Que te parece si tú y yo hacemos las grullas para el abuelo de Armin?

– ¡Oh cierto! Las grullas... - Eren tomó unos papeles blancos que Mikasa tenía junto al teléfono para tomar notas y comenzó a trabajar... Isaic observaba atento cada movimiento de las manos de Eren... – ¿Quieres intentarlo?

Aunque Isaic lo vio con miedo, Eren lo motivó diciéndole que era fácil y que si fallaba, siempre podría volver a intentarlo: él lo ayudaría. Así que Eren tomó las pequeñas manitos de Isaic en las suyas y comenzó a hacer dobleces en el papel enseñándole las distintas formas que debía tomar el papel. No pretendía que lo recordase, pero si se llevaría a su casa su primer grulla. Emocionado, Isaic le pidió a Eren que hicieran una más, por la tía Mikasa.

Al terminar de nuevo el silencio reinó en la sala... Eren observó la hora: sólo 45 minutos habían pasado desde que Mikasa se fue a discutir afuera con Jean, y faltaban dos horas y quince minutos para que el padre de Isaic regresara... No le molestaba estar con el niño, en absoluto, pero no sabía que hacer con él... Se daba cuenta que a veces posaba sus grisazulados ojos en él y lo observaba fijamente.

– Señor Eren Jaeger...

– ¿Sí?

– Estoy aburriéndome... - Dijo sinceramente, a Eren le pesó la dirección de esas palabras.

– ¿Qué podemos hacer para que no te aburras?

– No lo sé... - Ambos se quedaron mirándose fijamente, de nuevo los nervios aterraron a Eren, durante el juego podía desenvolverse con Isaic de modo espontáneo, pero cuando terminaban de jugar le costaba mucho predecir qué le podría gustar al niño. - ¿Me cuentas el cuento de el dinosaurio que quería hacer amigos? - Los ojos de Eren se abrieron de par en par.

– Ese cuento no lo conozco, pero si conozco uno que puede llegar a interesarte... - Eren se sentó en el piso como indio e invitó a Isaic a sentarse en su pierna, poniendo sus piernitas en el espacio que quedaba dentro. - Trata sobre el soldado más fuerte de la humanidad... ¿Sabes qué es un soldado verdad?

– Es un hombre que lucha por la verdad y hace justicia por lo que cree...

– Qué inteligente... ¿Quién te enseñó eso?

– Mi papá... - Eren ya había escuchado mucho de Isaic sobre su papá, definitivamente la historia que estaba formulándose en su cabeza le iba a gustar.

– Bueno, la historia trata sobre este soldado y cómo ganó la lucha más importante para la humanidad...

"Hace muchos, muchos años atrás, los humanos vivían en ciudades dentro de murallas, paredes de muchísimos metros de altura y muy fuertes. Nadie podía entrar o salir de ellas, sólo unos soldados capacitados y con permiso, ya que afuera era territorio de otras criaturas que había en el mundo..."

– Señor Eren Jaeger... - Eren detuvo su relato y lo observó - ¿A quién le pertenecía entonces? - Lo pilló desprevenido, observó rápidamente a su alrededor y vio al muñeco titán de Isaic.

– Le pertenecía a los titanes, que eran enormes bestias de formas parecidas a los humanos, pero de muchísimos metros de altura. - Isaic se levantó de las piernas de Eren y fue por su muñeco...

– Olvidé que él también quería escuchar la historia...

– Seguro desde allí también estuvo escuchando... - Eren sonrió con confianza, estaba pisando terreno firme en esto de entretener a Isaic.

– Continúe, señor Eren Jaeger...

"Los terrenos de alrededor de las murallas, pertenecían a gigantes... Dentro de las murallas, para evitar la sobrepoblación, existían ciudades subterráneas y los habitantes de la ciudad subterránea no tenían permitido salir a la superficie..."

– Disculpe, señor Eren Jaeger... Pero, ¿Qué son las ciudades subterráneas? ¿Y la sobrepoblación? - Preguntó Isaic algo apenado.

– La sobrepoblación es... Cuando en una ciudad hay muchas personas que ni siquiera pueden caminar... - Exageró Eren para que Isaic pudiera comprender - Y una ciudad subterránea es una ciudad construida bajo la tierra... Son muy profundas, y desde ellas no se puede ver el cielo, sólo ves el piso de la ciudad exterior, como si fuera un techo...

– Eso es terrible señor Eren Jaeger! O sea que... ¿Las personas que viven en ciudades subterráneas nunca han visto las estrellas?

– No, nunca han visto siquiera una nube...

– Que mal... - Isaic entristeció sus ojos y mostró un puchero.

– Pero espera, que la historia apenas comienza...

"El soldado más fuerte de la humanidad vivía en la ciudad subterránea, con sus dos mejores amigos, sus compañeros.

– Ah... Realmente me gustaría ver el cielo antes que pudrirme bajo este techo... - Suspiró el soldado más fuerte de la humanidad

– El peaje de la escalera está cada vez más caro... – Le recordó su compañero.

En la superficie para asegurar la seguridad dentro de las murallas existían tres organizaciones: Una se llamaba 'tropas estacionarias': ellos se encargaban de mantener la seguridad en los bordes de los muros, por si los titanes querían obtener parte del territorio humano, su símbolo eran las rosas y las espinas, otra era la 'policía militar', que se encargaba de mantener la seguridad de las calles bajo la insignia de un unicornio, aunque éstas no eran muy confiables, ya que solían hacer las cosas mal y a la tercera pertenecían los hombres muy valientes de las tropas de exploración, su emblema representaba la libertad en forma de dos alas: una blanca y una azul... Su trabajo era el de salir fuera de las murallas para recabar información sobre el territorio titán. Las organizaciones tenían un saludo bastante particular... Empuñaban su mano derecha en su corazón y la izquierda a sus espaldas..."

– ¿Cómo lo hacían señor Eren Jaeger? - Interrumpió Isaic...

– ¿Quieres ver? - Eren se entusiasmo – Ponte de pie... - Isaic se puso de pie, y Eren se quedó de rodillas para no estar a tanta distancia – Empuña tus manos... - Isaic mostró ambos puños a Eren. - Tu mano derecha... - Y la tomó... - Debes apoyarla aquí... - Y le señaló su corazón... - Y la izquierda debes llevarla a tu espalda... - Guiándolo lo colocó en posición de saludo.

– ¿Así? - Isaic se miraba

– Exactamente, mírame... - Eren saludó y entonces Isaic le imitó sonriente – Debes levantar tu mentón, Isaic... ¡Si no los demás soldados no te respetarán!

– ¿Así? - Isaic estaba haciéndolo muy bien...

– Y otra cosa que jamás debes olvidar hacer cuándo saludes... - Eren lo tomó de los hombros, los grandes ojos grisesazulados del niño le vieron con fascinación – Es permanecer serio... Si no, los demás creerán que no te tomas enserio el trabajo...

– Está bien... Lo haré bien, señor Eren Jaeger...

– ¡Ese es mi pequeño soldado! - Eren mostró su palma para que ambos las chocaran y luego a la vez se colocaron en posición de saludo.

Volvieron a sentarse e Isaic cada vez parecía más interesado en saber lo que continuaba

– ¿Qué pasó después, señor Eren Jaeger?

"Este saludo, les servía para mostrar respeto y acatar órdenes.

Un día, el líder de las tropas de exploración, a quién todos llamaban 'comandante', se enteró que existía un hombre con increíbles habilidades viviendo en la ciudad subterránea. Cordialmente lo invitó a él y a sus camaradas a unirse a sus tropas: El soldado lo dudó, el no quería poner en riesgo las vidas de sus compañeros. "

– ¿Qué decidió al final, señor Eren Jaeger? ¿Se unió a las tropas de exploración?

– Tranquilo, te dije que la historia recién comenzaba... - Lo convenció y con un pequeño rubor en sus mejillas, Isaic no volvió a preguntar nada.

"Sus amigos aceptaron acompañarlo si él decidía participar en las exploraciones al exterior de las murallas: Su principal objetivo siempre había sido poder salir a la ciudad exterior y poder conocer la luz del sol, las nubes, el viento, las lluvias, la luna y las estrellas. Con el consentimiento de sus amigos, el soldado aceptó, ese día el comandante de las tropas de exploración los llevó a la ciudad exterior y el soldado y sus compañeros conocieron el cielo, la nublada noche lo decepcionó un poco.

– Si no está la luna, es igual de oscuro que el subterráneo – Sus compañeros lo consolaron hasta que las nubles se disiparon por el viento y la luna creciente mostró su blanco brillo.

Enseguida comenzaron a entrenarse para poder llevar a cabo sus expediciones, los soldados de las tropas de exploración utilizaban para luchar contra los titanes armas especiales llamadas 'Equipo de maniobras tridimensional' el cuál es muy útil para tomar altura y poder luchar contra los titanes efectivamente: éste consistía arneses que se ceñían sobre el cuerpo, en unidades, ubicadas a las espaldas, que enrollan cables irrompibles que mediante un pistón se enganchan a donde quieres movilizarte; un suministro de gas comprimido que permite impulsarse en el aire y una dotación de espadas de acero súper endurecido para la lucha. El soldado más fuerte de la humanidad sobresalía en su entrenamiento, pero sus compañeros no se quedaban atrás: su compañera destacaba en montar caballos y en el manejo de las espadas con las que luchaban, su astucia y alegría animaba a todos a querer luchar por la libertad de la humanidad fuera de las murallas, pero ella particularmente quería demostrar que su mejor amigo, el soldado más fuerte de la humanidad, realmente era el más fuerte de todos."

– ¿El soldado estaba enamorado de ella, señor Eren Jaeger? - pecó al creer que Isaic al ser tan pequeño no sabría lo que es el amor.

– Pues, el soldado no se había planteado sus sentimientos por su compañera, su principal ideal era el de conseguir la libertad para todos, una vez conseguido ello sí se dedicaría a continuar adelante en su vida...

– Ah, él primero quería un mejor mundo para todos... - Asintió el nene y luego lo observó esperando por lo siguiente...

"El compañero del soldado tampoco se quedaba atrás, era bueno pensando en planes para llevar a cabo sus objetivos y tenía muy buena disposición a trabajar en equipo...

Una mañana partieron a su primera expedición fuera de los muros. El soldado y sus compañeros sintieron el viento de la libertad por primera vez, todo iba marchando a la perfección con la nueva estrategia de avance propuesta pero el comandante, pero luego de tanto esfuerzo, la misión de los humanos falló..."

– ¿Cómo que falló, señor Eren Jaeger? ¿Le pasó algo al soldado más fuerte de la humanidad? - Preguntó Isaic desesperándose.

– Si eres paciente y terminas de escuchar la historia sabrás qué fue lo que pasó... - El niño lo siguió observando esperando que continúe.

"Los titanes capturaron la mayoría de los miembros de las tropas de exploración y los llevaron a su guarida..."

– Señor Eren Jaeger... ¿Los titanes lastimarán a los amigos del soldado más fuerte de la humanidad?

– No, los titanes los capturaron porque les entretiene tener humanos – Respondió Eren algo confundido.

– ¿Cómo si fuesen sus mascotas?

– Exactamente... – Eren no se lo había planteado de esa manera, pero ayudaba.

"Regresaron a las murallas y el soldado se encerró en el cuartel a pensar en cómo podrían ir en búsqueda de sus compañeros. Luego de horas y horas de idear un plan, el soldado más fuerte de la humanidad fue con el comandante de las tropas de exploración.

– Iré al territorio titán a recuperar a nuestros compañeros, lo haré con o sin su ayuda.

– ¿Cómo piensa llegar hasta allí, soldado más fuerte de la humanidad? Justamente no hemos llegado porque siempre terminan por capturar la mayoría de nuestros escuadrones: es muy peligroso.

– No importa cómo, lo haré o seré capturado en el intento comandante... ¿Me acompañará?

– Señor soldado más fuerte de la humanidad, lo ayudaré. -El comandante aceptó, pues él no podía perder al soldado más fuerte de la humanidad en manos de los titanes y también ansiaba recuperar a sus compañeros capturados.

Una excéntrica soldado guerrera de anteojos obsesionada con los titanes escuchó su conversación y ofreció su presencia en la expedición de recuperación de los compañeros capturados, trajo consigo a un silencioso soldado con un poderoso sentido del olfato que permitía detectar titanes a larga distancia: el soldado más fuerte de la humanidad estuvo muy agradecido.

Al día siguiente otros dos soldados se sumaron a la misión: ellos pertenecían a las tropas estacionarias, uno era el líder: un hombre de mediana a avanzada edad que ya carecía de cabello, pero con buen estado físico, mente fría, capacidad de liderazgo y buenas estrategias. Y el otro un despreocupado soldado, aburrido de que no había problemas en los bordes de muralla se la pasaba escaqueándose y comiendo con sus compañeros, y cansado ya de no trabajar, decidió colaborar.

Los seis valientes soldados partieron al exterior de los muros... La misión iba muy bien, el militar con poderoso olfato había detectado titanes al suroeste, obligándolos a desviarse de su ruta pactada, pero del otro lado fueron sorprendidos por un grupo de titanes, de los cuáles sólo el comandante y el soldado más fuerte de la humanidad lograron escapar.

Desorientados y preocupados por sus demás compañeros el soldado y el comandante continuaron su camino, pero un enorme titán tomó del brazo derecho al comandante, elevándolo en el aire de un tirón.

– ¡Comandante! - Gritó el soldado desde su caballo.

– ¡No deje que lo atrapen, soldado más fuerte de la humanidad! ¡El destino de todos nosotros depende de usted! - Gritó desde la mano del titán quién se alejaba dando saltitos."

– Señor Eren Jaeger...

– ¿Sí?

– Si los soldados luchaban contra los titanes con espadas... ¿Por qué no las usaban para no ser capturados?

– Los humanos no querían lastimar a los titanes, sólo querían encontrar la manera por las buenas de obtener su territorio, por eso las tropas de exploración salían de los muros para estudiarlos...

– Entiendo... Continúe por favor señor Eren Jaeger...

"Muy enojado, el soldado siguió a toda velocidad al titán que se había llevado al comandante, encontrando la guarida de los titanes y dejando su caballo fuera, ingresó en ella..."

– Espere, señor Eren Jaeger... ¿El soldado corre grave peligro estando en la guarida de los titanes?

– Por supuesto que sí, si lo capturan no podrá salvar a sus compañeros.

– Pero... ¡El es el más fuerte! ¡El va a rescatarlos! - Isaic hizo una pausa - ¿Verdad?

– ¡Averigüémoslo!

"Al ingresar en el gran castillo de los gigantes, encontró a sus compañeros encerrados en jaulas.

– ¡Miren! ¡Es el soldado más fuerte de la humanidad! ¡Ha venido a rescatarnos! - Todos lo miraron asombrados y lo festejaron.

– ¡Hagan silencio! - Gritó el líder de los titanes del otro lado del salón – Has de ser muy osado para aparecerte en mi castillo. - Muchos titanes se pararon a su alrededor encajonándolo."

– ¿El titán líder era como éste, señor Eren Jaeger? - Preguntó Isaic.

– No... El titán que tú tienes es el titán aprendiz... El titán líder era un poco más temible, tenía su cuerpo rodeado de pelo, como si fuera un mono... Era más grande que el titán aprendiz.

– Debía ser muy feo...

– Lo era de hecho...

"El soldado más fuerte de la humanidad desenvainó sus espadas para prepararse para el combate...

– ¡Tenga cuidado soldado más fuerte de la humanidad! - Le advirtieron sus compañeros cautivos.

– ¡Deja libre a mis compañeros! - Exigió colocándose en guardia – Si no, ¡me veré obligado a luchar contra ti!

– Así que, has venido por tus compañeros... Pero a mí me parece más divertido que tú te quedes con nosotros...

– ¡No quiere conocer la fuerza del soldado más fuerte de la humanidad! - Lo amenazó.

– Entiendo, entiendo... - El titán pareció querer negociar - ¿Por qué no hablamos más tranquilos tú y yo a solas?

El soldado aceptó e ingresó en la sala contigua, casi tan espaciosa como la anterior. El líder de los titanes le ofreció asiento en una gran silla...

– Usted es... Tan pequeño... Incluso más pequeño que otros humanos...

– Escuche... - El soldado más fuerte de la humanidad respiró hondo para no enojarse, le molestaba que se burlasen de su baja estatura - No quiero luchar contra usted, líder de los titanes, sólo quiero de regreso a mis compañeros...

– Pensé que ustedes querían conquistar mis tierras, soldado más fuerte de la humanidad... Si usted quiere a sus compañeros para iniciar una guerra contra nosotros, declinaré de este acuerdo y lo capturaré.

– Nuestro plan era recuperar un poco de tierras que consideramos que en el mundo nos pertenecen.

– Estoy dispuesto a dejar libre a sus camaradas, si usted me asegura que los míos estarán a salvo. Le permitiré tener más tierras si no vuelven a atacarnos.

– Explíquese mejor.

Luego de una larga negociación. El soldado más fuerte de la humanidad y el líder de los titanes dieron un anuncio: Los titanes permitirían a los humanos extender sus territorios hasta quedar equiparados, cesarían los enfrentamientos entre ellos... A cambio, tanto los titanes como los humanos estarían dispuestos a ofrecer su ayuda si alguno la necesitase.

Y así fue, cómo el soldado más fuerte de la humanidad, regresó a su hogar dentro de las murallas, asegurándole a los habitantes nuevas tierras, colaboración, más seguridad y paz en el mundo.

Los humanos que vivían en ciudades subterráneas pudieron subir a las ciudades exteriores y vivir allí en igualdad con los demás humanos."

– ¡El soldado más fuerte de la humanidad consiguió lo que quería! - Se alegró Isaic. – Después de todo, los titanes no querían dañar a los humanos, sólo querían asegurarse de que pudieran vivir en paz también...

– Al igual que los seres humanos... - Isaic se abrazó a su titán.

– Entonces los titanes no eran los malos de la historia. - Isaic miró a su peluche con emoción - Qué alegría que todos hayan podido comprenderse y regresar a sus hogares ¿no? - el niño volvió su mirada hacia los brillantes y orgullosos ojos de Eren - Señor Eren Jaeger, me gustó mucho su historia sobre el soldado más fuerte de la humanidad...

– Me alegro mucho, Isaic... - Se sintió aliviado que la historia le agradara, que también le gustase el final... La verdad es que esa historia es demasiado sangrienta y llena de muertes, pero su adaptación estuvo bien... De nuevo, el silencio se hizo presente en la sala de la casa de Mikasa. Isaic se levantó de las piernas de Eren y se dirigió al baño.

Pocos instantes después, Isaic llamó a Eren desde la puerta del baño, preguntándole si podía tirar de la cadena por él, ya que no llegaba, y si nuevamente lo ayudaba a lavarse las manos. Luego regresaron a la sala, la puerta se abrió de repente alertando a Isaic más que a Eren.

– No preguntes... - Aclaró Mikasa ante la fija mirada de Eren

– ¿Estás bien, tía? - Pero para Isaic, todo eran sonrisas en el rostro de Mikasa

– Claro que está todo bien, mi amor... ¿Sabes por qué? - Se acercó arrodillándose frente a él.

– ¿Por qué?

– ¡Porque ahora el señor Eren Jaeger se tiene que ir, y podremos jugar tú y yo sin que nadie nos moleste! - Un punzante dolor se le quedó en la nuca a Eren.

– ¿Qué hora es? - Observó el reloj de la pared - ¿15:15? ¡Llegaré tarde al trabajo! - Corrió hacia el recibidor, tomó su campera y su bufanda, regresó a la sala – Soldado Isaic Ackerman – el niño se paró bien derecho sobre el piso, con el mentón en alto y un semblante serio – Fue un placer pasar tiempo con usted – Eren empuñó sus manos y saludó, Isaic le imitó.

– Sí, señor Eren Jaeger! - Ambos se miraron a los ojos y empezaron a reírse, descansando de la posición, Eren sintiéndose encariñado le revolvió el desprolijo y seco cabello negro.

– Mikasa Ackerman – Eren se dirigió a su amiga – Espero todo haya salido bien con su ex-novio.

– ¿Qué significa todo esto? - Mikasa los miraba sin entender nada.

– Me retiro – Eren corrió hacia la puerta – Llámame si sabes algo de Armin! - Gritó al salir. Isaic lo siguió hasta la puerta.

– ¡Espere señor Eren Jaeger! - Eren se detuvo en medio del pasillo

– ¿Qué sucede Isaic? - Volvió y se acuclilló cerca de él.

– ¿Cuál era el nombre del soldado más fuerte de la humanidad? - Preguntó con un esperanzado brillo en sus ojos. Eren rió.

– Su nombre es Levi... - Dijo suavemente.

– ¿Levi? ¿Cómo mi papá? ¿El soldado más fuerte de la humanidad se llamaba como mi papá? - El rostro de Isaic se iluminó completamente.

– Pues, sí... - Isaic no dejó de mostrarle su más sincera sonrisa. - Debo irme pequeño... Pórtate bien y continúa haciéndole caso a tu padre... ¿Sí?

– Señor Eren Jaeger... Quiero que me cuente la historia del titán aprendiz ¿Lo volveré a ver?

– Ten por seguro que sí, pequeño soldado... - Ya Isaic lo dejó marcharse volviendo a entrar en el departamento de su tía. Los pasos de Eren se oyeron hasta que se alejó bajando las escaleras a toda velocidad.

– ¿Qué estuvieron haciendo ustedes dos? - Mikasa había escuchado todo, estaba algo extrañada. Sabía que preguntarle iba a ser en vano, ya que Isaic era un niño reservado.

– Sólo estuvimos jugando... - Respondió sin darle importancia – Tía...

– ¿Sí?

– Tengo hambre... - Mikasa apresurada fue a la nevera y sacó el yogurt que Levi había dejado para el niño.

– Aquí está tu yogurt, ¿quieres comerlo en la mesita pequeña o en la grande?

– En la mesita pequeña está bien tía... - Isaic se sentó y Mikasa se arrodilló apoyando sus codos en la mesa, y el rostro en sus manos – Tía... - Mikasa le vio - ¿Dónde trabaja el señor Eren Jaeger?

– Realmente estás interesado en él... - Entendió, Isaic sólo desvió la mirada a su yogurt – Trabaja medio tiempo ayudando en una veterinaria.

– ¿Al señor Eren Jaeger le gustan los animales? - Mikasa no entendía bien el repentino interés en Eren, seguramente algo importante había ocurrido durante su ausencia, pero preguntarle sería inútil. Solamente esperaba que no haya hecho algo que posiblemente moleste a Levi.

– A Eren le encantan los animales – Los ojitos grises del pequeño se iluminaron, lo cierto era que a él le gustaban mucho los animales, sobre todo los domésticos. - De hecho, él va a ser un doctor de animalitos.

Isaic continuó comiendo en silencio su yogur, en su mente imaginó al soldado más fuerte de la humanidad, cuyo nombre era el mismo que el de su papá, y repasó los recuerdos de la historia.

Luego jugó con Mikasa a otros juegos para niños y el timbre sonó...

– ¡Es mi papá! - Gritó yendo por su cuaderno de dibujos para pintar y corriendo hacia la puerta y esperó por Mikasa para que abriera - ¡Papi! - Isaic estiró los brazos esperando que su padre lo alzara para abrazarlo - ¡Hola papi!

– Hijo... - Levi notó que su hijo se sentía muy feliz... Por lo que pensó que tal vez había sido algo rudo con Mikasa al molestarse porque "el señor Eren Jaeger" estaba en su casa cuando Isaic también. - ¿Cómo te portaste?

– ¡Bien papá!

– ¿No me mientes verdad? - Le miró a los ojos sonriendo para saber si mentía.

– Tu hijo es un ángel, Levi... - Respondió Mikasa observándolos con ternura. Levi lo bajó al suelo.

– ¡Mira papá, el señor dinosaurio! - Le extendió el libro de dibujos.

– Oh, este es un lindo dinosaurio, Isaic... - Le felicitó - ¿La tía te ayudó? - Isaic asintió.

– Las nubes de algodón fueron idea de la tía Mikasa...

– ¿Quieres pasar?

Levi asintió y pasó. Tomando un café, Mikasa le explicó por qué Eren fue a hacerle una visita cuando Isaic estaba, luego de saber que el pretendiente de Mikasa era Jean y que Eren sólo era un buen amigo, se tranquilizó un poco respecto al "ambiente inadecuado" que podrían haber llegado a generar:

– Me tendrás que disculpar, Levi... Pero tuve que dejar solo a Isaic un momento con Eren... - Levi poso sus grises y fríos ojos sobre Mikasa, quién no se sintió intimidada, el lazo familiar que los unía les permitía entenderse a la perfección – Pero quiero que te relajes, Eren es un chico genial.

– ¿Tienes idea sobre qué hicieron? - Preguntó Levi.

– No estoy segura, porque Isaic no quiso contármelo, pero cuando regresé a Eren se le había hecho tarde para ir a su trabajo, al despedirse se saludaron como si fueran soldados, e Isaic dijo que quería le contase una historia sobre algo cómo "el titán aprendiz" y le preguntó si volvería a verlo. - Mikasa hizo una pausa, Levi no diría nada – Pero creo que más tarde te contará a ti que fue lo que estuvieron haciendo, ya que después de que se fue, estuvo demasiado interesado en qué cosas hace Eren.

– No quiero que Isaic esté en dónde una persona pueda manipularlo... - Mikasa empinó sus dos cejas.

– Eren es un gran chico, Levi... No veo razón para desconfiar de él...

– ¡Pero faltaste de la casa durante el tiempo que estuvo aquí! - Levantó apenas el tono de voz para no perturbar a Isaic, quién en la sala miraba la tele abrazado a su titán.

– Conócelo primero... Si no te gusta te permitiré decir lo que quieras sobre él... El es amigo de Armin también, puedes preguntarle su opinión sobre él. - Levi completamente serio se dedicó a pestañear esperando que dijera algo más – Si no, pregúntale a Isaic cómo se sintió con él...

– Isaic es un niño... - Escupió para que Mikasa se detuviera.

– Sin embargo sabe discernir las buenas de las malas personas... ¿Por qué crees que primero le hizo unas "pruebas" a Eren antes de confiar en él? - hubo un silencio que no se prolongó por mucho tiempo – No lo subestimes tanto por ser pequeño.

– No lo subestimo, lo estoy protegiendo, que es el trabajo de un padre.

– Estoy segura que luego te contará qué cosas estuvo haciendo con Eren cuando no estuve, de cualquier manera, más tarde le preguntaré a Eren que hizo para que Isaic se entusiasmara tanto con él.

– Después le preguntaré... - Dio el último sorbo a su taza de café y se dirigió a la sala, para encontrar a Isaic dormido sentado en el sillón junto a su muñeco. - Se durmió...

– ¿Suele dormir siesta? - Preguntó Mikasa

– A veces en lo de Armin se queda dormido, pero para cuando llego ya está despierto. - Levi tomó al titán y lo metió en la pequeña mochila de Isaic y se la colgó del hombro derecho. Se acercó al sillón y con cuidado de no despertar a su hijo lo alzó – Mikasa, de nuevo muchas gracias por tenerlo...

– Ha sido un placer, Levi... Los acompaño... - Para abrirles las puertas del ascensor y del edificio. El descenso fue algo incómodo, pero Isaic dormía con una sonrisa en los brazos de su padre. Mikasa observó el pequeño rostro: se sorprendía de ver rasgos de Isabel en él, su cabello opaco, revuelto e inmanejable, que salvo por que era de color negro, lucía igual al de su madre, la expresión de sus ojos y la forma de sus mejillas, lo grande y bonita que es su sonrisa. La recordó, aunque no tuvo mucho tiempo para conocerla a fondo, si había presenciado su sonrisa, la cuál no tenía límites. Les abrió la puerta del ascensor y luego la de salida – Puedes traerlo cuando necesites, Levi... Sólo llámame...

– Gracias. - Se las ingenió para abrir su auto con Isaic a cuestas, ya estaba acostumbrado a hacerlo.

Levi llegó a su casa luego de 10 minutos en auto, de nuevo intentó cargar a Isaic sin despertarlo pero no funcionó. Así que el niño bajó del auto parpadeando para distinguir que ya había regresado a su casa. Ambos entraron

– ¿Quieres cambiarte de ropa? - Levi notó que Isaic estaba muy callado para recién estar despertando.

– No... Estoy bien...

– ¿Hay algo que quieras contarle a papá? Estas muy callado...

– Estoy bien, papi... Gracias... - Levi no sabía como preguntarle sobre Eren...

– ¿De que hablaron con la tía Mikasa, papi? - Preguntó sentándose en la mesa del comedor. Levi se sentó junto a él y comenzó a acariciar su cabello.

– Le pregunté si te portaste tan bien como me dijiste, y me dijo que durante un rato te dejó con el señor Eren Jaeger... - Los ojos de Isaic parecieron iluminarse.

– El señor Eren Jaeger me enseñó a hacer grullas, hicimos algunas para que el abuelo del señor Armin se mejore...

– Así que hiciste grullas... - Le incentivó Levi para que continúe contándole.

– Sí, pero las olvidé en lo de la tía Mikasa...

– Otro día iremos por ellas... - le aclaró

– ¡Sí! Tienes que verlas, papi, el señor Eren Jaeger me ayudó e hice dos. - Hubo una pausa en la que Levi le revolvió el cabello a Isaic y luego le acarició la mejilla.

– ¿Y qué más hiciste con el señor Eren Jaeger? - La curiosidad lo estaba matando.

– El señor Eren Jaeger me contó una historia súper genial... Trataba sobre el soldado más fuerte de la humanidad, y que acompañado por compañeros luchó contra los titanes por salvar a sus compañeros que fueron capturados y traer paz a la humanidad... - A Levi se le notó una venita en su frente – Pero los que lo acompañaban también fueron capturados, entonces el soldado más fuerte de la humanidad tuvo que hacerlo todo solo.

– Asíque su historia era sobre cómo un soldado luchó contra titanes... - Imaginándose una historia llena de sangre comenzó a enojarse...

– ¿Sabes lo que son los titanes?

– Sí, son gigantes...

– Sí con forma humana, y secuestraron a sus compañeros de las tropas de exploración, para tenerlos con ellos, como si fuesen sus mascotas... - A Isaic se le notaba la emoción en todo su semblante, incluso no podía controlar los impulsos de su cuerpo, moviendo los brazos y saltando al explicar lo que sucedía.

– Espera un momento ¿mascotas? - Levi estaba algo perturbado

– Sí, los titanes capturaban a los humanos para tenerlos con ellos como mascotas... ¿No sabías eso papá? ¡Y el soldado más fuerte de la humanidad se llamaba como tú, papi! Él llegó al territorio de los titanes y consiguió convencer al líder de que liberase a sus compañeros y llegaron a un acuerdo...

– Y dime... ¿Quién era el líder de los titanes? - Levi se imaginó que sería justamente el muñeco que Isaic tiene…

– El líder de los titanes era un titán muy gigantesco con mucho pelo en su cuerpo, como un mono... ¡Es realmente feo!

– ¿Y este que titán es?

– Este es el titán aprendiz... El señor Eren Jaeger me dijo que la próxima vez que lo vea me va a contar su historia...

– Así que el titán aprendiz... - Su hijo estaba especialmente emocionado con la presencia de una persona como Eren en su vida, y Levi no despreciaba los intentos de Eren por entretener a su hijo cuando Mikasa tuvo que estar fuera.

– Papi... El soldado más fuerte de la humanidad era realmente muy valiente...

Levi escuchó todo, sin perder detalle, de lo que su hijo le contó sobre la historia que "el señor Eren Jaeger" le contó... Prestándole especial atención a que el soldado más fuerte de la humanidad se llamaba como él. Isaic había plantado intriga en Levi, sobre esta persona. No sólo por su gran imaginación, si no también por que realmente Isaic le había tomado aprecio. No podía dejar a su hijo confiar en cualquier persona, pero este amigo de Mikasa no le parecía una amenaza, aunque sin duda, si él y su hijo se volvieran a encontrar, lo continuaría estudiando. No descartaba la idea de qué le diría Mikasa cuando le pregunte si habló con Eren sobre lo que hicieron, ni tampoco su sugerencia de preguntarle por él a Armin.

Continuará...

Notas finales:

Curiosidades del capítulo y sobre los personajes:

1) Koko, el perro de la madre de Levi, cuando era cachorro fue rescatado gravemente herido por Isabel, razón por la cuál la quería mucho y era muy perceptivo con ella. Cómo vivía en un departamento muy chiquitito no podía tenerlo, a demás, siendo novia de Levi, las mascotas serían un problema. Al mencionarle a Kuchel que lo daría en adopción ella aceptó encantada tenerlo.

2) Isaic adora muchísimo a Koko y viceversa: cuando Isaic tenía dos años, un día en casa de su abuela tomó su plato lo apoyó en el piso, junto al tazón de Koko y comenzó a comer junto a él sin utilizar cubiertos, esto casi mata de un infarto a Levi. Menos mal que su madre estaba ahí para contenerlo y que no fuese muy bruto al enseñarle a Isaic que no debía hacer eso, porque a demás de no ser higiénico, era peligroso.

3) El nombre Isaic es de origen inglés y significa "el que ríe". Elegí este nombre, por que a pesar de haber perdido a su madre desde bebé y siempre piensa en que quisiera haberla conocido, él es alegre y feliz.

4) El abuelo de Armin se descompensó temprano en la mañana, sufrió un bajón de presión. Armin estudiante de enfermería, tiene conocidos en el hospital quienes aceleraron su internación para mantenerlo controlado debido a su avanzada edad.

5) Levi trabaja visitando los negocios y empresas para realizar estudios de seguridad e higiene para evitar accidentes de trabajo o epidemias: en el último cumpleaños de Hanji, le regaló en un frasco de vidrio una cucaracha que encontró en un restaurant ese mismo día. Su mejor amiga al ser tan bichera, se emocionó mucho con el regalo, pero luego la dejó libre en un terreno.

6) La hija de Hanji y Mike tiene tres años recién cumplidos y su nombre es Alicia Zakarius.

7) El muñeco titán de Isaic tiene la forma de el titán Eren, y es un muñeco de tela de 40cm.

8) El color favorito de Isaic es el rojo su dinosaurio estaba pintado de ese color.

9) Isaic siempre se refiere a su padre como "Mi papá" por que cuando nació la hija de Hanji, Isaic le preguntó por qué todos felicitaban a Mike por ser padre. Levi le enseñó que cada persona tiene un padre y una madre, y que por ejemplo, él era su padre y no de otro niño o niña, Mike era el padre de esa bebé y Hanji su mamá.

10) Isaic no heredó ese TOC que tiene su padre por la limpieza, pero sí es Levi quién le enseñó a asearse, entonces lo hace de las mismas maneras.

11) A Eren le costaba mucho pensar en algo que pudiera hablar con Isaic, tanto que se ponía nervioso cuando éste le veía fijamente, porque creía que estaba haciendo el ridículo. Esto es algo que me pasa a mí cada vez que conozco a un niño/a, simplemente no tengo idea de cómo tratarlos y suelen quedárseme mirando, como si olieran en el aire lo nerviosa que me pongo por intentar agradarles.

12) Mikasa creyó que Levi preparaba comidas aburridas para Isaic, pero es verdad que esa fue la primera vez que comió vegetales que no estuvieran disfrazados. El motivo de que Isaic pidiera esa comida, es que el día anterior cuando miraba sus caricaturas éstas cantaron y bailaron sobre la importancia de incluir verduras en la dieta.

13) El experto manejo de Mikasa con el cuchillo, le permitió cortar vegetales para Isaic con forma de estrella, de flores, de nubes y de mariposas

14) Isaic sonrió cuando Mikasa le respondió a Eren que los vegetales de formas especiales eran para él porque se sintió muy querido e importante para Mikasa en ese momento.

15) No se sabe hace cuánto tiempo Mikasa había empezado a salir con Jean, pero parecía poco tiempo, ya que Levi, como su familiar no lo conoce y creyó que su novio podía ser Eren. Por el mismo motivo Mikasa tampoco se deshizo tanto al enterarse que lo habían visto con otra chica: Su discusión duró poco más de hora y media... Y fue muy intensa. Lo último que le dijo fue: "¡Eres un mujeriego, cara de caballo!" dio media vuelta y regresó a su departamento.

16) La verdad es que Eren es muy bueno jugando al juego de la memoria, incluso mejor que el padre de Isaic. Aún así a quién jamás pudo vencer es a Armin.

17) Yo no sé hacer grullas o animales tipo origami y Mikasa tampoco: la realidad es que siempre he querido seguir algún tutorial, pero cada vez que me acuerdo que quiero hacerlo estoy ocupada con otra cosa.

18) Fué Armin quién le contó a Isaic el cuento sobre el "dinosaurio que quería hacer amigos".

19) Cuando Eren le contó la historia de el soldado más fuerte de la humanidad a Isaic, claramente se refería a su padre, aunque era un personaje ficticio, se esmeró en que el personaje sugiriera cualidades de éste, ya que él se había dado cuenta de lo mucho que lo quiere y admira.

20) Cuando Eren imaginó al comandante de las tropas de exploración, éste lucía igual un chico mayor que él que asiste a su universidad: Erwin Smith. El cuál vamos a conocer más un poquito mas adelante.

21) Eren trabaja en una veterinaria. Su transporte es una bicicleta playera rodado 26 de color verde. En ella posee un canastito lleno de mantas dónde siempre transporta pequeños animales heridos o perdidos que encuentra.

22) Siempre que Levi le pregunta cómo se portó, Isaic responde que bien, ya que, aunque a veces haga alguna que otra travesura, su comportamiento suele ser bueno y tranquilo.

23) A Isaic le encantó pasar el día en lo de su tía Mikasa, ya que Eren le contó una historia, y eso es lo que suele hacer Armin cuando va a su casa de lunes a sábados, sólo que Armin no las inventa, se las lee.

24) Aunque Isaic tiene bastante predisposición a hablar con familiares y personas adultas que ve seguido, a quién más confianza le tiene, le cuenta todo y escucha atentamente es, obviamente, a su papá.

25) Cuando Levi notó la emoción con la que Isaic hablaba de la historia que Eren le había contado, no pudo evitar ponerse celoso.

  ¡Muchísimas gracias por leer! Espero que les guste la historia. La cosa se va a poner bonita, asíque los espero en la próxima lectura…

¡Bonito día!


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