Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Superando los límites del amor. por CrossMarian

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola a todos mis lectores! ♥ Soy la autora de este fic, Tsukumo.

Les paso a comentar que sin saber por qué de un momento para otro, no pude entrar a mi cuenta T_T  Cuando actualicé el anterior capítulo y quise volver a entrar dos horas después, ya no pude; pedi MIL veces el cambio de contraseña y mil veces más intenté ponerme en contacto con la página y la respuesta fue: Ninguna. A lo último perdí la paciencia y les dije de todo, pero tampoco tuve respuesta xD En fin, me dolió ya que tenía dos hermosas historias en esa cuenta y todos sus reviews u.u pero bueno, acá estoy otra vez y voy a seguir con mi fan fic :D 

Disculpen la tardanza, que en gran parte fue debido a que intentaba recuperar mi cuenta a toda costa ewe.

Ahora sí, prepárense para un capítulo muy... Subido de tono xD La verdad es que otra de las causas de la tardanza fue porque quería escribir este capítulo de la mejor forma posible para ustedes ♥

Hay alguna que otra sorpresa ~ xD

Disfruten el capítulo!

Tsukumo. 

Notas del capitulo:

Mil gracias a todos por sus reviews ♥ Amo leerlos y saber el apoyo que me dan :')

En el Infierno.

 

La puerta se abrió. Ambos entraron en silencio. La luz se prendió.

Lentamente caminaron uno junto al otro hasta llegar al sofá, y una vez que tomaron asiento, el pelirrojo sonrió y envolvió a Nitori en un abrazo embriagador; a lo cual éste correspondió de la misma manera.

- Extrañaba tenerte así entre mis brazos.

- Que no se te haga costumbre.

- Ey, ¿Y eso por qué?

- No soy como una chica a la que abrazas constantemente.

- Mmh... Entonces, ¿Prefieres que abrace a otras personas?

- No te vayas por la tangente.

- Pero no quieres que te abrace a ti ni a otros. ¿Qué hago entonces? - Rió por lo bajo.

- Cállate. No preguntes por todo.

- Que peleador estás hoy. Se nota que me has extrañado.

- ¡¿Ah?! No te creas demasiado. — Dio un ligero puñetazo en la espalda de Rin.

- Pues yo sí te extrañé. Y mucho. De hecho, me haces mucha falta. — Abrazó aún más fuerte el cuerpo que tenía entre sus brazos acortando la distancia todavía más.

- Y tú a mí. —Soltó Nitori, para luego apretar con fuerza el chaleco del pelirrojo.

- Maldición...

- ¿Eh?, ¿Qué sucede?

- ... Por favor no me tortures de esa manera, o realmente no responderé de mí.

El peliplateado sintió rápidamente como iba subiendo la temperatura de su rostro, y por supuesto, de su cuerpo también. No faltaba demasiado tiempo para que él perdiera los estribos.

- ¿Y qué con eso? — Respondió con un tono sugestivo.

Se alejó unos cuantos centímetros y observó fijamente aquellas pupilas celestes. — Hay un problema.

- ¿De qué se trata?

- Mis deseos de hacerte el amor nunca habían sido tan fuertes, y no sé de lo que puedo ser capaz de hacerte.

... - No me importa. — Su poca cordura se fue al diablo al escuchar aquellas palabras. Sujetó el hombro de Rin y, acercándose lentamente hacia su oído, susurró. — Hazme tuyo.

No hizo falta que lo pensara dos veces, su cuerpo reaccionó por sí mismo y en un santiamén se posicionó sobre el menor. Sus ojos se observaron durante una fracción de segundos con un agobiante deseo y luego, ambos se envolvieron en un ardiente beso.

Sus bocas se fusionaban y se volvían una, besando cada rincón de sus labios, con fervor, con desenfreno, con arrebato. Sus lenguas danzaban y recorrían todo el interior del otro.

Rin terminó el beso para dedicarse al lóbulo de la oreja del menor, dándole mordiscos y lamiendo el mismo, deslizándose lentamente hasta el cuello. Aquellos pequeños pero eróticos toques comenzaban a provocar suspiros longevos en Nitori, lo cual originó que en el pelirrojo se despertaran más deseos de los que ya su cuerpo le reclamaba.

Acarició desde la espalda hasta llegar al coxis del peliplateado, sujetándolo con firmeza, a la vez que con su rodilla ejercía una presión sobre dicha entrepierna.

- Hah... — No podía evitar suspirar. Rin conocía todos y cada uno de sus puntos débiles. Pero antes de que el mayor intentase avanzar, lo frenó. — Espera. Espera un poco.

- ¿Qué sucede?

- Aquí no. Vayamos a otro lugar.

- Tienes razón. — Rió por lo bajo, su desesperación lo había cegado, el sofá no era un lugar correcto. Tomó el cuerpo del menor y, como si de un bebé se tratase, lo alzó de la cintura mientras se encaminaba hacia la habitación. Durante el trayecto, Nitori quiso jugar un poco con el mayor, por lo que le brindaba pequeños mordiscos y chupetones alrededor de su cuello, encendiendo a Rin aun más.

- Eres... Malvado. — Reía con dificultad.

Una vez que llegaron a la habitación, de una patada, Rin derribó la puerta y entraron; para luego arrojar a Nitori en su cama. Sentándose sobre la misma, comenzó a bajar el cierre de su chaleco.

- No tienes idea de lo que te haré esta noche. — Dijo con lascivia e instantáneamente se abalanzó sobre el peliplateado; sin embargo, otra vez, Nitori volvió a frenar su impulso.

- Espera. — Observó seriamente aquellos carmesíes. — Esta vez lo haremos a mi modo.

??? — ¿Ah?

Se reacomodó sobre la cama para luego pararse. — Espérame un momento, dijo mientras tomaba quién sabe que cosa del armario y se dirigía al baño.

Rin quién estaba más perdido que náufrago en el mar, sólo asintió con la cabeza y no le quedó otro remedio más que esperar.

 

 

- Bueno... Espero no arrepentirme de esto.

 

Flashback.

En el momento en el que abordaron el hotel y Nitori se disponía a desempacar su maleta, comenzó a separar y guardar su ropa en los cajones. Todo iba bien hasta el instante en el que abre una bolsa de color negro y casi pega un grito en el cielo de la vergüenza que le causó ver aquello.

Y sí. Era la bolsa que le había pedido a Seryou que se la alcanzara en su departamento; el pelivioleta se confundió, y por error le llevó otra bolsa.

En la misma se encontraba un disfraz de maid que había utilizado hace algún tiempo y lo llevaba guardado de recuerdo; todavía le quedaba aunque claro, un poco más ajustado y corto.

- Maldición...

No debía permitir que Rin viera esto.

 

End flashback.

 

Eso había dicho pero de repente se había acordado que lo tenía allí escondido, y sin saber por qué, unas irrefutables ganas de vestir el disfraz lo habían abordado. Además, si bien perdonó a Rin, no estaría del todo mal que le diera unas pequeñas lecciones...

Se tomó su tiempo, y cuando finalmente estuvo listo, salió del baño  -y aunque se moría de la vergüenza-,  estaba decidido a permanecer firme. Mientras tanto, Rin quién lo aguardaba sentado en la cama, no se hubiera imaginado ni en mil años lo que sus ojos estaban viendo en ese momento.

En el instante en el que la puerta se abrió, sus pupilas observaron a un hermoso y sensual Nitori vestido de maid. La ropa que llevaba puesta era bastante sugestiva, con un vestido de color negro ajustado al cuerpo tan corto casi como un short; un delantal blanco con voladitos que combinaba a la perfección con el disfraz; unas medias también negras que le llegaban hasta las rodillas, y por supuesto, un pequeño sombrero y unos zapatos.

Aquella erótica vista dejó boquiabierto al pelirrojo, sin embargo cuando el peliplateado estuvo lo suficientemente cerca de él y Rin quiso tomar su cuerpo, éste se alejó.

- No Rin. — Sonrió con lascivia, y en un rápido movimiento sujetó con fuerza el brazo del pelirrojo y amarró su muñeca al borde de la cama con unas esposas.

- ¿Qué estás—? — Cada vez entendía menos lo que estaba sucediendo.

- Sé buen chico y coopera. — Se dirigió al otro lado de la cama y esposó la otra muñeca de modo tal que Rin quedó con los brazos extendidos, completamente inofensivo. Aunque sentía curiosidad sobre lo que estaba sucediendo, tenía un poco de miedo.

Nitori se deslizó lentamente hacia él y colocándose de rodillas, se acomodó con delicadeza sobre su regazo. Mientras tanto, el pelirrojo sufría por no poder tocar aquel cuerpo que yacía arriba suyo.

- Sabes... Te portaste muy mal conmigo, creo que debería castigarte. - Sonrió con lascivia.

El pelirrojo sonrió de lado enarcando una ceja, aunque le disgustaba la idea de estar esposado. — ¿Qué vas a hacerme?

- Hah.

El menor se acercó peligrosamente hacia el cuello del contrario brindándole suaves lengüetazos y besos que caían en cascada. Sin embargo, aquello no fue suficiente, pues los besos se convirtieron en mordiscos que iban aumentando su fuerza, provocándole respingos de cadera al pelirrojo.

Su poca cordura se perdió cuando el peliplateado mordió el lóbulo de su oreja y luego rió con maldad.

- Oi, Nitori... — Retorcía sus brazos en vano, intentando soltarse, pero sólo lograba dañarse las muñecas aun más.

- No intentes liberarte, te causarás más daño.

- Ya suéltame. Estás torturándome.

- ¿Eh? Pero esto es solo el principio.

Tomó la camisa del pelirrojo y delicadamente desabrochó los botones de la misma, acariciando desde su pecho hasta su cintura, y allí se detuvo. Acortó la distancia entre los dos de manera brusca, sentándose arriba de su miembro.

Lenta y dolorosamente comenzó a hacer un vaivén de caderas, al principio algo sutiles y con el correr del tiempo, más rítmicas. No tardó demasiado tiempo para que la habitación se impregnara de suspiros entrecortados y gemidos ahogados; sus cuerpos emanaban poco a poco un ligero sudor, y sus miradas entrecerradas se encontraban a cada momento, reclamándose el uno al otro.

Nitori aumentó la apuesta cuando con sus manos levantó el vestido para luego despojarse de su ropa interior; envuelto en placer y lujuria comenzó a masturbarse delante de Rin.

- Hah... — Suspiraba con dificultad. Le excitaba más la idea de tener sometido a Rin, preso entre las esposas.

- Eres un...

Maldecía entre dientes el pelirrojo ante esa placentera pero dolorosa vista. Ansiaba ese cuerpo, quería tomarlo, poseerlo, hacerlo suyo. Retorcía sus muñecas y su cuerpo intentando sin éxito liberarse de aquella atadura, más sin embargo sólo lograba lastimarse. La desesperación lo conducía a la locura.

Sus labios dejaron escapar un jadeo ronco cuando Nitori bajó su cremallera y dejó expuesto su propio miembro, el cual tomó con sus manos mientras lo chocaba directamente con el ajeno; aquello provocó un respingo en los dos e inmediatamente el menor sujetó sus miembros entre los abdómenes de ambos, acariciándolos con lentitud en un comienzo, pero que rápidamente se convirtieron en un movimiento mucho más fluido e incesante. Subía y bajaba su mano con rapidez, con inquietud y con lujuria; siempre le había excitado hacerle sentir placer sexual a Rin, ver su expresión, sus gestos, sus jadeos y balbuceos cuando éste lo hacía sentir bien, era algo enormemente placentero que lo enardecía aun más.

Sus respiraciones y jadeos se entremezclaron dentro de aquella habitación hasta que Nitori acortó la distancia entre ambos y besó aquellos labios prisioneros. La posición en la que se encontraban era bastante incómoda por lo que los besos se tornaban algo torpes y descuidados, con algunos mordiscos y chupetones en el medio; saboreando todo el interior del otro, chocando bruscamente sus lenguas y produciéndose algún que otro roce de dientes.

Nitori respiraba con mucha dificultad, y el pelirrojo solo lo observaba en silencio. - Suéltame, pidió cuando recuperó el aliento.

- ¿Por qué? ¿No estás cómodo allí?

- Por supuesto que no.

-Mmmh.

- Vamos, sé que tú también quieres soltarme.

- ¿Ah, sí? Pues la verdad es que estoy dudando en si hacerlo o no.

Mierda que si Nitori quería ser cruel, podía serlo.

- Suéltame de una vez, por favor. — Casi suplicó Rin.

Aquella petición enterneció a Nitori. Por supuesto que iba a liberar al pelirrojo, se moría de ganas de hacerlo desde un principio, solo quería... castigarlo un poco. Se acercó hacia él y con un tierno pero erótico beso, susurró. — Claro.

Levantando su cuerpo de la cama, tomó las llaves de las esposas y soltó al pelirrojo; sin embargo, apenas dio dos o tres pasos sintió como su cuerpo era violentamente arrojado de nuevo a la cama y una fuerte opresión era ejercida sobre sí mismo. Aquella instantánea reacción lo dejó boquiabierto durante unos momentos, luego sonrió con lascivia.

- Te estuviste conteniendo demasiado tiempo, ¿verdad?

- Sí. — Sonrió de lado. — Será mejor que le reces a Dios, Jesús y al Ave María porque no tendré piedad de ti.

- Hahhahahaha. — Se echó a reír. — Que salvaje, tengo miedo.

- Que gracioso estamos hoy, eh. — Se acercó a su oído con su mejor voz de seductor. — Meteré mi polla tan adentro de ti que te destrozará hasta el alma.

Automáticamente el rostro pálido de Nitori se tiñó del color de la mismísima sangre; pasó de dominar a ser dominado al escuchar aquellas sucias palabras. Y es que le encantaba, le encendía de una manera inexplicable el que Rin le dijera piropos subidos de tono; por supuesto, el mayor se dio cuenta de la reacción de su pequeño, e instantáneamente reposó su cuerpo sobre el mismo y con la brusquedad que caracterizaba a Rin, devoró aquellos deliciosos labios, degustando cada rincón de los mismos. Ambos mordían y jugueteaban con sus labios inferiores, a veces de manera torpe, otras de manera brusca.

Sus cuerpos se unían de manera ferviente, las caricias se entremezclaban, y los suspiros y jadeos aumentaban gradualmente. Rin mordía y lamía aquel delgado cuello a la vez que sus manos se perdían entre las ropas del menor; y Nitori solo podía aferrarse al otro cuerpo ayudándose con las piernas, e incrustando sus uñas en la espalda del pelirrojo. Todo había perdido sentido común; sólo había pasión, deseo, desenfreno, arrebato, risas entre suspiros y el sudor de sus cuerpos...

- Carajo, que sexy te ves. Quisiera que tuvieras este disfraz por siempre. – Sus ojos se deleitaron al ver a Nitori sonrojado hasta las orejas, respirando con mucha dificultad, recostado con su corto vestido…

- No te acostumbres a él, rió divertido. — O quizás sí, podrías usarlo tú también.

- Nah, a ti te queda mejor. — Mordió el lóbulo de su oreja y luego se dedicó a quitar los zapatos y deshacerse de aquellas medias finas que tanto lo habían vuelto loco. Finalmente con rudeza, terminó de desvestir al menor.

El peliplateado se colocó a la altura de Rin y se deshizo de esa camisa a medio abrochar, para luego arrojarse a la cama en señal de rendición.  Fue en ese momento, cuando el pelirrojo se dedicó únicamente a dar constantes lengüetazos a  su miembro expuesto, provocando suaves y delicados suspiros entrecortados en el menor. Constantemente, aquellos suspiros se convirtieron rápidamente en gemidos cuando sintió como Rin chupaba su pene con total exaltación y, lo único que podía hacer era aferrarse a sus mechones carmesíes.

- Delicioso. — Relamió sus labios. — Tienes una voz angelical.

- No me avergüences. — Cubrió su rostro con la palma de su mano.

- Me encanta hacerlo. — Rió por lo bajo, y colocó sus dedos en los labios del contrario para lubricarlos, a lo que el menor lamió con suavidad cada uno de ellos hasta humedecerlos por completo.

Finalmente, Rin introdujo un dedo en su esfínter moviéndolo de un lado a otro, a la vez que observaba ese rostro envuelto en placer y locura. Ambos se observaban con los ojos entrecerrados y de tanto en tanto, sonreían. Con el correr de los segundos agregó más dedos en su interior y apresuró el trabajo, pues él tampoco podía contener su deseo al ver a Nitori retorcerse de placer.

- Rin, ya... — Susurraba en voz muy baja.

"Hah", "Dios, sí", eran algunas de las cosas que murmuraba Nitori cuando sentía el miembro completo de Rin en su interior; entraba y salía violentamente, "sin piedad" como le había advertido. Era como una fiera enjaulada.

El pelirrojo penetraba una y otra vez al peliplateado de manera libidinosa, añadiéndole su fuerza bruta característica, y sus jadeos se hacían cada vez más fuertes. Los resortes de la cama saltaban a más no poder.

Nitori atrapó su espalda con las piernas para aumentar la intensidad de las embestidas, y Rin sentía como cada vez más las paredes del interior del menor lo estrechaban. Aquello lo volvía loco... Volvieron a besarse, a los clásicos mordiscos y caricias, sólo que esta vez con mucha más intensidad, pasión y más locura. Gemían entre cada beso que se daban, y el sonido morboso de la penetración sólo los excitaba aún más todavía, ninguno quería parar.

Fue Nitori quien no pudo aguantar, y en un estado completo de éxtasis llegó al orgasmo liberando su semilla, la cual parte de ella se volcó sobre el torso de Rin y parte sobre su propio cuerpo; dejando salir de sus pulmones un gemido angelical. Al ver esta escena, el pelirrojo sintió un gran escalofrío recorrer todo su interior, y sus caderas dejaron de moverse para también correrse en el interior de Nitori, provocándole al mismo que su mente solo enloqueciera más.

Sus respiraciones comenzaron a normalizarse, y cuando ya pudieron recuperar el aliento y reponerse, Rin susurró. — Lo siento, pero ya no puedo detenerme. — Dicho esto, sujetó la muñeca del menor y lo sacó de la cama hasta llevarlo a una de las paredes; allí, lo tomó de los hombros y con brusquedad dio vuelta su cuerpo. Nitori extendió sus manos y clavó sus uñas en la pared para intentar mantener el equilibrio, a la vez que sonreía con lascivia y mordía sus labios.

Entretanto, Rin trabajaba con aquel cuerpo; con su mano izquierda se dedicaba a retorcer los pezones, y con la mano libre acariciaba de arriba hacia abajo su miembro; y de tanto en tanto, lo apretaba sorpresivamente.

Nitori podía sentir que estaba viendo las estrellas. Una oleada de calor invadió todo su cuerpo al sentir el constante contacto de Rin sobre su piel, y de su garganta solo se emitían jadeos y alguna que otra queja.

- Dios, Rin. Hazlo ya. — Suspiraba con seguridad.

Arrinconó aquel cuerpo contra sí mismo y las embestidas no se hicieron esperar. Su miembro entraba y salía una y otra vez emitiendo un sonido más que morboso; sus labios devoraban aquella delicada y exquisita piel, y Nitori solo podía hundirse más y más en las profundidades de la lujuria.

Aquella excitación y desenfreno que sentían ambos superaba cualquier otro encuentro que hubieran tenido.

Fue Nitori quien, cuando pudo liberarse de Rin, se dio la vuelta y con total libidinosidad empujó su cuerpo unos cuantos metros hacia atrás hasta que finalmente lo arrojó con exabrupto de nuevo a la cama; y sin decir una palabra, se posicionó sobre el miembro del pelirrojo. Uno frente a otro, ambos se observaban con anhelo; Rin ayudaba a que la penetración fuese más profunda sujetando las caderas del menor y moviéndolas vertiginosamente, más sin embargo, Nitori era quien realizaba un mayor movimiento.

Entre jadeos entrecortados y caricias, sus cuerpos se juntaban el uno con el otro y sus labios no dejaban en ningún momento de buscar al otro. Más allá del placentero deseo sexual entre ambos; sus corazones se desbordaban, latían cada vez con más fuerza, a tal punto que parecía que en cualquier momento la opresión lograría arrancarlos del pecho.

Y aunque no lo dijesen, los dos lo sabían, porque una mirada dice más que mil palabras. Cada vez que sus miradas se encontraban, en ellas se reflejaba una sola cosa: Amor.

Aquel amor que durante tantos años los había mantenido juntos, aún hoy seguía presente en sus corazones. No era capricho, ni mucho menos costumbre lo que sentían ambos, porque la felicidad que les provocaba el otro no lo había logrado nadie jamás.

Y todos aquellos pensamientos ahora mismo merodeaban en los pensamientos de la pareja. Rin, finalmente alcanzó el climax y depositó su semilla en el interior de Nitori; y éste no pudo evitar sentir un escalofríos recorrer todo su cuerpo al sentir aquel líquido caliente dentro suyo. Fueron unos pocos segundos después, gracias a ese rostro libidinoso, que el menor pudo llegar al orgasmo.

Extenuado, dejó caer su cuerpo sobre la cama a la vez que intentaba normalizar la respiración. Rin, quien lamía los restos de semen sobre sus dedos, se dedicó a limpiar con su lengua lo que había quedado en el abdomen de Nitori. Una vez que terminó con su tarea, el peliplateado extendió sus brazos y lo abrazó por el cuello, convirtiéndose en un abrazo correspondido. Ambos se miraban con los ojos entrecerrados y una ligera sonrisa en sus labios.

No hizo falta nada más, ambos se volvieron a besar juntando sus lenguas, chocando sus dientes… y entregándose el uno al otro por completo.

Esa noche fue interminable para los dos.

 

++++++++++++++++++++++++++++++++

 

Sus ojos celestes parpadearon unas cuantas veces y abrió uno de ellos. Se dio la vuelta y se percató de que Rin no estaba allí por lo que se levantó de la cama y se vistió.

Mientras preparaba café, escuchó unos pasos que venían de la habitación.

- Buen día.

- Amaneciste temprano, buen di—

Se interrumpió al ver al peliplateado vistiendo únicamente la camisa que el propio Rin había usado ayer. Era una vista de los dioses.

- Vaya, te ves muy sexy.

- Fue lo único que encontré entre tanto desastre.

- ¿Eso quiere decir que no llevas puesto ropa interior?

- ¡Ni que fuera un pervertido!

- Hah. ¿Acaso tengo que recordar lo que sucedió anoche?

- ¡Eso no tiene nada que ver!

- Sí, sí. Ven, preparé café.

Así, ambos desayunaron tranquilamente, era un desayuno como cualquier otro, sin embargo era mucho más delicioso y reconfortante simplemente por el hecho de que estaban uno junto al otro.

 

Notas finales:

ewe ~ Espero que les haya gustado! En lo personal, adoré escribir ese lado sádico de Nitori :Q___ ♥ Y Rin tampoco se queda atrás e.e xD Los dos son como conejitos (?) 

El final quedó mal para mi gusto pero tenía que cortarla justo ahí o de lo contrario el capítulo se iba a hacer demasiado extenso.

Espero seguir leyéndolos! ~~ Un beso, y nos vemos la próxima ♥

Tsukumo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).