— ¿a qué se refiere con ser mi aliado?... —se limitó a preguntar. Por su parte el peligris tomo asiento en una de las rocas del lugar para conversar más calmadamente. Hablar con ese chico rubio era el primer paso que daría.
—Conozco tu situación…— empezó, logrando la atención del contrario— se que fuiste traído desde Celes para esposarte con el rey de Nihon, sé que no pidieron tu opinión y fuiste forzado a esta unión. En el regimiento se comenta mucho el modo en que te trata tu ahora esposo, sé dice que no le importó la presencia de soldados, ni la de su hermana para tomarte en el camino a Clow; muchos creen que para él rey tu solo eres un objeto de deseo, así que imagino que quieres librarte de todo eso.
El rubio escuchaba atentamente cada una de sus palabras. Hasta ahora desconocía que fuera objeto de habladurías dentro de aquel regimiento, pero considerando el trato que Kurogane le dio en aquella ocasión, no era de extrañar.
— ¿tú conoces una manera de librarme?... —- preguntó casi instintivamente.
—no exactamente, pero hay un modo de intentarlo. Si te unes a mí te lo diré…— eso lo sorprendió un poco. La verdad si esta oferta hubiera llegado un día antes tal vez la hubiera aceptado en seguida, pero ahora su mente tenía dudas.
—No puedo aceptar hacer un trato contigo si no se dé que se trata…—- respondió sentándose en frente de él; por lo que el peligris lo observó.
—te diré parte del plan, pero primero debo saber si puedo confiar en ti.
Ante eso el ojiazul lo miró un poco confundido. Toda esta situación era muy extraña para él, pero sentía que quizá unirse a ese chico era un método más simple de salir de su situación actual con él moreno; después de todo, lo de conquistarlo no era un método muy fiable, sin importar las palabras dichas por la bruja.
— ¿y qué puedo hacer para demostrarte de que puedes confiar en mi?
—Solo responde una pregunta…—- eso confundió al rubio.
— ¿Cuál?
—tú que has estado íntimamente con el rey de Nihon, dime ¿has sentido algo extraño en él?... — y eso lo confundió más ¿Cómo debía responder? Las primeras veces que estuvo con ese hombre solo pudo sentirlo en su interior sin lograr verlo, y la noche en que disfruto su encuentro estaba tan excitado que no puso demasiada atención en cómo era, para él fue perfecto.
—no entiendo a que te refieres. Yo nunca he estado con alguien que no sea él, por lo que no puedo decirte si vi algo raro o no, pues no conozco otro cuerpo…— respondió tratando de sonar calmado, no entendía a qué punto quería llegar el peligris
—Entiendo…— bajó la cabeza al decir aquello.
— ¿pero porque preguntaste algo así?... —- preguntó, por lo que el otro esquivo la mirada.
—veras. tengo la sospecha de que el rey de Nihon guarda un secreto muy grande, un secreto relacionado a su linaje; no te diré cual es mi sospecha, pero si puedo asegurarte de que si llega a ser verdad todos los integrantes de este reino le darán la espalda, es posible que incluso corten su cabeza. Si mis sospechas son ciertas, tanto tú como Touya quedaran libres del compromiso que los ata…—concluyó
El rubio lo observó por un momento. No lo entendía, pero esas palabras provocaron una extraña sensación en él, como si presintiera algo ¿pero qué? Por una extraña razón ese presentimiento lo asustaba.
—Lo lamento…- comenzó a hablar obteniendo la atención del peligris— no voy a impedir que tu averigües todo lo que quieras, incluso no te delatare; pero no puedo unirme a ti para intentar destruir a la persona que ahora es mi pareja.
A Yukito le sorprendió escuchar eso. Entendía que para ese chico no sería fácil confiar en un desconocido de buenas a primeras, pero tampoco creía que se rehusaría totalmente; no podía permitir su rechazó, sin la ayuda de ese chico todo se complicaría.
—no rechaces esta oferta ¿Qué no vez que es la mayor oportunidad que tienes de librarte de esta unión obligatoria? ¿Qué acaso no deseas ser libre?...- — ante esas preguntas el ojiazul permaneció un momento en silencio antes de responder.
—admito que cuando supe que el rey Ashura me había entregado al rey de Nihon mi mundo se desplomo, incluso pensé en huir; pero me di cuenta que eso sería actuar egoístamente. Cuando era niño, el reino al que pertenezco: Valeria, cayó en desgracia. Mis padres fueron derrotados por el reino de Fuego. Envuelto en la desesperación, a mi padre no se les ocurrió otra alternativa más que venderme al mejor postor “para asegurar mi futuro” y quien me compró, fue un rey que buscaba pareja. En aquel entonces tenía siete años, pero eso a ese hombre poco le importó. Por casi tres años fui su esclavo; si no abuso sexualmente de mí en todo ese tiempo fue porque yo me las ingenie para escapar; ya te imaginaras lo difícil que fue para mí lograr eso todos los días. Afortunadamente lo que más deseaba el rey era que yo me entregara voluntariamente, cosa que yo me rehusaba a hacer, por lo que los castigos aumentaban frecuentemente. Cuando ya no pude más y ese hombre iba a lograr sus oscuras intenciones conmigo; el reino fue derrotado. En aquel entonces Ashura me rescato, ese día pase a formar parte del reino de Celes y jure que yo devolvería ese favor, a partir de ese momento se convirtió en mi deuda, y con este matrimonio la salde.
Yukito escuchaba atento su relató, sintiendo algo de pena por el que ahora era su reihí, y sin argumentar nada hasta el momento, tan solo siguió oyendo– como veras, no es que me guste mi situación actual, pero no puedo romper el juramento que hice. Si el rey de Nihon es vencido, tanto Celes como Clow sufrirán las consecuencias, eso sin contar que por ahora el único capaz de rescatar el reino de hielo de las garras de esos demonios es Kurogane; si él es derrotado, todo quedara como al inicio de esta guerra... y creó que mi libertad no lo vale…- concluyó para proseguir a ponerse de pie— deberías pensarlo mejor, sea cual sea la decisión que tomes, no lo impediré, pero no vuelvas a pedirme que te ayude en ello.
Y con lo último se marchó. El peligris quedó pensando por un momento ¿acaso era cierto? ¿Estaba actuando egoístamente? No podía negarlo, pero en ningún momento esa fue su intención. Puede que ese chico rubio tuviera razón; pero si el rey de Nihon ocultaba el secreto que él creía que ocultaba, de nada serviría obtener una victoria comandada por él.
Estaba decidido, no se daría por vencido, continuaría con lo que tenía planeado y obtendría la ayuda de Fye, incluso si el rubio se aferraba a su juramento rehusándose a ayudarlo. Por ahora solo debía esperar. Después de todo debía encontrar la solución al problema que tenía muy cercano primero; la batalla del día siguiente, como era novato lo más seguro era que no sería expuesto al peligro, pero no podía aferrarse a ello ciegamente. Necesitaba un plan para sobrevivir y llevar a cabo sus objetivos.
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La noche se hacía presente, y restaban solo unas cuantas horas antes de que las tropas de Clow fueran enviadas al campo de batalla; el castaño estaba sumergido en sus pensamientos, tratando de hallar un modo de convencer a Yukito de no exponerse al peligro, pero no encontraba ninguno.
No lo entendía; hasta ahora había considerado al chico peligris alguien débil de carácter, siempre había sido tan amable y gentil que difícilmente podía aceptar que tuviera tanta determinación y fuera tan obstinado; no cabía duda, las circunstancias cambian a las personas y si ese era el caso no podía quedarse sin hacer nada. De ningún modo podía permitir que Yukito arriesgara todo por él, sin que él hiciera lo mismo.
Si no podía convencerlo de abstenerse al plan que tenía, entonces no le quedaría más remedio que ayudarlo a ejecutar ese plan, sin importar las consecuencias, ya sean buenas o malas, que les traería el futuro.
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Se encontraba en su habitación pensando en las palabras dichas por aquel joven esa mañana, le intrigaba saber ¿Cuál era la sospecha que ese chico tenía sobre el rey de Nihon? Algo que cause un revuelo sin duda no sería algo bueno; por una extraña razón presintió algo en el momento que ese chico lo menciono y eso no lo dejaba tranquilo.
Aun debatía para sí mismo si debía contarle todo a su pareja o no, claro, sin involucrar al peligris. Si lo hacía quizá lograría ganarse la confianza de su rey; sin embargo no estaba seguro de actuar de ese modo sin saber las razones que ese chico tenía para hacer lo que hacía.
A él no lo engañaba, el chico que conoció ese día no era un hombre como se veía, era un doncel como él; por lo que quizá todo esto tuviera relación con el marido de la hermana menor de Kurogane, Touya... trataría de averiguarlo antes de tomar una decisión.
De pronto el sonido de la puerta lo saco de sus pensamientos, al abrirse dio paso a su rey, al parecer estaba un poco molesto ¿Qué le ocurriría? Se limito a no preguntárselo directamente; por el momento solo se dedicaría a ejecutar el plan que habían formado con la bruja, conquistarlo, eso era lo mejor.
Se acerco a él para abrazarlo y así hacer que el otro sintiera su apoyo, alguna vez escucho decir a Ashura decir que en ocasiones no se necesitan palabras para demostrar lo que se siente, porque a veces sobraban las acciones; y en ese momento lo que sentía era preocupación por el moreno y pudo sentir que el otro correspondió a lo que él sentía.
Comenzó a besarlo, más calmadamente que las veces anteriores, eso le sorprendió un poco, pero le gustó. el beso siguió por un largo momento hasta que la falta de aire se hizo presente; se separaron lentamente y sin decir nada el moreno lo recostó para abrasarlo junto a él, y sin hacer nada más por esa noche, se dispuso a dormir en esa posición.
Era extraño, pero ese abrazo se sentía tan cálido… no lo entendía, pero comenzaba a preocuparle lo que vendría más adelante ¿en verdad Kurogane ocultaría algo? ¿En verdad podría morir si se descubría ese supuesto secreto? Al hacerse esas preguntas no pudo evitar preguntarse también si él podría hacer algo al respecto; entonces recordó las palabras de la bruja “yo vi en su futuro, tú te convertirás en una pieza fundamental en el destino que le espera a nuestro rey, pero para ello, es necesario que él se enamore de ti. Amándote el romperá con la maldición que guarda” ¿a qué se refería con maldición? Había tantas cosas que no lograba entender.
Decidió dejar de pensar en ello. Sea lo que sea que le deparara el futuro, era seguro que él sabría cómo afrontarlo, por el momento, solo se concentraría en lograr que su pareja lo ame.