Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El último partido por Fullbuster

[Reviews - 472]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Hidan llegó muy feliz a su casa aunque su madre no lo estuvo tanto cuando lo vio aparecer cargado en el cuello de su amigo Deidara, con moratones por todo el cuerpo y sin apenas poder tenerse en pie.


- Pero… ¿Se puede saber de dónde vienes? – preguntó su madre preocupada.


- Del partido – sonrió Hidan.


- ¿Y era de boxeo o qué?


- Mamá, hemos ganado, tranquila.


- Me parece muy bien que hayáis ganado, pero no quiero quedarme sin hijo por un partido – comentó enfadada – Gracias, Dei, por traerlo hasta casa.


- No hay de qué. Es lo menos que podía hacer después de que ha recibido los golpes por mí – sonrió Deidara. La madre de Hidan sonrió.


- Oye, Dei… sé que dije que no pensaba meterme pero… es que a Naruto se le ha metido la absurda idea de que… bueno…


- ¿De qué? – preguntó desconcertado.


- De que quizá… podrías estar… ¿Embarazado?


- ¿Embarazado? ¿Yo? – se echó a reír Deidara - ¿Y de quién se supone que debería estarlo?


- Eso le dije yo, que no te había visto con nadie.


- No sé de dónde ha sacado esa idea – sonrió Deidara – Dios… no jugaría al lacrosse si estuviera embarazado. No sé de dónde narices le ha salido esa idea.


- De unos juguetes que tenías en uno de los cuartos de tu casa. Le dije que seguramente ni siquiera eran tuyos, quizá eran para Kaito, o para alguien más.


- A veces llevo juguetes antiguos a los niños del hospital, pero como voy tan poco por la capital… - sonrió Deidara – se me acumulan en casa. Voy a irme a descansar y tú deberías hacer lo mismo. Voy a dejarte una pomada para esos golpes y ponte hielo.


- Tú siempre me traes pomadas de esas milagrosas.


- Ya… esos golpes van a tardar más en curarse que tus ásperas manos dañadas por las cuerdas y el frío del barco. Aunque sinceramente… me preocupan más tus manos.


- Mis manos están bien.


- Son un desastre – le dijo Deidara – pero no se puede hacer mucho, trabajas prácticamente todos los días, esas manos no se recuperarán hasta que no dejes ese trabajo.


- No voy a dejarlo. Necesito el trabajo y lo sabes.


- Sí, lo sé. Pero esas manos… necesitan reposo.


- Haré lo que pueda – sonrió Hidan.


Deidara se marchó de la casa de Hidan tras dejarle un bote de pomada en la mesa y despidiéndose muy cortésmente de su madre, que sonrió antes de acariciar la mejilla de Deidara con dulzura. Siempre le había gustado ese chico desde que llegó al pueblo, pese a que su mirada reflejaba una tristeza que nunca antes había visto o quizá… ella misma se sentía a veces un poco reflejada.


Hidan cenó una sopa de miso caliente y enseguida se acostó a descansar. De madrugada tendría que salir de nuevo en el barco a trabajar. La pesca nunca se detenía, quizá estarían dos o tres días fuera hasta que llenasen todas las bodegas, eso si todo iba bien… si no… podría pegarse hasta un par de semanas fuera.


Al acostarse en la cama, pensó que se dormiría enseguida, estaba agotado y dolorido pero no fue así. Su cabeza no estaba satisfecha con simplemente dormirse, sino que le daba vueltas a lo que había visto a mitad partido. En ese descanso de apenas diez minutos, cuando caminaba hacia el vestuario para escuchar la nueva estrategia de su equipo convencidos de ganar, había visto a Kakuzu enfrentarse a un chico del otro equipo, justamente al que le estaba machacando a él. Aquello le llamó la atención aunque no dijo nada. Simplemente, se metió al vestuario. Nunca pensó que ese chico engreído de la ciudad fuera a defenderle precisamente a él y menos, después de cómo había iniciado su “relación”. No eran amigos, ni conocidos, ni por supuesto… nada más íntimo, no eran absolutamente nada pero ahí estaba defendiéndole y amenazando al otro jugador para que dejase de golpearle.


Hidan sonrió en la cama, era difícil de creer que ese niño rico de ciudad pudiera pensar en alguien más aparte de en él mismo. Quizá se había confundido al tomar una idea precipitada… eso le hizo recordar a Naruto y sus locuras de ideas con lo del “embarazo de Deidara”, eso sí era precipitarse a tomar conclusiones, pero así era Naruto y así le querían.


Consiguió dormirse tan sólo hasta las tres de la madrugada, pero a esa hora… sus ojos se abrieron como platos y ya fue imposible volver a dormirse. Miró el reloj para darse cuenta de que le faltaban un par de horas aún para ir al barco a trabajar así que se vistió y decidió ir al bar. Pain sólo dejaba abierto por las noches los fines de semana, en algún lado tenían que festejar los pocos jóvenes que había en el pueblo, seguramente casi todos estarían allí, excepto Naruto y porque era padre, no podía dejar a su hijo cada dos por tres solo para irse de fiesta.


Su madre dormía cuando salió de casa. Sabía que todos estarían de fiesta, pero él sólo quería un café, tratar de despejarse y pasar un rato con los amigos antes de zarpar una vez más hacia el horizonte. Al llegar al bar, se encontró a algunos miembros de su equipo disfrutando de la fiesta, a excepción de Pain, que pese a estar en su equipo, él se encontraba trabajando tras la barra sirviendo sake y cervezas. Hidan se acercó hacia Deidara pasándole el brazo por los hombros.


- ¿Celebrando la victoria sin mí? – preguntó viendo la sonrisa de Deidara, quien le pasaba un vaso de cerveza.


- Te hacía durmiendo, de hecho… deberías estar descansando esos golpes.


- Estoy bien – comentó cogiendo la jarra para beber.


Todos los del equipo disfrutaron de un agradable rato, hasta que los ojos de Hidan se cruzaron con los de Kakuzu al fondo de la barra bebiendo en solitario. Pensó durante unos segundos si sería buena idea ir a hablar con él o no, al final, decidió disculparse con sus compañeros y buscar a ese chico que bebía solo.


- ¿Dónde has dejado al ricachón? – comentó Hidan burlón haciendo sonreír a Kakuzu.


- Durmiendo.


- Es tarde para alguien como tú – volvió a decir con una sonrisa consiguiendo una clara alusión a que le consideraba poco digno de estar trasnochando.


- Creo que tú y yo no hemos empezado con buen pie.


- No, tú no empezaste con buen pie conmigo. Yo me disculpé y tú al parecer… querías robarme besos. Me trataste como si fuera un inculto pueblerino que no sabe nada de la vida.


- Eres un pueblerino – le remarcó Kakuzu acercándose a sus labios con una sonrisa – yo no salgo con pobretones y menos con pueblerinos. No querría ningún beso tuyo.


- ¿Ah, no? ¿Entonces por qué lo robaste si no lo querías? – le preguntó Hidan – creo que te excita lo que no puedes tener.


- ¿Y crees que a ti no te podría tener? – sonrió ampliamente Kakuzu con su arrogancia habitual.


- No puedes tenerme, porque yo no salgo con ricachones de la ciudad – le sonrió Hidan – aunque… sí agradezco lo que hiciste en el campo.


- ¿En el campo? Yo no hice nada. No sé de qué me hablas.


- Te vi amenazando a ese jugador que me estaba destrozando a golpes. No intentes disimular. ¿Querías una recompensa o algo por ese gesto?


- Te repito que no sé de qué me hablas. Por mí como si te muelen a golpes – le exclamó Kakuzu caminando hacia el fondo, justo hacia los aseos. Era el momento de marcharse de ese bar.


Hidan le siguió ahora dudando un poco sobre lo que había visto. Desde luego había visto cómo le amenazaba, de eso no le cabía la menor duda, lo que no entendía era el motivo por el que ese chico se lo negaba. Kakuzu entró al baño y suspiró unos segundos. Ese chico le había pillado pero no se lo demostraría. Había algo en ese chico que le impulsaba a hacer ciertas locuras y no entendía por qué… o quizá sí lo entendía. Ese chico altanero y orgulloso le llamaba la atención, en parte le atraía demasiado, puede que incluso le gustase un poco, lo justo para saber que, si seguía conociéndole, acabaría enamorado de él y no podía permitírselo, era tan sólo un muerto de hambre. Si sus padres se enterasen de que le gustaba un chico como él, sin duda alguna le desheredarían, no querrían que su fortuna pasase a manos de un pobretón.


La puerta del baño se abrió de golpe sorprendiendo a un Kakuzu que se vio de repente empotrado contra la pared del fondo, siendo besado con pasión por ese chico que últimamente, le estaba haciendo perder la compostura. No quería acabar enamorado de un chico como aquel, no podía, pero tampoco podía evitarle ni rechazarle al sentir su cuerpo tan cerca del suyo, al poseer finalmente esos labios dominantes que tenían muy claro lo que querían.


Kakuzu, al ver cómo reaccionaba ese chico y entender claramente lo que estaba buscando de él, le empujó hasta que la espalda de Hidan acabó contra la pared, cogiendo sus muñecas con cierta fuerza a cada lado de su rostro mientras besaba el cuello del chico con pasión, deleitándose con los dulces y pasionales suspiros que el chico le regalaba. No podía negarlo, siempre había estado con chicos dóciles pero Hidan… era completamente diferente, le gustaba lo opuesto y eso… le atraía demasiado a Kakuzu. Al bajar sus manos soltando las de Hidan para quitarle la camiseta, un quejido brotó de los sensuales labios del chico. Fue entonces cuando se dio cuenta del abdomen amoratado que tenía, había recibido demasiados golpes en ese partido.


- Joder - dejó escapar Hidan tratando de recuperarse por el dolor.


Kakuzu se había quedado absorto mirando aquellos moratones, era increíble que aún aguantase de pie con lo que llevaba.


- Madre mía – fue lo único que pudo decir – tiene que verte un médico.


- Estoy bien – dijo Hidan justo cuando sonaba la campana del barco – tengo que irme.


- Ey – le agarró Kakuzu de la muñeca - ¿Cómo que irte?


- Otro día te lo agradeceré, ¿vale? – sonrió Hidan intentando fingir que no le dolían los golpes – tengo que irme a trabajar. Están llamando a la tripulación. Creí que me daría tiempo a agradecértelo… fallo mío. Te prometo que lo haré, en otro momento.


Hidan se marchó a trabajar, pero Kakuzu se quedó aún más preocupado. Ni siquiera ese chico entendía lo que él pensaba. No estaba preocupado por el sexo pese a que acababa de dejarle con el calentón, sino que estaba preocupado por él, porque ese insensato se marchaba a trabajar en un barco cuando ni podía tenerse en pie.


- Maldita sea, Hidan – exclamó pese a que ya no había nadie en el aseo.


Kakuzu no pudo hacer otra cosa que pagar su bebida cuando salió y marcharse de nuevo a la casa de los Uchiha a descansar. Cuando despertó, desayunó junto al resto de la familia. Todo parecía estar en calma hasta que la alarma del pueblo sonó para avisar de la fuerte tormenta que venía hacia el pueblo. Todos los habitantes sabían qué hacer, refugiarse. Mikoto estaba cerrando todo cuando apareció la madre de Hidan por allí con el semblante más triste y desesperado que jamás habían visto en alguien. Enseguida la invitó a pasar y tomó asiento mientras terminaban de cerrar todo a cal y canto.


- ¿Qué ocurre? – preguntó Fugaku hacia la madre de Hidan.


- Es la tormenta, han perdido el barco del radar, no lo encuentran. Piensan que han podido naufragar – comentó la mujer desesperada alarmando también a Kakuzu que jamás esperó encontrarse en una situación así.


- Cálmate, los cuerpos de salvamento habrán salido a buscarles.


- No pueden salir con esta tormenta, deben esperar a que amaine. El helicóptero no puede volar.


- Quizá el barco sólo ha cruzado las fronteras y el radar no lo detecta, la tormenta ha podido arrastrarles fuera de los límites de la isla – explicó Fugaku tratando de encontrar una solución menos drástica a lo que todos pensaban.


- ¿Tú crees? – preguntó la mujer aferrándose a un clavo ardiendo con tal de no perder la esperanza.


- Seguro que están bien, ¿vale? – le dijo Mikoto con una sonrisa – prepararé un té para todos y encenderemos la radio para mantenernos al tanto de lo que ocurre ahí fuera.


- Vale – trató de calmarse la madre de Hidan sin mucho éxito. Ya había perdido a su esposo de esa forma, no podía perder también a su hijo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).