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El último partido por Fullbuster

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Entraron por la acogedora casa, estaban en primavera y aunque por el día hacía calor, las madrugadas y las noches eran frías. La chimenea estaba encendida dando calidez a toda la estancia, dando una sensación confortable a todo el hogar. Sasuke se fijó inmediatamente en su padre sentado en el sillón frente a la chimenea tapado con una fina manta y el periódico en la mano. Sonrió al ver que sus viejas costumbres continuaban viviendo en él pese a su enfermedad, era imposible que empezase el día sin leer algo del periódico.


En la mesa a su lado seguía estando su famoso cuenco con caramelos, esos que le encantaba coger cuando era pequeño, aún podía ver la sonrisa de su padre cuando le pillaban cogiéndolos. Era una tonta costumbre tener siempre caramelos a mano pero por alguna extraña razón, él también la había adoptado. En su casa nunca faltaban y al tocar por fuera su bolsillo del pantalón, se dio cuenta que llevaba un par allí por si acaso. Quisiera o no… su padre y él eran muy parecidos.


Fugaku bajó un poco el periódico mirando fijamente a Sasuke y a Itachi que se encontraban al lado de su esposa con la vista fija en él. Plegó el periódico dejándolo en la mesilla de su lado y sonrió a sus hijos feliz por verles de nuevo por allí.


- ¿No me dais un abrazo? – preguntó Fugaku sonriendo.


Itachi sonrió, su padre siempre tenía ese buen humor pese a los problemas a los que se enfrentaba. Se le veía débil pero aun así, no parecía perder su vitalidad y su buen estado de ánimo. Dio el primer paso hacia su padre cuando un leve golpe le detuvo. Sasuke había salido corriendo hacia su padre lanzándose a abrazarle.


Por unos segundos, Itachi se quedó completamente congelado ante la imagen. Fugaku y Sasuke siempre habían discutido, se enfadaban y se gritaban por todo pero también era cierto… que Sasuke era el más parecido a Fugaku, quizá tener un carácter tan parecido les hacía estar siempre enfrentados. Sasuke realmente quería a su padre, le adoraba pese a las discusiones y los desacuerdos que siempre tenían.


- Ey… me han llegado noticias sobre tus triunfos en el Lacrosse – sonrió su padre acariciando el cabello de Sasuke mientras éste apoyaba la cabeza en el regazo.


- Sí, no puedo quejarme de la temporada – comentó tratando de evitar igual que su padre, el tema más polémico de la casa… su enfermedad.


Fugaku miró hacia Itachi quien con una gran sonrisa se acercó a su padre dándole un abrazo, esquivando al arrodillado Sasuke que se negaba a soltarse del regazo de su padre. Era increíble ver lo mal que solían llevarse y a la vez lo cuánto que se querían. Itachi sólo podía ver parecidos entre ellos dos, eran prácticamente iguales.


- Seguro que estáis cansados, deberíais echaros a dormir un rato – comentó Fugaku.


- Yo no podría dormir ahora mismo – comentó Sasuke.


- Pues yo si acepto esa oferta, me muero de sueño – se apresuró a decir Itachi mirando a su madre sonreírle antes de indicarle que su dormitorio seguía en el mismo sitio de siempre.


- Yo lo que sí necesito es un café bien cargado para poder mantenerme despierto – comentó Sasuke con una sonrisa.


- Uy cielo… - se alarmó su madre – creo que se acabó el café esta mañana. Tú padre últimamente bebe más de lo debido. Aún es pronto para que abran la tienda del pueblo, pero si quieres tomarte el café antes puedes ir al bar, está abierto.


- ¿Enserio papá? – preguntó Sasuke malhumorado – tú nunca bebías café, decías que no te gustaba.


- Ahora me gusta – se excusó su padre.


- Está bien, iré al bar. Espero que no haya más sorpresas como esta – comentó Sasuke hacia su padre quien parecía algo cambiado. Él nunca había bebido café.


- Si tú supieras – susurró su madre viendo la cara de Itachi.


- ¿Hay sorpresas? – preguntó Itachi en tono bajo para que Sasuke no le escuchase, no quería discusiones ya el primer día.


- Sí tú supieras… aún no ha visto al equipo de Lacrosse de tu padre – dijo Mikoto con una gran sonrisa.


- ¡Oh Dios!…. Tiene pinta de ser algo que no le gustará a nuestro estricto Sasuke.


Mikoto con una sonrisa poco tranquilizadora, le dio a entender perfectamente a Itachi que su padre había cambiado y mucho, ya no era aquel hombre recto y disciplinario, algo que chocaría aún más con Sasuke, que se había convertido en el vivo retrato de su padre, al menos en el de antaño. Negó con la cabeza antes de sonreír y es que no podía hacer nada más que esperar a ver qué sorpresas iba a prepararles su padre y ese extraño equipo que había montado y que según su madre… iba a sacar de quicio al mismísimo Sasuke Uchiha, el mejor entrenador de Lacrosse de Tokyo y uno de los mejores fisioterapeutas.


Itachi no quiso saber nada más del tema y cogiendo la maleta que había dejado en el pasillo a la entrada de la puerta del salón, se marchó escaleras arriba a su antiguo dormitorio. Al ver los cuadros colgados en la pared de las escaleras se dio cuenta, cuánto echaba de menos aquella casa que antaño fue de sus abuelos, aquella casa que tantos recuerdos veraniegos tenía. Sonrió y terminó de subir hasta el dormitorio.


Sasuke por otro lado, prefirió tras dejar la maleta en su cuarto, buscar una chaqueta que abrigase algo más que la que llevaba y salir a buscar el bar que había visto cuando venía conduciendo. Necesitaba un café urgentemente y es que ahora que el sol estaba saliendo, era imposible para él volver a dormirse. Iba a ser un día muy largo y necesitaba algo que le mantuviera despierto.


Mikoto le indicó dónde podía encontrar el bar y que no estaba lejos. Sasuke sonrió, para él este lugar sólo era un pequeño pueblucho de mala muerte, estaba claro que nada estaría lejos, había apenas cuatro casas desperdigadas por la zona. Un pueblo prácticamente fantasma, ni siquiera creía que pudiera haber jóvenes allí pese a que su madre le decía y le insistía en que su marido estaba entrenando a un grupo de chiquillos. Sasuke en lo único en lo que pensaba es que debían ser una panda de aficionados que simplemente jugarían un rato por jugar pero su padre se había tomado enserio la tarea de entrenarlos. Ni siquiera tenía ganas de ver ese equipo, sabía lo que encontraría, un grupo de chiquillos de seis a diez años corriendo por un campo de Lacrosse sin saber qué hacer.


Ciertamente el bar no estaba lejos y lo agradeció, el frío y la humedad de aquella isla se le calaba hasta los huesos. Menos mal que decían que entrada un poco más la mañana empezaría a hacer algo más de calor. Odiaba esa maldita isla que estaba tan al norte, seguramente en invierno nevaría, hacía años que él no veía la nieve. Al entrar al bar sintió enseguida el calor que desprendía la chimenea del otro extremo de la sala, era un lugar acogedor y muchas de las personas del pueblo estaban allí desayunando.


Se quitó la bufanda, desabrochó su chaqueta y caminó hacia la barra de madera para pedir el café. Se sorprendió de ver a un chico joven atendiendo, quizá tendría dieciocho o diecinueve años, con una cabello extrañamente rubio. Le observó unos segundos viendo como secaba unos vasos detrás de la barra hasta que la voz del joven captó su atención.


- ¿Qué le sirvo? – preguntó con una sonrisa.


- Un café, cargado por favor.


- Claro.


El chico rubio dejó los vasos secos en uno de los armarios y caminó hasta la máquina de café cargándola para servir el pedido. Sasuke observó como algunas personas de las que se encontraban allí desayunando fijaban sus ojos en él pero no le extrañó, allí todos se conocían y él sólo era un extraño en el pueblo. Seguramente se preguntarían quién era o puede que ya lo supieran al saber sobre el debilitado estado de salud de su padre. Al menos nadie se había acercado a comentar nada, ni siquiera el camarero había hecho el amago de incomodarle con preguntas de si era nuevo en el pueblo.


El ruido del plato con la taza de café encima golpeando contra la barra captó de nuevo su atención fijando sus ojos en aquel café caliente del que salía humo. Colocó las manos rodeando la pequeña taza tratando de calentarlas un poco mientras veía como el camarero volvía al trabajo. Para su mala costumbre, Sasuke cogió el periódico de su lado y así enterarse de las noticias, sobre todo las deportivas para saber qué publicaban sobre él o su equipo de primera división, se dio cuenta a mitad noticia, que estaba cogiendo la costumbre de su padre.


Para cuando volvió a levantar la vista, el camarero ya no estaba tras la barra o al menos no el que le había servido, había otro chico de cabello anaranjado y con muchos piercings en el rostro y las orejas. Terminó de tomarse el café y fue al baño, necesitaba urgentemente orinar como fuera. Tenía tantas ganas de ver a su padre y luego de tomarse ese café, que no se había preocupado de sus ganas de ir a un baño.


Entró al baño con prisa y subió la tapa del váter bajándose la bragueta y sacando su miembro cuando se dio cuenta que no estaba solo allí, agachado en el suelo limpiando estaba el camarero rubio que le había servido antes. Ambos se quedaron inmóviles durante unos segundos mientras el sonrojo subía a sus mejillas. Naruto fue el primero en levantarse con rapidez rojo como un tomate tras aquel encuentro fortuito y salir corriendo del baño disculpándose.


Naruto cerró la puerta con rapidez apoyando su espalda en ella y empezando a reírse sin poder parar. No podía creerse que aquel chico fuera tan sumamente despistado o tuviera tantas ganas de orinar que ni se fijase en que él estaba allí dentro. Nunca le había ocurrido algo así pero ahora no podía parar de reír por la situación tan absurda y estúpida que habían vivido esos dos, acababa de verle el pene al chico nuevo, al hijo de Fugaku y es que todo el mundo sabía que vendrían en estos días.


- ¿De qué te ríes Naruto? – preguntó Yahiko con una sonrisa desde la barra.


- Si te cuento lo que me ha ocurrido… no te lo creerás – empezó a reírse aún más.


- Oh… ahora aún tengo más curiosidad.


- Voy a descargar la caja de cervezas del almacén – comentó Naruto aún rojo y riéndose – luego seguiré con el baño. ¿Te ocupas de la barra mientras?


- Claro, ve al almacén.


Sasuke se había quedado congelado incluso cuando la puerta se cerró. Su rostro estaba rojo a más no poder, sus manos sosteniendo su miembro hacia el váter y su mente aún pensando cómo narices no había podido ver que ese chico estaba allí en el suelo limpiando. ¡Empezaba bien su día! A su novio Neji le costó casi seis meses verle desnudo y ese chico había visto lo más importante para él en cuestión de segundos, era irónico y absurdo.


- Odio este pueblo – susurró tratando de orinar.


Cuando salió del baño miró a ambos lados tratando de ver si alguien tenía idea de lo que había ocurrido allí pero nadie pareció percatarse ni girarse a mirar la puerta del aseo. Suspiró aliviado y tras dejar el dinero por el café en la barra salió con rapidez directo a casa. No tenía ganas de encontrarse con aquel chico rubio de nuevo después de aquel encuentro tan desafortunado.


Sólo después de comer consiguió dormir un par de horas. Al despertarse bajó al salón y miró instintivamente al sillón donde había pasado su padre toda la mañana tapado con aquella manta y leyendo, pero no le encontró, en cambio sí vio a su madre en la cocina terminando de cortar en trozos un bizcocho recién horneado.


- ¿Dónde está papá? – preguntó Sasuke.


- Entrenando al equipo, entrenan a las seis.


- Oh… ¿Está muy lejos el campo? – preguntó Sasuke aunque luego cayó que aquello era un pueblo – que estupidez – sonrió – no debe estar muy lejos.


- En la playa.


- ¿Entrenan en la playa? – se extrañó Sasuke.


- Lo siento Sasuke, aquí no tenemos campos lujosos ni nada parecido, de hecho ni siquiera se practicaba el Lacrosse hasta que ese equipo decidió jugar, sólo la playa es lo bastante ancha para que puedan jugar sin molestar a nadie.


- Creo que me pasaré a ver el entrenamiento, total… no hay nada mejor que hacer en este pueblo.


- Entonces podrías llevarles el bizcocho.


- Claro – comentó cogiendo el papel de aluminio donde estaban envueltos los trozos cortados del bizcocho.


Sasuke caminó durante diez o quince minutos hasta llegar a la playa. Al fondo podía ver a un grupo de muchachos corriendo por la arena con los palos. Se acercó a su padre que ni siquiera estaba dando órdenes como solía hacer antes, simplemente miraba y sonreía.


- Hola Sasuke, no esperaba verte aquí.


- Y yo no esperaba que tus chiquillos no fueran tan chiquillos – comentó.


- ¿Creías que entrenaba a niños? – empezó a reírse – de eso nada, tienen entre dieciocho y veinticinco años todos ellos, créeme que no son tan pequeños como te imaginabas.


- Ni siquiera creí que pudiera haber tanto joven en esta isla abandonada de la mano de Dios. ¿No vas a darles órdenes?


- ¿Por qué? – preguntó Fugaku.


- Porque son un desastre estratégicamente y metodológicamente. Mira la técnica… ni siquiera tienen técnica, simplemente… corren por el campo improvisando.


- Eso es lo mejor, Sasuke. Saben las normas del juego, es lo único que necesitan saber. A veces les explico alguna jugada pero siempre acaban acoplando lo que les explico a su propia forma de jugar.


- Recuerdo que tú me enseñaste que habían normas y que las estrategias debían seguirse al pie de la letra, así es como mi equipo ha llegado a ser el mejor y está invicto en primera división. Estos chicos ni siquiera deben jugar en una liga.


- Están en segunda división, yo de ti tendría cuidado… están a dos victorias de pasar a primera división, quizá tengan que enfrentarse a tu equipo en un futuro – sonrió Fugaku dejando perplejo a Sasuke.


Sasuke iba a comentar algo cuando vio que el partido acababa y todos se quitaban el casco de protección. El sonrojo apareció de nuevo al ver a aquel chico rubio quitándose el casco y sonreír hacia Fugaku. Menos mal que estaban a cierta distancia y aquel chico no podía ver el sonrojo.


- Naruto Namikaze, capitán del equipo – le explicó Fugaku a su hijo sin mirarle mientras le saluda desde la distancia y Naruto le saludaba también con una gran sonrisa.


- No me jodas – susurró Sasuke sin saber dónde meterse. No esperaba tener que volver a ver al chico que acababa de verle su miembro esa misma mañana por un maldito descuido.


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