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Creep por Thelovearesick

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Notas del capitulo:

Por las mañanas todo le resultaba mucho más difícil. Siempre sentía asco e impotencia, pero por sobre todas las cosas, sentía dolor.

 

No se que tan normal sea sentirse triste al escribir.

"Time is a friend of mine but we always fight a fight. Whenever your name is brought up even for good "
–Russian Red
 

 

A Eddie le costaba el doble de esfuerzo el levantarse esa mañana. Su padre había sido el doble de severo la noche anterior, provocando que todo su cuerpo sintiera el dolor tras la golpiza propiciada, además de un claro adormecimiento en sus piernas. Siempre sentía asco e impotencia, pero por sobre todas las cosas, sentía dolor.

El agua con la que se bañaba estaba casi hirviendo, esperando que con eso mágicamente desaparecieran todas las marcas de su cuerpo, todas las sensaciones de su piel. Sabía que las marcas nunca se irían.

—Y entonces Miles sacó un gusano aplastado de su bolsillo. Realmente se puso muy triste al verlo así. Decía que no estaba aplastado cuando lo guardó en su pantalón —la voz de Waylon siempre era especialmente dulce y tenue durante esos días.

Eddie había logrado relajarse con ello, dejando su cabeza apoyada sobre el delgado hombro de su mejor amigo, cerrando sus ojos mientras intentaba disipar cualquier recuerdo tormentoso de la noche anterior.  Su madre había insistido en que era mejor que se quedara en casa durante ese día, pero la sola imagen de acostarse y dormir en esa cama le provocaba una nausea permanente al recordar todo. La sola idea de no ver a Waylon ese día era igual de comparable a ese malestar.

— ¿Te sientes bien, Eddie? Te noto cansado el día de hoy, ¿estas enfermo? —la voz cargada de preocupación hizo que Eddie abriera los ojos, negando con la cabeza al instante.

—Solo batalle para dormir anoche, es todo. No te preocupes, Way. Mejor cuéntame, ¿qué más paso con el asunto del gusano? —

El rubio continúo contando aquella historia de Miles mientras Eddie escuchaba de forma lejana su voz. El pelinegro había perdido la noción por un momento, concentrándose en la alegría y dulzura que se impregnaba en la voz de Waylon, empezando de nueva cuenta a relajarse y permitirse cerrar los ojos una vez más. Si por él fuera, Eddie podría quedarse en esa cómoda posición para siempre.

—Y bueno, Chris se miraba molesto porque Miles insinuó que podría comerse al gusano también.  Me dio un poco de miedo, pero a Miles parecía no importarle. Chris es muy alto, algunos pensábamos que era de un grado mayor. —

— ¿Acaso los amenazó o algo? —comentó Eddie con el ceño fruncido. Aquello no le agradó para nada. —Tienes que decirme, Waylon, si alguien te molesta o te dice algún comentario, ¿está bien? —

—No te preocupes, Eddie, no pasó nada malo. Chris se ve intimidante pero en realidad es muy tranquilo. No pasa nada. —Ambos estaban sentados en una banca, un poco alejados del resto de los niños que se encontraban en receso. Había un par de columpios y demás juegos, pero Waylon había preferido sentarse al lado de Eddie al verlo.

Quienes los vieran pensarían que eran un par completamente dispar, considerando incluso ridículo que un estudiante de grados más avanzados como Eddie tuviera tanta confianza y una amistad tan sólida con un estudiante de grado más bajo como Waylon. A Eddie poco le importaba lo que dijeran os demás de él, pero siempre procuraba no exponer a Waylon a ese tipo de situaciones. No podría tolerar que alguien dijera algún comentario negativo de Waylon. No creía que pudiera contener su molestia.

— ¿Trajiste comida el día de hoy, Way? —

—Sí, mi mamá más tranquila si está al tanto de lo que como. ¿Compraras comida, Eddie? —

—No, no traigo dinero. Probablemente coma hasta llegar a casa. —La voz de Eddie era baja y suave, cansada. No sentía fuerzas suficientes para continuar con la rutina del día, haciendo un esfuerzo por mantenerse despierto en realidad. Waylon parecía darse cuenta de esto, terminando por pasar una de sus pequeñas manos por el cabello contrario.

—Quizás sea mejor que vayas a casa a descansar, Eddie, en serio no te miras muy bien el día de hoy. —La voz y el gesto de Waylon provocaran que Eddie abriera sorpresivamente los ojos, desviando la mirada hasta encontrar con el rostro contrario.

Se enderezó ligeramente, sonriendo ante el menor.

—Estaré bien, en serio. Además, si hubiera faltado hubiera lamentado no escuchar la historia del gusano. —

—Te juro que pensé que Miles lloraría en cualquier momento…oye, Eddie, mi mamá me puso un sándwich extra en mi lonchera… ¿quieres uno? —Eddie se quedó mirando atentamente como el pequeño rubio sacaba el sándwich, envuelto en una servilleta azul con pequeños aviones estampados. Dejó el sándwich en las manos de Eddie mientras una brillante sonrisa salía de sus labios.

—G-gracias…Waylon. En serio, gracias —comentó Eddie de una forma mucho más suplicante de la que imagino, provocando que una expresión de asombro se asomara en la mirada de Waylon. A veces se asombraba por la cantidad de cosas que hacía el rubio, la cantidad de gestos o de palabras que tenía con él, sin saber que en realidad eran los únicos gestos amables que tenía durante todo el día. Nunca nadie lo volteaba a ver.

La campana sonó al poco tiempo por fortuna, ya que Eddie no sabía que más agregar a ese encuentro, empezando a asentir nada más.

— ¿Te veré durante el almuerzo, Eddie? —

—Claro que sí, Waylon. Te estaré esperando. —Tanto Eddie como Waylon caminaron casi en silencio hacía sus salones, notando como al poco tiempo el nuevo amigo castaño de Waylon llegó con su voz chillante a mostrarle alguna de sus extrañas cosas de su lonchera, empezando a caminar ambos rumbo al salón de clases.

A Eddie le gustaba que Waylon tuviera la facilidad de socializar, ya que consideraba que nunca había poseído ese talento. Waylon era la única persona en quien confiaba.

El resto del día pasó del mismo modo monótono que pasaba durante todos sus días. Los maestros hicieron la misma mirada que hacía su padre en ocasiones, dando a entender un muy claro y nítido “no tienes futuro, muchacho.” Era un caso perdido a tan temprana edad al parecer. Sus compañeros continuaron hablando y haciendo cosas durante la clase mientras Eddie mantenía su vista fija en la ventana, sin nada en particular en que concentrarse.

Durante la comida, Eddie prácticamente devoró el sándwich en sus manos mientras escuchaba las suaves palabras de Waylon, quien insistía en darle su jugo de igual forma. Eddie no podía seguir aceptando tanta amabilidad por parte del menor. Sentía que estaba abusando.

Al finalizar el día de clases, ambos niños se quedaron sentados uno al lado de otro en la escalera. Eddie siempre se quedaba esperando al lado de Waylon a que su madre apareciera a recoger al rubio, intentando hacer más amena su espera. No de esperar que Eddie siempre estuviera al tanto de si Waylon lograba llegar a salvo a casa ese día.

— ¿Te dejaron mucha tarea hoy, Waylon? —

—Un poco, pero es divertido hacerlo. Me gusta mucho la escuela. —

—Ese debe ser el comentario más nerd que he escuchado, Way. Serás todo un ratón de biblioteca. —

— ¡Oye! —el niño pequeño soltó un ligero golpe que apenas se sintió sobre el hombro de Eddie. El movimiento apenas y se sintió. Eddie no pudo evitar reír de forma elevada mientras Waylon se quejaba de aquellas duras palabras, sin poder evitar contener otro de sus muy suaves golpes sobre el brazo contrario.

—Lo siento, solo soy honesto Way. Pero no te preocupes, yo estaré para defenderte al menos. —La mano de Eddie se posó por un momento de forma cariñosa sobre  el cabello ligeramente rizado de Waylon, sin poder evitar sentir la suavidad del mismo bajo sus dedos parcialmente cubiertos.

El pelinegro no pudo evitar soltar un ligero suspiro, apartando su mano y su mirada en poco tiempo, notando como desde lo lejos se miraba el carro de la señora Alma Park acercarse.

—Parece que ya llegaron por ti. —

—Sí, eso parece. —Waylon se paró y camino al lado de Eddie rumbo al auto de su madre. Alma siempre mostraba una amplia sonrisa al notar la presencia de Eddie, mostrando una actitud amable y cordial en su trato. Siempre se habría preguntado por qué aquella señora era tan amable con él, le gustaba que oliera a dulce, olía a flores siempre.

—¿Estás seguro que no quieres que te llevemos, Eddie? Vivimos en la misma calle. —

—No, no es necesario, señora Park. Tengo que ir a recoger un encargo de mi mamá primero, antes de ir a casa. Preferiría no desviarla del camino. —

—Para mí no es ninguna molestia el llevarte a tu mandado Eddie. Me alegra mucho que tomes tantas consideraciones en apoyar a Way en sus primeros días de clases. —Waylon elevó la mirada en dirección a su madre, desviando luego su dirección para mirar fijamente los azules ojos de Eddie.

Eddie conocía bien ese tipo de gestos en el rubio. A veces su madre solía hacer ese tipo de comentarios que hacía parecer que Waylon realmente no estaba presente en la conversación. Era extraño e incómodo para el rubio, provocando que una expresión bastante adorable apareciera en su rostro.

—Prefiero caminar, señora Park. Me relaja. Muchas gracias por su oferta, le prometo que un día la tomaré en cuenta. —

—Siempre eres tan formal cuando hablas, Eddie. Sin duda eres todo un caballero. —Tanto Alma como Waylon se despidieron con la mano extendida antes de emprender camino a su casa. Eddie fijo su vista en como el carro se alejaba lentamente, suspirando por un momento antes de emprender su marcha.

No era que tuviera que hacer algún mandado o que desviara el camino, lamentando tener que mentirle a la señora Park. Eddie hacía tiempo. No quería toparse con su padre al llegar a la escuela, conociendo que su horario de comida era la misma hora de salida que la de Eddie. Siempre pasaba a comer algo rápido a casa antes de volverse a ir. La casa era silente y sin vida cuando su padre se sentaba en la mesa, devorando el plato en silencio mientras las manos de Helena Gluskin se encontraba fijamente ajustadas alrededor de un plato en el lavabo. Era como si no quisieran ser vistos por el hombre en ese momento.

Eddie caminó a paso lento, fijando bien su mochila sobre su espalda. Se sentía muy cansado, con los ojos pesados y el andar mucho más pausado que sus pasos habituales. A veces se sorprendía de que pudiera encontrar relajante y bello las pocas cosas que se topaba en el camino, como lo eran los árboles en el parque, algunos perros en la acera o algunas cosas dentro de tiendas. Eddie se sentía sorprendido de que su padre no lo hubiera quitado todo el color al mundo que le rodeaba, agradeciendo que aunque fueran breves lo momentos que disfrutaba, eran bastante gratos y relajantes, pese a ser momentos posteriores a los huracanes.

Una de las cosas que más lamentaba, además de sentirse culpable por mentirle a Alma, era el no poder conversar por más tiempo con Waylon. Durante las tardes ya no podían frecuentarse de la misma manera que lo habían hecho alguna vez, limitándose a esos pequeños espacios de tiempo que la escuela le permitía, apreciando y atesorando esos pequeños lapsos en donde podía simplemente apagar su cerebro de todas las ideas constantes, de todas sus preocupaciones y sobre todo, de todo su dolor. Era extraño, pero Waylon tenía la capacidad de hacer que se sintiera bien, pese a la desesperación y el malestar que lo invadía día con día.

A veces sentía como si soportara el peso del mundo sobre sus hombros, especialmente al enfrentarse a los vestigios de lo que una vez fue su madre. Helena a penas y podía ser productiva. Parecía siempre ausente, como si las cosas realmente no estuvieran pasando. Eddie creía que su madre tenía la esperanza de que todo fuera una pesadilla y que tarde o temprano iban a despertar, que todo mágicamente se iba a solucionar y que las cosas volverían a brillar como alguna vez lo hicieron.

Era más fácil quedarse estática e inexpresiva que afrontar las consecuencias de la eminente verdad que pasaban. A su corta edad, él ya entendía que ambos eran como dos pequeñas bombas de tiempo y que tarde o temprano terminarían por estallar.  

Eddie no tardó mucho en llegar a casa. Abrió la puerta en silencio, empezando a caminar al mismo paso lento a la cocina. Había un poco de comida en la estufa y media jarra de limonada sobre la mesa. Su madre mantenía la vista sobre los platos sucios, levantando la  vista por apenas una fracción de segundo, mirando de forma sombría en su dirección.

— ¿Cómo te fue hoy, Edward? —

—Igual que siempre —era la respuesta automática de Eddie, sentándose al poco tiempo mientras sentía un picor en sus ojos. Alma cada día parecía más ausente, con menos luz. Su brillante mirada se apagaba día con día, notando como una serie de surcos oscuros empezaban a brotar bajo sus ojos. Estaba tan cansada, pensó Eddie. Ambos estaban tan cansados.

— ¿Quieres comer? —

—Si, por favor. —Su madre le sirvió la comida, estaba tibia. Un enorme vaso con mucho hielo apareció al poco tiempo, empezando la rutina mecanizada de ingerir los alimentos, manteniendo su mirada siempre fija en el plato. Nunca había querido mirar a su madre por mucho tiempo, sintiendo que en cualquier momento podría explotar. No era pada nada justo aquel trato para ella o para él. No sabía cuánto tiempo podrían soportar ambos sin desmoronarse por completo.


 Eddie se encontraba en la sala de espera del consultorio. Era martes, su cita de las cuatro empezaba a retratarse ligeramente. Seguramente era debido al paciente que se encontraba antes que él. Miró su reloj por un momento, antes de fijar su vista en una vieja pila de revistas a su lado. No era para nada interesante los temas que manejaban, en su mayoría chismes y demás cosas de la farándula que para nada eran interesantes a su perspectiva, pero siempre podía dar un vistazo por si habían fotografías de vestidos, especialmente si eran de novia. La puerta del consultorio se abrió al poco tiempo.

—Muchas gracias, doctora, espero verla la siguiente semana entonces, ¿a la misma hora? —

—Claro Tom, a la misma hora. —La Doctora Rachel era una mujer de mediana edad, con cabello castaño y ojos oscuros, siempre ocultos debajo de sus gruesas gafas negras. Eddie había estado frecuentándola desde hacía un par de años, teniendo sus terapias tres veces por semana. Había disminuido la cantidad de días con el paso de los meses, sobre todo al notar bastante mejoría en sus métodos y tratamientos.

—Oh Eddie, lamento haberte hecho esperar, pasa —comentaba con una sonrisa, ganando un gesto similar por su parte. Era particularmente amable al saludar a sus pacientes, siendo de carácter comprensivo, alentando siempre a que mantuvieran una conversación completamente sincera y abierta en todas sus consultas.

— ¿Cómo te encuentras el día de hoy, Eddie? —

—Me encuentro bastante bien a decir verdad. Ya casi no tengo migrañas, los diferentes ejercicios de control de la ira al parecer han dado sus frutos. —

—Me alegra escuchar eso. —Durante su pasado, en muchas ocasiones de su joven adultez, Eddie había sufrido diferentes episodios en donde había perdido en control por completo. Su carácter era por demás temperamental, logrando con esto ser potencialmente agresivo, teniendo que buscar ayuda de muchas maneras para no ser considerado como disfuncional en la sociedad.

La trayectoria de Eddie por diversos terapeutas había comenzado de manera oportuna,  llegando al momento justo antes de que infringiera daños a terceros, lamentando en muchos casos la forma en la cual su descontrol se manifestaba.

—Soñé con Waylon nuevamente esta noche. —

— ¿En serio? ¿Hablas del sueño en donde se conocieron? —

—Así es, hablo de ese recuerdo exactamente. —No era la primera vez que Eddie había traído cosas de su pasado entre sus sueños. Las imágenes de su padre habían aparecido durante las noches más oscuras y tormentosas, como si se tratara de algún monstruo invisible, siempre dispuesto a volver para arruinar la tranquilidad, para alterar la sanidad mental que poco a poco intentaba obtener.

Los recuerdos de Waylon durante su infancia estaban guardados en un lugar muy específico. Había una sensación agridulce rondando todo lo que llevaba consigo esos momentos, sintiendo en muchos casos que las cosas pudieron pasar de diferente manera. Eddie sentía que había fallado de muchas maneras ante Waylon, no pudiendo ser en muchos casos aquella figura protectora que le hubiese gustado ser. El pelinegro había desarrollado demasiadas inseguridades para poder ser el héroe de alguien.

— ¿Cómo te sentiste cuando despertaste de ese sueño, Eddie? —

—Me sentía feliz, pleno…ya sabes. Siempre que recuerdo a Way me da esa sensación de tranquilidad, como si las cosas realmente fueran a estar bien. —

—Ya hemos hablado de esto antes, Eddie. La idealización de una persona no es una solución o salida sana para todos los problemas que enfrentas. —

—Ya lo sé, Rachel…pero no puedo evitarlo. Me hace sentir tranquilo. —Había sido complicado para Eddie entender en un momento dado las implicaciones que traía consigo su dependencia emocional con Waylon Park. Eddie había depositado demasiadas cosas en él, creando una imagen idealizada y perfecta de lo que realmente debía ser. Había sido duro admitir que era poco sano, sobre todo por ser parte de sus recuerdos más preciados.

—A veces siento que explotaré por toda la cantidad de cosas que pasan por mi mente. Todos esos recuerdos, todo ese dolor, la frustración y la rabia que llegue a sentir por el mundo entero. Todo era abrumador y oscuro…como si no hubiera ninguna posibilidad. Como si el mundo entero me hubiera dado la espalda. —

—Ahora estás consciente de que existen muchas más cosas en el mundo, Eddie. Sé que tu camino no ha sido nada fácil, estoy muy contenta de que día con día puedas avanzar y conocer más cosas. Me alegra verte cada día más tranquilo. —

Eddie terminó por recargar su cabeza sobre el respaldo del asiento. Realizaba un pequeño ejercicio mental para liberar su tensión, empezando a hacer respiraciones de manera pausada y suave, dejando que sus ojos se mantuvieran cerrados por una ligera fracción de segundo. Poco a poco volvió a su postura nuevamente.

—Tengo un montón de proyectos nuevos, quizás pueda empezar a hacer comisiones muy pronto. Decidí tomarme un pequeño descanso esta semana para reorganizar los pedidos en los vestidos y comprar más material en las tiendas. Quien sabe, quizás dentro de poco tenga mi propia tienda. —

Nunca se había sentido con ambiciones en el pasado. Siempre había creído que terminaría haciendo nada, como todo el mundo lo había previsto. Eddie había demostrado lo contrario, empezando a hacer sus diseños, abriéndose campo poco a poco en la ciudad, siendo conocido como un joven prodigio en lo a diseño de vestidos se trataba, especialmente cuando eran de novia. Jamás haría alarde de ser una persona talentosa, sin embargo, ya que únicamente hacía lo que más le gustaba, perfeccionando su técnica de costura con el pasar de los años.

La terapia termino más rápido de lo que pensaba o quizás era el hecho de que ya no la sentía como tal. Era extraño, pero ya no sentía como si fuera un enfermo mental como en la primera instancia en que entró a esas instalaciones. Seguiría tomando sus medicamentos y quizás tendría que pasar el resto de sus días asistiendo con diversos terapeutas, pero agradecía enormemente toda la ayuda brindada.

Al mirar afuera desde la ventana notó como una ligera llovizna comenzaba. Agradecía el ser precavido, alzando en poco tiempo una sombrilla mientras se encaminaba su auto, suspirando al momento de abrir la puerta de su auto nuevamente. Los días como estos eran un tanto complicados, ya que lo recuerdos se tornaban más recurrentes. Quien lo sabría, pero el flash de los recuerdos de su niñez aparecían con más recurrencia en los momentos menos oportunos. Esperaba internamente que Waylon llevara una sombrilla o un sombrero también para resguardarse de la lluvia, estuviera en donde estuviera. El rubio siempre se caracterizaba por ser distraído después de todo.

Notas finales:

Gracias por leer. 


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