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Creep por Thelovearesick

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I had a really bad dream. It lasted 20 years, 7 months, and 27 days 
and I know that, I know that. I never had no one ever 
Now I'm outside your house. I'm alone. And I'm outside your house. I hate to intrude  
—“Never had one ever”, The Smiths

 

Eddie se había levantado con la firme idea de salir esa mañana. No era un simple deseo, sino toda una necesidad, algo que realmente tenía que hacer, como si estuviera regido por alguna ley natural. Se colocó un par de pantalones oscuros, sus zapatos de vestir negros y su mejor camisa de botones blanca. Tenía muchas camias, por montones en realidad, de diferentes tipos, con algunos estampados muy sutiles, diferentes telas y diferentes detalles que no aparecían a simple vista. Ante los ojos de las personas no parecía haber mucha diferencia, pero los detalles estaban presentes ante sus atentos ojos de sastre.

Muchas personas creían que la vocación que uno tenía era parte de la personalidad de la persona. Eddie miraba su vocación como una forma de escape, ya que era relajante, liberador de tensiones. Su manera de vestir iba ligada a ello de alguna manera. Muy anticuada, pasada de moda. Poco le importaba en realidad lo que pensaran los demás, siempre y cuando él se sintiera cómodo. Era demasiado joven para la ropa que portaba.

Las calles eran concurridas en realidad y había un montón de tráfico, pero su objetivo era claro. Apenas había cumplido los 22 años hace un par de meses, sin celebración alguna. Eddie nunca sintió que su vida fuera digna de celebraciones. No había algo que celebrar realmente. El volante era apretado con nerviosismo entre sus dedos mientras algunas ideas vagas aparecían en su mente. ¿Qué se supone que debería decir en un momento como este? Iba rumbo a la casa de Waylon Park.

Lo extrañaba, cada día y a cada instante. Tenía una sanación atascada en el pecho como a alguien que ha sido privado el aire. Hacía años que no le miraba, que no escuchaba su voz. Le extrañaba como a nada, intentando preservar en sus recuerdos cada momento del pasado para su uso práctico en estos momentos.

La casa de Waylon estaba a las afueras de la ciudad donde vivían. Había decidido tomar un descanso antes de partir a la universidad a otro Estado. Eddie sintió una opresión en el pecho al recordar con amargura su partida, pero había aceptado de buenas a primeras su pérdida.

El mayor había crecido demasiado para su gusto. Su altura era comparable a la de su propio padre, adquiriendo un eterno rechazo hacia su apariencia. Los ojos de su madre le regresaron la mirada desde el espejo retrovisor, siendo del mismo azul intenso y eléctrico, brillante. Ese azul se había apagado con los años en la mirada de su madre.

Eddie se quedó parado frente a la puerta blanca del lugar rentado por Waylon. Con una gran inseguridad tocó la puerta.

— ¿Eddie? —la voz de Waylon sonaba con duda al abrir. Sus ojos se abrieron con sorpresa, tan bellos y tan claros como siempre fueron. Eddie siempre consideraría que Waylon Park era la persona más bella que conocía, aunque el resto del mundo no lo notara o considerara a Waylon como una persona normal. Para Eddie era la única persona en realidad.

— ¡Que agradable sorpresa! Creo que han sido años, ¿no? Desde la última vez que nos vimos. ¿Qué te trae por aquí? —pese a que las palabras de Waylon intentaban reflejar entusiasmo, su semblante y postura eran reflejo de otra cosa completamente diferente. Ni siquiera había abierto la puerta por completo. Eddie desvío la mirada, inseguro. Quizás había sido una terrible idea venir.

—Ya sabes... Tenía ganas de verte. Creo que han sido tres años desde que nos dejamos de ver. —La voz de Eddie sonaba baja, como si hubiera confesado alguna especie de crimen. Extrañaba a Waylon y era un crimen.

Waylon mantenía los ojos fijos en su rostro, como intentando analizar sus motivos. Había amargura ahí, amargura en el aire que ambos respiraban, como si fueran únicamente dos desconocidos en algún extraño encuentro. Como si la amistad de la infancia no hubiera sido una construcción de años.

— ¿Qué nos pasó, cariño? Éramos tan unidos.... —decía Eddie con dolor, sintiendo como su corazón se aceleraba ligeramente ante tales confesiones.

No podía apartar su mirada el rostro de Waylon, aunque el solo verlo le dolía. Su sola presencia le quemaba la piel, como un recordatorio constante de que Eddie nunca había encajado en su vida. Los ojos de Waylon bajaron ligeramente, como si la mirada de Eddie quemara de igual manera.

Abrió la puerta lentamente, suspirando, como si se viera derrotado ante aquella inevitable confrontación. Postura tensa es lo que notaba el mayor mientras intentaba respirar con normalidad ante esas sensaciones.

— ¿Qué no te diste cuenta, Eddie? Crecimos —comentó Waylon como si esa fuera la respuesta de todo ese cuestionamiento. El dolor en el pecho de Eddie era tan real, tan fuerte, y la sensación de picor en sus ojos tan intensa que provocó que se abrieran al momento, despertando en la oscuridad fría de su habitación.

Grandes lágrimas se derramaban por los lados de su rostro medio cubierto por sus mechones oscuros de cabello. Había sido un sueño, uno muy terrible. Algo que aún le daba dolor y opresión en el pecho. Tenía casi 14 años y se encontraba soñando sobre un futuro, uno que en definitiva no quería ver llegar de esa manera. Se levantó lentamente de su cama, sintiendo agitación en su pecho mientras algunas gotas de sudor resbalaban por sobre su frente, obligando al menor a pasarse una mano por su rostro al momento. Cerró los ojos con fuerza, intentando calmarse ante las ideas que brotaban una a una a su mente.

Tarde o temprano crecerían. Waylon estaba creciendo y desarrollándose en un ambiente sano. La familia de Eddie estaba completamente rota, y cada día la grieta se hacía cada vez más grande y más profunda. Todos eran una bomba de tiempo a punto de explotar. Su madre estaba cada vez más despegada a la realidad y su padre era un monstruo en toda la extensión de la palabra. No había nada más que agregar a su descripción.

Waylon no necesitaba crecer con aquellas cosas cerca. Eddie era egoísta, sin embargo. Necesitaba esto, como había necesito la luz misma del día. La voz de Waylon era un balsámico, algo que lo hacía dejar de pensar, de sentir, limitándose a disfrutar de la amabilidad sin explicaciones aparentes.

Eddie había tendió la firme idea de que su amistad con Waylon tenía fecha de expiración. El reloj corría a medida que los años pasaban. Waylon eventualmente crecería, tendría pareja, iría a la universidad y haría un montón de cosas de las cuales Eddie nunca serian capaz de hacer. No podía seguirle el paso en todo momento, pese a haber hecho la promesa de protegerle siempre. A Eddie le disgustaba no poder cumplir con sus promesas.

Miró el reloj despertado en su mesa de noche, notando que eran las 4:45 de la madrugada. Aún tenía tiempo de volver a descansar y en realidad le hacía falta noches como estas. Su padre había estado ausente por algunos negocios en otra ciudad y Eddie necesitaba reponerse de aquellas tormentosas noches pasadas. Agradecía enormemente esas oportunidades.

Se acomodó nuevamente en la cama, suspirando. El recuerdo constante del sueño era demasiado realista para poderlo pasar por alto. Se preguntaría una y otra vez durante esa noche cuanto tiempo le quedaba antes de que Waylon Park se alejara de su vida para siempre.

A Eddie le había costado bastante el tener que pasar a un grado superior. Ahora se encontraba más lejos de Waylon que antes. Tener que hacerse a la idea de no estar con él por tanto tiempo era casi tan duro como tener que ver a sus compañeros cada mañana, siendo objeto de miradas e indiferencia. Eddie no se sentía en conexión con nadie, ahora mucho menos al ser cambiado de salón. Había muchas caras nuevas y ninguna de ellas le era importante.

El maestro llegó temprano ese día, empezando apresurado la clase. Eddie se mantenía en el mismo lugar habitual, apartado de las personas en la esquina más próxima a la ventana, limitándose a mirar a través de ella. La química era una de sus materias menos preferidas antes las complicaciones que traía consigo.

Aunque si era sincero, ninguna de sus materias le era interesante a decir verdad. Desvió su mirada por el salón, notando a algunos de sus compañeros socializar entre sí. Parecían conocerse de años, platicando de forma animada mientras formaban equipos para ejercicios futuros. A Eddie no le interesaba en lo más mínimo tener que hacer las cosas por su cuenta, siempre no se entrometieran en sus asuntos.

Su mirada choco con los ojos de una chica que le miraban desde el otro lado de la habitación. Su cabello era de un color café chocolate, su piel era muy pálida y sus ojos eran grandes, expresivos y negros. Había curiosidad en su mirada mientras acomodaba en movimientos lentos un broche color dorado en su cabello.

Eddie se le quedó mirando por un breve momento antes de desviar la mirada. Le parecía extraño, ya que los ojos de la chica eran fuertes y penetrantes. Era casi como si lo estuvieran analizando. Se sintió incomodo por un momento, intentando no prestarle mayor importancia, aunque bien sabía que si giraba su vista nuevamente, volvería a encontrarse con aquellos negros ojos una vez más.

Las horas pasaron rápido y Eddie se tomó un momento para lograr ir a la zona de los estudiantes de menor año. Su mirada se aventuraba a recorrer los corredores, siempre estando atento por si notaba a Waylon a la distancia. Se sentía estúpido, pero era bastante común tener ese sentimiento día con día.

La suave y tierna mirada de Waylon le regresó el gesto en poco tiempo, mostrando una sonrisa mientras se acercaba a toda velocidad a su dirección. Era apenas un poco más alto, pero su complexión seguía siendo igual. Siempre le resultó muy lindo que Waylon fuera de cierta forma débil. Sentía como si fuera su deber protegerlo por ello.

— ¡Eddie! —comentó al estar cerca, estrechando al mayor entre sus brazos con una gran sonrisa. El corazón de Eddie se aceleró al momento, intentando calmar un poco sus emociones. Waylon olía a algo suave que no lograba identificar. Se tomó un breve momento para colocar su barbilla sobre los rizos rubios antes de soltarlo lentamente, lamentando la pérdida.

—Buenos días Waylon, ¿qué tal va tu día de clases? —

— ¡Excelente! Mañana vamos a tener una excursión a un museo, ¿puedes creerlo? He querido ir desde hace tiempo, pero mamá no ha tenido tiempo de llevarme por el trabajo. Miles trajo hoy una cámara antigua, dice que es de su abuelo, quizás la trajo a escondidas. Antes de que se me olvide, quiero darte esto… —Waylon buscó entre su pantalón un pequeño trozo de papel algo maltratado. Le hubiera gustado no haberlo maltratado tanto.

Eddie tomó entre sus dedos el papel, extendiéndola, mientras miraba con ojos bien abiertos lo que estaba escrito. Era una invitación.

—Mamá me está organizando una fiesta este fin de semana…por mi cumpleaños. Es este viernes, pero la fiesta es el sábado. Espero que puedas ir —la voz de Waylon sonó ligeramente baja al mencionarlo. Eddie podía notar la pena en su semblante. Sabía bien que Waylon no era muy social, por lo que siempre sintió algo de pena en invitar a sus amistades. Eddie no pudo evitar sonreír, empezando a planear en su mente los posibles regalos que podría darle. Se sentía con la responsabilidad de hacerlo.

—Claro que estaré ahí, te lo prometo. —

El timbre no tardo en sonar, teniendo que despedirse de Waylon con pesar. La verlo alejarse por el pasillo, Eddie sintió que su corazón se aceleraba un poco. Si Waylon no tenía muchos amigos, él en definitiva no tenía a nadie más. Las únicas fiestas de cumpleaños a las que había ido habían sido precisamente de Waylon y había sido hace mucho tiempo, cuando el rubio era aún muy pequeño. Cuando Eddie tenía más ilusiones por ello.

Su cumpleaños nunca había sido motivos de celebraciones. Su madre le había dado un par de pasteles en un par de ocasiones, pero no era nada excepcional. No tenía amigos a quienes invitar y en realidad no deseaba que nadie conociera el ambiente tan denso de su hogar. Waylon era la única persona que se acordaba de esa fecha y le daba algún detalle con anticipación. A veces se preguntaba como el rubio podía ser tan bueno y complaciente con alguien como él, ya que incluso había escuchado de boca de su propio padre que su cumpleaños no era motivos de celebraciones. Siempre había recalcado que Eddie era en realidad un error.

El camino a casa fue solitario en esta ocasión. Eddie empezaba a plantearse como lograría poder asistir a la fiesta de aquel sábado. Había empezado a ayudarle a su madre con sus pedidos, cosa que no le importaba hacer en realidad. El problema era su padre y sus estrictas normas en la casa desde hace tiempo. Eddie no se sentía con la motivación suficiente para pedir permiso alguno. No era como si tuviera a donde ir en realidad. Pero Waylon era prioridad.

Las cosas eran mucho más complicadas de lo que parecían a simple vista. ¿Cómo era posible que cayera en una especie de crisis debido a una fiesta de cumpleaños? Sonaba muy tonto, pero era la verdad. Además de la presión extra en querer darle a Waylon algo que realmente fuera especial Estaba seguro que se pasaría el resto de la semana rompiéndose la cabeza en idear algo. Quizás podría escapar por un rato de casa pensó. La idea en si era bastante arriesgada considerando las consecuencias que podría tener. Esperaba que las cosas resultaran a su favor, aunque sea por una vez en su corta vida.

-.-

Su psicólogo le había recomendado escribir. Era algo muy importante para su terapia a su criterio.

Eddie había empezado hace un par de años ya. Eran como una especie de diarios, en donde escribía principalmente sus sueños. A veces Eddie sentía que pasaba la mayor parte de su vida entre sueños, experimentando una gran cantidad de sensaciones por medio de ellos.

Era casi como si estuviera viviendo a través de ellos, logrando despertar una gran cantidad de emociones mediante ellos. Había de muchas clases, desde las pesadillas más intensas sobre sus oscuros días de infancia, hasta el extremo en donde recordaba a la perfección cada uno de los detalles durante sus días felices, en donde había juegos, donde había un parque y la compañía de Waylon.

Le gustaba soñar con Waylon, ya que sentía una sensación de calor al despertar. Una sonrisa se dibujaba en su rostro en esas mañanas, sin poder evitar sentirse al recordar cada detalle. Era una sensación agridulce si era honesta consigo mismo, ya que en muchas ocasiones le había fallado de tantas formas, estando completamente ausente en muchos momentos de su vida por sus contantes problemas personales. En su perspectiva, Waylon le había dado una gran cantidad de momentos felices que no habían sido correspondidos del todo, teniendo un resentimiento más resguardado dentro de su mente hacía su persona. Uno de los muchos ya existentes.

Podría decirse que sus problemas eran un secreto a voces y esa era una de las cosas por las cuales la ira había aparecido. Eddie había logrado dominar gran parte de sus arranques de ira, ya que en muchas ocasiones se había considerado un peligro para la sociedad en general. No quería verse recluido o aislado, ya que había pasado la mayor parte de su juventud de esta manera. Eddie quería ser funcional, quería lograr muchas de sus metas, quería ser mejor de lo que nunca se le fue permitido ser.

El camino había sido largo.

Montones de cuadernos llenos se encontraban apilados en su escritorio. Había muchas notas en ellos, cosas sumamente personales que esperaba no mostrarle nunca a nadie. Algunas de esas cosas iban ligadas a sus deseos más reprimidos, en donde el panorama era mucho menos alentador. Las recaídas eran normales en palabras de sus terapeutas. Eran años y años de traumas, logrando destruir por completo la autoestima y valoración personal que Eddie poseía. La seguridad en sí mismo había tardado en aparecer.

Era curioso que, pese a ser algo totalmente íntimo, siempre le costaba trabajado poder redactar las cosas que pensaba y sentía. Se sentía juzgado, como si tuviera a punto de cometer algún acto indebido. Era algo muy absurdo, pero Eddie no podía evitar sentirlo.

Tomó el bolígrafo con su mano izquierda, empezando a abrir una de las libretas negras a medio llenar. Había aprendido con el paso de los años a usar ambas manos para las tareas cotidianas, ya que le era muy sencillo el poder trabajar en cosas manuales. Al momento de coser podía usar ambas manos sin ningún problema, estaba orgulloso por aquel logro.

Intentó despejar su mente lo más que pudo, cerrando los ojos por un momento. Había cierta tensión en su semblante y un ligero entumecimiento en sus hombros. Recordaba los consejos de relajación de su terapeuta, usando la respiración profunda y contando hasta diez mientras abría lentamente sus ojos. Las palabras empezaban a fluir en su mente poco a poco.

“A veces siento que he pasado el mayor tiempo de mi vida viviendo a través de mis sueños.

He tenido muchos, de muchos tipos, casi siempre siendo fragmentos de mis recuerdos pasados. Siento que me atormentan en muchos casos, como si no me dejaran ser libre de aquellos días. Como si siempre estuvieran presentes en mí, como un recordatorio permanente de que soy basura.”

Eddie contempló las palabras escritas con un semblante relajado. Siempre era muy duro consigo mismo al momento de redactar, pero era algo normal en realidad. Era una manera de descargar un poco el sentimiento de rechazo que estuvo cautivo durante tantos años. Sentía que era lo correcto poder expresarlo.

“Las cosas han ido mejorando con los años, pero a veces siento como si todo fuera un gran sueño, que al despertar nuevamente me encontraré en mi cuarto, sin poder evadir por más tiempo aquellas situaciones.

Tengo un irracional miedo a que todo sea un sueño que ha durado por tantos años, pero no puedo evitarlo. La vida me enseñó a tener miedo en todo momento. A que las cosas buenas son verdaderamente efímeras.”

Dejó descansar su cabeza por un momento, suspirando. Eddie nunca había sido en lo particular optimista en ningún aspecto, pero quería cambiar eso. Quería atreverse a más. Quería superar cada día todos esos malos ratos y poder ser una persona libre.

“Quiero volver a creer.

Quiero volver a tener ilusión. ¿Es mucho pedir?

Quiero disfrutar, quiero poder despertar sin tener esa opresión de dolor en mi pecho. Quiero vivir sin la preocupación constante de que algo horrible va a pasar, sin el temor constante de que todo es irreal y producto de mi mente.

Quiero creer…con desesperación, que las cosas que me pasaron quedaron atrás en definitiva. Quiero despertar un día y estar seguro de que mi existencia tiene algún propósito. Realmente quiero creer…

Aunque sea por un breve momento.”

Notas finales:

Les prometo que las cosas no van a estar siempre tan dramáticas :c


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