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DNA por kenyogus

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Notas del capitulo:

Hola mis niños.

Muchas gracias a los que siguieron mandando mensajes, no he muerto ;).

Quiza actualice esta semana dos veces más. 

Es la continuación de "Esclavo"

El dolor que sentía en su cuerpo no se comparaba con el que palpaba en su interior, aun recordaba como las manos de esos hombres lo acariciaban, nunca pensó que el señor Aomine permitiera eso, sentía asco, el suelo se encontraba húmedo desde hace rato porque una de las arcadas dio como resultado que el líquido almacenado en su estómago terminase en el suelo.

No sabía dónde se encontraba, agradecía en lo más fondo de su corazón que el señor Aomine no permitiera que los hombres abusaran de él cuando lo intentaron hacer pero aun así lo odiaba, dejo que ambos tocaran su cuerpo, en cada pálida parte quedo grabada a fuego las manos sucias de esas personas.

Desde que lo dejaron en esa habitación oscura los recuerdos aparecían una y otra vez atormentándolo, a pesar de sus llantos nunca se detuvieron, el señor Aomine traiciono su confianza, sabía que él era agresivo pero no llegar a ese punto. Sus muñecas con marcas de sangre al igual que su pecho gritaban a la sociedad que era un esclavo que se no merecía servir a cualquier familia o siquiera vivir.

- ¿Por qué existo? – murmuro mirando al techo – mamá, papá ¿por qué se fueron? – un sollozo fue ahogado con su mano cuando escucho ruidos fuera de la habitación -.

¿Risas?, si eso era lo que se escuchaba tras las paredes, serían los hombres de la noche anterior, solo el pensamiento hacia que su corazón latiera más rápido temiendo por su vida.

La puerta se abrió, no alcanzaba a ver por la oscuridad del lugar, su mano derecha toco su corazón con el fin de que este se calmara y no hiciera ruido cosa que fue inútil, su corazón comenzó a latir mucho más rápido.

- ¿Esto es lo que nos tenemos que llevar? – pregunto un hombre mirando el cuerpo del rubio -.

- Si, el barco zarpara en unas horas, tenemos que llevarlo allí – contesto una mujer que se encontraba fuera de la habitación – cárgalo, no creo que tenga fuerzas por lo de anoche -.

Kise dio gracias que no fueran los mismos de la noche anterior pero aun así sintió otra  arcada cuando la mujer menciono lo que había sucedido. El señor Aomine ¿se había encargado de decirles a todos lo que le hicieron?.

- Pero está vomitando – dijo con asco – esperare a que termine de vomitar para llevarlo -.

- Has lo que quieras, iré a avisarle al amo Aomine de que ya nos vamos – espeto la mujer alejándose de allí -.

- No estás tan mal para ser hombre, no entiendo cómo se pudieron detener esos dos anoche si se veía que desde hace tiempo te traían ganas -.

El comentario hizo que la arcada se convirtiera en vómito, puro jugo gástrico era lo que estaba devolviendo porque desde la tarde anterior no había ingerido nada, tenía sed pero no hablaría, se marcharía de ese lugar pero no sabía a donde irían, quizá la mujer pueda contestarle algo.

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- Aomine-sama, ya está todo listo, en cualquier momento zarparemos – dijo una chica al moreno -.

- Claro, no ha dado problemas ¿cierto? -.

- No, no tiene fuerzas, ahora Woo lo está llevando al barco -.

- Ya saben que hacer – finalizo el moreno alejándose -.

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- ¿Se les perdió algo? – pregunto el moreno al entrar a su habitación -.

- Estamos buscando a Kise – contesto una mujer junto a tres hombres más -.

- Para que lo buscas madre – dijo lo más calmado posible -.

El tema de que Kise aun siguiera sirviendo al joven Aomine no solo laboral sino sexualmente no era muy grato para su madre, ella había tratado de alejar a Kise de muchas formas, de no ser por la ayuda del sirviente de ella Kise ya ni siquiera existiría. Ella lucía un vestido largo de seda negra a juego con su cabello haciendo relucir más su tono lechoso de piel.

- Solo quería preguntarle algo, no entiendo para que te molestas – dijo restándole importancia – Kise tendrá que marcharse algún día, lo sabes y tú tienes que conseguir una esposa y esa cosa esta haciendo el proceso más lento -.

- Esa cosa es un ser humano y él no ha estado alentando nada, yo no tengo interés en casarme y lo sabes – contesto subiendo de tono en algunas palabras sin importarles que el personal presencie una pelea -.

- Tienes que hacerlo, tu matrimonio ya está decidido, solo queda poner fecha y listo – agrego mientras observaba la habitación de su hijo como en busca de algo -.

- Ya lo habíamos hablado, yo no quiero casarme – susurro tomando camino hacia su cama, cuando estuvo frente a ella se sentó esperando a que su madre se fuera -.

- ¿Qué es esto? – pregunto la morena con una caja en las manos – querías entregarle a esa puta un anillo – grito molesta mientras abría la caja y la arrojaba al suelo - ¿Dónde está? ¿Dónde diablos esta? -.

- Él no era una puta como tú le llamas madre y para tu conveniencia ya no está aquí – contesto apretando los puños para controlarse y no hacer una locura -.

- Eso no me ayuda en nada, esa persona debería morir, no sabes el daño que te hizo desde el día en que llego – su voz sonaba agitada – el… tu no eras así, el… -.

- No me hizo ningún daño, él fue para mí un amigo y si te sigues expresando así te pido que te marches sino quieres que te saque a la fuerza de aquí – dijo mientras apretaba la sabana -.

El moreno se levantó de la cama para colocarse a un costado de la puerta esperando a que su madre saliera por su voluntad y no a la fuerza como él quería en ese momento.

- Sabes que te cambio aunque no lo quieras reconocer – lagrimas caían por su pálido rostro – incluso le gritas a tu madre por esa basura – al no obtener respuesta salió de la habitación seguida por su ayudante que solo le dirigió una mirada de compasión, esa que siempre le hacía cuando su madre hacia algo que no debía -.

Cuando los tacones se dejaron de escuchar por el pasillo cerró la puerta, camino lentamente a su cama y al sentarse murmuro – quizá tengas razón madre, si cambie, conocí lo que llaman amor – sus manos cubrieron las lágrimas que salían de sus ojos, lo hecho, hecho esta, en este momento Kise era llevado a un lugar donde lo prepararían para que sirviera otra familia de igual condición o mejor que la que tenía, pero el simple hecho de pensar las cosas que le harían hacia que su sangre hirviera, no podían estar juntos, aunque el escapase su madre lo encontraría y mandaría a alguien a que matasen a su pequeño rubio y eso no lo soportaría, tendría que ser así, era lo mejor para ambos y con ese pensamiento termino en los brazos de Morfeo pensando en esos ojos dorados que tanto quería y anhelaba.

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- Kise, yo soy Meg y él es Woo – dijo una señorita mientras señalaba a un hombre corpulento – de ahora en adelante nosotros estaremos un tiempo contigo -.

- Meg ¿no habla? – pregunto el hombre -.

- Si, pero creo que es por falta de confianza o algo así – menciono riéndose – nosotros no mordemos, te vamos a preparar a dónde vas a ir -.

- Esta será tu cama, quizá no sea como la que tenías con Aomine-sama pero es cómoda – dijo tímidamente Woo, el rubio al escuchar el nombre de su antiguo amo dio un respingo – adelante, si quieres te puedes quedar aquí, Meg te traerá de comer en unos minutos, ah se me olvidaba, el baño está aquí abajo – Woo señalo un espacio con unas escaleras – allí tendrás privacidad, como ya te dije todo me retirare – dijo el hombre mientras cerraba la puerta tras sí.

El barco era pequeño, los únicos pasajeros eran ellos tres y las personas que dirigían el barco; en total eran siete personas. Las paredes de madera se encontraban húmedas y algunas eran muy frágiles que en cualquier momento podrían romperse.

Woo era una persona tímida a pesar del comentario que hizo cuando se encontraron y Meg estaba loca, ambos se complementaban a pesar de que no eran pareja. No sabía a donde se dirigían o que así allí, pero daba gracias que ya no vería al moreno nunca más.

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La ventana iluminada por la luz de la luna agregando el tenue sonido de los grillos hacían que se sintiera más miserable, como había podido traicionar así a la persona que le abrió su corazón, el plan era que sus amigos abusaran de el para ver si era la puta que su madre decía pero en el momento en que ellos comenzaron a tocarlo enloqueció y los hizo que se marchasen aun así fue duro con el golpeándolo y haciéndole cosas de las que se arrepentía.

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Ya pasada una semana el rubio aún seguía en el barco, todo había pasado tan rápido con una rutina solitaria; las mañanas se quedaba en su habitación esperando a Meg con su desayuno, varias veces había hablado con ella, cosas sin sentido pero con ello aun sentía que estaba vivo, por las tardes salía a la cubierta principal donde veía el atardecer e intercambiaba palabras con los que se encontraban allí y regresaba a su habitación por las noches, las heridas ya sanadas casi en su totalidad figuraban como líneas blancas y algunas costras en su cuerpo.

El lunes siguiente fue informado por Meg que llegarían a su destino en tres días más y en ese momento fue que comenzó el caos.

Cuando Meg le pregunto si era un omega por un olor floral que desprendía al caminar ya que ella era un alfa, su estómago le jugo mal haciéndolo vomitar, el rubio lo dejo pasar debido al movimiento constante del barco, pero Meg intuía que era algo más.

Los mareos y arcadas comenzaron una noche antes de tocar tierra, debido a que pensaba que era por la comida comenzó a comer menos pero eso hizo que empeorara al punto de dejarlo inconsciente unos minutos pero no dijo nada, quizá se había enfermado con algo que comió en el barco.

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- Ya llegamos – grito infantilmente Meg – llegamos Woo – se lanzó al cuello de pelirrojo haciendo que este perdiera el equilibrio y cayeran – lo siento – dijo riendo -.

- No hay problema – contesto Woo restándole importancia -.

 Kise solo los miro, era obvio que se querían pero dejo de pensar en eso cuando una nueva arcada comenzó.

- ¿Te encuentras bien? – pregunto la chica – le hable a un doctor que te atenderá – dijo regalándole una sonrisa -.

- No necesito eso, gracias -.

- Aun así, yo si necesito los estudios – hablo finalizando la conversación -.

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- Los estudios que se realizaron por la mañana dieron positivo – dijo el doctor mientras revisaba los estudios – felicidades, serás madre en siete meses -.

La noticia lo dejo en shock, si Meg no hubiera ido con el no sabría qué hubiera pasado, el doctor fue llamado por una emergencia y daba gracias a ello porque en cuanto salió del consultorio lagrimas comenzaron a brotar de sus ojos y el ser consolado por Meg hizo que fueran más intensas.

Ahora daría a luz al hijo de un desgraciado, no sabía cómo lo sacaría adelante pero no lo abortaría, era su hijo, su sangre, ya vería como se las arreglaría.

- ¿No lo sabias? – pregunto Meg minutos después – a pesar de que el primero que se entera es el padre yo lo intuí – dijo acomodando un mechón detrás de su oreja -.

- No, no tenía idea, yo pensaba que las arcadas y mareos eran debido a la comida o el movimiento del barco más nunca de un bebe – contesto bajando la cabeza -.

- Esto cambia un poco el asunto, pero aun así tendrás que ir con ellos – agrego acariciando la cabeza del rubio -.

A pesar de lo deprimido que se encontraba, Meg acababa de mencionar algo muy importante - ¿A dónde se supone que tengo que ir? – ahora se encontraba a la defensiva, ¿le querrán quitar a su hijo? ¿lo matarían en ese lugar? Muchas preguntas se formulaban en su cabeza y sin respuesta hacían que todo a su alrededor se volviera contra de él.

- Tu estas aquí porque serás de otras personas – dijo lentamente esperando no alarmarlo más – arregle un acuerdo con una familia rica, ellos te darán empleo solo tengo que hablar lo del bebe y listo, para lo que te necesitan les servirá hasta que estés embarazado –

- No, no me puedes hacer esto – dijo comenzando a llorar – mi hijo, podrían quitármelo, ¡Por favor! No les digas nada del bebe, te lo pido por favor – pidió desesperado -.

Meg no era una mala persona, el veía que el chico estaba desesperado e intentaría ayudarle, aunque sea un poco, ya había pasado por mucho.

- Esta bien, pero por favor tranquilízate – dijo intentando calmarlo – tendré que modificar los resultados del examen, la familia a la que iras no sabrá que estas embarazado, pero por favor cálmate -.

Kise respiro, había algo en el aire, sintió lo mismo una vez, cuando aún era esclavo de Aomine-san, era paz, tranquilidad; no sabía cómo describirlo, pero era como entrar en una bañera y sentir tu cuerpo relajarse en el fondo. Los alfas poseían ese don de tranquilizar a los omegas con tan solo decirlo. Y así lo hizo, se tranquilizó, Meg le ayudaría a que estuviera con su hijo mientras planeaba que hacer después.

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Tres días posteriores a su llegada se reunieron con una persona que alegaba ser vicepresidente de una empresa en Tokio, no escucho mucho y tenia la esperanza de que saliendo de allí Meg le daría un resumen de lo hablado.

- Los resultados se encuentran en este sobre, si quieres los puedes ver con calma, aunque no encontraras anormalidad alguna – hablo Meg con seguridad, Kise solo pudo bajar la mirada –.

- Perfecto, mi sobrino estará encantado, se de buena fuente que es un marica y con este regalo lo mantendré donde lo quiera – dijo riendo – Te creeré Meg, siempre confió en ti, sé que nunca me traicionaras.

- Si señor, el día de hoy tengo que hablar con el – dijo mientras señalaba al rubio – mañana podrá ir a su nueva casa -.

- Esta bien, mañana mismo regreso y tendrá que ir conmigo, iremos a ver a mi estúpido sobrino – hablo dirigiéndose al rubio -.

- Hasta mañana – dijo Meg mientras hacia una reverencia -.

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De vuelta en el barco hablamos sobre la familia a la que tendría que servir, Meg me dijo que sin importar podía confiar con ella y me dio su celular por si quería hablar con ella.

Toque mi vientre sabiendo que la criatura que llevaba dentro no me podía sentir ni escuchar, pero aun así me acaricie con la punta de los dedos, imaginándome como seria el niño o niña que se iba formando dentro de él.

Aceptando mi destino caí en los brazos de Morfeo imaginando un mundo diferente al que me tocó vivir.

Notas finales:

Saludos. 


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