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The One That Gone Away por Drarko

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Summer after high school, when we first met
We made out in your Mustang to Radiohead
And on my 18th birthday we got twins tattoos

- The One That Gone Away -

-¡Minna!- el azabache saludó con una mano a varias personas sentadas en una de las mesas de la cafetería, mientras se dirigía a la caja para pedir su comida, acompañado del peliverde. -Son mis amigos, te los presentaré- comentó, observando las distintas comidas en exhibición que allí se encontraban.

El mayor se encogió de hombros, no le gustaba ser sociable, pero había aceptado pagarle la comida al azabache y al menos eso haría. Su expresión se volvió de total sorpresa al ver cómo el moreno iba eligiendo muchos de los platillos que allí estaban, poniéndolos en la bandeja de plástico, que cada vez se iba llenando más y más, para luego fruncir ligeramente el ceño -Tsk, ¿qué tanto comes?- preguntó, mientras él tomaba una bandeja y sólo colocaba unos onigiris en ella, junto con un zumo de naranja. -No pagaré por todo eso- aclaró al momento de abonar la comida.

El menor apoyó la bandeja en el exhibidor, girándose para observar al contrario a los ojos -Nee, lo siento Zoro- se disculpó agachando la mirada y rascándose la nuca -Hoy tengo bastante apetito, te lo devolveré, lo prometo- se excusó, levantando la cabeza para volver a mirar al peliverde con una sonrisa nerviosa.

El más alto bien podía negarse y salir de aquel lugar sin decir más, pero algo se lo impidió, no sabía bien qué era, pero aquella sonrisa, junto con la actitud del moreno le hacían imposible negarse a su petición, algo raro en su persona, aunque su orgullo le impedía aceptar tal situación -Tsk, que va...- el mayor se adelantó y sacó su cartera para pagar ambas comidas, dándole una palmadita en la espalda al moreno, una vez que tomó su bandeja -Descuida, no es nada- comentó encogiéndose de hombros.

Una gran sonrisa se dibujó en el rostro del azabache, volteando la mirada hacia el más alto -¡Gracias! Shishishishi- dijo acompañado de algunas carcajadas. El gesto fue algo infantil a consideración del espadachín, pero logró arrancarle una leve sonrisa, que no pasó desapercibida por su acompañante.

-¡Luffy! ¿Encontraste otra pobre alma que te invite la comida?- dijo en voz alta y con un notorio tono burlesco, una joven pelinaranja, mientras ambos se iban acercando a la mesa.

-¡Oe, Luffy!- un rubio que se encontraba de espaldas, se giró para observarlos a ambos, al escuchar las palabras de Nami. -Te di tu almuerzo hoy a la mañana ¿todavía tienes hambre?- preguntó ligeramente molestó, y dedicando una mirada de pocos amigos al acompañante del azabache.

-Lo siento, Sanji, derramé mi almuerzo sin quererlo- se excusó el aludido, mientras ambos recién llegados tomaban asiento en los últimos lugares libres, uno frente a otro. -Bueno chicos, el es Zoro- presentó ante los demás al peliverde, quien observó detenidamente a los otros cinco integrantes de esa mesa.

Nami, la chica pelinaranja, había insistido en cobrarle al espadachín por el uso de la mesa, hasta que fue convencida de que debía darle al menos una vez de prueba por la otra joven del grupo, una pelinegra que le resultó ciertamente misteriosa. Usopp se llamaba el joven de nariz larga que estaba sentado frente a Robin. El rubio sólo había hecho un comentario de mal gusto sobre su cabello, y por lo dicho por el moreno debía de ser el tal Sanji.

El peliverde se dedicó a comer su comida, sin esperar mucha interacción con los demás comensales, más allá de aquella breve presentación, sin embargo, no pudo evitar alzar su vista al frente al notar como el azabache devoraba su comida con una velocidad peculiar. La gran cantidad de cosas que había cargado en su bandeja estaba desapareciendo en forma constante, por lo cual alzó una ceja sorprendido. -Luffy-san siempre tiene un apetito voraz, Zoro-san- habló la pelinegra, sonriendo ligeramente. El aludido se limitó a asentir, volviendo la vista a su comida.

-Ahhh, que bueno- soltó de pronto Luffy, junto un suspiro mientras acariciaba ligeramente su estómago. -Gracias por la comida, Zoro- agradeció con una sonrisa, observando como el peliverde terminaba su último onigiri y alzaba la vista para fijarla en la suya, ante lo cual simplemente amplió la sonrisa que adornaba su rostro, cerrando sus ojos por unos segundos.

-Oi, Luffy- el nariz larga llamó la atención del moreno -Brook toca en una fiesta privada hoy a la noche, nos pidió que vayamos a ayudarle- comentó, para luego emocionarse ligeramente -Es en una mansión, seguro será fenomenal- agregó cerrando los puños y golpeando ligeramente la mesa -Y el gran Usopp-sama se encargará de que todo marche sin problemas- el peliverde alzó una ceja ante ello, pero vio rápidamente como todos ignoraban esa reacción del joven, por lo que se encogió ligeramente de hombros.

-¡¿Una fiesta en una mansión?!- exclamó de inmediato, visiblemente emocionado, el joven moreno, sus ojos brillaban y una gran sonrisa se dibujó en su rostro -¡SUGEEEE! Hace mucho que no tenemos de esas fiestas, será divertido shishishishi- comentó riendo ligeramente.

-Ya lo creo- agregó la pelinaranja también emocionada, aunque en forma más moderada -En una mansión así seguro haremos mucho dinero- concluyó, con sus ojos brillosos ante la mención de aquella palabra -Como siempre, nos pasaran a buscar en el Bronze- explicó con simpleza.

El peliverde se sentía fuera de lugar allí, evidentemente las fiestas no eran lo suyo, no le interesaba socializar con otras personas, ni mucho menos con miles de ellas. La música fuerte no era de su agrado, quizás sólo podría rescatar el alcohol de este tipo de eventos. Tomaba aquel líquido embriagante desde hacía unos años, siempre que podía conseguir, y realmente lo disfrutaba. Hizo el ademán de levantarse para salir de allí, gesto que se vio interrumpido por el sonido que anunciaba el fin del almuerzo y el comienzo de las clases vespertinas.

Observó como todos se despedían, inclusive de él, salvo el moreno, quien todavía tomaba su jugo, jugando con el sorbete, distraído. -Habrá que volver a clases- comentó desganado, no era bueno para comenzar una despedida, pero sintió que no podía irse sin más.

El menor simplemente se encogió de hombros, despreocupado, mientras seguía tomando su jugo, sólo alzando la vista al terminarlo. -Me saltaré las clases de la tarde- comentó, recostándose sobre la silla y llevando ambos brazos detrás de su cabeza, manteniendo esta posición durante varios segundos. -Nee, Zoro- se acercó hacia la mesa, apoyando sus codos y luego sosteniendo su cabeza entre sus manos -¿Por qué no me acompañas?- preguntó con un tono inocente, y una sonrisa, guiñándole un ojo al contrario en señal de complicidad.

El peliverde se quedó estupefacto durante un momento, no se esperaba aquello, y sin duda era algo que lo sacaba de su zona de confort, no sabía cómo responderle, y que lo mirara fijamente no ayudaba en nada, sólo atinó a decir lo primero que cruzó por su mente. -Pe-pero nos pueden descubrir- habló algo nervioso, para luego reprenderse mentalmente al darse cuenta de lo que había dicho. El mayor no era el ejemplo de alumno modelo, pero sin dudas no se saltaba las clases, sin embargo, lo primero que salió de su boca no fue negarse, se preguntaba qué pasaba con él.

La sonrisa del moreno se amplió en cuanto escuchó las palabras de su acompañante, tomando un gesto divertido al notar que no se había negado, pero que tenía un ligero nerviosismo. -No te preocupes- mencionó como restándole importancia al asunto -Iremos a donde me encontraste hoy, arriba de los árboles estamos seguros- dijo con un tono firme, poniéndose de pie y encaminándose hacia la salida, esperando que su nuevo amigo lo siguiese.

El espadachín seguía en su lugar, sin saber cómo reaccionar, hasta que el moreno lo miró de reojo, animándolo a seguirle. Se puso de pie y caminó hasta salir de la cafetería junto con el azabache, aún preguntándose qué estaba haciendo. Reprimió aquel sentimiento de duda, dejándose llevar por la situación, mientras comenzaba a caminar hacia el lugar donde se había topado con el menor por primera vez. Sin embargo sintió un jalón en su brazo que lo obligó a cambiar de dirección -Es por aquí- escuchó decir al pelinegro.

Al llegar Luffy trepó rápidamente a uno de los árboles, sentándose en una de las ramas, cerca del borde, para permitirle al peliverde quedar a su lado, el cual también subió con agilidad tomando su lugar. Se quedó sin decir mucho, era un hombre de pocas palabras, sólo observaba como unos pocos rayos de sol se filtraban por la frondosa copa, dando una sensación de ligereza e intimidad. Sintió como la rama se movía, y observó al moreno tomar una posición más cómoda, recostándose contra otra de las ramas cercanas -Oye, ten cuidado, podrías caerte- advirtió seriamente.

Unas cuantas carcajadas se dejaron escuchar, saliendo de la boca del moreno -No te preocupes, ya me he caído bastante- comentó despreocupado el azabache, girando la cabeza para dedicarle una sonrisa.

-Bueno, así terminas perdiendo tu almuerzo sobre otras personas- se atrevió a bromear el peliverde, algo no muy común en él, soltando una ligera risa. El moreno respondió con unas carcajadas más intensas, realmente alegre al escuchar aquella pequeña broma de parte del más alto.

-Nee, Zoro. ¿De dónde eres? No te he visto antes por el campus- Luffy comenzó de esa manera la conversación, que se extendió durante toda la tarde. El peliverde era una persona reservada, pero poco a poco se fue abriendo ante el chico con la cicatriz en el ojo, había algo en él que hacía que Zoro no pudiera más que responder sus preguntas y de vez en cuando, preguntar algo. No podía negar que la charla fue la más amena que había tenido en toda su vida, aunque le dejaba una sensación rara, ese chico estaba desmontando, sin quererlo, los muros que había formado alrededor de sí mismo, y no era algo que le agradara, aunque reprimía aquella señal de alerta que estaba en su mente.

Ambos jóvenes, en el último semestre de aquella preparatoria en las afueras de New York, se dieron la oportunidad de conocerse el uno al otro. Bajaron del árbol en el que se encontraban para la hora del regreso a sus hogares. -La pasé muy bien contigo Zoro- comentó el azabache, con aquella sonrisa que el peliverde había aprendido a descifrar aquella tarde -Ven al Bronze esta noche, ¿quieres?- pidió mirando a su acompañante a los ojos.

Y allí estaba, por enésima vez ese día, tal trampa mortal para el mayor, esa sonrisa expectante a la que no podía negarse. Tragó saliva antes de contestar, acallando todas las señales de su inconsciente que esperaba se negase -Claro Luffy, allí estaré- respondió con una breve sonrisa, antes de retirarse del lugar.

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El Bronze, un antro del mundo underground en pleno Manhattan, era el lugar frecuentado por Luffy y sus amigos. Pasaban allí prácticamente todas las noches, por lo que tenían su lugar reservado dentro, un pequeño rincón con asientos acolchonados y una pequeña mesita. Era el punto de reunión para estos jóvenes con aspiraciones artísticas, que esperaban llevar una vida bohemia luego de salir de preparatoria, para lo cual faltaba poco. Todo aquello era posible gracias a Brook, un músico localmente reconocido, que se había hecho amigo del azabache, y había comenzado a invitarlos a sus funciones allí. Con el tiempo, participaron como parte de la banda en múltiples ocasiones, y siempre que el hombre afro, como ellos lo llamaban, tenía alguna fiesta privada, eran invitados especiales. Los Mugiwara, era el nombre que se había puesto al grupo de amigos, en referencia al sombrero de paja que Luffy solía usar cuando no estaba en el instituto. 

Allí iban llegando, poco a poco, cada uno de los jóvenes. El alcohol había comenzado a correr desde temprano, como era costumbre para ellos. -Oe, Sanji, ven aquí y dame un poco- dijo Luffy al ver como el rubio prendía un porro y le daba una honda calada sentado frente a él.

El aludido sonrió, levantándose de su asiento para luego acortar la distancia con el azabache, sentándose de lado en el regazo del menor, cruzando su mano por los hombros del moreno, para sostenerse, colocando aquel cigarrillo en el boca de Luffy. Este pasó su mano por la cintura del rubio, mientras, daba una calada al mismo, aspirando para luego soltar el humo lentamente, tumbando su cabeza hacia atrás.  

-Tsk, que demonios...- al ingresar al lugar, el peliverde sólo atinó a quedarse inmóvil durante unos segundos, aquel ambiente no era de su agrado, pero ya estaba allí. Soltó un suspiro, buscando con la mirada al joven causante de su presencia en ese antro. Vestía un pantalón de mezclilla, una camisa celeste y una chaqueta de cuero, era el único atuendo que pudo formar con su acotado guardarropas. Sus dudas aún persistían, y desde que se despidió del moreno, no paraba de preguntarse qué lo llevaba a comportarse de esa forma.

Sacando al rubio de su regazo, Luffy se puso de pie, acomodándose el sombrero en su cabeza, había visto ingresar al espadachín, y la actitud dudosa que llevaba consigo. Encaminándose a través de la pista, la gente le iba abriendo paso, pues la banda era famosa por buscapleitos si algo los molestaba. -¡Zoro!- llamó al susodicho, cuando se encontró a pocos pasos del mismo -Si viniste- comentó sonriendo, terminando por quedar frente a él.

La mención de su nombre, sacó al aludido de su estado ensimismado, logrando que alzara la vista para ver al moreno llegar. Un leve gesto de asombro se dibujó en su rostro al observarlo, pues la primera impresión que le daba, no se parecía en nada al chico de hoy a la tarde. Luffy vestía un pantalón de cuero, una camisa ajustada, con las mangas arrancadas a la altura de los brazos, dejando observar su desarrollada musculatura, aquel peculiar sombrero de paja y esa sonrisa. Una que Zoro no recordaba haber visto durante esa tarde y ciertamente le resultaba desconcertante no poder descifrarla. -Luffy- se limitó a saludar al contrario, comenzando a seguirle en cuanto el moreno empezó a volver sobre sus pasos. Veía, aún asombrado, aunque ya no lo demostrara, como ese joven se iba abriendo paso a través de la pista, con una aura de autoridad cual si fuera el dueño del lugar. 

-¿Has invitado a ese marimo imbécil?- espetó el rubio, al ver llegar al moreno con su acompañante -Si hasta parece un mojigato- agregó observando al peliverde. 

-¿A quién llamas marimo, cejas de diana?- la respuesta del joven recién llegado no se hizo esperar, pues aquella actitud, y sobre todo las palabras del rubio, le habían molestado. Tomó al susodicho por el cuello de la camisa, obligándolo a levantarse y quedando frente a él a pocos centímetros.

-Al único idiota que veo por aquí- se limitó a responder el rubio, mientras se soltaba del agarre del contrario, terminando por echarle el humo en su cara. -Voy por unos tragos- comentó al resto de los presentes, para luego encaminarse a la barra, sin dejar que el peliverde pudiera responderle.

Aquello era el colmo, pensaba Zoro, aún con sus dudas y ese ambiente, tenía que soportar aquel trato de parte de ese don nadie. Estuvo a punto de golpearle, pero se contuvo, a fin de cuentas, estaba allí por el azabache, y no iba a arruinarle la noche. Tomó asiento, a un lado del moreno, observando curioso como la pelinegra que había conocido al mediodía, se movía para hacerle espacio allí. Un joven peliceleste, que no había conocido anteriormente, le pasó una botella de cerveza, la cual aceptó, para luego presentarse a sí mismo como Franky.

La charla fue amena, quizás más que al mediodía, o sólo era la sensación que al peliverde le provocaba el alcohol. Luego de un rato, dos personas más se acercaron al grupo. Un niñato de 16 años, según su opinión, que se llamaba Chopper, y el cantante que los había invitado a aquella fiesta, un universitario de 25 años, "Soul King" Brook. Luego de la debida presentación con el peliverde, el grupo salió del lugar por una de las puertas de servicio, hacia un pequeño callejón donde estaba estacionada una Van. Luffy se apresuró a tomar el asiento del copiloto, mientras el músico tomaba el volante. El resto subió en la parte trasera, junto con los instrumentos que ya estaban allí acomodados. El peliverde simplemente tomó asiento en un rincón, sobre una pequeña caja que había allí.

-Zoro-san- el más joven del grupo llamó su atención durante el viaje -¿Tocas algún instrumento?- preguntó con cierta duda, pues la mirada que el más alto le dedicó en su momento lo había intimidado. El peliverde simplemente negó, para luego mirar hacia la parte delantera, observando lo poco que podía del camino, sin prestar mayor atención a los demás presentes. Si miraba al moreno, quien ahora durante el trayecto, volvía a mostrar su actitud jovial e infantil. Aquello le resultaba sumamente interesante, sin lugar a dudas y a pesar de haberse asombrado en su momento, le agradaban ambas facetas del menor.

-¡SUGEEEEEEEEE!- el exagerado grito del azabache atrajo la atención de todos, que se acercaron para mirar al frente, viendo como se presentaba ante ellos una gigantesca mansión, sacada de una película de millonarios. Unos amplios jardines se extendían a ambos lados de una pequeña calle que dirigía hacia la entrada principal, la cual estaba repleta de vehículos estacionados. Les permitieron el paso y los sirvientes del lugar los condujeron hacia el patio trasero, mucho más grande que los jardines frontales, donde se podía ver una multitud de jóvenes, bailando y tomando libremente alcohol y otras sustancias. El espacio reservado para el escenario estaba elevado unos metros, y se ubicaba en el centro del lugar.

Se ocuparon rápidamente, con la ayuda del peliverde incluida por pedido del azabache, en montar todos los instrumentos, siguiendo las indicaciones de Chopper, quien era el encargado de este tipo de trabajos. Dispusieron los instrumentos en círculos, dejando a Brook en el centro, para que hubiera una buena visibilidad desde cualquier lugar de la fiesta.

El grupo estaba reunido en una de las tantas habitaciones del interior de la mansión, decidiendo el contenido del espectáculo. Además, debían ocupar los puestos de cada uno. Brook en la voz, Luffy en la batería y Sanji en el teclado eran los fijos, pero la guitarra y el bajo iban rotando en cada show. Franky y Robin fueron los afortunados en esta ocasión. El peliverde observaba la discusión sin participar en ella, simplemente se dedicó a sentarse en uno de los sillones, recostándose despreocupado. Luego de unos minutos, los músicos salieron, acompañados por Chopper, para dar comienzo al espectáculo. -¿Qué se supone que hacen ustedes?- preguntó al joven de nariz larga al ver que comenzaba a ponerse de pie junto con la muchacha pelinaranja.

-Somos los gruppies, vamos- bromeó Nami, al escuchar la pregunta del nuevo integrante, algo le decía que la presencia del peliverde sería recurrente. Ante el comentario, el espadachín simplemente frunció su ceño, acompañando a ambos a jóvenes por inercia.

-¡Jóvenes! Con ustedes, Soul King y los Mugiwara- anunció el pequeño Chopper tomando el micrófono, para luego dar paso a la banda, saliendo a un lado del escenario, donde estaban los demás. -¡Yohoho! Bienvenidos- fue el saludo del cantante, para luego dar inmediato comienzo al espectáculo.

Los gritos del público no se hicieron esperar, y fiesta explotó en cuanto la banda comenzó a tocar. Eran populares, y lograban dar un show de buen nivel. Sin embargo, el peliverde no podía quitar sus ojos del moreno, su presencia en el escenario sin duda destacaba, y la agilidad con la que movía sus palillos era digna de halagos. Volvía a ver la actitud que encontró al llegar al antro, aquella que mostraba al azabache como un hombre listo para salir y enfrentar al mundo, preparado para lograr hasta lo imposible.

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Su cuerpo se movía al ritmo de la música, siguiendo los movimientos de la persona que tenía en frente. El peliverde no podía negar que se estaba divirtiendo en grande. Aquella pastilla que el moreno le entregó momentos antes, mientras lo veía tomar una similar, le había dado un gran subidón de energía. Dudó en un principio, sin embargo no tuvo mucho tiempo de reacción, porque era arrastrado por el azabache directo a la pista, terminando por ingerirla. 

Sentía que todas sus barreras habían caído, que podía mostrarse tal cual era con aquel joven, no sabía si era el efecto de aquella droga, pero ya no le importaba demasiado. Se dejaba guiar por el menor, imitando los movimientos del mismo, y ciertamente deleitándose de tenerlo bailando frente a sí, en ese estado podía admitir que el azabache había captado su atención por completo, y también le resultaba sumamente atractivo.

Estaba dispuesto a divertirse y bailar toda la noche, sin arrepentirse de ello,  comenzó a moverse más cerca del azabache, logrando que sus cuerpos terminaran por rozarse ligeramente, ante lo cual recibió una sonrisa de parte del menor. Si no había podido descifrar aquella en su momento, tampoco lo haría ahora, pero podía estar seguro que su corazón se detenía por momentos cuando el joven lo miraba a los ojos. Se sentía totalmente hipnotizado por ese chico con aquella curiosa cicatriz bajo el ojo.

-¡Vamos Zoro! ¡Canta!- lo animó el azabache mientras su boca se movía en sintonía con la canción que sonaba en el momento -... We can dance, until we die ... You and I, will be young for ever...- escuchó al moreno, y simplemente asintió, comenzado a cantar junto a él

You make me feel like I'm living a teenage dream
The way you turn me on, I can't sleep
Let's run away and don't ever look back
Don't ever look back

My heart stops when you look at me
Just one touch, now baby I believe
This is real, so take a chance
And don't ever look back, don't ever look back

Nuevamente el peliverde culpaba a los efectos del estupefaciente que había consumido, pero a medida que repetía aquellas palabras, se iba convenciendo de que eran reales. Si no hubiera conocido al azabache aquella tarde, nunca habría experimentado las múltiples sensaciones que este le hacía sentir. La tentación crecía cada vez más en su interior, no podía evitar desear esos labios que se mostraban cerca de su rostro, acompañados siempre por una sonrisa encantadora.

Zoro no pudo evitarlo por mucho más tiempo, y decidió atreverse a tomar ese primer paso, que lo acercó al azabache, para pasar sus brazos por el cuello del joven. Como respuesta, el moreno le dedicó una nueva sonrisa, mirándolo directamente a los ojos, al tiempo que pasaba sus manos por la cintura del más alto, atrayéndolo aún más a sí mismo, logrando que sus caderas se juntasen. -Luffy- susurró el peliverde, a centímetros de los labios ajenos.

-Zoro- el contrario devolvió aquel susurro, terminando por acortar la distancia que separaba sus bocas, enfrascándose ambos en un intenso beso.

 


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