10-El anillo
Por tradición dos cumpleaños se celebraban en el palacio en días consecutivos. El primero era el día del nacimiento. El cual era una reunión familiar del rey y sus hijos sin enviados protocolares ni nobles influyentes. Era la noche anterior a la fiesta y solo los más allegados tenían cabida, por tal razón además de la familia real se encontraba un invitado especial del cumpleañero.
Yukito fue invitado a quedarse en palacio hasta el día de la celebración oficial y a Touya se lo veía encantado con su presencia. Aunque seguía portándose algo engreído con su hermana en repetidas ocasiones Yukito le pidió que no fuera cruel y este atendiendo a su pedido calló lo cual era tan inusual en el atrevido príncipe que llamó la atención de quienes los rodeaban. El rey estaba complacido de que su hijo hubiera encontrado un amigo entrañable pues siempre le pareció triste que por ser quien era su hijo se mantuviera distante de los suyos.
Sakura no estaba del todo feliz porque si algo hacía su hermano era competir por la atención del peligris pero le agradaba que en su cumple su hermano pasara bien.
Después de una cena agradable en donde el rey regaló a su hijo un precioso y antiguo catalejo, cosa que encantó a su hijo amante de la navegación, el rey y su hija debieron retirarse. Él por su trabajo de la mañana temprano y la princesa porque tendría clases ese día.
¿Por qué mi hermano no tiene que ir?—preguntó ella algo enfurruñada pues ella debía asistir a clases.
Ya lo hemos discutido, Sakura—dijo el amable rey—Mañana es por su cumpleaños que no asistirá—
Y claro es el único que disfruta de ese privilegio—dijo la enfadada castaña.
Eso te pasa por nacer en vacaciones, monstruo—dijo algo enfadado su hermano.
¡Touya! ¡No seas malo con Sakura!—le dijo Yukito.
Es su culpa por enfurruñarse por semejante cosa—dijo el pelinegro.
Tú eres el hermano mayor, deberías actuar como un adulto no como un niño—dijo el ojicanela mientras los demás los miraban con los ojos como platos.
¿Has pasado bien Touya?—preguntó el chico de ojos canela mientras el príncipe iba por algo a una mesita dorada debajo de un elegante cuadro de la familia real de otros tiempos donde Sakura no estaba pero una mujer de largo cabello rubio si. La reina se veía delicada, hermosa y sostenía una mirada amable al que la mirara.
Toma esto—dijo el pelinegro alargando una cajita al otro que lo miró primero y luego a la cajita en su mano con curiosidad. Dentro encontró un precioso anillo sin joya pero labrado de un dorado color.
Mientras lo admiraba sintió la presencia del joven príncipe atrás de él y de pronto este le rodeó con sus brazos tomando el anillo con dos de sus dedos y mientras agarraba la mano del peligris con la otra empezó a introducir este en el dedo de su compañero.
Nervioso Yukito se sacudió la presencia de Touya y con mirada angustiada le dijo—Esto no está bien—
El otro se apresuró a agarrarlo de los hombros y decirle—Sé que es repentino y sé que por mis deberes no podría ser—luego acarició la mejilla del ojicanela con ternura—Pero no hay forma de que te aparte de mi lado. Pueden pasar los años pero no te dejaré ir—y después probó la dulzura del otro con su boca.