12-Regicida
Touya sentía que definitivamente no iba a dormirse hasta el día siguiente y normalmente no tendría problema con ello por ser un príncipe pero tampoco podía permitírselo porque sabía que al otro día le esperaban un montón de deberes protocolares.
Por el contrario a lo que su hermana pensaba ese día no lo pasaría panza arriba al sol sino que debería recibir con su padre a ciertos mandatarios y atender los deberes de vestuario y socialización que requería una fiesta de tal envergadura.
Es por eso que sentado en la mesa de su habitación decidió vagar un poco por palacio para calmar su ímpetu y es que la razón de no poder dormirse era clara. Yukito y lo ocurrido no dejaban su cabeza. Un poco de aire fresco le haría bien a su mente. Decidido a ir después por la leche caliente salió al balcón de su habitación. Contiguo al de su padre y hermana y ver la estrellada noche. Pensó en lo que todo chico en su situación pensaría mientras miraba la hermosa luna. Se preguntaba si desde su ventana su amor también la vería y estaba a punto de encerrarse de nuevo en la suya para luego ir por un sirviente que le trajera la bebida cuando un pequeño sonido atrajo su atención.
Era el sonido débil de una piedra pequeña al caer. Si se hubiera ido un momento antes no lo hubiera oído y pensó sin duda que no revestía importancia alguna ya que un animal como un pájaro o tal vez una rata podía haberlo ocasionado en su nocturno de venir cuando sus ojos captaron un sutil brillo que duró un milisegundo pero que fue suficiente para ponerlo en alerta.
Ya que era un brillo metálico.
Bajo el balcón de su padre.
El piso de dicho balcón ocultaba de la luz de la luna la figura que por la pared escalaba pero era más que obvio de lo que ahí se trataba. Ningún empleado escalaría la pared de noche para llevarle agua a su padre. Eso era seguro.
Y como siempre Touya decidió lanzarse de inmediato en pos de aquella persona con oscuras intenciones pues temía que si se tomaba el tiempo para lanzar la alarma todos llegarían demasiado tarde con su progenitor.
Así que saltó varios metros. La distancia que lo separaba de dicho balcón y justo se vio en el suelo en el momento en que la otra persona, un hombre que cubría su cara y cabello con tela de color verde opaco y negro, también tocaba el suelo del balcón con sus pies. Por un momento se lo quedó mirando y luego la alarma se convirtió en decisión en sus ojos pardos.
El de verde había desenvainado su espada para cuando Touya puso su mano en la empuñadura de la propia. Si el príncipe no hubiera sido una persona tan rápida el otro se hubiera colado dentro de la habitación antes de que llegara hasta él pero para su suerte y la de su dormido padre lo era.
Intentó cortar su cabeza desde el costado cuando llegó a su lado mientras este intentaba abrir las puertaventanas y para evitarlo este reculó dejando al heredero entre él y ellas. Touya entonces recordó dar la alarma y a voces se puso a alertar a todos de la presencia de un intruso.
¡Intruso! ¡Guardias! ¡Hay un intruso en el balcón de mi padre!—gritó y solo su padre dentro de la habitación y sus guardias próximos a la puerta pudieron escucharle. Por protocolo ambos irían con su padre y le sacarían a rastras si fuera necesario. Para alejarlo del peligro y en su camino a un lugar seguro buscarían la ayuda de sus camaradas para el heredero en el balcón.
Ya el regicida no contaba con el factor sorpresa.