16.La noche del espectáculo
Ya estaba todo en su apogeo, las mesas cuantiosamente servidas, las bebidas rondando sobre charolas de plata, copas de cristal muy fino. Invitados de todas partes hablando entre sí de cosas importantes y sin importancia mientras los brocados y la seda iluminaban el ambiente como las luces de las arañas doradas.
Mientras un príncipe impaciente esperaba ver la cara de su amado entre la multitud mientras recibía felicitaciones de duques extranjeros y condesas altaneras que en su presencia eran sumisas.
Uno de los invitados se le acercó con altiva actitud y el valet que acompañaba al príncipe para informarle de los personajes que se le acercaban dijo con tono serio—Alteza, esta persona es el rey de Miriades, Azula Zebián—
El rey tenía los ojos como su nombre, de un azul tan profundo que evocaba al negro, su cabellera era larga y de ese color y contrastaba con su piel blanca como la luna. Pero su aspecto no era delicado sino el de un monarca en toda regla, para sus adentros Touya tuvo que admitir que ese rey incluso lucía superior a su padre. Aunque eso no le hacía demostrar más que la deferencia necesaria.
Es un placer conocerle, joven príncipe. Es bueno saber que el heredero de un reino tan próspero ha llegado a la adultez sin problemas. Después de todo lo acaecido últimamente en su reino saber que el heredero ya puede ejercer debe ser algo que a su padre le alivie—dijo el ojos azules con una sonrisa que no pasaba de la formal cortesía.
No creo que haya problema con mi edad porque mi padre ha de prosperar por muchos años—dijo el pelicorto algo molesto con semejante insinuación.
Eso es evidente, si tiene personas como usted al lado—dijo el rey esquivando el problema con diplomacia.
Touya lo vio marchar con una rara sensación en el estómago. Esa persona le caía mal de alguna manera.
Mientras en otro salón la compañía que había venido a dar el espectáculo se preparaba en el escenario que la servidumbre había colocado para tal ocasión. Sobre el escenario ambos actores principales se miraban hoscamente mientras los demás ayudaban a prepararlo todo para tal evento.
Las butacas estaban colocadas espaciadamente. Rojo y dorados señorial en raso finísimo forraba espaldar y regazo de los finos muebles de caoba. La función estaba pensada para empezar la noche una vez todos los invitados hubieran llegado y luego de tomar sendos refrigerios. Luego de ella que no sería la versión entera sino una más bien recortada a dos horas con los actos principales claro para luego ir a cenar.
El vestido verde de raso y algodón se veía muy bien en ese ambiente, siquiera Romeo no deslucía cuando mucho aunque su actitud fuera de escena era lejos de una ubicada y serena pues tenía talante molesto todo el tiempo.
Sonriente se le acercó Julieta--¿Quieres dejar la cara de guanaco?—preguntó ella toda risas ante los invitados que estaban y pasaban por ahí pues el lugar no era cerrado—Los ilustres invitados se sentirán molestos con nosotros—dijo entre dientes mientras hacía una genuflexión y una inclinación de cabeza a un invitado que pasaba mientras meneaba un abanico frente a su cara.
Pues los ilustres invitados me importan muy poco—dijo el pelinegro tan molesto que ni él se aguantaba y lo peor es que no se entendía a si mismo.
Pues vas a tener que comportarte como se debe, idiota. ¿Entiendes?—preguntó Julieta con ambas manos en las caderas y bien enfrente de él.
Ver esos ojos azules tan de cerca hacía un raro efecto en el interior de Kurogane que intentaba serenarse sin lograrlo y de pronto una voz los sacó de su trifulca.
Veo que Julieta tiene su carácter—ambos actores miraron hacia donde provenía la voz, ante el escenario se encontraba un hombre de noble cuna al parecer, su lenguaje corporal era regio y su sonrisa estaba desprovista de alma aunque si algo cínica, percibió Fuko. El hombre tenía el cabello negro y largo y ojos punzantes. Este estaba rodeado de cuatro guardias al parecer pues vestían ropajes mas humildes y en sus cintos lucían largas espadas, mientras se sentaba en un asiento en la primera fila añadió—Será interesante ver esta obra—
Lo siento pero llevará un rato la preparación para…--empezó a decir el ojos rojos para informarle y que se fuera, no quería alguien quejándose por esperar, era lo que le faltaba pero se interrumpió al percibir que Fye estaba petrificado mirando al hombre.