5-El transferido
Este es su nuevo compañero. Por favor preséntate—dijo el profesor a la alumna de ojos marrones y cabello gris que se paraba ante la clase de la prestigiosa Academia Real de Hybiscus.
Mucho gusto conocerlos, mi nombre es Yukito Tsukishiro y les acompañaré en lo que queda del año. Mi padre es médico y vino a esta ciudad a trabajar por eso nos mudamos desde un poblado al este a esta altura del año. Espero nos llevemos bien—dijo el chico antes de inclinarse. Luego le indicaron su asiento y fue a sentarse a dos asientos de por medio con Touya quien le miraba atento.
Al joven príncipe Touya, heredero del trono, que estudiaba en esa clase para graduarse le pareció un chico común aunque atrajo indudablemente su atención porque era de apariencia tranquila, bondadosa e ingenua cosa que era difícil de ver en un chico de 17 años y se preguntó si de verdad lo sería a la vez que su apariencia física era delicada para ser un hombre. Se puso a conversar con sus amigos en el descanso entre materias, mientras algunas chicas y chicos se presentaban con él y el parecía algo tímido así que el pelinegro llevado por un impulso dijo a sus amigos que iba a saludar al nuevo.
¡Su alteza!—saltaron los que rodeaban al recién llegado.
¿Su alteza?—preguntó el nuevo con cara extrañada.
Eres nuevo por lo que no debes estar informado y es aceptable pero debes saber que yo soy el príncipe Touya y por eso se me llama alteza—le dijo el ojinegro estudiando sus gestos.
El otro abrió los ojos con estupor y casi saltando de su asiento hizo una reverencia. Disculpe su alteza no sabía que el príncipe estudiaba aquí. Es un placer ser su compañero de clase—dijo el muchacho inclinado de tal forma que no se le veía la cara.
Ya deja de inclinarte—dijo algo incómodo el pelinegro pues no le gustaban demasiado las formalidades fuera del palacio. Eso de estar todo protocolar con toda la gente todo el tiempo le crispaba. Suficiente tenía con sus obligaciones en palacio--¡Aquí puedes tratarme como un compañero más! Solo no me puedes insultar o agredir—le advirtió, no por miedo sino más bien como un chiste interno porque no imaginaba a ese escuálido chico tratando de agredirlo a él, el mejor espadachín del reino.
¡No se me ocurriría tal cosa!—contestó el otro mientras todos alrededor sonreían sabiendo que el chico no tenía oportunidad contra el príncipe.
Fue una sorpresa la hora del almuerzo. Tanto por seguridad como por comodidad el príncipe y sus amigos comían en la cafetería con todos los demás es por ello que estaba comiendo allí cuando se empezó a escuchar algo de alboroto proveniente de una mesa y al ver para allí vieron mas gente congregada alrededor de esta.
Llevado por su curiosidad el príncipe se levantó de la suya y fue a investigar que sucedía y cual no fue su sorpresa cuando vio que el centro de la atención general era el nuevo alumno. ¿Y por que era eso? Porque en su lugar de la mesa había comida como para cuatro personas. Dos platos de ensalada de papas y dos piernas de pollo con salsa barbacoa más un plato de una carbonara espesa. Un chico le preguntó al ojimarrón si en verdad pensaba comer todo eso y este lo miró algo sorprendido ante la atención recibida.
Pues si—respondió simplemente mientras empezaba a comer. Todos se fueron de nuevo a sus lugares asombrados y también con ciertas intrigas internas porque el tiempo para comer era restringido.
Fue una sorpresa general descubrir que el peligris en verdad se había comido los tres platos por entero para cuando terminó la media hora de la comida y desde entonces todos lo miraban con caras fascinadas y casi temerosas. Alguien lo llamó “Estómago de acero” sobrenombre que se propagó como el fuego en toda la Academia Real de Hybiscus.