6-El asesino
La noche lo cubría todo en la capital del reino de Hybiscus con el mismo nombre. En esas horas de la noche el ministro de defensa real regresaba a su casa custodiado por varios guardias. En las lindes de su grandiosa propiedad se hallaban hermosos abetos que superaban por mucho la estatura de los impresionantes muros de su mansión dando a la propiedad la apariencia de la residencia de un príncipe. Nadie se percató de la presencia de un intruso todo el rato que este estuvo esperando en una de las ramas de uno de los frondosos árboles.
Cuando el noble bajó de su carruaje para dirigirse a las escalinatas de su mansión solo bordeada por la luz de la luna pues era un hombre mayor que vivía solo con la presencia de su seguridad y los miembros de su servicio doméstico al no tener familiares que vivieran en la ciudad con él, no adivinaba que su vida llegaría a su fin en manos de un asesino entrenado para arrebatarle la vida a aquellos que estorbaran en el camino de cierto objetivo.
Esa noche desde los árboles un rifle fue disparado con gran precisión dando en la cabeza del calvo mencionado que cayó fulminado en el acto. Por más que se buscó al culpable de tal indigno acto no se lo encontró. Todo fue tratado como un acto personal hasta que dos días después el ministro de comercio del rey fue asesinado casi de la misma forma y se tomaron recaudos con todos los altos mandatarios.
La idea de que un asesino se había infiltrado en la ciudad para arrebatar las vidas de aquellos que gobernaban el reino fue rápidamente esparciéndose como en voz baja hasta que luego de eso el ministro del tesoro fue asesinado dentro de su casa mientras leía y su esposa e hijas conversaban en otra habitación.
El pasmoso susto descontroló a la nación entera socavando la tranquilidad tanto de ciudadanos como de la realeza y su gobierno. Redadas e investigaciones, que no dieron ningún fruto, se llevaron a cabo de inmediato.
Mientras el miedo ascendía también lo hacía el descontento. Altos mandatarios comenzaron a renunciar a sus puestos de confianza por miedo en convertirse en objetivos.
Y mientras eso pasaba en la Academia Real los estudiantes empezaban a desaparecer misteriosamente.
Aunque no era nada misteriosa la razón en realidad y menos para el joven heredero que vio su popularidad mermar al creer sus compañeros que podía llegar a ser víctima de algún intento de asesinato por lo que varios se alejaron permaneciendo otros y entre los cuales se contaba al recién llegado Yukito Tsukishiro que hizo una inesperada profunda amistad con el príncipe quien le hallaba simpático y agradable. Tanto por su torpeza, como por su inocencia y su gula, la que le parecía algo en verdad divertido y adorable. Tal vez porque él tenía que matarse a ejercicio para no engordar comiendo como comía y porque el otro comiendo como lo hacía no engordaba un gramo.
A veces le decía—No sé como lo haces—y el otro simplemente sonreía.