7-Raro e inusual es como pienso en ti
Al parecer además de la comida y la literatura al joven Yukito no le interesaba mucho nada por lo que atraía la atención del joven y enérgico príncipe que, tal vez por alejar sus pensamientos de la situación en palacio, gastaba sus energías intentando integrar al peligris en los deportes en los que él destacaba. Descubrió muy pronto que la condición física de su amigo estaba muy por debajo de lo normal y le echó la culpa a la clase de vida que llevaba. Por lo que decidió entrenarlo y cada mañana muy temprano hacía que un carruaje fuera a buscarlo a su casa para llevarlo a palacio a entrenar con él.
Después de correr 45 minutos Touya, diez Yukito y con esfuerzo, tomaban una ducha y se dirigían a la academia. Yukito le contó una vez al príncipe que era un estudiante becado por sus conocimientos en literatura y ciencias y que estaba preocupado por sus notas pues por el cansancio su cabeza quedaba algo abotagada. No se estaba quejando le advirtió pero quería que supiera las preocupaciones que hacían que no diera el cien por cien en sus carreras con el ojos negros, quien entonces tuvo un poquito más de respeto por el ojos canela.
Por el tiempo en que todo se calmó un poco en palacio pues se extremaron mucho las precauciones y se mandó refuerzos a las guardias de los distintos ministros y jefes de gobierno provinciales, por precaución, la amistad de Yukito y Touya se acrecentó mientras los sentimientos del príncipe se fueron intensificando sin saber del todo la razón. Aunque la apariencia desvalida y gentil de su compañero ayudaba mucho a exacerbar el proteccionismo del heredero quien solo sentía algo así por dos personas en particular.
¿Y bien? ¿Hoy no invitaste a Tsukishiro a desayunar?—preguntó su alegre hermana evidentemente interesada y es que a sus quince años el joven reservado y a la vez alegre le encantaba y lo demostraba sin tapaderas.
No. Tenemos los exámenes finales muy pronto y quiere estudiar. Si lo canso demasiado podría perderlos—dijo el pelinegro.
Es muy considerado de tu parte—dijo el rey aprobatoriamente mientras untaba mermelada en un panquecito con ademanes sencillos y elegantes. Estaban sentados en una mesa que no era la de banquetes sino una mas sencilla para cuatro personas pero solo tres se afincaban ahí. La joven reina había muerto quince años antes al dar a luz a su hija.
Eso es muy raro—dijo la joven.
El otro la miró de lado con cara algo ofendida—¿Insinúas que no soy considerado con la gente?—preguntó.
No—respondió ella y el calmó sus ansias de pelea mientras su padre sentía alivio antes de que ella agregara—No lo eres—
¿Cómo dices monstruo?—preguntó enojado el príncipe.
¡Papá, me dijo monstruo!—se quejó Sakura.
¡Tú no puedes quejarte! Eres la que empezó—apuntó sensatamente su hermano pero con mucho encono.
Pero… pero es verdad. Tú nunca te has preocupado por lo que tengan que hacer los otros si quieres algo. ¿Por qué Tsukishiro es tan especial?—preguntó la joven princesa al parecer algo contrariada en que su hermano le mostrara mas deferencia a Yukito que a ella misma.
Touya iba a contestar cuando su padre pidió calma y ambos le obedecieron porque aparte de ser su amado padre era también su rey. Pero esa pregunta al rato de ser hecha volvía a rondar la mente del pelinegro que por primera vez notó que su trato con su amigo era más especial que el que llevaba con cualquiera. Incluso que con su hermana y esa noche mientras trataba de estudiar esa pregunta quedó en su mente.
Al otro día su padre le preguntó mientras desayunaban los tres--¿Y le invitarás a tu cumpleaños?—
Era una gala muy especial. El joven heredero cumplía la mayoría de edad y eso para cualquier reino era motivo de festejo. Muchísimos mandatarios de otros reinos con sus correspondientes reyes vendrían y también princesas ansiosas de desposarse con el famosamente apuesto príncipe de Hybiscus.