9 Aún no lo sé
Los dos días siguientes Yukito evadió a Touya por todo medio posible y el otro lo notó. Intranquilo pensando que su accionar lo había llevado a perderlo como amigo y ni que se diga de algo más el príncipe decidió tenderle una emboscada para hablar y es así como de nuevo Tsukishiro se vio arrastrado al desierto salón de música.
Sé que estás molesto pero creo que debemos hablar—dijo el pelinegro y el de ojos pardos desvió la vista. Abrazaba unos libros por el pecho, mismos que había ido a buscar para una de las clases.
Tenemos que irnos, la clase…--dijo el peligris.
Una mano se posó en su barbilla y lo obligó a mirar a la otra persona mientras esta lo miraba desde cerca e interrumpió lo que decía--¿No me oíste?—
Yukito tragó salida y se alejó desviando otra vez la vista—Tengo que decirte esto mientras tengo el valor. No pretendía asustarte el otro día y menos que te alejaras de forma tan intempestiva. Si bien sé que es difícil de digerir traté de ser sincero...—iba a continuar con lo que decía pero el oír la voz del otro le hizo callar.
Yo… yo no estoy asustado—dijo Tsukishiro de manera insegura.
¿No lo estás?—preguntó el príncipe impresionado.
Caterina iba con sus amigas buscando a su príncipe azul.
¿Estás segura de esto?—preguntó una de sus compañeras.
¿Acaso no te lo dije? Yo seré princesa cueste lo que cueste—dijo la otra y entonces pasaban frente al salón de música donde dos pequeñas ventanas estaban insertadas en su puerta de dos hojas y por las que, claramente, ella pudo ver al príncipe de sus sueños con ese tipo que nunca se le despegaba, el transferido, y la actitud de ambos hizo que se activara tanto su curiosidad como la del grupo que la acompañaba.
Muy despacio se acercaron y con mucha habilidad la rubia abrió un poco la puerta para escuchar de lo que hablaban ellos.
Yo… no sé lo que me pasa… pero… no estoy asustado—dijo el ojicanela poniendo una esperanza aguda en el corazón del pelinegro que intentó llegar a él con su mano pero el otro retrocedió antes de que esta llegara, sin mirarlo—No estoy asustado pero… aún no sé lo que siento—añadió después para sin saberlo dejar de boca abierta a las cuatro chicas que los escuchaban.
Puedo entenderlo. Puedo esperar el tiempo que necesites. Solo quiero comprobar una cosa—dijo el de ojos chocolate.
¿Una cosa?—preguntó Tsukishiro levantando su cabeza un instante antes de ser besado.
Los labios de Yukito recibieron con sorpresa mas no resistencia los labios del próximo rey de Hybiscus mientras este rodeaba el torso del peligris con sus brazos. Ambos rememoraron su primer beso mientras de nuevo efectuaban ese acto y ahora sin saberlo con un público muy atento, una de las cuales trincaba sus dientes después de pasar por el desconcierto, de sus ojos salían pequeñas lágrimas de furia mientras las amigas de ella seguían pegadas a los cristales de las puertas sin poder entender lo que sus ojos veían.
¡Esta me las pagarás, Yukito Tsukishiro!—dijo ella antes de voltear a irse, sus amigas, con algo de pena también se alejaron del lugar.