Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

My Dear Sensei. por NaruGalletas

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Yeeeeeeey aqui con el segundo cap, bien, las aclaraciones.

 

Se supone que estaria (segun yo) subiendo un capitulo cada semana, en domingo BUT por motivos fuera de mi control (me enferme horriblemente) esto no pudo ser, asi que ademas de enfermarme tuve que ponerme al corriente con trabajos en la uni y ahora estoy que me muero pero no queria dejarlos asi en ascuas y pues... aqui esta el segundo cap :33

 

Mil gracias a las personas que se tomaron el tiempo para dejar sus comentarios, no saben lo mucho que los/las amo, en verdad no tienen idea.

 

Bueno, ahora sin mas al fic.

Enjoy It.~

Capitulo Dos.


Conociendo a Sensei, un nuevo y cálido hogar.


 


Despertó al escuchar una voz llamándole, así que comenzó a abrir lentamente sus ojos, parpadeando repetidas veces hasta que su visión fuera nítida.


Lo primero que observo fue a su sensei, sentado a su lado observándolo a lo cual volvió a sonrojarse levemente ¿Por qué tenía aquella reacción? No era como si antes no le hubiera sostenido la mirada a otra persona pero bueno… a saber porque.


 


Lo segundo que noto fue que estaba vendado, tenía una venda cubriéndole parte de la frente y otra en su abdomen, un vendolete en su ceja y también noto que la herida en su labio había dejado de sangrar. Y lo tercero pero no menos importante que noto es que no estaba usando su ropa, si no una pijama a rayas azul con blanco que notoriamente le quedaba grande; volvió a sonrojarse ¡Sensei le había cambiado de ropa! ¿Podía ser aquello más vergonzoso? No solo le encontró rompiendo el reglamento de la escuela al estar asistiendo a eventos clandestinos, sino que además le salvo y protegió para después llevarle a su casa, curarle y ponerlo cómodo.


 


-          S-sensei… – no entendía ni siquiera porque ahora comenzaba a tartamudear, quizás era el conjunto de todas aquellas cosas vergonzosas que estaba pasando.


-          ¿Cómo te sientes? No quería despertarte pero tu teléfono sonó y conteste, hablaba un tal Dr. Kuseno, pregunto por ti y le dije quien era yo y la dirección de mi casa, se escuchaba muy alterado.


 


Tan pronto como el mayor dijo aquello Genos intento moverse rápidamente para tomar su móvil, pero tan rápido como se levanto volvió a recostarse, aun le dolía el cuerpo, si bien era menos aun no podía moverse con normalidad.


Fue allí cuando escucharon como alguien llamaba a la puerta a lo cual Saitama se levando con calma para abrirla dejando ver a un señor de estatura baja y un curioso corte de cabello en forma de hongo.


 


-          ¡¿Dónde está Genos?! – pregunto al pelinegro al mismo tiempo que este le daba permiso de entrar a su hogar, indicando con la mirada donde se encontraba el rubio.


 


Genos creyó que su abuelo le iba a regañar y reñir pero no se quejaría, lo tenía merecido pero lo único que recibió de su abuelo fue un fuerte abrazo a la par que sentía unas cálidas lagrimas mojarle el hombro donde este había recargado su cabeza.


 


-          Genos… estaba tan preocupado… llegue a casa y… y… no estabas, me preocupe… llame tantas veces como pude a tu teléfono pero no contestabas… - fue allí donde el anciano se alejo un poco del rubio para verlo entre feliz y molesto - ¿Se puede saber en que estabas pensando al entrar a ese tipo de lugares? Tu profesor me lo a explicado todo ¿No te das cuenta de lo peligrosos que son esos lugares? ¡Podrían haberte hecho aun más que esto! ¿Qué hubiera pasado si Saitama-san no hubiera estado allí?...


 


El de los ojos dorados no tenía el valor de mirar a su abuelo a la cara, le había decepcionado, fallado, se sentía mal y culpable de todo eso, el sabia lo mucho que su abuelo le quería y aun asi había decidido asistir a aquellos eventos, no sabía que decirle, ya que su abuelo tenía razón en todo aquello que le estaba diciendo.


 


-          Señor Kuseno, tranquilícese, el chico está bien, cure sus heridas y todo este tiempo a estado durmiendo. Lo revise, no tiene ningún hueso roto, solo tendrá moretones varios días o semanas. – dijo tranquilamente el hombre de cabello negro frente a ellos a lo cual el anciano se volteo hacia Saitama para después hacer un dogeza. – No tengo palabras para expresar lo agradecido que me siento con usted Saitama-san.


-          Por favor, levántese, esto no es necesario, solo hice lo que cualquiera haría.


 


Genos que escuchaba en silencio todo lo que si sensei decía sabía que era mentira, no cualquier persona haría lo que él hizo, no cualquiera se detendría a ayudar a un chico desconocido, su sensei no era una persona cualquiera, aunque no le conociera bien, sabía que no lo era.


 


-          Saitama-san, cualquier cosa que pueda hacer por usted no dude en pedírmelo. –


-          De verdad, no se preocupe, todo está bien.


 


Y así fue como con una escueta despedida y la promesa del rubio sobre no volver a asistir a esa clase de lugares el anciano y el chico regresaron a su casa.


 


-          Saitama-san es una persona sumamente humilde y honrada. – decía su abuelo en voz alta aunque más para el mismo, aunque Genos pensaba exactamente lo mismo.


 


El fin de semana paso sin mayores complicaciones, al ser su abuelo doctor y tener medicamentos y utensilios médicos a la mano Genos se recupero realmente rápido ya que para el lunes ya solo tenía que seguir usando la venda del abdomen y el pequeño vendolete en su ceja.


 


La escuela tampoco represento algún tipo de inconveniente, en realidad todo siguió su ritmo normal a excepción de que ahora cada anuncio que su sensei tenía que darles o en cada clase en la que él fuera el titular ponía total y completa atención, Saitama-sensei se había ganado su total admiración, si bien antes solo era curiosidad después de haberle visto pelear realmente no podía sentir otra cosa que no fuera una fuerte admiración y respeto por el pelinegro.


 


Aunque, había otra cosa que le molestaba y eso era que por culpa de personas que solo buscaban problemas en la escuela sensei tuviera que quedarse a supervisarlos. Si bien había varios alumnos alguien que era una constante era Sonic, el cual poco a poco comenzaba a molestar mas y mas a al pelinegro pero normalmente sus planes no salían como esperaba, ya que el sensei se lo tomaba todo tan despreocupadamente que el que terminaba frustrado era el chico y no el sensei.


 


Eso era otra cosa que había notado en Saitama-sensei, no era el mejor profesor, no intentaba sobre salir como otros tantos, no buscaba la aprobación del director de la escuela para un posible ascenso, era altamente indiferente a demasiadas cosas que pasaban a su alrededor... y todo aquello eran cosas que Genos no comprendía ya que aquel sujeto tenía todas y cada una de las cualidades para ser un excelente profesor, sin mencionar que era a su manera una excelente persona.


 


Exactamente al mes de que su abuelo descubriera su gusto por las peleas clandestinas y le castigara a no salir hasta nuevo aviso fue que el anciano le hizo una pregunta extraña al rubio.


 


“Genos ¿Qué es lo que piensas sobre Saitama-san?”


 


Aquella pregunta le había descolocado demasiado, ni siquiera cuando el joven asistía a escuelas privadas su abuelo se había preocupado por cómo eran o dejaban de ser los profesores del rubio con el así que solo contesto sinceramente, que si bien lo consideraba una persona bastante peculiar (por no decir extraña) era el primer profesor que rompía todo el esquema de lo que como estudiante conocía como un profesor, aunque esto no era malo, sino todo lo contrario, encontraba en Saitama-sensei alguien inspirador y digno de admiración.


Su abuelo al parecer encontró satisfactoria aquella respuesta, se levanto y se despidió suavemente de su nieto solo avisándole que mañana saldrían después de desayunar.


 


El rubio esperaba que fuera una salida casual, como la que normalmente tenían él y su abuelo cuando en contadas ocasiones el anciano tenía un tiempo libre y podía salir con su nieto pero en el momento en el que había encontrado una gran maleta que reconoció como suya interiormente se asusto. Quizás su abuelo había sopesado la idea de mandarlo a una escuela militar o un internado, frunció suavemente el ceño, si bien se sentía avergonzado de aquella actitud que había tomado y sabia que había tomado riesgos innecesarios no creía que aquello hubiese sido para tanto… quizás para su abuelo si había sido demasiado… no lo sabía, solo había atinado a sentirse entre triste y herido; su abuelo después de todo era la única familia que tenia, la única persona en su vida ahora así que pensar en que aquel bondadoso hombre pensara en alejarle de su lado por un error que cometió, le dolía mas de lo que el mismo se podría prestar a admitir.


 


Respiro profundo y decidió que fuera lo que fuera que su abuelo decidiera para el posiblemente sería lo mejor, el nunca le había llevado la contra a su abuelo y este en recompensa al buen comportamiento de su nieto le recompensaba con pequeños caprichos que este pudiera tener, como lo fueron en su tiempo las clases de tae kwon do a las que se le permitieron asistir.


 


El camino se hizo largo gracias al silencio entre nieto y abuelo, por una parte el rubio no tenía ni la menor idea de que era lo que le esperaba mientras que el anciano solo se limitaba a observar por la ventana, como reflexionando sobre todas las decisiones que estaba tomando en ese momento.


 


Pronto llegaron a un complejo de apartamentos que el rubio reconoció al instante, no era otro si no donde vivía su sensei, Genos observo completamente desconcertado a su abuelo y el anciano supuso que no tenía sentido seguir ignorando todo eso que el mismo había decidido.


 


-          Genos… supongo que todo este misterioso viaje te tiene ansioso y te a llenado de dudas pero veo que reconoces el lugar al que hemos venido. – el anciano tomo un poco de aire, no muy cómodo con sus propias palabras – A partir de hoy, vivirás con tu sensei, el será tu tutor.


 


El rostro de Genos era todo un poema, no sabía cómo reaccionar correctamente a toda esa información, una parte de si mismo estaba totalmente feliz de que sería capaz de conocer a su maestro aun más que cualquier persona en su clase, otra parte no estaba seguro de que todo aquello fuera una buena idea y por ultimo no tenía ni la menor idea del porque su abuelo había decidido todo eso sin siquiera decirle algo al respecto. Antes de poder exteriorizar cualquiera de sus dudas el anciano siguió hablando.


 


-          Debido a que todo a resultado un éxito en los últimos años de los laboratorios se llego al punto en el que debemos expandirnos, como cabeza de toda la organización mi presencia es requerida para estar cuidando aspectos importantes, tanto en mobiliario como en personal por lo cual… estaré ausente por los próximos 8 meses… - Genos observo como todo aquello, a diferencia de lo que había pensado, en realidad le era difícil a su abuelo. – Esto no es fácil para mi Genos, no quisiera tener que dejarte aquí, después de todo yo soy tu familia pero es algo que se había postergado desde hace ya dos años, en un principio pensé en la opción de dejarte solo en la casa pero con los acontecimientos que recientemente me hiciste vivir esa ya no es una posibilidad.


 


El rubio sintió un pequeño ardorcito en sus mejillas, estaba levemente sonrojado por la vergüenza que aquel episodio de su vida le provocaba, sus pensamientos fueron cortados por una mano que bien conocía y se encargaba de despeinarle desde que tenía uso de razón.


 


-          Genos, eres lo mas preciado que tengo en el mundo, dejarte al cuidado de alguien que apenas conozco no es algo fácil para mí pero Saitama-san demostró ser una persona excepcional y no solo yo pienso eso sobre él, también tu director y otros profesores así como tú mismo. –


 


Con esto último dicho salieron del auto y mientras el Doctor comenzaba a subir para anunciarle a Saitama que ya estaban allí, el rubio ayudaba al chofer de su abuelo a bajar su equipaje.


 


El de los ojos dorados se había quedado mudo después de todo lo que su abuelo le exponía, no solo en aquel momento le había explicado la situación, sino que todo el amor que el doctor tenia para su nieto había sido fácilmente palpable para cualquiera, en ese momento, Genos se sentía como el chico más afortunado del planeta.


 


Después de una despedida simple y que el anciano le explicara algunas cosas al pelinegro, el doctor dejo a su pequeño y rubio nieto en manos de Furukawa-san, el cual al parecer estaba al tanto de toda la situación ya que no parecía sorprendido o alarmado como el rubio.


 


Lo primero que el rubio noto fue que, en efecto, el departamento en el que vivía su sensei era realmente pequeño, apenas vivirían bien los dos allí, lo segundo que noto fue que sin importar el lugar en el que se encontraran su sensei era el mismo despreocupado que expresaba ser en la escuela lo cual lleno a Genos de una calma inexplicable, si su sensei fuera de alguna otra manera no sabría como asimilarlo y lo último fue que aquel departamento estaba realmente sucio y desordenado, algo en lo que no había reparado la última vez que había estado allí lo cual lo llevaba a pensar en dos cosas:


1.- Su sensei era alguien demasiado flojo y despreocupado.


2.- Su sensei vivía solo.


 


Ese último pensamiento hizo que las mejillas del ojidorado se tiñeran suavemente de rosa, recordaba la misma sensación cuando fue salvado por el pelinegro y también cuando fue cargado por este, era simple vergüenza y quizás un poco de proxemia, Genos no era alguien muy sociable así que había restringido el contacto físico que tenia con otras personas a meramente lo necesario o peleas así que un contacto más personal con alguien no que fuese su abuelo le causaba una inexplicable vergüenza, posiblemente ocasionada por la falta de contacto humano.


 


De un momento a otro sintió una mirada clavada en el y su sonrojo solo termino de acentuarse al sentirse descubierto mientras pensaba.


 


-          ¿Te gusta el udon? –


 


Esa había sido la pregunta escueta con la que su sensei  inicio su primera conversación, Genos no supo en qué momento había sonreído y respondido la pregunta del otro.


 


Su primera semana viviendo con su sensei había sido mucho más sencilla de lo que había pensado, Genos rápidamente se habituó a su nuevo hogar, así como el se había encargado de la limpieza a la vez que su sensei había salido a comprar alimentos para la despensa armado con varios periódicos de varios centros comerciales así como una pequeña cuponera de esas que reparten de puerta en puerta, fue allí cuando noto que su sensei cuidaba mucho todo el dinero que le llegaba, al parecer el sueldo como maestro no era muy abundante como pudiera parecer.


 


En la semana ya había aprendido donde estaba todo lo indispensable para la casa y se había encargado de barrer, fregar pisos, aspirar, lavar trastes, lavar ropa entre muchas otras cosas.


 


Al finalizar aquella semana Saitama le había comprado a Genos un paquete de pudin de vainilla, un postre que si bien sencillo era el favorito del rubio, no sabía cómo Saitama había conseguido aquella información pero suponía que era su manera de decirle gracias y bienvenido.


 


Así paso rápidamente un mes y Genos no dejaba de asombrarse por cada pequeño detalle que descubría con el paso del tiempo, notaba cosas como que su maestro gustaba de leer mangas de acción y los compraba de reventa o que tenía un pequeño y algo viejo Súper Nintendo en el cual jugaba cuando no tenía demasiado que hacer; otra cosa que noto rápidamente fue que su sensei se ejercitaba a diario, era una rutina normal de ejercicio, 50 abdominales, 50 lagartijas, 50 sentadillas y correr 5 kilómetros todas las mañanas, así como todas las tardes lo repetía. El de los ojos dorados noto rápidamente que no importaba cuanto trabajo tuviera el pelinegro, que tan arto de todo o cansado estuviera, siempre se daba el tiempo para realizar aquella rutina de ejercicio por lo que rápidamente el rubio sumo a la lista de buenas cualidades que había encontrado en su sensei la persistencia.


 


Descubrió también que el departamento de aquel hombre estaba en una zona bastante problemática de la ciudad por lo cual, la renta era bastante barata, por demás de que aquel complejo de departamentos estaba así abandonado a no ser por un par de ancianos y su sensei que vivían allí; también descubrió que el edificio estaba realmente cerca de donde había sido su última pelea callejera por lo cual deducía que su profesor solo estaba regresando a su hogar cuando le vio allí por casualidad y le salvo.


 


Aprendió rápidamente a moverse en la cocina ajena ya que aunque su sensei era bueno cocinando no quería dejarle toda la carga de los alimentos a él, así que no solo aprendió a cocinar mas cosas básicas sino que aprendió a hacer diversos platillos tradicionales los cuales parecían ser los favoritos de su maestro.


 


No fue hasta que mientras colgaba la ropa que había lavado para que se secara noto como ya había dejado de lavar sus pertenencias y las de su profesor por separado, avergonzándose un poco por ese hecho pero sintiéndose extrañamente feliz.


 


Recorrió toda la casa lentamente, sin hacer ruido, era un domingo y no quería despertar a su maestro, noto como a diferencia del día que había llegado, ahora todo estaba ordenado y acomodado, así como dos cosas de todo, todos futones enrollados en los cuales dormían, dos tazas para te en la cocina, dos cepillos de dientes en el cuarto de baño, dos pequeños trastes para los enceres del baño; volvió su mirada a la ropa tendida logrando notar como una playera suya y otra con un gran “Oppai” escrita en el medio ondeaban tranquilamente y no pudo evitar una sonrisa.


 


-          Estoy en casa… -


Susurro suavemente para si mismo sintiéndose tranquilo y feliz en aquel diminuto departamento.


 

Notas finales:

See ya in the next cap!

Vanilla Kiss~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).