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Mardi Gras por nezalxuchitl

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Notas del fanfic:

El fic esta basado en la pelicula de Desperate Measures, con Michael Keaton y Andy Garcia. Es una precuela en base a la idea de que prefiero creer en el m-preg que en una hipotetica madre del niño del que trata la pelicula, en especial cuando la mama esta "muerta" y el niño ni se acuerda de ella, y las especificaciones del transplante eran tan especificas que solo el asesino era compatible en todo el país, sin contar el interes quemostraba por el niño, cuantos años tenia y demás, sin contar que la fecha de concepcion del niño y del encarcelamiento del asesino eran compatibles., asi que me di lo que la filme me negó.

Notas del capitulo:

  Enjoy!

                                                          Frank Connor/Peter McCabe

 

Robo agravado. Homicidio múltiple. Fuga con traspaso de fronteras y agresión a los oficiales de la policía que lo detuvieron… Corrección: que lo intentaron detener. Lo menos que le darían sería cadena perpetua, así que quería divertirse mientras la suerte durará.

Y desde hacía un rato, su tiempo no podía estar mejor aprovechado.

Desde luego su atención no estaba en el desfile, por más zorras vestidas para carnaval que hubiera en él, ni en la escandalosa multitud que lo miraba pasar, ni siquiera en su cigarrillo, que, consumido entre sus dedos estaba a punto de quemarlo con sus ascuas.

Estaba concentrado en él, en ese hermoso chico que le había sonreído hacia un rato, con sus ojos enormes y su boquita carnosa, o eso quería creer él, pues después se había desentendido por completo para terminar alejándose poco a poco de la multitud, mas como si estuviera aturdido por el escándalo que como si lo estuviera invitando a seguirlo.

Pero eso fue justo lo que él hizo.

Lo siguió, pues no quería dejar de verlo, como se movía con ese paso ligeramente bamboleante, tal vez por el peso de sus nalgas, tal vez por lo mucho que debía haber bebido, pues era lo que todo el mundo iba a hacer al Mardi Gras. Eso y follar, a menos que fueras subnormal, y en su muy particular caso, también para ocultarse entre la multitud.

En cualquier caso, ver a ese chico caminar si era un buen espectáculo, mucho mejor que el jodido desfile, con su multitud de imbéciles y rameras y alcohol baratos.

Aplastó la colilla contra el suelo y dobló la esquina apenas unos segundos después de él, sin importarle ser discreto, pues el chico parecía vagar sin rumbo, alejándose cada vez más de las calles principales y adentrándose en las callejuelas aledañas, vacías y usualmente silenciosas donde ahora se oía el bullicio amortiguado del carnaval.

McCabe sonrió, insano como solía, y considero que era divertido jugar al cazador y que su presa no supiera que lo era, aunque debería sospecharlo. No podía ir por ahí siendo tan lindo y sonriéndole de ese modo a los desconocidos, que podían ser peligrosos como él.

Claro que él no sería peligroso a menos que lo provocará a serlo.

De repente, el chico trastabillo y se detuvo en la esquina más cercana, un pequeño callejón sin salida entre dos edificios, y se recargó en la pared, en su dirección pero con los ojos cerrados, girando el tobillo que se había lastimado con gesto mohíno.

Aquello era demasiado para soportarlo. Rápido como solía analizó la situación y determinó que el lugar, sino el mejor, servía a sus propósitos de abordarlo. Se acercó a él y estaba apenas a un par de pasos suyo cuando al fin abrió los ojos, alerta por sentir su cercanía, con temor cuando reparo en su gesto.

-¿Estas bien?-no se le ocurrió nada más que decir, pero acompaño sus palabras dejándose ir hacia él, su mano apoyada junto a su hombro y apenas separados por el largo de su brazo extendido para poderlo ver de cerca. Mucho mejor de que parecía de lejos, los ojos más grandes, la boca más sensual, los rasgos más finos, la piel más tersa.

Era una jodida hermosura.

Y también era un poco más bajito que él, más estrecho de hombros, y más delgado, aunque la contundencia de su trasero, tensando al límite la tela de su pantalón, hiciera suponer otra cosa.

El chico asintió, sin dejar de mirarlo, tensos los hombros, incómodo por su cercanía.

-Que bien. Sería una lástima que te hubieras lastimado.-lo miró, mostrándole lo que deseaba de él, dejando vagar sin tapujos su mirada desde sus labios hasta su cuello y cuando la lindura no desvió los ojos ni lo golpeo, antes clavó en él sus enormes pupilas en sus labios y se relamió, creyó que había ganado.

Lo besó, y por un segundo, McCabe deseo que fuera, que ese chico lo deseara tanto como él lo hacía, pero en seguida se dio cuenta que no era así. La jodida zorra tardó en reaccionar un par de segundos, en lo que sus ojos pasaron de reflejar esa suerte de interés para solo mostrar temor, negándose de inmediato e intentando empujarlo por el pecho.

Y él nunca había manejado bien el rechazo.

McCabe lo tomó por el mentón y lo obligo a levantar la cara para volverlo a besar, estrechándolo por la cintura mientras lo hacía, terminando con una lamida a sus labios carnositos y un apretón a su delicioso trasero, lo primero que vio de él y lo que más le atraía, pero es que semejante culo no lo podía dejar indiferente, y el día que lo hiciera, tal vez él mismo se mataría.

El chico aun respingaba cuando lo soltó y lo miró con reproche. Peor para él si no le parecía. Ahora que ya lo había probado no lo dejaría ir. Volvió a besarlo, saboreando su boquita al colarle la lengua dentro, sobando una nalga, pues ni de coña podía abarcar más, oyendo sus ruiditos de negación, sus manos intentando empujarlo cuando le dejó sentir lo duro que estaba. ¿De verdad se estaba defendiendo o solo no le había parecido el modo en que lo abordo?

Dejó de apoyarse en la pared y lo agarró con ambas manos, acercándolo por el trasero, bajando a manosear sus muslos desde atrás mientras su lengua jugueteaba con la suya, porque eso no era presentarle oposición. ¿O tal vez era que no sabía cómo? Soltó su boca y se relamió ante esa posibilidad, haberse topado con un bocadito virgen, tan inocente como prometían sus ojos oscuros, su inhabilidad para defenderse pues tal vez no se sentía en peligro de ser violado al ser un chico.

Temblaba cuando lo soltó y se veía tan incitante, corrompible… no esa no era la palabra. No creía que solo porque él lo violara se volviera malo, o una zorra… no se corrompería de ese modo. Más bien era eso mismo, violable. Despertaba todos sus bajos instintos, y si no había otro modo de obtenerlo, así sería.

Besó su cuello cuando giro el rostro para negar su boca y lo lamio mientras le desfajaba la camisa, sus manos dentro de la prenda tocando su piel suave, olfateando detrás de su orejita antes de chuparla, con lo que sus intentos de escapar se debilitaron. Podía sentir como sus piernas flaqueaban, como su estremecimiento no era solo por el miedo.

Se confió por un momento y dejó de inmovilizarlo para abrirse la bragueta, pero el chico rápidamente recobró el dominio sobre sí mismo y lo golpeó, un puñetazo bien asestado en la quijada que le partió el labio y le dio la oportunidad de alejarse un par de pasos luego de recuperar el equilibrio.

Eso fue algo, pero no lo suficiente para escapar de McCabe.

Lo atrapó por el brazo y de un tirón lo arrojó de vuelta contra la pared, de espaldas a él, las muñecas juntas, sujetas sobre la depresión que su espalda hacia sobre su trasero.

-Con que quieres jugar rudo, lindura…

Se limpió la sangre de la comisura y comenzó a abrirle la ropa a tirones, presionando su erección contra sus nalgas mientras lo hacía. Que se fuera acostumbrando a tenerla ahí de una vez. Le bajó la camisa hasta que solo se detuvo donde sus brazos se cruzaban y de otro par de tirones hizo lo mismo con sus prendas inferiores hasta las rodillas. No pudo evitarlo, y cuando sus nalgas quedaron expuestas justo frente a sus ojos besó lo más álgido de una.

Eran la cosa más jodidamente hermosa, perfecta que había visto jamás.

El resto del cuadro también era bueno, toda esa blanca piel, sonrojada en la cara y el pecho, su nuca expuesta, pues tenía la carita baja y lo podía oír sollozar,  la cinturita que se ensanchaba tan bien hacia las caderas, los muslos gorditos, las piernas largas…

Todo delicioso y todo sería suyo.

Le rogó cuando jaló su nalga hacia un lado para mirar lo que tendría, ese agujerito diminuto y rosado, pero a él su polla le rogaba que ya se la clavara, y todo lo que hiciera o dijera en ese momento no serviría sino para excitarlo aún más. Presiono con su índice la cerrada entradita y cuando forzó la entrada los ruegos del chico se convirtieron en histéricos, adoloridos chillidos. Estaba tan jodidamente estrecho que si no lo dilataba y lubricaba un poco antes no podría ni siquiera metérsela.

Le sacó el dedo y junto al dedo corazón los llevó a la boca de la lindura llorosa, obligándolo a recibirlos en ella. No lamia, y no se lo exigió, pues parecía estar a punto de un shock, y apenas los tuvo razonablemente húmedos los regreso a donde le eran necesarios, trabajando rápido, dentro y fuera, separándolos mientras los giraba, abriendo a esa zorrita deliciosa que meneaba el trasero intentando soltarse pero que solo lo incitaba más al hacerlo, y se lastimaba.

Le soltó las manos pero lo mantuvo sometido contra la pared mientras se la jalaba un par de veces, esparciendo las gotas escurrían de su punta por toda su longitud sin dejar de dedearlo. Si así sentía con sus dedos… le cubrió la boca con una mano y con otra guió su polla en medio de ese abundante, suave trasero, clavándose en él de una certera estocada, ahogando su grito.

Gruño complacido e intento moverse, dándose cuenta entonces de que el chico también lo había sujetado, que sus dedos aun lo apretaban y cerca de donde estaban la piel le ardía, le corría sangre. Mordió su cuello en venganza y comenzó a moverse aunque era difícil hacerlo, estrujando sus muslos, aplastando esas nalgas que rebotaban gloriosamente contra su cadera hasta que poco a poco fue fácil hacerlo, hasta que poco a poco los dedos que se clavaban en él se fueron soltando, pues el chico parecía haberse rendido y ya solo lloraba, sacudiéndose entre sus brazos.

Pero cuando intento ocultar la cara entre sus brazos McCabe no se lo permitió. Se lo estaba jugando todo por él y quería verlo, así que lo soltó y lo volvió de frente, obligándolo a liar sus piernas alrededor de su cadera para mantener el equilibrio luego de volverlo a penetrar, arrancándole nuevos gemidos adoloridos por la nueva irrupción, por la fuerza con que le sostenía las manos juntas sobre la cabeza.

Quería besarlo de nuevo, mordisquear sus labios, pero sus ojos, sus pupilas que se veían aún más grandes por el miedo y por el dolor se lo impidieron. ¿Desde cuándo tenía esos escrúpulos? No era más que una zorra de la que había tenido que tomar lo que cualquier otra le daría de buen grado, con o sin dinero de por medio.

Estrujó sus nalgas y lo embistió con más fuerza mientras hundía su rostro en su cuello, besando, lamiendo y mordiendo como había querido hacerlo con su boca, y cuando notó que el chico se arqueaba, tratando de impedirle seguir, exponiendo su pecho, no se hizo repetir la invitación.

Tomó entre sus labios el pequeño pezón y lo chupó hasta sentirlo durito contra su lengua, cambiando por el otro, los chillidos de la zorra cambiando de tono a uno más histérico mientras se meneaba. Lo estaba cansando, además de que sujetándole las manos y el culo no podía tocarlo…

Soltó sus manos, dejó su pecho y rápidamente lo besó para inmovilizarlo, solo un momento, pues el chico reacciono con violencia. No quería que lo besaran, y así como se había negado cuando pudo, ahora se lo dejaba saber mordiéndolo, empujándolo e intentando escapar de nuevo, aunque parecía muy adolorido para hacerlo.

McCabe se molestó. Pedazo de zorra tonta que no entendía que no podía escapar de él.

Le apretó el cuello con una mano mientras con la otra lo acariciaba, sus muslos, su flanco. No quería hacerle daño de verdad, que podría hacerlo, solo debía apretar más, sino aturdirlo lo bastante para que dejara de hacer idioteces. Lo soltó cuando su cara estaba completamente roja y de su boquita ya solo salían desesperados esfuerzos por jalar aire, sin manotear ya siquiera, y lo dejó resbalar al suelo.

Aun tosía cuando lo obligó a ponerse en cuatro, con ese magnífico culo al aire y las manos ocupadas en sostenerse. Era una visión gloriosa y estrujó sus nalgas con sus manos luego de jalársela un par de veces, separándolas para poder ver justo cuando se la volviera a meter, reparando por fin en la sangre que embarrada el interior de sus nalgas, lo alto de sus muslos, su culito lastimado, que casi había vuelto a cerrarse.

Demasiada polla para un hoyito tan pequeño, consideró mientras se inclinaba y lamia solo una vez por encima, oyéndolo llorar, desesperándolo. Si quería llorar, le daría motivos. Mantuvo separadas sus nalgas y escupió entre ellas antes de volver a penetrarlo, rápido, brutal, si eso era lo que quería.

El chico ahogó un grito y se apretó, dejándose sacudir por sus embestidas, por su propio llanto.

-¿Tienes que seguir haciéndolo difícil cuando no eres más que una zorra buscona?-le reclamó, asestándole una nalgada.- ¿Cuándo esto es lo que necesitabas que alguien te diera?

Un estremecimiento recorrió al chico y casi de inmediato dejo de apretarse, tal vez asustado por el tono duro con que le hablo, tal vez por sus palabras o porque temía que si seguía haciéndolo se pondría peor, el dolor, su actitud… como fuera, así era más fácil follarselo.

Estaba cerca del punto de no retorno, varios pulses de sus propios fluidos le facilitaban el movimiento dentro su cálido y estrecho culito, no solo la sangre, y en ese ángulo podía ir muy rápido, muy profundo cuando se agachaba un poco, pues de otro modo la abundancia de ese culo no lo dejaba meterse tan dentro como quería, como necesitaba si es que quería dejarlo bien lleno con su semen.

Manoseaba lo que podía de él, apretando sus muslos, sobando su pancita y sus caderas, incluso toqueteándolo por el frente mientras lamia el posterior de su cuello y lo alto de su espalda solo para no dejar nada de él sin tocar y por un momento le pareció que algunos de sus ruiditos, de sus reacciones, era como si los disfrutara, pero era demasiado tarde y después de unos segundos se corrió dentro suyo.

Aguardo unos instantes, jadeando en su nuca, antes de salir y ver ese delicioso culito mojado y abierto justo al tamaño de su polla. ¡Qué culo!, como para comérselo, acabárselo, perderse en él… pero no podía seguir más tiempo a su lado. El ruido del desfile comenzaba a menguar, y pronto la gente comenzaría a dispersarse y no faltaría quien pasara por ahí.

Se levantó y se cerró el pantalón mientras lo miraba solo otro poco. El chico seguía hecho bolita, llorando, con ese culo delicioso que se cargaba al aire, su semen comenzado a escurrir lentamente desde su interior, mesclado con gotitas de su sangre, corriendo hacia sus muslos.

Se abrazaba a sí mismo y no parecía darse cuenta de su alrededor, de que él estaba a punto de irse…

Malhumorado, se dio la vuelta mientras prendía un cigarrillo y se alejó sin volverse a verlo. Le gustaría volver a verlo, pero eso era imposible y saberlo lo ponía de malas. Eso, y la punzada de remordimiento que sentía mientras se alejaba, dejándolo solo en ese sucio callejón.


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