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Promesas - 2PM por InLo90

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Notas del fanfic:

Otro oneshot un poco más dramático porque todavía es 14 de Febrero.

Promesas
One Shot - 1943 palabras 

Junho ya había perdido la cuenta de las noches en que había llorado por su partida, maldiciendo la fragilidad de la vida y odiando con todo su ser aquellos lirios blancos que decoraban con simpleza su tumba. Ignoraba las lágrimas de las personas que se despedían por ultima vez de ella y las palabras de apoyo y fuerza para él, la única persona que no las merecía. Se daba cuenta que había gastado toda su vida tratando de hacerla feliz, cumpliendo con su papel de esposo perfecto pero rompiendo al final la promesa hecha el día de su boda: no la había amado hasta la muerte. Sus recuerdos con ella eran una simple fachada de felicidad, jamás devolvió todo el amor que aquella mujer le había profesado hasta el día de su muerte.

Meses pasaron y ahora su tumba estaba acompañada por los mismos lirios blancos, ahora secos. Todavía no podía entender cómo las cosas habían terminado así: ella no merecía ése final. Aquella chica dio su vida para acabar con el miserable sufrimiento de Junho, haciéndose pasar por la indicada ante su familia, logrando así que terminaran los incontables días de golpes, humillaciones y llanto que éste había recibido desde su adolescencia. Todo por ser diferente, por no cumplir con los estándares de cualquier hombre “normal”. 

Ella aprovechó y tomó su corazón, dejándose llevar por aquel egoísmo que aparece con el amor. Proponiéndole que estuvieran juntos, sin importar que Junho jamás la vería como una mujer, porque, según ella, solo le bastaba saber que Junho siempre estaría a su lado y que la amaría al menos como una amiga, acompañándola toda la vida. Él aceptó, respetando su decisión y agradeciendo todo lo que hacía para salvarlo de su tristeza, para ayudarlo a que no muriera solo por los maltratos y abusos de su familia.

Junho siempre le fue fiel, reprimiendo sus deseos físicos, sus propias necesidades. Tenía que pagar su deuda, prohibiéndose amar a alguien más porque nadie podría amarlo más que ella. Aceptando que vivir de esa forma era una ilusión dolorosa, intentó que aquel chico del café no ocupara mucho tiempo en sus pensamientos. Por eso no le dio importancia a las picaras conversaciones que podían durar horas, a los leves roces entre manos sobre la mesa o a ese único beso que le hizo sentir algo que no debía. Huyó inmediatamente de aquella persona que lo hizo dudar de su eterna promesa, porque ella no merecía ser engañada. No había nada más grande que el amor de su amiga, quien había dado su vida como mujer por él.

Pero en el juego eterno de la vida y la muerte los sacrificios de los demás son cosas insignificantes y el de Junho no era la diferencia. Sin darle tiempo de despedidas o agradecimientos, ella le fue arrebatada de la misma forma en que milagrosamente apareció para salvarlo de su agonía. Se odiaba a si mismo por no poderle devolver todo el amor que le fue entregado, como si hubiera jugado con su corazón, para que al final fuera la escoria quien siguiera de pie.

Vagó sin rumbo por la ciudad, deseando que la lluvia borrara aquel sucio sentimiento de culpa. Se preguntaba qué debía hacer de ahora en adelante y decidió que jamas aceptaría de nuevo aquel sentimiento en su vida. Esperaría la llegada de la muerte, entregándose invicto en su abrazo, sin odios, rencores o amores.

Pero las sorpresas del destino son inquietantes e irónicas porque sus pasos lo condujeron hasta aquel viejo café, donde aquellos ojos vivos que lo habían hecho feliz ahora lo miraban con sorpresa y dolor, resguardados cálidamente bajo un paraguas. Maldijo la vida por ser tan injusta y restregarle lo que no se merecía, lo que había prometido jamás iba a buscar y se odió más porque en vez de estar llorando por la muerte de ella, quería estar en sus brazos, escuchando sus palabras de aliento y promesas absurdas. 

-Hasta que por fin te encuentro... Junho- Su fuerza flaqueó con aquellas palabras. Cuánto había extrañado esa voz.

Sin pedir permiso Chansung se acercó para cubrirlo de la lluvia mientras tomaba la fría mano del chico, quién no sabía si temblaba por el frio o por el roce de sus manos, cuyo tacto permanecía en él como un fantasma de aquel sueño pasado.



Nunca fue fácil acercarse a Junho. Desde su primera conversación Chansung noto que jamás tendría la oportunidad de volverse la fuente de su felicidad; Junho era un hombre casado y fiel que no se dejaba llevar por simples juegos, ni palabras de placer pese a la falta de vida en sus ojos. Pero para Chansung era imposible detener su corazón que se agitaba cada vez que lo veía; cuando escuchaba la felicidad en su voz que lo saludaba desde la entrada o cuando lo despedía con una sutil sonrisa. Cómo olvidar los pequeños detalles de sus conversaciones, los momentos en los que Junho buscaba sus manos y se sonrojaba al lograr su objetivo. Incluso la alegría volvía a su cuerpo al recordar ese caótico y dulce beso que Chansung le robó y que acabó con cualquier esperanza entre ellos.

Con dulzura Chansung acomodó a Junho, que no paraba de temblar, en la mesa de siempre. Secó dulcemente las lagrimas que caían de su rostro, guardando el dolor que sentía al verlo tan miserable después de tanto tiempo. Prefirió ocultar su ira por la cobardía de Junho, que nunca le dio la oportunidad de escuchar una despedida y declararle sus razones para no dejarlo ir.

Chansung ya saíia toda su historia, por eso había vuelto y ahora estaba allí frente a él. Esperó a que dijera algo o diera una señal para actuar y poder mostrarle con palabras y actos que no estaba solo, que allí siempre estaría el, esperándolo. Lo miró llorar en silencio mientras recordaba como tiempo atrás él estaba en su lugar leyendo un libro, tomando un café y guardando la ilusión de que Junho apareciera en el bar para perdonarlo por su acto impulsivo, pero sabía que eso era una mentira y que alguien tan puro como Junho jamas volvería para recordar su error. Por eso no se dio cuenta cuando la campana de la entrada sonó, ni cuando aquella joven preguntó por él. Notó su existencia al momento de verla sentada frente a él, sonriendo con ternura. 

Ninguno de los dos dijo algo hasta que el té de la chica estuvo sobre la mesa. Chansung la miraba confundido mientras ella observaba por la ventana, comenzando de la nada un relato sin sentido sobre una chica que siempre amó a un joven, pero que jamas tuvo esperanzas de estar con él. De como ésta lo salvo de una casa infernal donde era tratado como un monstruo porque no podía amar a una mujer de la forma en que lo hace un hombre y como después la chica lo aprisionó en su propio amor, impidiendo que fuera libre de sentir y haciéndole jurar amor eterno.

-Pero ya no soy aquella chiquilla Chansung, su fidelidad ya no me es suficiente y jamás pensé que extrañaría ver aquella sonrisa que dejó escapar una noche mientras hablaba de tí.

Chansung cerró su libro, tratando de comprender aquella extraña historia.

-¿Lo amas?

-Lo extraño.

La chica terminó su té, secando una lagrima rebelde que finalizó en su intacta sonrisa con el pañuelo que Chansung le entregó.

-Por favor, enséñale a amar y a ser feliz. Ya ha pasado demasiado tiempo aprisionado.

Salió del bar en silencio, sintiéndose en paz después de mucho tiempo. Minutos después miraba con tristeza desde la ventana de su auto hecho trizas como la gente se reunía alrededor de una madre que abrazaba con desesperación una niña que lloraba en el piso asustada pero sin ningún rasguño, gracias a que había podido esquivarla cuando se atravesó en el camino.  Sintiendo la sangre gotear de su cabeza, el dolor en su pecho y recibió sin odio alguno aquella eterna oscuridad que la rodeaba, deseando con su ultimo aliento que su querido amigo viviera más tiempo y con amor.
.
.
.

Junho estaba entre sus brazos, dándose por vencido después de incontables besos apasionados y caricias que pedían por más. ¿En verdad se merecía esto? ¿Era justo Chansung sanara su corazón? ¿Había llegado el momento de guardar los recuerdos de ella? Las cálidas lagrimas del chico se mezclaron con su saliva, logrando derretir la gruesa capa de hielo que había creado para no sentir lo que no tenía permitido.

Por fin era libre de amar por primera vez. Nada parecía más perfecto que estar entre sus brazos, odiando el miedo que sentía al saber que todo esto también lo podía perder si al destino le daba la gana. No podría soportar que Chansung lo dejara en esta vida con aquel torbellino de emociones que todavía no controlaba. El chico había despertado algo que creyó haber dormido para siempre y jamás le perdonaría un abandono porque sabía que su partida le dejaría un vacío imposible de llenar.

Aquella noche de navidad la nieve caía y se acumulaba lentamente en la ventana. Junho miró su reflejo en el vidrio empañado y no pudo evitar apretar con fuerza los hombros de Chansung, gimiendo su nombre al sentir como los dedos del chico encontraban aquel punto de placer, llevándolo a experimentar cosas extraordinarias por primera vez. Agradeció con besos la ternura y la comprensión que Chansung le había mostrado desde su reencuentro en el bar, dejando que sus labios y el juego de sus lenguas expresaran todo aquello que el miedo le impedía decir. No faltó mucho para sentir el miembro de Chansung dentro de él, deteniéndose ange la más mínima protesta del chico, esperando pacientemente la señal para continuar. 

Chansung se movía lentamente, observando el rostro de placer del chico hasta que la lujuria y la necesidad de sentirse uno solo le hicieron perder el control de su fuerza. Escuchó, como si fuera la mas bella melodía, la voz de Junho pidiéndole más, llamando su nombre y perdiendo por fin toda vergüenza. Se enfocó en llevarlo hasta aquel estado de éxtasis puro, sintiendo su propio orgasmo entre los temblores del chico, besando con fuerza la fuente de su pasión, abrazándolo hasta esperar que sus latidos se calmaran y volvieran a batir al unisono. 

Junho dejó que Chansung limpiara el semen de su abdomen, notando su delicadeza. Inhaló el aroma de su cuerpo desnudo y sintió su calor. Lo miró con una tristeza profunda y otro sentimiento que era nuevo para él. Entrelazó su mano con la de Chansung, apretándola con fuerza. Temía que todo fuera un simple juego del destino para burlarse de él, mostrándole un momento de verdadera felicidad para luego despertar solo, con su corazón desgarrado por la perdida, sin haber tenido la oportunidad de regresar un poco de ese amor. ¿Sería correcto para él desear una vida larga junto a Chansung? ¿Estaría bien aferrarse a aquella utopía del amor eterno? Cuánto deseaba que la respuesta fuera positiva.

-Creo que te amo Junho- Chansung sonrió y acarició con su pulgar su mano.

-¿Mucho?- Preguntó el chico con miedo, pensando que una vida jamás seria suficiente para devolverle lo que le hacía sentir.

-Bastante- Junho sintió su corazón estallar de alegría y dolor ante aquella confesión. Las manos de Chansung se detuvieron en su pecho y sintió su tierna mirada atravesar su ser, como si este pudiera ver la fragilidad de su alma, asegurándole que en el amor no quedan deudas sin saldar. 

-¿Me puedes prometer algo?- Junho sonrió acariciando el cabello del chico que asintió levemente.

-Ámame menos, pero ámame por siempre.**

Notas finales:

**Frase tomada de "Les Chansons d'amour" La peli que inspiró el fic :)

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 Amo el Chanuneo (Junho y Chansung)!! es tan fluffy, cheesy y ambos son demasiado Sexys para su propio bien :D

Por eso me gusta imaginarme historias angst con ellos... Tal vez una de mis mejores historias.

 

Aprovecho para decir: 

Si tienen algun pedido o idea para un fic o un onsehot (de 2PM u original) no duden en dejar un mensaje o contactarme. Como siempre acepto cualquier comentario, sobre las historias, las parejas, los proyectos, etc ^__^

 

Me encantan los comentarios... es en serio :D

 

 


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