Pasaron los meses sin mayor novedad.
Ya era invierno, la navidad había pasado al igual que el año nuevo. Estaba nevando y para mí era simplemente hermoso aquello. Me encantaba jugar con la nieve al igual que mis amigos. Íbamos a los parques a hacer guerras de nieve, hacer muñecos de nieve o simplemente ver a ésta caer.
De alguna manera, a pesar de tener hermosos recuerdos, el frío me hacía sentir solitario y algo deprimido. Quizás porque deseo que alguien me abrace fuertemente para calentarme. O que me susurre palabras al oído que me hagan sonrojar.
Tonto, ¿Verdad?
Como si alguna vez aquello fuera posible.
¿A quién en la tierra le gustaría un chico tan sin gracia como yo?
A un loco, o a un tonto. No, ni siquiera a alguno de ellos.
Le envié un mensaje a Tao y Minseok preguntándole si podíamos juntarnos en un parque y jugar un rato. Lamentablemente ninguno me pudo acompañar. No me dejé deprimir por aquello, así que salí de todas maneras abrigándome bien y poniéndome la bufanda que Kyung Ri había hecho para mí como regalo de navidad.
-Voy a salir- Dije en voz alta para que me oyera cualquier ser vivo que estuviera dentro de la casa.
Una vez afuera caminé escuchando música hasta un callejón que conocía bastante bien.
Les contaré, hace un año sucedió que casi me violan en ese mismo callejón. El abusador me gritó tantas cosas, entre ellas que era demasiado gordo para el gusto de cualquiera, que era horrible, que me iba a dar placer y que lo recordara porque jamás volvería a sentirme tan pleno. Puras mentiras. Bueno, mi salvador resultó ser un vagabundo que vivía y sigue viviendo en aquel callejón. Pasado unos días le fui a agradecer que me haya salvado y lo encontré tan simpático que nos volvimos amigos.
Su nombre es Suho. Es bastante guapo a pesar de estar sucio, unos años mayor que yo y pobre, muy pobre. Cuando comenzó a hacer frío le regalé mantas viejas y abrigos además de unos gorros, guantes y calcetines de lana que yo mismo había hecho.
La familia de Suho fue asesinada cuando él era pequeño, estuvo en un orfanato hasta que cumplió la mayoría de edad y fue tirado a la calle como si fuera un perro. Desde entonces ha buscado trabajo pero ya que no tiene estudios y prácticamente nada que lo apoye no ha sido contratado en ninguna parte.
Yo le doy mi mesada mensualmente que le alcanza para comprar comida y algunas otras cosas. A veces, cuando mi familia no está en casa le presto el baño para que se bañe.
Suho es realmente alguien increíble, siempre sonriendo y muy amable. Me invita un té de hierbas siempre que voy a su callejón y cuando estoy triste me consuela. Yo he intentado todo por apoyarlo en buscar trabajo pero él me dice que no es necesario, que me sea egoísta y piense en mí antes que en él.
Así que esa tarde nevada, fui a visitar a Suho.
Lo llamé por su nombre y él salió de su casucha con las mantas que yo le había regalado. Me sonrió y me abrazó fuertemente. Me ofreció una taza de agua caliente pero yo negué y le invité un ramen instantáneo en una tienda cercana.
Conversar con Suho me relaja y me hace pensar que si él es feliz sin familia, sin amigos –no creo que él me considere un amigo-, y sin casa, todos podemos ser felices.
-A ti te falta algo, Kyungsoo- Me dijo tomando la sopa de su ramen instantáneo. –Te falta amar-
-Yo amo, amo a mi familia, amo a mis amigos ¿A quién más tengo que amar?- Dije frunciendo el ceño.
-Me refería a amar a alguien y ser correspondido intensamente- Dijo él –Porque, a pesar de alejarse o romper, aquella persona siempre será un hermoso recuerdo- Y sus ojos brillaron como nunca antes lo habían hecho.
-¿Acaso te has enamorado, Suho?- Le pregunté.
Él asintió –Su nombre era Zhang Yixing, él era chino y el chico más hermoso y delicado que he conocido. Era uno de los jóvenes que vivían en el orfanato. Era muy amable, bondadoso con todos, brillaba de una manera que opacaba a las estrellas-
-¿Y qué sucedió con él?- Pregunté yo, esperando no haber metido la pata.
-Murió atropellado- Dijo Suho –No fue tan trágico el golpe, pero él tenía hemofilia y murió antes de que llegara la ambulancia-
Y yo pensé “Genial Do Kyungsoo, metiste las cuatro patas y la cola”.
-A pesar de haber muerto joven, vivimos lo que todo adolescente habría soñado- Dijo él sonriendo.
-¿Sexo?- Dije yo.
-Sexo no, nosotros hicimos el amor- Me dijo soñador. –Él era mi novio, lo fuimos desde que teníamos siete años. Perdí al virginidad a los quince al igual que él. Yixing murió a los diecisiete-
-¿Fuiste muy feliz con él?- Le pregunté.
Suho asintió. –Tanto, que si pudiera revertir el tiempo, aún sabiendo que terminaré en éstas condiciones, lo revertiría hasta el momento en que lo conocí-
Y sabiendo que no sería correspondo, evité de todas formas enamorarme de él.
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Me despedí alegremente de Tao y Minseok. Habíamos estado jugando por horas, parecíamos tres niños pequeños que conocían la nieve por primera vez. Yo caminaba despacio y con una gran sonrisa por haberme divertido tanto. Mi celular vibró indicando un mensaje: Era mi mamá.
Kyungsoo-ah, ¿podrías comprar algunas verduras y un jugo para la cena?
Yo hice un puchero y revisé el dinero que llevaba: Era suficiente como para comprar lo que me había pedido así que no tenía escapatoria.
Me dirigí a un supermercado, tomé un carrito de comprar apoyándome en éste con aburrimiento mientras caminaba lentamente hacia donde se encontraban las verduras. Elegí algunas y un jugo de naranja –que era el favorito de Kyung Ri-, los pagué y me di cuenta que eran demasiadas bolsas como para que las llevara yo solo.
-Diablos- Maldije y me quedé mirando las bolsas pensando qué hacer.
-¿Te ayudo?- Me di media vuelta y me encontré con Kim JongIn. Él andaba con un abrigo y una bufanda y lucía bastante guapo. Bueno, él siempre se veía guapo.
-Hola- Le saludé con una reverencia –Sí, por favor-
Él tomó algunas bolsas y yo tomé las restantes -¿Vas a tu casa?- Me preguntó.
-Sí, me pidieron hacer las compras a último minuto- Le dije -¿Y tú vives cerca de aquí?-
-Mmm, más o menos- Me dijo misterioso -¿Qué te regalaron para navidad?-
Oh, realmente Kim JongIn estaba desesperado por no causar un silencio incómodo –Lo típico, ropa, dinero, lápices… -
-¡Ah! Verdad que dibujas- Comentó cuando le mencioné los lápices –Me gustaría que me dibujaras algún día-
-Claro, si quieres ver cómo te vuelvo horrible con lápiz y papel… -Dije sincero.
-No tienes confianza alguna en tus talentos- Dijo él sonriendo.
-¿Tú tienes algún talento?- le pregunté.
El sonrió mirando el cielo, sus ojos brillaban enamorados. –Sí, yo amo bailar y se me da bien, aunque aún me falta mucho-
-Me imagino que debes ser muy bueno- Dije yo.
-Taemin es mejor- Dijo él.
-¿Taemin?- Pregunté. No recordaba ningún Taemin en el instituto.
-Lee Taemin, mi mejor amigo- Dijo –Es de mi anterior instituto-
-Ah, eso explica mucho- Dije asintiendo levemente repetidas veces –Oye, ¿Y por qué te cambiaste de instituto?-
-Lo dije cuando llegué el primer día de clases, pero como tú estabas en tu mundo… -Me recordó.
Yo me sonrojé un poco, solo un poquito. -Sólo dímelo- Dije insistiendo.
-Porque buscaba a alguien –Confesó sonriendo.
-¿Y lo o la encontraste?- Pregunté mirando una bandada de pájaros que volaba en el cielo.
-Sí, lo encontré- Dijo él.
-Qué bueno- Dije dejando de mirar al cielo –Esa es mi casa- Y apunté a mi bonita casa de dos pisos. -¿Quieres entrar? Tenemos galletas y chocolate caliente-
-Suena tentador- Murmuró sonriendo.
Ambos entramos a mi casa y a penas entramos a la sala de estar tiré las bolsas al piso y le tapé los ojos a Kim JongIn ya que Kyung Ri estaba en bata de baño y ropa interior conversando por celular sobre el sillón. Al darse cuenta de que no estaba sola soltó un chillido y corrió escaleras arriba. Solo al escuchar la puerta de su habitación cerrarse fue que le quité las manos de los ojos de Kim JongIn. Él tenía los ojos cerrados.
-Lo siento, era necesario- Me disculpé.
-No pasa nada, yo haría lo mismo si mi novia estuviera así- Me dijo mirando la sala de estar.
Yo reí –No es mi novia, es mi hermana- Aclaré.
-Oh… Perdón, supongo- Dijo él rascándose la nuca. -¿Dónde dejo las bolsas?-
-En la cocina, acompáñame por favor- dije tomando las bolsas que había tirado al suelo y conduciéndolo a la cocina –Enseguida te preparo el chocolate caliente, las galletas están en esa jarra con forma de vaca-
-¿Por qué tiene forma de vaca?- preguntó el riendo levemente.
-La escogí porque era bonita, ¿algún problema?- Le pregunté en broma mientras calentaba el chocolate.
-No, es bonita y original- Dijo metiendo una mano en la jarra y probando una galleta -¡Exquisita!-
-Me sorprende que te gusten, yo las encuentro horribles- Dije haciendo una mueca. –Las peores galletas que he hecho-
-¿Las hiciste tú?- Preguntó a lo que yo asentí sin mirarlo, revolviendo el chocolate –Cásate conmigo-
-Claro- Dije alargando la “a”, con derrochando ironía.
-Aceptaste- Dijo Kim JongIn. Yo rodé los ojos sin decir nada.
-¡Kyungsoo!- Exclamó Kyung Ri bajando las escaleras -¿Por qué no me dijiste que había… - Entonces vio a Kim JongIn -… visitas?-
Por suerte, ya estaba vestida con jeans ajustado y un suéter azul, pero sus pantuflas rosadas de conejito no ayudaban a que se viera sexy.
-Fue de improviso, lo siento- Dije yo sirviendo el chocolate caliente. Kim JongIn la saludó con una pequeña reverencia -¿Quieres chocolate caliente, hermanita?-
-¿Kyung Ri es tu hermana?- Me preguntó –Oh, claro. Do Kyungsoo, Do Kyung Ri, tiene sentido-
-Sí, sí quiero Kyungsoo- Dijo Kyung Ri –No sabía que conocías a mi hermano- Le dijo a Kim JongIn.
-Por supuesto que lo conozco, va en mi salón- Dijo Kim JongIn.
Sabiendo que comenzaría una amena conversación entre los futuros novios decidí que lo mejor era desaparecer sigilosamente. Casi lo logro pero Kim JongIn me preguntó a dónde iba.
-Voy a mi cuarto- Respondí con normalidad –Kyung Ri es buena anfitriona, será mejor que te quedes con ella-
Y me fui a mi cuarto.
Ya en la cena, Kyung Ri me dijo que Kim JongIn se fue apenas desaparecí de su vista.
Me pregunto porque, quizás tiene miedo a quedarse a solas con Kyung Ri, ya saben, el amor hace estragos.
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Un día, un milagro ocurrió.
Una carta en mi casillero. Y no era un error porque se encontraba a mi nombre. Un “Para Do Kyungsoo” adornaba el sobre blanco. Miré hacia todos lados pero no parecía como si alguien la hubiera puesto ahí.
Decidí no leerla inmediatamente y en cambio hacerlo cuando fuera la hora de almuerzo junto a Zi Tao y Minseok. Estuve nervioso toda la clase de matemáticas, deseando que el tiempo avanzara más rápido. Maldita relatividad del tiempo. Cuando tocó el timbre le levanté inmediatamente y tuve la intención de dirigirme a la puerta pero Kim JongIn atrapó mi brazo.
-¿Te sucede algo malo?- Me preguntó –Has estado raro en la clase-
-No pasa nada- Dije e intenté avanzar pero él no me soltó.
-¿De verdad?- Yo asentí mirándolo fijamente –Haré como si te creo- Y me soltó.
A fin de cuentas, ¿por qué se preocupa por mí? Ah, claro, soy su futuro cuñado y la familia se cuida. Verdad que los lazos familiares son así.
Corrí hacia la azotea con los almuerzos de Tao, Minseok y mío –yo les hacía los almuerzos- además de la carta en mi bolsillo. Ellos esperaban por mí y me miraron curiosos cuando llegué con una sonrisa muy grande.
-Alguien me escribió una carta- Dije sentándome en la vieja banca que había ahí –era mejor que sentarse en el suelo frío-.
-¿Quién? ¿Qué dice?- Preguntó Tao.
Me encogí de hombros –No sé, aún no la abro-
-¿Y qué esperas?- Preguntó Minseok.
Abrí el sobre con cuidado y saqué la carta en su interior.
Para Do Kyungsoo.
Me gustaría que nos reuniéramos en el parque cerca de tu casa una hora después de que salgamos del instituto.
Ravi.
Oh, fucking god.
¡Ravi me estaba pidiendo que me juntara con él!
No, esperen. No hay que ilusionarse. Debe haber un motivo oculto detrás de esto.
-¡Ravi te pidió una cita!- Dijo Minseok.
-¡No puedo creerlo!- Dijo Tao.
-No creo que sea una cita chicos- Les dije sincero –Debe haber algo detrás de esto, quizás me pedirá un favor-
-Si fuera un favor ¿Por qué no te lo pediría aquí en el instituto?- Preguntó Tao.
-Porque soy un perdedor y él tiene una imagen que proteger- Dije yo suspirando. Miré al cielo –Parece que va a llover…-
Ya fuera del instituto me arreglé un poco –por si las moscas- y salí bien abrigado de mi casa, gritando un “¡Me voy!” que nadie respondió pero poco me importó. Llegué puntual al parque cerca de mi casa preguntándome ¿Cómo mierda sabe dónde vivo?
Se me olvidó todo aquello cuando apareció Ravi a lo lejos. Él se acercó corriendo a mí y yo casi muero de un paro cardíaco. Tenía el corazón a mil, de pronto mil historias de amor se formaron en mi mente y no pude evitar sonrojarme cuando me saludó.
Entonces me rompió el corazón:
-¿Me podrías dar el número de teléfono de Kyung Ri?-
Ni siquiera dijo “por favor”.
Me odie por haber imaginado tanta tontería junta. ¿Cómo él, un chico popular, podría preguntarle algo a mí, un perdedor, algo más que el número de su perfecta hermana? ¡Por dios! Era tan obvio que me preguntaría eso. Pocos sabían que era el hermano de Kyung Ri, él seguramente lo descubrió y por eso me trataba bien.
Y fui un tonto que cayó ante la idea de que podía ser yo el que estaba en su corazón.
-… Cla-Claro- balbucee obligándome a no llorar. Le dicté el número que me sabía de memoria, el lo grabó en su celular. Me dijo “Te debo una” y se fue.
Ni siquiera dijo “gracias”.
Y no lloré, solo… sudé por los ojos.
Sudé mucho.