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Al gato y el ratón (Taegi) por Sou-Tan

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Notas del fanfic:

Una total locura.

Notas del capitulo:

Mi primero de mi OTP de bts <3

Era primero de febrero, las pocas decoraciones restantes de navidad estaban siendo desplazadas por decorados de san Valentín; y no sabía qué le agradaba menos. Si los renos de narices rojas, un viejo gordo con tendencias pedófilas y mil especiales con idols en la televisión, ó; en cambio, corazones, osos de peluche y confesiones de amor demasiado clichés. La vida de Yoongi sería mucho más amena viviendo como uno de los personajes de la películas de Tim Burton, el extraño mundo de Jack era un buen lugar para vivir, se dijo.


El reloj marcaba las cuatro en punto y él ya estaba caminando a casa, no había mucho que hacer en la oficina por esos días y eso le restaba ánimos a medida que corrían las semanas. Ya casi extrañaba el teléfono chirriante en vísperas navideñas, los accidentes menores y el ajetreo que casi no le dejaba dormir. Eso le gustaba, ser policía era su vida y estaba entregado a ello al cien por ciento; mantener su mente maquinando las veinticuatro horas era algo importante, y ahora verse privado de eso y mantenerse en un estado de pasividad era un golpe bajo a su rutina. Empero, aún existía algo que le robaba el sueño y hacía que grandes ojeras apareciesen bajo sus ojos rasgados, haciendolo ver cadavérico por su sumblante siempre pálido.


Iba caminando con calma, sin ganas de volver a casa, sus manos dentro de los bolsillos de su abrigo negro, debajo de su camisa gris, pantalones de vestir, la corbata y a pesar de sus 175 centímetros, Yoongi era un hombre que se mantenía en forma en caso de tener que correr detrás de un sospechoso. Eso era lo que le permitía camuflarse fácilmente en las emboscadas o cuando simplemente tenía que vigilar vestido de civíl: Su apariencia era la de un simple chico coreano, un estudiante tal vez o alguien que trabajaba como mesero, nada en él decía "oye, échate a un lado, soy un poli y vengo arrestarte".


Chasqueó su lengua, fastidiado, se había ensimismado pensando en el nuevo caso y un grito cercano lo devolvió de golpe a la realidad.


-¡Sólo dámela! - se escuchó la voz de un hombre, aunque menos que eso, un adolescente.


El chico forcejeaba con una mujer frente a un boutique, intentaba robarle el bolso, pero ella se negaba.


-Pequeña mierda, te tengo - masculló entre dientes, no estaba de humor para tonterías.


Se acercó a la escena y, cuando estuvo a tan sólo unos pasos, los involucrados no lo habían notado.


-Déjalo ya, contra la pared, ahora - ordenó Yoongi con un tono apacible, muy despreocupado como era su costumbre.


El chico lo miró, pero rápido apartó la mirada y siguió con lo suyo, forcejeando y viéndose aún más como un niño tonto frente a el policía. Yoongi metió su mano en el espacio del abrigo, sacando el arma y cargandola rápidamente para apuntar al chico, alzó una ceja, sin inmutarse, aburrido ante la mirada aterrorizada del joven.


-Vamos, date la vuelta, ¿Qué esperas? Hagamos esto rápido - ordenó esta vez con voz mordáz y enojada.


Se giró y dió una reverencia a la mujer, quien agradeció antes de alejarse asustada. Se llevó al chico esposado a la estación, tal vez ni tenía deciocho años cumplidos y ya estaba robando en las calles.


-Déjame adivinar, no tienes padres y tienes hambre - le dijo en tono neutro, del otro lado de las rejas, abriéndolas porque era ilógico tener a un crío encerrado - te escapaste de los trabajadores sociales y ahora intentas robar para sobrevivir.


Le hizo tomar una bandeja y lo guió hasta su oficina, donde ambos tomaron asiento, Yoongi detrás del escritorio.


-Si, si y no. Vivo con mi tia, pero es una señora bastante difícil - el chico intentó reír, restandole importancia, y se rascó la nuca con nerviosismo, ocasionando que la atención del policía fuese directo hacia su cuello.


El chico llevaba una sudadera, la capucha cubriendole la cabeza y una camiseta blanca debajo, y encima de la piel blanca de su cuello estaba claramente reflejada una marca de cuatro grandes dedos. La sangre de Yoongi hirvió, si había algo que destruía su paciencia además de la navidad, san valentín, la falta de trabajo o no poder dormir bien, era la violencia domestica.


Sin embargo, decidió que era mejor no mencionarlo por ahora, el chico estaba comiendo muy bien y parecían mucho más relajado estando en la estación que en la calle. Muy cómodo como para ir simplemente a robar mentirle a un policía, y más si ese policía era Yoongi. Adaptándose como un camaleón a todo, ese pensamiento encendió una chispa en la cabeza de Yoongi.


-Espera aquí - pidió saliendo de la oficina apresurado, dejando su abrigo. Él ni lo miró.


A ver, un 3, un 8...ni siquiera supo cómo pudo marcar bien el número de Seungho. Tenía una idea que implicaba arriesgarlo todo, y sólo había necesitado de un adolescente mentiroso para consegir materializar la solución a sus problemas.


O al menos, un comienzo.


Escuchó el tono mordiéndose los labios, casi sonriendo por lo excitado que se sentía al haber ideado un bosquejo del plan. Un plan demasiado arriesgado y sencillo como para ser tomado a la ligera, pero Min Yoongi era un obseso del trabajo duro y difícil.


Si no duele no sirve, decía.


-Yeoboseo - escuchó la voz del jefe del otro lado, siempre serio.


-Ya sé qué hacer con el caso Kim, encontremonos en el bar a las ocho. Tenemos mucho que discutir.


El chico aún comía de su ramen cuando volvió a la oficina, mirandolo más que interesado ante su repentino cambio de humor, sin creer que el tipo que hace una hora le apuntaba con un arma ahora estuviese sonriendo tan emocionado. Era algo terrorífico.


-¿Cuál es tu nombre? - preguntó directo.


-Kim Seokjin, señor - respondió con simpleza, burlón.


Sarcástico, mentiroso, atrevido, sin vergüenza alguna y tenía una dulce cara de niño que encantaba a los mayores. A Yoongi le agradaba Seokjin porque le hacía recordar a su yo de hace quince años.


-Puedo conseguirte una casa donde vivir, un trabajo y comida.


-¿A cambio de qué? - Seokjin no era un tonto, anotó eso en su cabeza, sabía que todo tiene un precio.


Yoongi le extendió el expediente y tomó asiento encima del escritorio, dedicandole una mirada profunda y muy seria. Seokjin le devolvió una igual.


-Necesito de tu ayuda.


Seokjin enarcó una ceja, sonriendo con encanto.


Este sería un gran estafador.


-¿A quién tengo que matar?


Yoongi sonrió de vuelta. Que comience la cacería.

Notas finales:

kjaskasahdsgbfjb Yoongi detactive yummy :3


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