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BLACK MAGIC por Claudens

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Notas del fanfic:

Historia totalmente original, todos los personajes y derechos me pertenecen.

Notas del capitulo:

 

¿Simple sueño o pesadilla?

 

Cuando Aparezca el sol de nuevo,

Yo no sé que pasará

Y será que no lo vea

Por que nadie vivirá 

En la oscuridad de una noche,

Triste sueño ahí empezó

El hombre es la pesadilla

que a la tierra ensombreció

No soporto más esta noche,

Quiero ver el sol salir,

Tarda mucho y no amanece,

Creo que ya voy a morir

Veo a lo lejos sus párpados

Están próximos a abrir,

Sólo fue una falsa alarma,

¿otra vez vuelve a dormir?

Veo muy lejos el principio,

Mucho más esta el final,

Como locos ya se matan

Crece y muere la maldad

Por tiempo, lo que me queda,

No veré ya el despertar,

Es mi rumbo y mi destino,

Que te toca terminar

Para quitar la pesadilla,

Sólo debemos cambiar,

Mi mensaje no es de guerra,

Quiero mi planeta en paz. *

 

*Aguilar Gil Samuel

 

 

El viento de otoño agita las copas de los árboles, las hojas caen suavemente cubriendo los senderos y arropando a la madre tierra. Los rayos del sol lánguidos y decadentes comienzan a ocultarse entre las cordilleras de aquel viejo continente.

 

 Hace miles de años aquel paraje que luce tan sereno y pacifico fue el escenario de una cruenta guerra, los ríos se tiñeron de rojo y la atmósfera era sólo de muerte y caos. Pero hoy ya nadie recuerda aquello y es tan lejano para todos, como lo son a veces los malos sueños, aquellos que siembran en nuestro espíritu el terror, pero que una vez que despertamos se esfuman para siempre.

 

 Viejo continente que vio pasar los días y los siglos mientras el hombre construía su porvenir, ahora se alza majestuosos por ser el centro de aquel planeta donde la armonía reina y la paz mece con su suave cántico a los seres vivos.

 

 La tierra de Baal, el más viejo de los continentes del mundo junto con Ea y Anu había permanecido en tranquilidad por más de mil años. En Baal existen tres poderosas naciones que se han mantenido en alianza desde siempre y protegen al continente con magia pura, Baal es el continente del poder. En Ea reina la estética y las artes y sus cinco reinos también forman una orden cuyos descendientes cuidan de la prosperidad del mundo y es Ea el continente de la bondad. Y finalmente en Anu el desarrollo de la ciencia y la tecnología hace de los ocho reinos de tal continente los más sabios del planeta por eso es llamado el continente del saber.

 

 En Baal los tres reinos nunca han tenido problemas, ya que, sus gobernantes saben que la magia los resguarda y les permite contagiar la armonía y el deseo de paz a los pueblos. Los reyes de Baal se ven obligados a aprender todo tipo de artes mágicas desde pequeños y sólo ellos conocen el poder de la tierra y los elementos, nadie más que su poderosa potestad es capaz de usar de encantamientos y hechizos poderosos.

 

 Baal es un continente amplio y de ecosistemas diversos, es atravesado horizontalmente por una cordillera y varias montañas y al pie de la montaña Dilmun se alza el reino de Mit el cual vive feliz bajo el mandato de su anciano rey Brune, pero pronto, la tranquilidad será seguida por un periodo de desorden ya que el viejo monarca esta próximo a morir y su sucesor no esta listo para tomar el trono.

 

 -¡Príncipe Shaid por favor no haga eso! – los gritos de un anciano cruzan el castillo de Mit de principio a fin. Una fuerte explosión entonces alerta a los soldados quienes presurosos corren a la parte norte del inmenso castillo que se encontraba labrado en la base de la montaña.

 

 Una nube negra se expande a gran velocidad por los majestuosos jardines de palacio y llega hasta el salón principal del hermoso castillo.

 

 Fastuoso como ningún otro, aquel salón de mármol blanco de pies a cabeza, adornado suntuosamente por cortinas de seda, candelabros de cristal fino, velas y figurillas de oro, mostraba el buen gusto y la fineza de sus reyes. Era clara la hermosura de aquel palacio y no tenía comparación alguna con otro en la tierra.

 

 En el fondo del salón bajo dos enormes estandartes hechos con hilos de oro y plata se encuentra el trono, majestuoso y alto como la dignidad del hombre que yace sentado en él. Y de la base de tan exquisita pieza se desprende una alfombra roja que atraviesa la habitación hasta llegar al umbral del salón que da al jardín.

 

 El viejo rey al escuchar el alboroto posa su mano débil y cansada en el brazo de su trono, se incorpora con dificultad mientras sus ojos grises buscan el origen del tumulto. Sus pasos acompasados lo llevan al umbral, estaba por salir del gran salón, cuando ágiles y suaves pasos que cruzaban la amplia alfombra roja se aproximan a él con premura.

 

 - Mi señor, por favor, no se agite, deje que Horus se encargue de todo – suplica con celestial voz la hermosa reina y toma de la mano a su consorte, le sonríe dulcemente y lo obliga a volver al trono mientras su vestido de seda azul celeste roza la alfombra del salón a cada paso que da y el rey asiente complacido ante aquella mujer de cabellos dorados tan bella como las musas. Él ya era muy viejo a comparación de la joven reina, pero sabia que ella únicamente vivía para él y al ver su semblante angelical con un dejo de angustia decidió sentarse nuevamente y con ello reconoció que ya no era capaz de controlar a su primogénito.

 

 En tanto en los sótanos del palacio, entre las paredes de sólida roca y la naciente oscuridad, allí donde se escogió disponer el laboratorio de los magos y alquimistas el humo y el fuego cesaban y Horus reprendía con su voz severa y potente como el trueno a su aprendiz.

 

 - Shaid, siempre es lo mismo contigo, ¿cuando aprenderás a obedecer? – decía el anciano mientras tomaba asiento en una silla de madera que se encontraba muy próxima a la puerta.

 

 El príncipe en tanto sonreía divertido, sus ropas blancas estaban manchadas de tizne y sus ojos azules fijos en el fuego de las antorchas que rodeaban el sótano y que apenas conseguían alumbrar el laboratorio.

 

 -No sé por que mi padre y tú se esfuerzan tanto, Horus, yo nunca voy a ser como ustedes desean – decía mientras su blanca mano se hundía en su cabellera castaña

 

 - No debes olvidar que tú eres el próximo rey de Mit, Shaid es preciso que aprendas todo lo necesario para ser un monarca justo y serio – las palabras del mago ocasionaron que la hermosa sonrisa del príncipe se borrara y fuera esta sustituida por una expresión dolida

 

 - Sabes que yo no quiero ser rey... – farfulle molesto Shaid y sus pasos resuenan en el sótano, se aproximaba el muchacho a la puerta y justo cuando su mano toca el picaporte dorado la voz del gran mago lo obliga a detenerse.

 

 - Nadie puede escoger su destino, eso deberías saberlo ya – sentencio el viejo mago y sus ojos se posaron con fijeza en la espalda del joven

 

 - Lo sé, pero eso no significa que vaya a resignarme con el destino que la vida planea para mí – contesta sin volverse y después se despidió con un ademán y abandono el laboratorio.

 

 La puerta se cerró y un rechinido similar a un gemido fue lo último que se escucho y estando solo en el laboratorio Horus suspiro – Este príncipe será la ruina del reino... quien lo pensaría Mit hundido por la mano de su rey – dijo quedamente y con un leve movimiento de su mano arreglo en un instante todos los destrozos que Shaid había hecho.

 

 Fuera de ahí en uno de los jardines, el joven heredero contemplaba el cielo, se encontraba placidamente tumbado en el suelo sobre el pasto y la alfombra de hojas secas mientras soñaba. Soñaba con ser libre, se veía viviendo una vida real y no las tonterías de un príncipe. Él necesitaba aventura, acción, pero Mit era tan apacible. Daría su vida por ir a Anu y experimentar la vida acelerada y bestial de aquel continente. O tal vez, lo que necesitaba era sentir la pasión de las artes recorrer y encender sus venas, pero para hacerlo tenía que ir a Ea.

 

 - ¡Respetado príncipe! – una dulce voz hace de golpe volver al muchacho de sus cavilaciones. Se incorpora este y sus ojos contemplan a una de las doncellas del palacio, la cual le miraba con una gran sonrisa en los labios

 

 - Respetado príncipe mire que sucio esta, debe cambiarse, recuerde que los invitados de su padre vendrán a cenar – la bella jovencita hace un ademán al chico, este se levanta con desgano y se aproxima a ella.

 

 - Mhh, ¿esa cena es hoy?... – pregunta con voz hueca Shaid y la doncella asiente con expresión feliz – Nau, creí que faltaba mucho para eso, ¡qué fastidio! – se acerca el joven a la bella fuente ubicada en el centro del jardín y los ojos negros de la doncella siguen cada uno de sus pasos. Hunde sus manos en el líquido frío y cristalino y con el agua limpia su rostro al tiempo que se dirige a la jovencita – No iré a tal evento, me niego – sentencia quedamente y la sonrisa de la doncella de cabellera larga y negra como la noche se esfuma

 

 - Pero respetable... – la jovencita no pudo continuar con sus argumentos, Shaid tapa su boca con una de sus manos, después la jala hacia él. Contempla el príncipe a su alrededor para cerciorarse que no fueran observados y le musita algo al oído a ella.

 

 - Nau, sé que tu me comprendes, eres la única que lo hace, por eso te quiero tanto. ¡Anda permíteme cumplir con mi capricho! – dice él y sonríe. Aquellas palabras ocasionan que la muchacha se sonroje. Los ojos azules del príncipe se fijan en ella con intensidad y no puede resistirlo, asiente suavemente ante aquel príncipe tan encantador. Shaid sonríe y libera a la joven.

 

 - Muchas gracias Nau, ahora debo irme – besa la mejilla de ella y se da la media vuelta marchándose feliz. Mientras la doncella cae al piso de rodillas temblando de la emoción.

 

 Shaid era un príncipe caprichoso y altanero, pero muy apuesto, él sabía como explotar a la perfección sus grandes dotes, aquella arrolladora personalidad, su porte, su voz varonil y gentil al mismo tiempo. Todo en él era explotado con el único fin de hacer lo que le venía en gana. Sabiendo reconocer sus virtudes el chico siempre se salía con la suya, además de que le encantaba hacer al conquistador y seducir a cualquier mujer que se le ponía enfrente. Abusaba entonces cruelmente de Nau la doncella encargada de vigilarle, ya que sabia el efecto que él tenía en tan débil e ingenua criatura.

 

 De muy buen humor gracias a su éxito, el hijo único de los reyes de Mit se paseaba tranquilamente por una de las torres más alejadas, el viento agitaba sus cabellos, contemplaban sus ojos las aves volar libremente y el sol ocultándose con rapidez, ya sólo un par de rayos iluminaban la tierra y el azul del cielo comenzaba a ennegrecer.

 

 Shaid sonrió cuando sus manos se posaron en el picaporte de la puerta y el rechinido de la madera vieja y apolillada le daba la bienvenida a aquella habitación olvidada por todos. Una vez dentro del cuarto que se encontraba en la cima de la torre, dirigió el príncipe sus pasos al enorme ventanal que se alzaba frente a él, cuyas cortinas se agitaban con el viento y eran acariciadas por las hojas secas que lograban colarse al interior.

 

 Posa entonces sus brazos en el alfil de piedra de la ventana, sus manos reciben su rostro y su mirada se fija en el horizonte quedando extasiado de ver en la lejanía el frondoso bosque Aiden de Inin.

 

 Suspiro - Inin... – el nombre escapa de sus labios sin querer. El reino vecino, siempre sintió curiosidad por ir a aquel mítico lugar, se suponía que en aquel bosque habitaban toda clase de seres mágicos y que todos vivían en libertad. Además los rumores decían que los elfos eran los seres más bellos de todo el continente y que el bosque encantado los resguardaba.

 

 - Quizá pronto pueda ver un elfo... – dice suavemente el chico en tanto sus ojos iban de la tierra al cielo y se fijaban en el primer lucero de la noche.

 

 - Volar... sería grandioso, es una pena que los hombres no puedan hacerlo. Si pudiera volar ya habría escapado... – las cavilaciones en voz alta del príncipe fueron interrumpidas por un alboroto que provenía de tierra.

 

 Shaid se inclino, sus ojos parpadearon un par de veces esforzándose por ver lo que ocurría abajo. Percibió luces, varias antorchas que se expandían por los jardines, escucho las trompetas, después relinchidos y vio coloridos estandartes desfilar por la entrada principal del palacio.

 

 - Están aquí – y sin querer saber más entro a la torre. Realmente no le importaba nada lo que sucediera allá abajo. Era muy consciente de que los tres reyes del continente iban a renovar aquel día la alianza de Baal.

 

 Con esos pensamientos avanzo entonces rumbo a la puerta y el ruido del metal anuncio que estaba asegurándola para no ser interrumpido. Sabía perfectamente que en cuanto llegara el tiempo de renovar los votos y el no estuviera presente mandarían buscarle, pero no darían con él y si lo hacían sería ya muy tarde, los otros reyes se enfadarían y dejarían la cosa para otro día.

 

 Un suspiro de aburrimiento se propago por la torre y Shaid se dejo caer en el viejo sofá que el mismo había llevado ahí y que se encontraba rodeado de libros.

 

 - El rey se enfadara – rió divertido y tomo un libro de pasta roja.

 

&&&

 

El resplandor dorado de las trompetas anunciaba en el palacio la llegada de los reyes de Nent y de Inin. Los monarcas entraron al gran salón del trono, llenos de orgullo y de refinamiento eran seguidos por su corte. Brune se puso de pie y se aproximo a ellos estrechándoles la mano en señal de bienvenida.

 

 - Brune estamos complacidos por tan cálido y cordial recibimiento – dijo el rey Anshar de Inin. Era este el más joven de los tres, por ser un elfo su juventud era más duradera y aun podía desprender expresiones de admiración por su belleza y su porte soberbio y elegante.

 

 - Estoy de acuerdo con Anshar – reconoció el rey Apsu de Nent. Apsu era al más grande y corpulento de todos, los años ya habían dejado huella en él y era este el que seguía en edad a Brune.

 

 Los tres avanzaron hacia el comedor conversando como los grandes amigos que fueron siempre. Eran seguidos por sus esposas las cuales se sonrieron dulcemente una a la otra mientras seguían silenciosas los pasos de sus señores

 

 Tomaron asiento uno al lado del otro en la enorme mesa del comedor. Los ojos verdes de Anshar contemplaban angustiados el estado deplorable de su viejo camarada de Mit y una expresión dolorida y triste daba cierta belleza mística al elfo.

 

 - No te preocupes aún no es tiempo – dijo quedamente Brune y el elfo de larga melena negra sonrió débilmente

 

 - Disculpa, es sólo que... -Anshar buscaba las palabras correctas para dirigirse a su viejo camarada y de repente la voz recia de Apsu interrumpió al elfo

 

 - No podemos creer que los años te hayan vencido. Pero eso no es lo único que preocupa a Anshar. Brune, tú muerte es el anuncio del fin de la alianza, no tenemos mucho tiempo, una vez que te hayas ido no tardaremos en seguir tus pasos – el viejo rey escuchaba atentamente las sinceras palabras de Apsu y le dolía en el alma tener que darles más disgustos a sus amigos

 

 - Comprendo y sé lo preocupante que es la situación para todos. Los príncipes deben estar listos antes de que abandone este mundo – aquellas palabras obligaron a Anshar a desviar su mirada y a tomar una expresión entristecida

 

 - ¿Qué sucede? – le pregunta el viejo rey al tiempo que sus ojos grises buscan los del elfo

 

&&&

 

 Los pasos presurosos de una mujer resuenan haciendo eco en el silencio que cubría la torre norte del palacio. Golpes desesperados en la puerta de madera despiertan a Shaid quien sobresaltado se pone de pie, pero no se anima a decir nada. Silencio, un débil sollozo tras la puerta y luego una voz quebrada y llena de angustia que suplica

 

 - Respetable príncipe, debe salir, por favor – un llanto descontrolado ataca a Nau y eso obliga a Shaid a abrir la puerta. Una vez que el umbral de madera queda a un lado el príncipe pudo ver a su doncella de rodillas en el piso, sus manos cubrían el bello rostro y cristalinas lagrimas descendían descontroladamente y bañaban el suelo de piedra.

 

 -Nau, ¿qué sucede? – se arrodillo el chico al lado de ella y al escuchar la voz de su señor la joven levanta el rostro y con ojos llorosos y palabras torpes trata de explicarse

 

 - Sucedió lo más temido... amado príncipe... su padre... – al escuchar aquello súbitamente Shaid se pone de pie y corre escaleras abajo con el corazón en un hilo

 

 - Padre... no puedes morir... no ahora... – un mar de remordimientos y emociones cubrían el espíritu del chico. La culpa especialmente era quien había anidado en su corazón. Si su padre empeoro fue por su culpa, al decidir esconderse le provoco un disgusto y eso lo hizo ponerse mal.

 

 Los pasos presurosos y llenos de angustia palpitante llevaron al joven por todo el palacio, cruzando jardines y destrozando flores a su paso. Con mirada dolorida, respiración agitada y sufrimiento marcando sus facciones entra al salón del trono. Para su decepción el lugar estaba vacío.

 

 - ¡Madre!...- llama pero sólo el silencio responde a su voz. Corre entonces rumbo al comedor y ahí sus ojos azules se petrificaron al ver la escena. El hermoso mantel de encaje que cubría la mesa apenas y pendía de ella, en el piso un charco de sangre, los cubiertos esparcidos por el lugar, la comida a ras de suelo, las sillas fuera de su sitio narraban los hechos. El rey se puso mal justo en mitad de la cena y alboroto a todos los presentes.

 

 Aterrado el chico atravesó el comedor y corrió a las escaleras que llevaban a las habitaciones, casi cae a media escalinata cuando su pie tropieza con la alfombra, pero sus manos iban aferradas en el pasamanos de la escalera y esto evito que se desplomara. Al llegar a la cima corrió hacia la izquierda, paso varias puertas de rustica madera hasta que al final del pasillo llego a su destino.

 

 La alcoba de los gobernantes se alzaba majestuosa, la puerta doble de madera era custodiada por los murmullos de los sirvientes quienes solícitos esperaban saber algo de su buen señor. Al ver los criados al príncipe se hicieron a un lado permitiéndole el paso, todos le miraban con compasión y algunos más atrevidos con enfado, los murmullos acallaron cuando los pasos de Shaid lo llevaron a la puerta. La mano temblorosa del chico se poso en el picaporte, su respiración se corto cuando giro de este y el rechinido de la puerta era como el réquiem mortuorio que azotaba a su corazón dolido.

 

 -Padre... – musito quedamente cerrando la alcoba tras de sí. Su madre corrió hacia él y lo estrecho en un cálido abrazo. Shaid se destrozo al ver la hermosa faz de su madre llena de lagrimas, las seco dulcemente con el dorso de su mano mientras sus ojos se fijaban en el lecho donde su padre yacía.

 

 -Ve a su lado querido, él te necesita – suplico su madre y él asintió. Avanzo hasta llegar al pie de la cama, al costado derecho del lecho se encontraba Anshar y al izquierdo Apsu. Ambos reyes miraron al príncipe por un instante y después se alejaron.

 

 - Creo que debemos dejarlos solos – la voz suave y queda del elfo resuena en la habitación rompiendo la tensión. Las manos blancas del rey más joven se apoyan en los hombros de la reina, esta asiente mientras las lagrimas ruedan por sus mejillas. Apsu mira al joven al lado de su padre. Se escucha la puerta abrirse y los tres se retiran dejando solo a Shaid con el rey

 

 - Padre, ¿cómo te encuentras? – la voz temerosa de Shaid acompaña su mirada triste mientras toma asiento en la cama al lado de su padre. Los ojos del rey se abren pesadamente y una fugaz sonrisa se dibuja en su pálido semblante

 

 - Shaid... hijo mío, no te preocupes. Los años son una pesada carga ya... pero aún no es tiempo de que me vaya – aquellas palabras pronunciadas por el rey entre una cortada respiración calmaron mucho al príncipe.

 

 - Lamento comportarme siempre como un chiquillo... – la disculpa del príncipe fue interrumpida por su padre, el cual acaricia sus cabellos con ternura

 

 - La vida hubiera sido muy aburrida de no ser por ti – el rey cierra los ojos por un momento, se sentía muy débil. Shaid sonríe y gruesas lagrimas escapan de sus ojos.

 

 - Hijo hay algo que debo pedirte... Sé muy bien que tu no deseas heredar un reino, lo comprendo a la perfección... eres joven y tu espíritu desea ser libre... pero desgraciadamente eres hijo del rey... –una tos agita al anciano en su lecho. Shaid toma una de las manos de su padre entre las suyas

 

 - Shaid, sabes que la paz de este mundo depende de los reyes de los tres continentes... pronto el día que finaliza el pacto entre todos los reyes llegara a su fin... el poder tratara de corromper a los nuevos sucesores... pero todos han superado desde hace siglos aquella maligna tentación... el verdadero problema esta aquí en Baal... ninguno de los tres herederos esta listo... Shaid de Mit se niega a ser rey... Exvan de Inin hijo del reino elfo esta imposibilitado para aprender magia... y Keren de Nent busca dominar la magia negra... – tal confesión sorprendió mucho al príncipe, él cual jamás pensó que los otros primogénitos tuvieran algún problema con sus vidas

 

 - Si Baal no tiene un gobernante... los otros dos continentes lucharán por someterlo... Por favor hijo, no estoy pidiéndote que aceptes ser un rey, sólo ayuda a Exvan a aprender magia... los elfos son muy poderosos y él será capaz de asumir la responsabilidad de los tres reinos... Anshar, su padre esta de acuerdo con que sea tu aprendiz... Exvan es la única esperanza de salvar a Keren de la magia negra y de proteger el continente de la guerra... – el anciano presiona las manos de su hijo con las suyas

 

 -Si cumples con este deseo, podré morir en paz – Shaid escuchaba en silencio, mientras los ojos del rey recorrían su rostro en busca de una señal que le indicara que pensaba su vástago

 

 -Muy bien padre... haré lo que me pides. Exvan será mi aprendiz... – era su deber se decía a sí mismo sin estar convencido de ello. Pero su padre se lo pedía ¿cómo negarse?

 

 El rey sonrió, sabia que su hijo no le abandonaría – Puedes partir mañana a Inin... – fue lo último que dijo y sus ojos se cerraron. Necesitaba dormir, su hijo lo arropo y beso su frente para luego salir silenciosamente de la habitación

 

 Shaid al salir, se topo con un pasillo vacío y mudo. Busco con la mirada a su madre, pero no la encontró, decidió entonces bajar, tal vez ella atendía a los otros reyes, además necesitaba hablar con el rey de los elfos.

 

 Sumido en sus pensamientos avanzo distraídamente hasta que sus pasos lo llevaron al comedor. Al entrar se topo con la servidumbre que limpiaba el lugar

 

 -¿Dónde esta mi madre?- pregunta a una de las doncellas y esta le señala el gran salón

 

 El príncipe cruza el inmenso comedor y entra al salón. Su madre esta en el gran trono, apoyada en el antebrazo dorado llorando amargamente

 

 - Mamá... – la voz del chico hace eco en el salón. La reina levanta su rostro y al ver a su hijo contemplándole con tristeza seca sus lagrimas e intenta sonreír al tiempo que le extiende sus brazos al muchacho.

 

 Shaid lentamente se aproxima a ella y al estar a un par de pasos del trono corre a su lado y se aferra a la mujer que más ama como si aún fuera un niño pequeño.

 

 - Todo estará bien querido – dice con la intención de consolarle y darse ella misma esperanza. Y una vez que Shaid ha llorado lo suficiente en el regazo de su madre levanta su rostro y sin lagrima alguna en él habla con pena

 

 -Mañana partiré a Inin, ¿dónde esta el rey Anshar? – se puso de pie buscando a los huéspedes de su padre mientras su madre le explicaba

 

 - Se ha marchado junto con el rey Apsu. Ha dicho que estará esperando tu llegada si es que decidías ir a sus tierras – aquellas palabras dichas por su madre le parecieron algo extrañas

 

 -Bien, comprendo. ¡Prepara todo madre!, mañana al alba iré a Inin– se aleja del gran salón dispuesto a enfrentar su destino


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