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Dark Side por Galaxy Diamond

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Notas del fanfic:

Éste fic se basa en varios libros que he podido leer últimamente, y también en mi imaginación que los ha mezclado, espero de una manera que les guste. 

Hace tiempo le prometí un fic a Gracchi y espero que lo pueda ver, pues lo hice tomando en cuenta lo que ella me pidió alguna vez. 

También es un fic que quiero dedicarle a Berenice. Ella me ayuda siempre con ellos, los lee primero que nadie, me hace alguna observación y simplemente es mi amiga, y por eso, ahora lo subo por y para ella. 

Gracias por si deciden darle una oportunidad. 

 

Notas del capitulo:

Comienza de una manera un poco extraña, pero era necesario escribir éste inicio, por lo que espero les ayude a entender mejor la trama. 

 

La nieve caía lentamente sobre Seúl. Min Yoon Gi caminaba demasiado concentrado en lo que tenía que decir, como para que el clima le afectara de algún modo. Sentía el frio, por supuesto, pero también sentía el enojo en su corazón. Y éste era tan intenso y tan grande, que le daba la energía suficiente, como para seguir caminando hasta llegar a su destino.

Esperaba ver a Ren, y discutir sobre el mal que le acababa de hacer. Decirle que las cosas entre ellos habían terminado y que no quería volver a saber nada de su existencia, enferma y sádica.

Recordó el rostro de su madre diciéndole que era un raro, un anormal. Recordó la manera en la que lo miraba, como si fuera un animal monstruoso, y sobre todo, recordó sus ojos asustados, temerosos y culpables, llenos de lágrimas amargas. Y eso era lo que le pesaba más. Herir a su omma de semejante manera.

Hasta el momento, había podido mantener en secreto la relación que llevaba con el hermoso chico de rostro angelical, y las cosas iban bien.

Era un psiquiatra de amplia reputación, famoso sobre todo por su enorme capacidad de hipnotizar a la gente, y lograr que las personas le dijeran siempre toda su historia, para poder ayudarlos a mejorar.

Su fama de doctor milagroso, se había extendido por todo el país, y continuamente le llamaban para que hipnotizara a alguien, y así curar alguna dolencia interna. También había gente que lo buscaba para que  le quitara, de una vez por todas, algún vicio que los iba llevando, lentamente, hacia la muerte.

Había comenzado una relación sentimental y extraña con Ren, cuando éste acudió como un pasante, buscando saber más acerca de las investigaciones que Yoon Gi publicaba en prestigiosas revistas, y asegurándole que tenía que hacer una tesis brillante. Así que poco a poco, se fueron involucrando.

Las cosas comenzaron una noche en la cual, después de hablar por horas de sus trabajos, Yoon Gi aceptó cenar con el menor en su departamento estudiantil. Ambos bebieron demasiado alcohol, y una cosa los llevó a la otra. Terminaron besándose con ansias, en un afán de dejar salir, de una vez por todas, las sensaciones que mutuamente sentían.

El chico era una hermosa versión de un ángel inocente y juvenil. Yoon Gi era un hombre demasiado metido en sus trabajos para haber tenido tiempo de relaciones personales y mucho menos amorosas.

Cuando se dieron cuenta, existía una cierta necesidad de continuar viéndose y en esa forma, transcurrió todo un año de una relación que para Yoon Gi comenzaba a decaer lentamente.

Dada su forma de ser, él no era de ver a nadie todos los días. No toleraba las cursilerías ni mucho menos el compromiso que conlleva una pareja, así que, poco a  poco, se fue alejando cada vez más y más.

Ren, desesperado y enamorado apasionadamente de su hyung, lo acosó todos los días, con molestas llamadas y mensajes, hostigándolo de tal manera que el mayor solo quería escapar de ahí.

─    Quiero que termines con esto. – Le dijo una noche, una semana atrás. – Ya no te amo, ni creo haberlo hecho antes. Solo fue una aventura ocasional. Acéptalo y vive con ello. Seguramente habrá mucha gente que le interese estar contigo, porque eres joven, bonito y tierno. Ve a buscar otro juguete, porque yo ya me cansé. Solo seremos amigos y nada más. – Diciéndole lo anterior, salió de su departamento, mientras Ren lloraba y gritaba cosas incoherentes.

 

Nunca esperó lo que Ren haría. Sumido en una profunda desesperación, envió fotografías de ellos en situaciones íntimas a la madre del doctor. Una madre que ignoraba que su hijo tuviera relaciones sexuales con otros hombres.

Así que esa noche, Yoon Gi acababa de perder a su  progenitora cuando ésta le había dicho que no quería volver a saber nada de su vida y que olvidara que tenía una madre, pues ella había muerto para él. Tomó sus maletas y salió para siempre de la vida de ese hijo que tanto daño le había hecho.

El doctor Min la observó marcharse y luego, apretando los puños por el coraje, se puso su ropa más abrigadora y salió hacia el departamento de Ren, para ajustar cuentas con el menor.

Una vez llegado al campus de la Universidad, había caminado penosamente hasta el departamento del chico, con el rostro casi congelado.

Subió las escaleras con determinación y con pasos fuertes, hasta llegar al primer piso y ubicar el departamento del que fuera su amante.

Cuando Ren escuchó los fuertes golpes, supo que era el doctor Min y abrió la puerta sin más.

─    ¡Yoon Gi, regresaste! – Le dijo mirándolo feliz.

El famoso psiquiatra lo miró fijamente y entonces Ren supo que el otro iba furioso. Le temía, no solo porque tenía un carácter fuerte que lo intimidaba, sino porque Yoon Gi lo podía manejar a su antojo. Él era cera en las manos de ese hombre que con solo algunas palabras, podía hacer que él hiciera lo que fuera.

─    ¿Por qué le enviaste a mi madre esas fotos? – Le preguntó, cerrando la puerta y acercándose a él.

 

─    Yo… yo quería que ella supiera de nosotros. Siempre me dijiste que… que lo nuestro era un secreto, pero ya no quiero que eso siga así. – Le dijo el chico sin más.

 

─    Te dije que ya no quiero seguir siendo tu amante. Te lo advertí y tú me retaste enviando esas fotografías. – Le contestó más enojado aún por la explicación tan estúpida del chico.

 

─    Yo te amo, no quiero que nos separemos. Vente a vivir conmigo, o yo me iré a tu casa. Anda, por favor. – Le pidió.

 

─    Yo no te amo. No puedo seguir contigo, simplemente, ya no siento nada por ti. – Le dijo cruelmente.

Ren lo miró y comenzó a llorar.

─    No me digas eso Yoon Gi, me lastima demasiado. –

 

─    Lo siento. Pero es la verdad. Y si antes te ofrecí mi amistad, ya no lo hago más. No quiero volver a verte en toda mi maldita vida. ¿Escuchaste? – Le dijo, tan cerca de Ren que  sentía su aliento en el rostro.

 

─    Pero yo te amo, te amo de verdad. – Le decía sollozando. Sus ojos derramaban lágrimas de tristeza y desesperación.

 

─    ¡Me importa una mierda que me ames, igual que a ti te importó un carajo, cuando enviaste esas malditas fotografías a mi familia! – Lo tomó del cuello y mirándolo fijamente, terminó. – ¡Si te veo cerca de mi o de alguien de mi familia, te mato! – Y luego salió del departamento, dejando al otro chico llorando de dolor.

 

Ren siguió acosando al doctor.

No le importaba entrar a su salón de clases y sentarse en una banca de atrás, mientras el doctor lo observaba asombrado, para luego obligarlo a salir. Tampoco le importaba entrar a su consulta, como si fuera un paciente más. Nada le importaba, había perdido por completo el sentido del comportamiento, lo cual era demasiado molesto para Yoon Gi. Hasta el punto de colmar su paciencia.

Un día, dos semanas después de que subiera a su departamento, lleno de nieve y lo amenazara, Yoon Gi alcanzó al menor en su automóvil, y antes de que entrara a él, lo tomó del cuello.

─    ¡Creo que no hablo el mismo idioma que tú, imbécil! – Le dijo con sus ojos fijos en el rostro del otro chico.

 

─    ¡Yoon Gi… suéltame…! - Le pidió, pues sentía que el otro le apretaba demasiado.

El doctor, con sus ojos gatunos fijos en los de Ren, lo miraba, intensamente. Sus negras pupilas sobre los ojos castaños del menor, tan fríos y duros, que Ren comenzó a sentirse hipnotizado por ellos.

No era la intención de Yoon Gi hacer eso, pero no podía evitar utilizar su mente y transmitir sus pensamientos a través de su mirada. Siempre lo hacía, pero en ese momento, era demasiado su enojo y su furia como para contenerse.

Ren se sentía adormecido, sus párpados pesaban, pues la mirada del otro era demasiado fuerte y su mente comenzó a abrirse a Min.

De pronto, Yoon Gi se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y con temor, sacudió al menor con fuerza, para despertarlo, sin considerar que el otro chico estaba ya bajo el influjo de sus palabras, con la mente abierta para recibir las órdenes precisas.

─    ¡Despierta, no quiero que te duermas, despierta! – Le gritó y Ren volvió a la realidad, aunque una pequeña parte de su mente, seguía abierta a las órdenes que se le quisieran dar.

 

─    ¡¿Qué pasó? ¿Qué me hiciste?! – Le gritó.

 

─    ¡Nada, lárgate, lárgate de mí vista o te arrepentirás el resto de tu vida de haberte atravesado en mi camino! – Y se fue lejos de Ren, tratando de controlar sus impulsos de golpear al otro.

 

El menor se quedó parado, confundido y un poco adormecido, pero sintiéndose bien. Luego subió a su automóvil y manejó hasta su cita con un amigo, en un club algo lejos de ahí.

─    Ren, ¡Qué bueno que pudiste venir! – Le dijo su amigo.

 

─    Sí, no me perdería de tu fiesta, para nada. – Le contestó.

 

No se veía muy  feliz. Su mirada viajaba por todo el lugar, buscando algo que no encontraría ahí, y su gesto era de tristeza y decepción.

 

─    ¿Qué tienes, amigo? – Le preguntó una chica que estaba repartiendo bebidas.

 

─    Nada, solo… la vida. – Le contestó muy decaído.

 

─    Pues tómate uno de éstos, son buenísimos para que la vida se vea muy bonita siempre. – Y  le dio una copa con una bebida color azul.

 

Ren era un chico muy tranquilo y no acostumbraba tomar alcohol, ni otras cosas malas para él. Era saludable y trataba de llevar una vida relajada, sin meterse sustancias raras, pero esa noche se sentía muy mal, asustado, intranquilo y todo, menos relajado, así que pensó que un poco de alcohol lo ayudaría.

─    Gracias, cariño. – Y se lo tomó de golpe.

 

El salón se puso más iluminado. Sentía que su cerebro era como una cascada donde caían luces de muchos colores por todos lados. Era una sensación rara, pero agradable, así que solo sonrió.

─    Ven, tomate otro. – Le dijo la misma chica y él, solo lo bebió.

La cascada se movía más rápido. Ahora, él estaba sobre las luces, y como si fueran agua, remaba en un kayak. Descendía vertiginosamente, sintiendo la velocidad, sin dejar de sentirse completamente feliz.

Se puso en el centro de la pista y comenzó a bailar loca y desenfrenadamente. Su cuerpo era como de hule, flexible y ágil, sin límites. Estaba muy caliente y sentía que iba a hervir y luego explotar, pero no le incomodaba de verdad.

─    Ven, amor. Baila conmigo. – Le susurró una persona. Él trató de enfocar su mirada pero solo veía muchas luces, demasiadas, tantas que lo deslumbraban y no le permitían apreciar los rasgos de ese individuo que lo apretaba contra su cuerpo y lo hacía sentirse tremendamente excitado.

 

─    Vamos. – Le susurró nuevamente el otro hombre.

Lo jaló con él y subieron por una escalera que a Ren le pareció como si fuera una escalera hecha de luces y estrellas. Sonreía feliz por esto. Estaba completamente drogado y alucinado.

─    Ahora sabrás lo que es bueno, mi vida. – Le dijo el muchacho que ahora parecía solo tener luces en lugar de ojos y un farol en lugar de boca que se lo tragaba y lo iluminaba todo. Lo empujó contra una pared y ahí lo comenzó a acariciar por todos lados, hasta que finalmente lo giró. Ren no sintió dolor, solo sentía calor, demasiado calor, mientras el individuo lo tomaba una y otra vez.

 

Terminaron ahí mismo y el otro se fue, dejándolo tirado en el suelo, con la ropa bajada y sucio de sudor y semen.

El amigo de Ren lo encontró sin sentido, y convulsionándose. Llamó a una ambulancia y lo llevaron al hospital donde por minutos, pudieron salvar su vida, sin embargo, el chico no despertaba y los doctores supusieron que el daño cerebral había sido demasiado.

Todos en el Hospital Universitario comentaban lo sucedido y ese mismo día, en la tarde, Yoon Gi se enteró también.

Fue al cuarto de Ren y lo vio ahí, tendido en la cama, sin conocimiento y lleno de aparatos que lo mantenían apenas con vida, y se sintió fatal.

La madre de Ren estaba ahí, junto a él, mirándolo mientras sollozaba quedamente. Tomaba la mano del chico y le hablaba, pues los doctores le decían que debía estimular sus sentidos, con una voz familiar para ver si el chico salía del coma.

─    Doctor Min. – Escuchó una voz detrás de él, era el doctor Kim Seokjin, Intensivista y Jefe del área de urgencias del hospital.

 

─    Dime, Jin. –

 

─    Quiero pedirte un favor. Sé que tú conocías a Ren, y que eran amigos. – Le comenzó a decir.

Seokjin era su amigo de años y además era muy observador, nada se le escapaba, así que sabía de la relación de los otros dos.

─    ¿Y eso tiene algo que ver con esto? –

 

─    Sí y no. –

 

─    Explícate Jin, no estoy para adivinanzas. –

 

─    Quiero que trates de sacar a Ren de ese estado en el que se encuentra. – Le dijo directamente. 

 

─    Pero… ¿Cómo? –

 

─    Hipnotizándolo. Tú sabes que se ha intentado como una forma de entrar al subconsciente de la gente y traerla de vuelta. – Le pidió, sin más.

 

─    Pero… Solo lo he hecho en experimentos, para mi investigación personal, nunca en pacientes que no han dado su consentimiento. – Le interpuso, no le agradaba mucho la idea de entrar en la mente de alguien inconsciente, sin tener su permiso.

 

─    Lo has hecho. ¿Verdad? –

 

─    Si, lo he hecho. Pero han sido voluntarios, y no han estado inconscientes de un coma, solo sedados. –

 

─    Pero lo has hecho. – Insistió.

 

─    No lo haré. No puedo. – Y dándose la media vuelta, salió de la habitación, sin querer escuchar más palabras de su amigo.

 

En la noche, mientras Yoon Gi estudiaba sus informes para su clase del día siguiente y trataba de concentrarse, no olvidaba la plática con Jin. Le quemaba en la mente pues Ren era además, alguien a quien conocía demasiado bien. Trataba de decidir si aceptaría o no.

Así que salió de su despacho, tomó su saco y se dirigió a un restaurante bar que estaba cerca de la escuela. Iba ahí a veces, cuando se le hacía demasiado tarde, o bien cuando debía permanecer más tiempo en el trabajo.

Entró y le dejó su coche al valet parking. Luego se sentó en la barra y pidió una cena frugal, pero nutritiva.

Entonces vio que varios chicos entraban en el bar. Eran estudiantes seguramente o bien miembros de alguna fraternidad que iban a celebrar algún cumpleaños o algo así. Se giró para continuar con su comida.

De pronto, sintió una presencia junto a él, que se acomodó en el puesto junto al suyo. La loción del chico era muy fresca y juvenil, y sintió ganas de mirar al dueño de tan fabuloso aroma.

Sus ojos se encontraron con una mirada sonriente, hermosa, en un rostro de rasgos  tiernos y algo infantiles. Pero lo que  llamó su atención era que el otro chico lo miraba directamente, sin rehuir de su mirada.

─    Buenas noches. – Solo alcanzó a decir Yoon Gi, para después dedicarse a comer.

 

─    Buenas noches… hyung. – Le contestó una voz demasiado joven.

 

Ambos guardaron silencio después de esto. De pronto el menor solo dijo:

─    Quiero de lo mismo que ordenó hyung. – Le dijo al mesero que de inmediato anotó la orden. – Quiero  un Bloody Mary, por favor.  – Le ordenó al cantinero.

Yoon Gi lo miró y solo sonrió. El mocoso apenas era un niñato y ya ordenaba bebidas como todo un conocedor.

─    ¿Viste algo gracioso, hyung? – Le preguntó el chico.

 

─    ¿Además de ver a un… mocoso, ordenando alcohol? – Le dio directamente. Nunca se contenía para expresar su opinión.

 

─    ¿Mocoso? ¿Dónde? – Le preguntó, burlón. - ¿Te refieres a mí, acaso? – Se señaló a sí mismo, sonriendo aún.

 

─    Eres el único mocoso que está aquí y que acaba de ordenar una bebida con alcohol. Claro que tú. – Le contestó.

 

─    Pero yo no soy un mocoso, hyung. Soy un hombre. – Se defendió, sin enojarse ni nada parecido. Al contrario, ese hyung era muy gracioso para él.

 

─    ¿Qué edad tienes? 18, 19 cuando mucho. Eres solo un mocoso. – Y termino con su comida, tomando luego de su soda.

 

─    Pero hyung, éste es un bar, hay que ordenar alcohol. Si no, los meseros te odiarán. – Le embromó.

 

─    ¿Y te preocupa que te odien los meseros?  Entonces si eres un mocoso, los meseros a mí  me valen mierda. – Le contestó. Sin embargo, sonreía.

 

─    Me gusta que la gente me quiera. Quiero que todo el mundo me ame. – Comía de su plato, pero miraba a Yoon Gi, mientras lo hacía.

 

─    Todo el mundo debe amarte. Eres un chico muy  agradable. – Era sincero, en verdad el chico era muy simpático.

 

─    Gracias. Menos mal que no me odias o algo así. –

 

─    ¿Por qué debería odiarte? Ni te conozco. –

 

─    Park Jimin, para servirte Hyung. – Y le hizo una reverencia que hizo reír de verdad a Yoon Gi.

 

─    Min Yoon Gi, igualmente Jimin. – Y se inclinó.

 

─    Entonces… ¿Ya te diste cuenta de que no soy un mocoso, hyung? Soy un hombre, muy bien educado además. – Lo miraba fijamente.

Yoon Gi no podía quitar sus ojos de los de Jimin. Eran tan bonitos, tan tiernos, y lo hacían sentirse bien, relajada y tranquilo, aunque el chico evidentemente, le estaba coqueteando.

─    Termina tu comida, Jimin. Seguro tus amigos te esperan para que celebres con ellos. – Lo miró. El muchacho tenía una ropa casual, pero elegante. Era un chico con un cuerpo envidiable y la ropa que llevaba lo evidenciaba.

─    Los conocí afuera y me invitaron a su fiesta. No me interesan. – Le contestó, acercándose al otro sin ninguna vergüenza.

 

─    Pues yo… ya me voy. – Le dijo, apartándolo con suavidad, pagando y comenzando a salir. De pronto, el menor lo hacía sentirse nervioso, o quizás excitado.

 

Jimin se dio cuenta y sonrió aún más. Le encantaba hacer eso, notar el nerviosismo del otro, dominarlo solo con su encanto juvenil, seducir a la gente, tan solo con su cercanía.

─    Te acompaño a tu coche, hyung. No te me vayas a perder o algo así. – Le dejó dinero de más al cantinero y siguió  a Yoon Gi quién ya le pedía su auto al valet parking. Cuando el auto llegó, Jimin se le pegó más y le dijo:

 

─    Dame un aventón, hyung. Mi coche se descompuso. – Le pidió, mirándolo con una cara de cachorrito triste y solitario. Yoon Gi no pudo evitarlo y accedió.

 

─    Está bien, sube. – Le dijo. – Pero te advierto que solo te llevaré a una parada de autobús, no puedo ir hasta tu casa. –

─  Ni siquiera sabes donde vivo, hyung y ya te asustas. Pero está bien, conque me dejes cerca, es suficiente. – Le dijo, luego entró al auto y le preguntó. - ¿Tu a dónde vas? –

 

─    Regreso a la universidad, tengo algo de trabajo que terminar. – Le informó, no quería que un desconocido, por más tierno que fuera, supiera donde vivía.

 

─    Perfecto, yo vivo en el campus. Así que será como si me dejaras en mi casa. – Y se abrochó el cinturón de seguridad, feliz de la vida.

Siguieron el camino en silencio, solo interrumpido por la suave música que puso Yoon Gi, para no estar sin nada que los acompañara, y porque tenía miedo de que se escucharan los latidos de su corazón.

 

Notas finales:

Como siempre, les agradezco que lo hayan leido. 

Espero que les haya gustado y pues... nos vemos la siguiente semana. Subiré capitulo cada miercoles. 

BESOS. 


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