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El plan por Drakarys

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Thor se preguntaba cómo había podido ser tan estúpido, comprar las respuestas de aquel examen definitivamente no había sido una buena idea. El no consideraba que fuera una persona muy brillante, pero tampoco era un bruto… o al menos eso creía él. No era el estudiante más destacado, pero sobrepasaba las expectativas de la mayoría, excepto las de su padre.

Odín era un hombre respetado y admirado por la comunidad. Se había dedicado a limpiar las calles como detective y posteriormente como capitán de distrito. Ahora, ya retirado, había iniciado su carrera política y se estaba postulando para concejal. Era un hombre sabio que siempre brindaba buenos consejos a quienes se lo pedían, como esposo era dedicado y como padre era rígido, vaya que Thor lo sabía.

Desde muy pequeño su padre le había dejado muy en claro lo que quería para él en la vida y prácticamente esta era seguir los pasos por el camino que su padre previamente había labrado. No era algo tan difícil y se podía decir que estaba haciendo buen trabajo. Era un buen tipo al que sus compañeros apreciaban, le encantaban las bromas y siempre estaba de buen humor, ninguno podría acusarlo de poner una mala cara al momento de pedirle un favor. Era capitán del equipo de football, tenía una estupenda chica por novia y a cualquier otra por si se aburría. Estaba a punto de graduarse e ir a una de las más prestigiosas universidades del país y luego heredar el lugar de su padre junto con una pequeña fortuna. Todo estaba perfectamente bien… ¡¿Entonces porque jodidos se le había ocurrido comprar ese maldito examen?! ¡Carajo!

-¡Estoy muerto! –se quejaba con sus amigos a la hora del almuerzo.

Luego de que todos tuvieran sospechosamente los mismos errores en la prueba, los profesores se habían dado cuenta del fraude y habían levantado un reporte contra los infractores. Ahora, ese reporte se encontraba en el sistema y sería entregado a los padres en la próxima reunión y cuando llegara a manos del suyo él estaría perdido.

-Te dije que no hicieras caso a Fandral –lo reprendió Sif como si se tratara de su mamá- él siempre te lleva hacia tu perdición.

-¡Vamos! No debe ser tan malo ¿O sí? –Fandral trataba de ser optimista, pero la verdad es que no estaba muy convencido de sus propias palabras. Mientras Thor tenía su futuro asegurado, el suyo y el de Volstagg pendían peligrosamente de una cuerda. Estaban jodidos.

-¿Qué voy a hacer? –Dijo lastimeramente su amigo mientras se cubría el rostro con sus manos.- Si mi padre se entera que hice trampa me desollara vivo.

Sif se acercó a él acariciándole la espalda en señal de apoyo mientras un silencio se instalaba entre los presentes, un silencio solo interrumpido por el sonido de Volstagg devorando su almuerzo y el que Thor ni siquiera había tocado por la preocupación. Fandral quien apenas había tocado el suyo trataba de hallar una solución mientras revolvía su comida con un tenedor. Se sentía directamente responsable por haberles conseguido aquellas malditas respuestas.

-Si tan solo pudiésemos sacar nuestros nombres del sistema –había dicho solo por decir, sin imaginar la magnitud que sus palabras iban a tener. Thor levanto la mirada de entre sus manos y lo observo como si hubiese tenido la más genial de las ideas. Sif que sabía el significado de esa mirada se le adelanto.

-¡Eso es una estupidez! Mejor concentrémonos en buscar una solución.

-Esa es una solución –agrego Volstagg limpiándose la boca con el dorso de su mano- y muy buena, diría yo.

-¿Se están escuchando? –los reprendió Sif. ¿Acaso lo estaban realmente considerando? – ¡No puedo creer que intenten salir de un lio entrando en uno nuevo!

-¿Tienes alguna otra sugerencia? –a Fandral le irritaba a veces que Sif intentara siempre ser la voz de su conciencia, pero que no aportara nada para contribuir a la causa.

-No, pero esto es imposible. No se puede simplemente acceder al sistema del colegio desde un teléfono y borrar tu nombre así como así.

-Sif tiene razón, –concedió Thor y Sif creyó la partida ganada.- Necesitaríamos un hacker.

-¡Que!

-¡Y uno muy bueno! –Agrego Fandral ignorándola, le entusiasmaba la idea- el mejor de ser posible.

-¿Y dónde se supone que daremos con alguien así? –Inquirió Volstagg.- No es como que no lo hubiesen intentado antes y todos han fracasado en el intento. Nadie puede burlar ese sistema.

-Hay alguien que puede –la voz tranquila de Hogun se hizo presente después de mucho callar. –Stark

-¿Stark?–trató de confirmar Thor- ¿Anthony Stark?  

Hogun asintió, Volstagg estallo en carcajadas y Fandral se derrumbó en su propio asiento. No había poder en la tierra que hiciera que Thor pidiera el favor de Stark ni milagro que hiciera que este se lo concediera.

-Tienes razón, –concluyo desalentado.- Estamos muertos.

 

*-*-*-*-*-*-*

 

Al otro lado de la cafetería Bruce, Clint y Natasha tenían su propia discusión. Bruce insistía en que debía existir una manera, la que fuera, para convencer a su potencial cuñado de salir con él y Helblindi. Mientras Clint no dejaba de reír atiborrando su boca con un puñado de papas fritas, simplemente no se podía imaginar a Loki de chaperón.

-No tiene que ir necesariamente con nosotros –le debatió Bruce- solo fingir que lo hace.

–No estoy muy segura que acepte hacer eso –aseguro  Natasha, tomando papas del plato de su novio- Por lo que yo sé, tampoco está muy a favor de que su hermana salga con alguien.

-Lo convenceré –dijo determinado.

Los tres chicos voltearon a la vez en su dirección. Loki se encontraba solitario como siempre, en una banca del rincón. Llevaba los audífonos puestos mientras garabateaba distraídamente en su libreta. Una hoja que había desechado rodo por el borde de la mesa y cayó al suelo pero ni siquiera lo noto.

A los pocos minutos se le aproximó un chico rubio, pulcramente vestido y tan derecho que parecía que tuviera una tabla por espalda. Se trataba de Steve Rogers, presidente de la clase y guardián del orden. No muy de la simpatía de muchos, y menos no de los que eran como Loki.

-Laufeyson, -le hablo con la autoridad que su cargo le proporcionara.

Muchos se hubieran sentido intimidados por sus facciones serias y su carácter firme, pero no aquel pelinegro descarado que simplemente se volvió a verlo con fastidio mientras descubría uno de sus oídos.

–Debes colocar la basura en su lugar. –Dijo severamente señalando el papel arrugado en el piso.

Loki siguió la dirección del índice con su verde mirada. Con lánguidos movimientos se puso de pie, sorbiendo un par de tragos de su lata de refresco, encarando altivamente al rubio. Para sorpresa de todos, quienes habían dejado de hacer lo que hacían por un momento para prestarles atención, vacío el contenido de su refresco sobre la cabeza de Rogers hasta la última gota. Arrugo la lata con una mano mientras le regalaba una cínica sonrisa y la estrello en la palma de la mano a Steve.

-Ahí está. –concluyo con desdén. Se agacho a tomar la hoja arrugada y luego de tomar sus cosas salió del lugar ante el pasmo del rubio y el aturdimiento de muchos.

-Bien –Dijo Clint trayendo la atención de los tres nuevamente a la mesa. Los murmullos se habían desatado por todo el lugar.- Ya quisiera yo ver a alguien convencer a Loki de hacer algo que no desea.

Bruce suspiro abatido clavando la mirada en su comida. No quería darse por vencido, no con Helblindi al menos, le gustaba y mucho.

Por mucho tiempo siempre había sido el raro, el rechazado, el marginado, excepto por sus dos amigos. A Bruce nunca le importo, o fingía que no le importaba, porque en el fondo se moría por ser normal. Esa chica le sonreía a diario y le hablaba de manera amable. Lo defendía incluso cuando se metían con él y aunque se sentía un poco cohibido ante su ser desinhibido, le gustaba. Lo hacía sentir como un adolescente normal. Y él estaba dispuesto a hacer todo por ella, incluso enfrentase a su endemoniado hermano si con eso conseguía tan solo un beso de ella, nada más. El problema era ¿Cómo?

-Ándale Clint ¿Qué te cuesta?

Frente de él sus amigos habían seguido con sus asuntos mientras él se perdía en sus cavilaciones. Clint estiraba el brazo donde portaba su preciado arco mientras Natasha se encimaba casi totalmente sobre él en un intento por alcanzarlo. Ambos sonreían, se querían a pesar de ser tan diferentes.

-¡Estás loca! –Exclamó Clint -Sabes que esto es sagrado.

Bruce sonrió, su amigo adoraba su arco más que a nada en el mundo, jamás permitía que absolutamente nadie le pusieran una mano encima. Pero su novia insistía alegando que quería verse como una arquera por un segundo y aunque su novio le ofreció unirse al club se arquería al cual pertenecía y hasta darle clases particulares, ella se negó. Su interés se centraba solo en jugar con el arco un momento.

-¡Por favor!–La chica pelirroja se le quedo mirando con la expresión más encantadora que Bruce le hubiera visto en su vida. Era falsa, él lo sabía, y probablemente su novio también pero aun así no pudo evitar sonreír y luego de regalarle un beso le entrego el arco.

-Tú ganas, – se lo tendió con solemnidad –pero ten mucho cuidado.

Natasha sonrió victoriosa. Realmente poco le interesaba el arco, el cual ya había visto millones de veces con anterioridad, pero sabía el significado que tenía para su novio y estaba probando hasta donde era capaz de conceder por ella. Bruce lo entendió y entonces le vino una idea a la cabeza que dejo petrificados a sus amigos.

-¿Y si le conseguimos a Laufeyson una pareja?


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