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Lumen Requiem por Cliosan9

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Notas del fanfic:

DISCLAIMER: Kuroko no Basquet

Los personajes no me pertenecen, sino a Fujimaki-san, gracias por darnos fan servise, pero aún espero que haga al menos al MidoTaka canon :v

Notas del capitulo:

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Hola, que tal. Me desaparecí de este fandom durante mucho tiempo, lo siento, estuve ocupada haciendo unos de Haikyuu (Fan Misterioso) que tiene Doujinshi! si! Yo no lo dibujé, fue la talentosa Murkami, si desean pueden pasar a darse un vistaso por allá www.facebook.com/Kolurami

Continuando con mi amor por estas dos parejas traje un fic donde están combinadas :v A mi siempre me ha gustado la música clásica, cosa que ya he manifestado en fics anteriores, así que terminé trayendo este fic a ustedes. 

Aclaraciones: 
Pianissimo: Cuando una pieza debe  ejecutarse muy suavemente, con muy poca intensidad

Forte: Término que se utiliza en notacion musical para indicar un grado determinado de intensidad de sonido

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1. Nocturno

Corría por los largos pasillos de ese edificio, era su primer día de clase y estaba llegado tarde. Cada dos corredores podías ver un reloj analógico colgado en la pared, ya se había retrasado por 10 minutos, si bien la mayoría de profesores dejarían pasar aquella pequeña falta por ser primer día, este no era un colegio o una universidad. Encontró el aula que le tocaba, pensó que deberían cambiar la organización de las aulas o al menos poner algunos carteles para no perderse en la inmensidad del lugar, pero no servían sus excusas ahora.

Tocó la puerta dos veces y esperó una respuesta del otro lado. A través de la pequeña ventana pudo ver como el profesor le hacía un ademán para que ingresara y posteriormente cerrara la puerta tras él. El maestro tenía aproximadamente unos 50 años, algunas canas en las patillas y una mirada ácida.

-Es un placer tenerlo con nosotros señor… - miró su agenda rápidamente para ubicar el nombre del alumno que tenía una marca roja, indicando su falta –…Señor Takao, ¿me podría explicar el motivo de su retraso?

Tenía la boca seca de tanto jadear al correr, hace muchos años que había dejado el deporte. Sus manos le empezaron a sudar, la mirada escrutiñadora del hombre lo ponían nervioso además podría asegurar que aquel profesor lo había marcado de por vida, sólo por olvidarse de prender el despertador.

-Yo… me quedé dormido y no ubiqué el aula que me correspondía a tiempo, no tengo excusa señor.

Escuchó algunos murmullos en el aula, entre los cuales se reían o lo compadecían por haber cometido tal error en clase de ese maestro con fama de ser bastante estricto.

-Señor Takao, aquí vienen las personas que tienen miles de sueños y aspiraciones, que tienen el talento o lo desarrollan a través de la práctica y trabajo duro. Esta institución siempre ha sido muy selecta con la clase de alumnos que acepta, muchos de sus compañeros aquí presentes han estado desde mucho antes que yo llegara y muchos de ellos tienen trabajos aparte para pagar las pensiones o becas. Así que si usted está realmente dispuesto a trabajar con nosotros, espero puntualidad y respeto de su parte. No quiero que esta situación se vuelva a repetir.

Terminado aquel discurso Takao dispuso a sentarse en una de las bancas libres casi al costado del profesor, para su desgracia. Miró a todos los lados, para poder familiarizarse con el ambiente del aula, aquellos instrumentos al fondo de la habitación y aquel piano de cola de maravilloso negro que se ubicaba al costado de la pizarra en donde anotaban la fecha, nombre del profesor y el curso. Así comenzó su primera clase de Historia de la Música.

 

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Takao suspiró por quinta vez consecutiva. Había llegado al conservatorio con mucha ilusión, después de todo era la primera vez que asistía a uno, pero estar sentado escuchando a un profesor con la voz parca y tono monótono durante más de dos horas, era agotador y sumamente aburrido. Ya había estudiado historia de la música con anterioridad, pero nunca le había parecido tan molesto. Todo lo que comprende la teoría de lo que sucede en la vida de un compositor, que lo llevó en ese momento exacto con la inspiración precisa y la melodía resonando sin parar en la cabeza, son muy complejos y hasta podría considerarse una perfecta casualidad.

Cada autor tiene una sombra sobre su cabeza, que dio pie a componer tonalidades grises, desesperanza y angustia. Todo autor tuvo una musa que lo hizo conocer la admiración, el amor y muchas veces la locura, de allí nacen los mejores sonidos, con tonos rosas, amarillos y naranjas, aquellos sonidos que te llegan al alma y te hacen sentir absorto en tus propios sentimientos o lo que el compositor quiso mostrarte. Para poder reproducir esa música uno debía estudiar también la biografía de los grandes y tratar de imaginar qué tenían en la cabeza para hacer las maravillas que hicieron. Para Takao eso es la música, no solo una combinación de notas musicales en un pentagrama que el ejecutante lee y reproduce al pie de la letra como si fuese un robot.

Por ahora su clase había terminado y gracias al divino que no le tocaría otra hasta la siguiente semana. Lo siguiente sería ubicar el aula de Prepiano. Esta clase en particular le había parecido bastante curiosa, ya que iban a clasificarlo de manera previa y a partir de allí elegirían un profesor adecuado para mejorar los puntos débiles de cada estudiante.

Cuando llegó al aula, la cual le fue más fácil llegar ya que “preguntando se llega a Roma”, se quedó maravillado con todos esos magníficos pianos de cola alineados en pares. Todavía no llegaba nadie, así que confirmó de nuevo que ese realmente era el salón que le correspondía. Pasó los dedos por las teclas de blanco inmaculado de esos instrumentos y jugueteó tocando las octavas más agudas.

Alguien carraspeó en la entrada del aula. Takao inmediatamente saltó hacia atrás, como si hubiese hecho algo malo, sonrió de nerviosismo, no quería quedar atrapado en otro problema como lo había estado esta mañana. Aquella persona sólo lo ignoró y se sentó detrás de un piano. Era un alumno.

-¿Cómo te llamas? – preguntó. Siempre su boca le ganaba a su cerebro cuando tenía curiosidad, y aunque no conociera a esa persona, ya le hablaba libremente como si fuesen viejos conocidos.

-Es de mala educación preguntar el nombre de alguien cuando uno ni siquiera se ha presentado – dijo con tono de fastidio sin mirarlo.

-¡Cierto! Yo soy Takao. ¿Y tú?

-No es de tu incumbencia.

Takao estaba a punto de responder, cosa que le hubiese traído muchos problemas, de no ser que en ese momento entró el profesor junto con los demás alumnos que ese día se empezarían a clasificar de peor a menos peor. Así es como considera Takao a todos, incluyéndose. Uno nunca deja de aprender a lo largo de su carrera, así que el músico debe estar dispuesto a dar su vida a la música. No estaba para medias tintas, había entrado al conservatorio como alumno con un único propósito y no dejaría que niños mimados como aquel chico que ahora se sentaba al frente suyo vengan a arruinar sus muy claros objetivos.

El profesor llamó lista. Ahora sabía que el niño mimado tenía nombre, muy acorde a su extraño cabello verde se apellidaba Midorima. Según el orden se fueron llamando a los alumnos, se les daba una partitura que aparentemente era escogida al azar y esta tendría que ser tocada lo mejor que pudieran, para términos del conservatorio, lo más perfecta que logre el ejecutante.

El chico que estaba a su costado tenía el cabello castaño y la cara pálida, estaba completamente asustado. Se inclinó un poco y logró ver el nombre de la pieza que tendría que tocar, “Marcha Turca de Mozart” una pieza que sin duda es una de las más comunes para que los principiantes la ejecuten siendo muchas veces aquel muro impenetrable que no permite ningún avance. Por sus cambios de tempo y por sus variaciones muy acordes de Mozart, es generalmente un reto que la pieza sea ejecutada sin fallos. Escuchó que ya algunos empezaban a practicar aquella pieza, por lo tanto dedujo que no sólo a su compañero le habían dado aquella partitura, cuando vio la suya propia no pudo evitar soltar una risa.

-¿S-sucede algo? – el chico a su costado preguntó al verlo contener la risa.

-No nada, sólo que me parece gracioso que de todas las piezas me dieran justo esta.

-Lo siento por preguntar

-¡No! En serio, no pasa nada.

Era gracioso porque Takao la había practicado con obsesión hace unos años. Nocturno en do menor, un opus póstumo de Chopin el cual la dedicó a su hermana. Leyó el tempo que indicaba el pedazo de papel y volvió a sonreír. “Lento con gran espressione”, el pianissimo del principio abrían las puertas de sí mismo, amor, soledad, nostalgia; las sensaciones se agolpaban en su pecho de manera suave y el arpegio del final que culmina el nocturno lo dejaban con una sensación de vacío, como cuando recuerdas aquellos amores fallidos.

Pronto todo el salón empezó a llenarse de sonidos, al parecer sólo aquellas dos piezas eran las que se escuchaban dentro del salón, obviamente al querer tocar todos a la vez, antes que una compenetración de melodías, sólo era caos. Muchos de los alumnos se quejaron, pidiendo un lugar propio  para poder practicar por separado.

-Escuchen su piano, si no lo escuchan ustedes, nadie más los escuchará aun cuando no haya ningún otro sonido.

Los alumnos dejaron de quejarse, pero en sus rostros se reflejaba la inconformidad y la incomodidad en la que estaban practicando la pieza. Takao no dijo nada, sólo se reía con cada improperio en voz baja que soltaban sus compañeros los cuales se sentían cada vez más frustrados. Miró al chico Midorima, sólo por curiosidad, este ya estaba ejecutando la Marcha Turca con bastante soltura, como si además de ignorar a la gente también pudiera aislar los sonidos porque no parecía ni molesto por la bulla de alrededor.

Pronto la hora había pasado y cada alumno, por lista tuvo que ejecutar la pieza que se les había designado.

“Error”  pensaba Takao cada vez que uno tocaba una nota de más o se las comía.

-Fallaste, por favor inténtalo de nuevo. – allí iba el 3 intento de aquel chico, hasta que en el cuarto el profesor le dio una hoja y le indicó que esos eran sus nuevos horarios de clase, pasando inmediatamente al segundo chico.

“Error” volvió a pensar Takao. No sabía cuál era exactamente el criterio del profesor para pedir que el alumno vuelva a repetir la pieza, pero seguramente no era por errores. De algo de lo que estaba orgulloso era de su buen oído musical, y claramente podía darse cuenta de cuanto habían fallado aquellos chicos. Por ahora, ninguno había tenido menos de 15 fallas.

Le tocó tocar al castaño que estaba sentado al costado suyo. Tocó bastante bien para lo nervioso que se veía, a punto de desmayarse, pero aun así tuvo fallas. El profesor, al igual que los otros le entregó un papel con sus nuevas clases. Ahora le tocaba a su amiguísimo, el niño Midorima (como había decidido denominarle momentáneamente).  Se acomodó en su asiento y cerró los ojos, quería tener certeza del número de fallas que este tendría.

Marcha Turca

Ya la pieza había llegado al minueto y Midorima no había tenido ni una sola falla. Abrió los ojos y trató de enfocar con la mirada al de cabellos verdes, este no tenía ninguna expresión, mantenía aquel porte de maniquí, la espalda recta y la mirada fija en la partitura. Terminó la ejecución, la pieza fue perfecta, el tempo adecuado, las notas adecuadas y nada más. Para Takao la Marcha turca era una melodía alegre, pero no sintió nada provenir de aquel chico. Eso le causó mucha curiosidad.

-Señor Takao – dijo su profesor después de carraspear. Al parecer se había quedado meditabundo después de la ejecución de Midorima que había perdido  la noción de dónde se encontraba – si nos permite…

-Oh si, lo siento.

Acomodó la banqueta para poder ponerse recto, en un rápido vistazo logró ver la mirada desaprobatoria de su queridísimo amiguito, el niño Midorima, pero no le importó. Muchos no lo consideraban serio para muchas cosas, a veces pecaba de frivolidad pero para la música siempre fue serio.

Nocturno op.20

Y comenzó, con los primeros acordes, suaves, casi acariciando las teclas sin perder el forte. Comenzó con el pianissimo y se perdió a sí mismo. Cerró los ojos y dejó que sus dedos viajen libres por las teclas marfiles, había memorizado esa partitura al revés y al derecho y conocía la melodía escrita, también las mil y una variaciones de cada pianista conocido, pero él tenía su propia interpretación, su propio estilo de tocarla, sin desvirtuar la esencia de la melodía ni el alma del compositor.

Cuando terminó de tocar, no escuchó los aplausos desganados del resto. Quien comenzó las palmas, lentas pero seguras para su sorpresa, fue Midorima y los demás le siguieron después. El profesor le alcanzó su nuevo horario de clases para luego despedir a todos, las clases habían terminado por ese día.

 

Notas finales:

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Y bueno que tal les pareció? Les gustó o merezco tomatazos?  Chikas Akashi no desesperen que el pelirrojo ya aparecerá XD. 

Puse los links de las respectivas músicas en sus respectivos nombres, así que si desean escucharlos. Escogí a esos pianistas en particular, pues como puse, cada uno tiene su propia variación de la misma pieza y de esta manera es como se me ocurre que toca Midorima y Takao respectivamente. 

Me despido, nos vemos la siguiente semana, digale NO a la arena, bye bye

::Clio off::

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