2. El perfecto acorde
Se peinó hacia un lado, con un peine húmedo para que su cabello conserve la forma durante todo el día. Se puso una camisa a cuadros y un blazer a juego con sus pantalones. Ya le habían dicho que lucía mayor de lo que era con ese tipo de ropa y no faltaba el despistado que lo confundía con el profesor, pero así le habían enseñado a vestirse, por lo tanto no soportaba a aquellos que descuidaban su apariencia, pareciendo vagabundos, cosa que actualmente era el común denominador de los jóvenes que iban al conservatorio, por eso nunca se le hubiese ocurrido que aquel chico desaliñado pudiese haber tocado una pieza tan bien que sintió removerse algo muy dentro en su interior.
Llegó a la puerta del aula de música G-5. Abrió la boca en sorpresa al ver al chico de cabello azabache del día anterior sentado ya en una de las banquetas
-Vaya sorpresa – dijo con una sonrisa. – ¿Y eso qué es? – señalando con curiosidad el objeto que traía entre sus manos.
-Es mi lucky ítem de hoy
-¿eh? ¿Del horóscopo? Pffff –reventó en carcajadas y Midorima frunció el ceño. “vaya chico frívolo” fue lo que pensó – Lo siento, no me mires feo, pero es raro una persona que parece tan seria crea en el horóscopo.
-El hombre propone y Dios dispone, por lo tanto haré mí todo lo humanamente posible, incluyendo creer en la suerte. - Takao dejó de reirse y lo miró con una sonrisa.
-Me gusta como piensas
En ese momento llegó el profesor, a diferencia de los otros éste se veía relativamente joven, los ojos de Takao escrudiñaron rápidamente al hombre y notó una ligera mancha marrón en la piel del lóbulo de la oreja. El profesor parecía más joven porque se teñía. Evitó reír y saludó con respetuosidad. Y así como ese hombre era minucioso con su apariencia era minucioso con cada parte de la partitura, ya había pasado una hora y ninguno había logrado avanzar más del primer movimiento.
-¡Fortíssimo! – Repetía aquel hombre cada cierto tiempo, para luego pedir que la pieza la volviera a ejecutar desde cero.
Midorima se sentía frustrado, era cierto que tenía problemas con las piezas animadas y que necesitaban fuerza. Cuando era niño le enseñaron a cuidar delicadamente el piano de la casa, había pertenecido a muchos hombres importantes por lo tanto chancar las teclas de manera tosca le costaba demasiado, pero lo que le molestaba era el hecho que el profesor le exija el forte tan elevado cuando no lo indicaba en la partitura. Pasión, era lo que aquel hombre entrado en años le exigía, suspiró pesado y continuó, envidiando un poco a Takao a quien la pasión parecía no serle un problema.
Takao por otro lado sufría con las partes que tenían escalas y arpegios de tempos variados de velocidad alta, perdía el tempo y creaba otra melodía, iba y saltaba sin cuidado, comiendose notas o agregándolas al azar. Aunque en sí, la música se oía muy bien, no era exactamente lo que había compuesto el autor. Eso también lo enfurecía. Muchos le habían dicho que era genial por haber improvisado para salir de esos codos tan difíciles, pero también muchos lo habían criticado por lo mismo. Para Takao las opiniones externas no le importaban mucho, quería que escucharan su verdadero piano, para eso tenía que hacerlo con las notas exactas que estaban en la partitura.
Salieron de las clases bastante cansados, era cierto que uno trabajaba una pieza incansablemente hasta corregirla, pero con aquel profesor tan estricto le ponía una carga psicológica extra bastante pesada.
-¿Dónde aprendiste a tocar?
-Vaya, ¿antes de preguntar, algo tan íntimo no sería bueno presentarse?
-Soy Midorima Shintaro
-Bien Shin-chan – el peliverde carraspeó en inconformidad por aquel ridículo apodo y pidió que no lo llamara así – ¿Por qué? Creo que te queda muy bien, te quita aquella imagen de amargado que tienes.
-No tengo una imagen de amargado
-Si la tienes. Jajajajaj en realidad expides un aura de profesor de matemáticas.
Midorima no respondió a eso, sabía que Takao tenía mucha razón. Pasó la mano por su ropa acomodándola por instinto y retomó su pregunta anterior.
-No estudié en ningún lado. Tenía profesores particulares. ¿Y tú? – Respondió Takao.
-En el conservatorio de Kyoto – Ya estaban a punto de salir del pabellón G, así que se apresuró a hacer la pregunta que más le picaba en la lengua – Ayer, aquella pieza... parecía ejecutada por un profesional…
Takao pareció removerse un poco, no había esperado que el chico arisco a su lado lo elogiara. Volteó a verlo de reojo y en efecto, tenía una mueca que parecía morderse en interior de las mejillas, probablemente decir algo tan honesto para él había sido un reto, lo que indicaba que esperaba una respuesta igualmente honesta de su parte. Se rió quedito, evitando que el más alto lo mirase.
-Oh el nocturno, no pasa nada, en realidad no soy tan bueno, sólo hace años me obsesioné con esa pieza, la tocaba día y noche, hasta obtener el sonido que yo deseaba. Fue coincidencia que me diese justamente esa pieza ayer. Probablemente hubiese tocado del asco la Marcha Turca.
Después de dicho eso Midorima pareció destensarse. Takao no sabía como tomar eso. ¿Lo consideraba un rival? ¿o se había sentido amenazado por la perfección de la ejecución? Daba igual, probablemente si se lo preguntaba no le respondería, así que decidió cambiar el rumbo de la conversación tomando como referencia otras piezas de Chopin.
La charla duró unos minutos más, hasta que ambos llegaron a los jardines del campus. Takao se despidió con un movimiento de mano y una sonrisa, para luego desaparecer en dirección al pabellón C. Por otra parte Midorima gozaba de una hora de descanso antes de tener otra clase.
Midorima no tomaba atención de lo que decía la gente. En primer lugar porque nunca nada era importante, a las personas les gustaba conversar de banalidades y chismes. En segundo lugar, porque los asuntos de los demás no le incumbe. En la sala interactiva, que era así como le llamaban a un largo pasillo con ventanales amplios de asientos, para que los estudiantes se distrajeran o explotaran su creatividad, Midorima buscaba un asiento libre. El peliverde sólo quería tener un tiempo a solas, así que se sentó en una mesa alejada y se puso a leer la vida de Chopin. ¿Por qué ese autor? Ni Midorima mismo lo sabía, tal vez sólo era la curiosidad encarnada, picándole cada vez más desde la charla con Takao, para comprobar si en verdad le sucedió algo tan impactante como para haber compuesto una pieza que ayer lo había movido tanto.
Podría haber continuado su estudio, de no ser por los murmullos y carcajadas de muchos de los estudiantes. Cada vez era interrumpido con un gritito de mujer, y una frase empezó a repetirse mucho. “Mitterhofer está en Tokyo”
Había escuchado ese apellido antes pero no recuerda exactamente dónde. Podría ser de algún músico conocido, así también como un gran empresario, pues sus padres en las reuniones sociales que tenían cada cierto tiempo, le presentaban a acaudalados hombres de negocios a los cuales tenía que deleitar tocando lo que ellos quisieran. Muchas veces prefería no hacerlo, no porque no supiese desenvolverse con público, al contrario, tocar bajo presión era algo a lo que estaba completamente acostumbrado, el gran problema residía en que aquellas personas pedían que toque música popular, salían de los clásicos para pedir una versión en piano de J-Rock o Rock británico en su mayoría. Midorima se sentía asqueado por ese menosprecio a las grandes obras de los más talentosos maestros, para querer escuchar a cambio música que consideraba de quinta categoría.
-Dicen que Mitterhofer está armando una orquesta – escuchó decir a un muchacho sentado unos metros a su costado.
-¿En serio? – Respondió una chica con agudo tono – Pero no te emociones tanto, siempre eligen a los mejores de último año.
-Yo también pensé eso, pero esta vez al parecer cualquiera puede ser escogido. No todos los de último año son buenos.
Aquellos muchachos cambiaron de tema rápido, para preguntar acerca de la vida amorosa de cada uno. Ya se había pasado la hora de descanso, así que Midorima se levantó de su asiento con dirección al edificio paralelo.
Llegó a su nueva aula, y volvió a prensar en cuál sería el secreto de Takao para poder tocar aquel Nocturno tan majestuosamente.
*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º
-¿Cómo ha estado? – preguntaba un hombre de cabello negro y porte serio.
-Bien, muchas gracias.
-Sé que ha estado paseando por el campus del conservatorio. ¿Cómo le ha parecido?
-Tiene un excelente local y profesores talentosos, agradezco su preocupación, pero sin ser descortés me gustaría llegar al grano.
-Entiendo. Hablé con su padre esta mañana, su presentación se hará en 6 meses. Pero aún no ha empezado a trabajar con su orquesta.
-No diga eso – Sacó un papel de su bolsillo y se la extendió por encima del escritorio. – Sólo estas personas son las que elegiré.
-Señor Mitterhofer, ésta es la lista de de los mejores alumnos del conservatorio y muchos de ellos conforman la sinfónica, sin embargo ha tachado muchos nombres.
-Oh cierto – Sacó otro papel del bolsillo – Estos son los nombres que quiero que complementen la orquesta.
-Esto es… si no me equivoco, algunos de ellos son alumnos de los primeros años. ¿Está seguro?
-Completamente. – Dijo con una sonrisa – empezaré a trabajar con ellos lunes de la próxima semana. Aun debo buscar mi primer violín.
-Y a su pianista.
*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º
Takao vaciló durante un segundo y una tecla de más fue lo que ocurrió. Terminó de tocar y al parecer el profesor no se había dado cuenta de su error, pues lo felicitó por el buen trabajo. Pero no estaba satisfecho. Midorima se había dado cuenta de lo mismo.
-Shin-chan, enséñame a ejecutar esa parte.
-¿Qué?
-Oh vamos, en serio no puedo sin que termine saltando entre notas.
-¿Por qué debería ayudarte?
- Porque ¿Tienes bondad en tu corazón?
-Tsk
-Oh vamos no seas así, ya llevo dos días con el mismo error en la misma parte, podría avanzar de melodía como tú si me enseñaras.
-No
-¡No voy a dejar de insistir hasta que me enseñes!
Midorima se preguntó si ese día en especial Oha-Asa, la diosa del horóscopo, había advertido a los Cáncer ser cuidadosos con mocosos caprichosos.
-Si quieres que te enseñe, tendrá que ser ahora, tengo una hora libre.
-Con una hora basta y sobra Shin-chan
-Deja de llamarme así.
-Por supuesto que no, Shin-chan
Midorima soltó un largo suspiro, esto debía ser el karma. Estaba pensando en qué había hecho mal en sus vidas pasadas para merecer esto, hasta que llegaron a las aulas bajas del pabellón P, que estaban libres para practicar. Fueron avanzando por el pasillo, pero todas y cada una de los salones estaban llenos.
-Allí Shin-chan, allí. – vieron como un chico salía del aula P-8. Corrieron para alcanzarlo y pedirle que no lo cerrara
-Lo siento, pero he estado esperando por esta aula. – dijo una chica que con aire altanero aparecía detrás de ellos y trataba de ingresar a la misma vez al salón.
-No pasa nada, el aula P-7 pronto estará libre. Yo necesito utilizar esta con urgencia señorita. ¿No ve que el profesor a mi lado también está esperando? – dijo Takao señalando a un sorprendido Midorima.
-¿Y-yo lo siento?
-No se preocupe, de nada – Midorima iba a jalar al más bajo y pedir perdón a esa chica que sin duda debió haber estado haciendo guardia un buen tiempo en frente de esa aula, cuando de pronto el salón de al lado abrió su puerta. – Muchas gracias señorita.
La muchacha se sonrojó por el tono ronco y la coquetería que había usado el de cabello negro para decir esas tres últimas palabras, asintió y se retiró al aula del costado.
-Tu ¿Cómo?
-Vi que el chico que estaba en el P-7 ya estaba alistando sus cosas, cuando pasamos por allí.
-Es imposible, pasamos corriendo
-Pero lo vi.
-Si sabías que iba a salir ¿Por qué no le cediste esta aula a esa chica?
-¿Estás loco? ¡Este piano es un Steinway & Sons! Ya sé que viene la publicidad de consume lo nacional, pero no puedo comparar este piano con un Yamaha.
Midorima estuvo tentado a reírse por la ocurrencia de Takao, en cambio movió la cabeza en negación para luego proceder a practicar la parte de la partitura que era el punto débil del más bajo. El peliverde al principio pensó que la hora de tiempo libre se pasaría de largo, sin ninguna mejora aparente pero subestimó la capacidad de Takao. Había pasado media hora y ya dominaba a la perfección la parte en la que había tenido tantos problemas.
-Bien, ahora tocaré de verdad.
-Entonces ¿Qué has estado haciendo hasta ahora?
-Oh Shin-chan, por haberme ayudado te daré un tip. ¿Cómo te suena esta melodía? ¿Alegre? ¿Triste? ¿Juguetona? ¿Sexy?
-¿De qué diablos estás hablando? – Takao lo miró serio, no se estaba burlando de él, así que respondió serio también - ¿Alegre?
-Bien, entonces recordaré algo alegre en mi vida, luego leeré la partitura – Takao suspiró hondo y cerró los ojos antes de continuar - Escúchame y luego te darás cuenta de la diferencia.
"¿Que haces?"
"Estoy tocando, por supuesto"
"No tienes nada en las manos"
"No es necesario, si realmente lo deseas.¿Puedes escucharlo? ¿Puedes escuchar la música?"
La música empezó y había cierta variación en el tempo, muy ligera. Los dedos de Takao se paseaban por las teclas como si estuviesen bailando, su rostro estaba muy relajado y tenía una sonrisa en la boca. La pieza era ejecutada impecablemente, ya no tenía errores, sin embargo se escuchaba completamente diferente a como había estado tocando. Algo en el interior del pecho de Midorima se volvió a remover, pero esta vez no era una sensación de vacío como cuando oyó el Nocturno, sino era cálido y bastante confortable. No pudo quitar de vista aquella mirada plateada que parecía brillar, ni los suaves movimientos de su cuerpo. La pieza terminó con un salto de manos y un acorde perfecto.