Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cautivado por ti por Haruka Eastwood

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroshitsuji son propiedad de Yana Toboso-sama y las tonterias aquí escritas son cien por ciento mias :3

Notas del capitulo:

Hola, como siempre yo y mis locuras, por lo que aquí traigo otro fic con una pareja (creo yo) bastante rara. Solo espero que alguien se anime a leer xD

 

Mi Facebook por si gustan agregarme

Título: Cautivado por ti

Resumen: Era una atracción incontrolable, posesiva y peligrosa, que le hizo saber que aquel pequeño rubio seria el amor de su vida…

Categoría: Kuroshitsuji

Clasificación: No menores de 16 años

Género: AU, Romance. 

N° Capítulos: Único

Autor: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~
Cautivado por ti

Capítulo único: Me enamore

—Deberías aprender a comportarte como lo que eres, Sutcliff —los ojos de William se posaron con desdén sobre la patética imagen del que había sido su pareja por los últimos dos años—. Deja de ridiculizarte y actúa como él hombre que eres —tomó su cabello con rudeza, provocando una mueca de dolor en Grell—, y te he dicho cientos de veces que detesto tu cabello tan largo.

—¡Suéltame! —Chilló ofendido—. Si tanto te molesta lo que soy y como me veo, lárgate de mi casa, que la puerta es lo suficientemente grande.

Le dedicó una última mirada, gélida como él, y como todo lo que hacía. William T. Spears siempre había sido un hombre reservado, prudente y perfecto en todo, no existía margen de error en cada uno de sus movimientos: calculados y precisos, claro que como en todo tenía que existir un error, en su caso era Grell.

Seguía sin comprender como es que se había liado con alguien como él, tan extravagante, desorganizado y una molestia en toda la extensión de la palabra. Lo peor de todo es que habían durado casi dos años con esa absurda relación sin futuro, que solo era una maldita pérdida de tiempo, algo que no aportaba, ni aportaría nada bueno a su vida.

Grell era alguien que solo sabía gritar y alardear por todo lo que hacía, no conocía la palabra silencio, orden, prudencia o puntualidad. ¡Era un completo caos! Él, William, poseía una paciencia enorme, nervios de acero y un control absoluto de su persona, sin embargo, aquel ser lograba sacarlo de sus casillas cada tres segundos. ¡Lo tenía arto!

—Ya lo he notado —respondió sin inmutarse, con aquel tono tan cortante, similar al de una afilada espada samurái—. Por mi parte te digo, que no pienso volver, solo espero no toparme contigo nunca.

Se acomodó las gafas, dio media vuelta y salió de aquella casa que había sido su segundo hogar, como si no le importara. Jamás miró atrás, porque su mundo era perfección, y todo aquello que trajera consigo una anomalía a su vida tenía que ser erradicado, olvidado o abandonado, justamente eso había hecho.

Era estúpido seguir manteniendo una relación que pretendía ser romántica con alguien como Grell Sutcliff. Simplemente serraría ese catastrófico capítulo de su vida, alegrándose por deshacerse finalmente de esa molesta mancha roja en su perfecto expediente.

—¡¡Eres un maldito imbécil!!

Algo dentro de él se fragmento en miles de pedazos, y por primera vez en su vida, no le importó llorar. Se decía que siempre tenía que ser feliz, se había propuesto sonreír ante la adversidad, y si era necesario lloraría, claro que después se lavaría el rostro con abundante agua para poder continuar con una enorme sonrisa en su rostro… solo que ahora era diferente, le habían destrozado desde el nivel más íntimo; pisotearon todo lo que representaba ser él, humillándolo y rebajándolo como si no valiera nada.

Estaba realmente furioso, pero no sabía si con él o con ese maldito hombre que nunca le demostró ni aprecio, aun así siguió a su lado, amándole incondicionalmente en espera de er correspondido… ¡Qué idiota había sido! Se arrepentía de haberle entregado dos años de su vida a un ser tan despreciable como lo era William T. Spears.

Con los ojos inundados en lágrimas corrió al baño, y tomando unas tijeras de su pequeño botiquín, sujeto su cabello con fuerza, cortándolo, mientras dejaba que su rostro siguiera empapándose con sus gruesas lágrimas que caían sin control… lo odiaba, se odiaba… deseo desaparecer… pero no podía, tampoco le daría ese gusto a William, probablemente es lo que tanto esperaba de él.

***

—Alois, si vas a llegar tarde, llámame —Hannah levantó su dedo índice a modo de advertencia—. Escúchame muy bien Alois Trancy, estarás castigado todo un mes, si no obedeces.

—Mamá —chilló, comenzando hacer una rabieta—. Eso no es justo.

Desvió su mirada suplicante hacia el varón que se mantenía callado a unos metros de distancia, bebiendo tranquilamente una taza de café, mientras leía su periódico. Era la adoración de su padre, quien siempre le cumplía todos y cada uno de sus caprichos, sin embargo esta vez, Claude bajo el periódico, mirándolo con tranquilidad.

—Obedece a tu madre —musitó impávido dándole un sorbo a su café.

A pesar de que Alois no era su hijo biológico, lo quería y cuidaba como si fuera suyo. Aquel pequeño y escandaloso rubio era hijo de la hermana mayor de Hannah y su esposo, desgraciadamente el matrimonio Trancy había fallecido cuando Alois tenía unos meses de vida, por lo que ellos decidieron cuidarle, respetando su apellido, uno de los pocos recuerdos que poseía de sus verdaderos padres.

—Eres malo —farfulló dramáticamente al salir de casa.

Bueno, no era tan malo, solo debía llamar si se le ocurría llegar tarde, aunque después vendría el interrogatorio de donde es que estaría y con quien, dando como resultado que no lo dejaran ir a ningún lado, o en todo caso, Hannah le decía que Claude pasaría por el dentro de una o dos horas. ¡Tenía catorce años, ya no era un niño!

Odiaba que le trataran como tal, por lo que molesto, pateó una piedra, acomodándose la mochila al hombro, para seguir el aburrido camino hacia el colegio. Lo único bueno eran sus amigos, entre ellos estaba el genio de Ciel y su extraño sentido del humor, quien tenía como novia a la chica más dulce que haya conocido; seguía sin creer como es que alguien tan tierna como Lizzy podía estar con él amargado de Ciel. Soma era un año mayor que ellos, aun así se llevaban muy bien.

Iba tan concentrado en sus pensamientos que no notó a aquel hombre que chocó con él, se trataba de un apuesto pelirrojo de unos veinte años, con preciosos ojos verdes, los cuales parecían un poco tristes. Grell se había dado cuenta que no tenía caso seguir encerrado en su casa, una semana había sido suficiente, por lo que salió a despejarse, caminando sin prestar atención, y terminó chocando con una personita.

—Oye, será mejor que te… fijes… —Grell levantó la mirada, topándose con unos preciosos ojos azules, enormes e inocentes—. Lo lamento.

Por más que lo intentaba no podía apartar la vista de aquel chiquillo de mirada cautivante. De una forma extraña, se le hizo malditamente adorable con su baja estatura, y cuerpo delgado, casi femenino, tanto que parecía que en cualquier momento se rompería, claro que también le llamó la atención su nívea piel, lucia tan suave al tacto… y ¡Y estaba loco!

¡Ese chiquillo poseía algo que le hacía mirarlo de una forma protectora y posesiva aun sin conocerlo! Era un instinto primitivo que le hizo olvidarse de todo, tan solo deseaba poder tocarle y apretujarle entre sus brazos, era una atracción incontrolable. ¡Estaba loco! Ese niño no tenía más de quince años mientras que él estaba a días de cumplir veinte, aun así no fue consciente del momento exacto en que acunó aquella blanca y suave mejilla en su mano, mirando fijamente los rosados y lindos labios de Alois.

Aquel suave contacto le hizo dar un respingo, aun así no se apartó; estaba lejos de sentirse intimidado o temeroso. No sabía porque, pero deseaba que ese chico jamás se apartara, simplemente había quedado cautivado por esos preciosos ojos verdes, y ni siquiera fue capaz de oponerse cuando Grell junto sus labios con los suyos.

Apenas y le presionaron, aun así un calor asfixiante le invadió, el cual se concentró en sus mejillas y vientre, teniendo que apretar las piernas, comenzando a sentir una especie de hormigueo por todo el cuerpo, junto a una invasión de mariposas cabreadas que se movían con frenesí dentro de su estómago. Debía apartarse, lo sabía, pero como si su cuerpo entendiera lo contrario, rodeo el cuello de Grell con sus brazos para profundizar aquel beso, que pasó de tierno y tímido a uno necesitado, llenó de pasión y necesidad, que le hizo soltar un jadeo, que fue atrapado entre los labios ajenos.

Un completo desconocido le acababa de robar su primer beso y no solo eso, lo había disfrutado tanto, que si no fuera por la falta de aíre, podría jurar que nunca se hubiera separado de él, mirándolo con los ojitos brillosos y las mejillas sonrosadas, sin saber exactamente qué decir. Aquel chico le hacía sentir cosas extrañas, salvajes y excitantes que lo avergonzaban en sobre manera. Era un desconocido, uno sexy que besaba malditamente bien. Solo un desconocido que le miraba como idiota, incluso parecían un par de enamorados que se conocían desde hace años.

—Yo… lo siento —Grell separó los labios de aquel adictivo rubio sin saber exactamente qué decir. ¡Acababa de besar a un chiquillo! Lo peor de todo es que no se arrepentía de nada, siempre había sido un impulsivo de primera, pero eso había sobrepasado todas sus locuras anteriores, aun así lo volvería a hacer—. No, no quise asustarte o… molestarte.

—Por tu culpa ya no llegue a la escuela —reclamó entre pucheros, volteando el rostro para que no viera su sonrojo, dejando en el olvido todo lo demás, como si no fuera nada importante—. Me debes un desayuno.

Grell lo tomó con fuerza de la barbilla mientras su rostro dibujaba una expresión de incredulidad y enfado, mirando directamente aquellos lindos ojos. De la nada había sido invadido por unos enormes celos que no tenían lugar de ser.

—Te acaba de besar un desconocido —espetó—, y lejos de enfadarte le has dicho que te invite un desayuno —entrecerró los ojos, viéndolo con severidad—. Espero que no hagas esto a menudo.

—¡Claro que no! —Le miró ceñudo—. Nunca haría algo así.

—¿Entonces porque conmigo si?

Repentinamente se quedó en blanco, no lo sabía… tan solo había sentido una poderosa necesidad de permanecer al lado de aquel pelirrojo de sonrisa coqueta y mirada juguetona. Bajó la cabeza sin saber cómo explicarse, comenzado a agradecer que no fuera necesario. Era una bola de nervios, estaba confundido y enfadado de que aquel idiota insinuara cosas erróneas sobre él. ¡No tenía derecho! Ni siquiera se conocían.

Es verdad, no lo conocía de nada y aun así se había dejaba besar, no solo eso, deseaba que esos labios probaran no solo su boca… fue entonces, que una cálida mano acarició su mejilla con suavidad, haciéndolo cerrar los ojos para disfrutar del sutil tacto, dándose cuenta que con ese rose, había dejado de lado todo su enfado, logrando que su corazón palpitara con tanto desenfreno, que resultaba casi doloroso.

—Eres idiota.

Grell frunció el entrecejo, sintiendo como su ceja titilaba.

—Y tu un chiquillo —contraatacó.

—Anciano pervertido —lo retó con una sonrisilla malvada, conteniendo las inmensas ganas que tenía por reír a carcajadas.

Grell Sutcliff y Alois Trancy, jamás olvidarían aquella extraña situación en la que se conocieron, ¿cómo hacerlo? Al fin y al cabo, no todos los días te encuentras a un alegre pelirrojo capaz de robarte tu primer beso, mucho menos un lindo rubio dispuesto a corresponderte.

***
***

—No entiendo, ¿a qué se debe tanto misterio?

Claude miro a un Alois de diecisiete años, quien sonreía de oreja a oreja, comenzando a caminar por toda la sala con impaciencia. Suspiró y dirigió una mirada a su esposa, quien simplemente negó con una sonrisa en los labios. Ella también se moría de curiosidad por saber que tramaba su pequeño Alois.

Intuía que les presentaría a su novia… o novio, ya que para ella y Claude no era un secreto las preferencias de Alois (aunque él nunca se los dijo), simplemente lo descubrieron. Y si ese era el caso, ella misma se aseguraría de que fuera la persona indicada para su lindo hijo, de lo contrario no le volvería a permitir entrar a su casa. En ese momento, sonó el timbre y Alois dio un bote en su lugar, levantándose de un salto para ir a abrir la puerta.

Tanto Hannah como Claude entrecerraron los ojos, cuando vieron entrar a un hombre: cabello corto y pelirrojo, de unos veinte años, quien sonreía amablemente, mostrando su extraña dentadura afilada.

—Hola —les guiño un ojo coqueto, rodeando con su brazo, los hombros de Alois—. Es un placer poder conocer finalmente a mis suegros. Soy Grell.

Con incredulidad, Claude se levantó del sofá a una velocidad envidiable y apartó a su “inocente y lindo” hijo de aquel pervertido de sonrisa extraña.

—Lo prohíbo —espetó con severidad—. Fuera de mi casa.

—¡Papá! —Chilló Alois, recibiendo una seria mirada de su padre.

—Estas castigado.

—¡No puedes hacerme esto! —Se colocó a un lado de Grell—. ¿Lo prohíbes porque es hombre? ¡¿Es eso?! —Sus ojos se llenaron de lágrimas—. ¡Yo lo amo! ¿Entonces si fuera mujer, todo estaría bien…?

—No es eso —Hannah sonrió con tranquilidad intentando calmarlo—. Tu padre se opondría a que su hijo este con alguien, sin importar si es hombre o mujer.

Claude la miró con molestia, a lo que ella simplemente levanto los hombros desinteresadamente, logrando que se molestara más, y sabiendo que no podría ganarle en una discusión, tan solo le quedo marcharse de ahí a grandes zancadas, ante la atenta mirada de todos. Claro que eso no significaba que había aceptado que su Alois estuviera con aquel extraño chico, quien sería sometido a uno de sus interrogatorios.

***
***

—¡Feliz cumpleaños!

Con una sonrisa, Grell miro a Alois, quien sostenía un pequeño pastel con una vela con forma del número “30”, suspiro, cada día era más viejo, lo bueno que es que seguía luciendo como cuando tenía veinticinco años.

—Muchas gracias —tomó el pastel, colocándolo en la mesa—, pero este día te prefiero a ti, completamente desnudo y con un moño~

—Pervertido~

Realmente amaba esa radiante sonrisa, sobre todo aquellos preciosos ojos azules, que a pesar del tiempo, seguían manteniendo un brillo de inocencia que lo cautivaba y enamoraba cada vez más. Definitivamente, jamás se arrepentiría de haberlo besado aquel día… solo había sido el inicio de una gran vida juntos.

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~
Fin

Notas finales:

Gracias por leer ♥ se aceptan comentario, ya que alegran el pobre Kokoro de Haru :3

Haruka Eastwood


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).