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Short "love" stories por JustAnotherFangirl

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Las luces eran apenas franjas multicolores de neón sobre el gran manto negro que cubría por completo la pista de baile.
Los cuerpos se contorneaban con su propio sudor sofocados contra otros, disfrutando de aquel estrecho espacio personal totalmente invadido por desconocidos.
Los individuos acompasaban sus cuerpos a la melodía del ambiente, y los flashes radiantes iluminaban apenas segundos aquella clandestina oscuridad.
La danza caótica en masa no era mas que un cortejo colectivo, una simple selección de pareja.
Los individuos que no disfrutaban de aquel tumulto hormonal de danzarines se limitaban a sentarse en la barra, cuya iluminación no era mucho mejor a la de la pista de baile, pero bastaba para reconocer facciones en rostros ajenos.
Un muchacho de unos 20 y tantos se hallaba sentado en una de las butacas de la barra. Sus ojos turquesa resaltaban en la oscuridad, mientras que su cabello anaranjado apenas escapaba de la capucha de su chaqueta de cuero. Vestía unos jeans negros rotos y apretados, en sus pies una botas tipo borcego y bajo la chaqueta de cuero una elegante camisa blanca ceñida al cuerpo. Era un joven muy atractivo que llamaba la atención de ojos curiosos.
El cigarro en mano le daba un aire misterioso, casi espectral debido al humo que emanaba de este y se arremolinaba sobre su cabeza.
Sobre la barra un vaso con tan solo un hielo a medio derretir dentro suyo.
La música no se oía tanto desde su posición, era sonido lejano y puro rebote de las bocinas.
Eran casi las 5 A.M y la mayoría de la muchedumbre empezó a marcharse, buscando nuevos lugares donde seguir el cortejo.
Del otro lado de la barra un par de ojos de un mercurio vivido de clavaban traviesamente de vez en cuando sobre el pelirrojo. ¿Lo estaba tentando? Con el fuego no se juega pequeño.
El barman tenia una piel increíblemente albina que combinaba a la perfección con su cabello dorado pálido. Sus facciones aristocráticas lo hacían un dulce prohibido y difícil de alcanzar totalmente apetecible mientras que su cuerpo hacia al pelirrojo imaginar mil y un maneras de profanarlo, degarrandole sus prendas e inmovilizándolo para devorarlo en aquella clandestina oscuridad sin testigo alguno. Quería hacerlo gritar y gemir de dolor y placer.
El cabello pálido del muchacho caía rebelde hacia atrás, dejando aquellos metales preciosos que tenia como ojos al descubierto, grandes y hermosos.
El pelirrojo miraba el cuadro cautivado y tentado por la simpleza y perfección del mismo. La simpleza de un barman haciendo lo suyo y la perfección que este emanaba sin conocimiento.
Se estaba fijando demasiado en ese niño; un niño, al fin y al cabo no superaría los 19 años de edad. Ese dato hacia de sus pensamientos algo ilegal. Hacia que el querer atarlo y morderlo fuero algo prohibido. Y eso hacia que lo deseara mas.
El pelirrojo lo seguía con su mirada por todo el bar, como correteaba para atender clientes, la manera en que su cabello volaba y sus ojos chisporroteaban al reflejarse contra la luz de la barra. Era hipnotizante. Sus manos se movían rápidamente mientras servía los tragos y por momentos fugaces sentía que sus ojos plateados lo invadían, lo analizaban .

De la pista de baile se acerco otro muchacho pelirrojo. Sus ojos eran del mismo turquesa que los del encapuchado y el cabello húmedo por el sudor lucia mucho mas anaranjado. Era bastante atractivo. Su sonrisa de costado brillaba como un faro y eso llamaba la atención equivocada. Una camisa negra entallaba su torso mientras que unos jeans apretaban sus muslos y trasero.
Se tambaleaba de un lado para el otro y únicamente se mantenía de pie por el muchacho moreno que lo sostenía por el hombro. Era alto y esbelto, como un adonis de color. Se veía rebelde, con rastas largas y negras atadas en una coleta, lo que dejaba ver sus facciones afiladas. Su sonrisa era enorme, blanca y hermosa. Vestía una camisa que apretaba sus músculos y dejaba ver unos tatuajes en los brazos y los pantalones encerraban una fiera al acecho.
Se acercaron lentamente hacia donde estaba el pelirrojo espectral, midiendo cada paso para evitar caer redondo al piso.
- Hermano mio - Canturrio el pelirrojo numero 2 abrazando a su hermano por detrás, bajándole la capucha y besando su mejilla. Quedo al descubierto su largo cabello recogido en un rodete y su oreja derecha perforada en el cartílago con argollas colgando de esta
El pelirrojo no presto atención, con su mirada seguía al rubio desde la seguridad de su semi oscuridad que le otorgaba el lugar. Prendió otro cigarro y el humo que le llenaba los pulmones lo liberaba por la nariz, dándole un aspecto peligroso.
- El braman no esta nada mal hermanito - Susurro el pelirrojo numero 2 pegando sus mejillas y abrazando el torso de su hermano - Pequeño, rubio, indefenso, seguro piensas en amarrarlo y someterlo ¿Verdad? - Sus rostros estaban pegados, y eran similares en color de ojos y cabello, pero sus miradas comunicaban cosas totalmente diferentes
Su hermano rió - Tu amigote te esta esperando, y por lo que puedo ver, esta ansioso por ir a jugar un rato Fred - Ambos rieron
- Tienes razón Ronnie - Dijo separándose de su hermano, besándolo peligrosamente cerca de los labios - Oye, tu, rubio! - Grito sujetando al moreno del brazo - Un trago por aquí! Espero que te sirva Ronnie, nos vemos! - Y ambos, pelirrojo y moreno desaparecieron en la oscuridad con rumbo a un destino que prometía ser sumamente placentero.
El lugar ya estaba casi vació, las luces se hicieron mas brillantes y la música mas leve. El rubio se acerco lentamente, como una gacela que sabe que esta a punto de caer en una trampa, avanzando sigilosamente, pero con ojos llenos de curiosidad.
- ¿Que le puedo ofrecer? - Pregunto el rubio con su barbilla en alto. Su voz era dulce y un tanto aguda, pero fingía adultez y seriedad en su tono.
- Necesito otro trago y saber a que hora terminas de trabajar.
El muchacho mantuvo su rostro serio, intentando ocultar un evidente sonrojamiento de mejillas y rostro en general. Era mucho el contraste, pasar de blanco a rojo en 2 segundos.
- Que la bebida sea un Whisky por favor - Pidió amablemente el pelirrojo sonriendo por la reacción de aquel muchacho.
El rubio palpo algunas botellas entre los estantes buscando la adecuada, tardando mas de lo necesario. Unos segundos después volvió a aparecer a la vista del pelirrojo, quien no le quitaba los ojos de encima. Consigo traía una botella opaca y redonda y un vaso nuevo.
Con mucha paciencia el niño coloco el vaso en la barra, abrió la botella y sirvió el liquido marrón hasta la mitad, coloco un hielo y se lo paso al pelirrojo.
Al querer sujetar el vaso, sus manos se rozaron peligrosamente, liberando una especie de deseo salvaje. Al querer liberar su pálida mano, el pelirrojo la sujeto con fuerza, consolidando aun mas el contacto. Sus ojos chocaron y echaron chispas, como dos espadas ardientes que en batalla hacen contacto. El celeste vivido y el mercurio plateado peleaban una batalla silenciosa y salvaje. Fueron apenas segundos, pero se sintieron como siglos. El pelirrojo tenia la mirada de un león enfurecido, reclamando lo que era suyo con sus garras clavadas en su presa. El muchacho miraba medio espantado medio interesado. Podía huir, podía huir y no volver pero no lo hizo, algo lo hacia quedarse.


El pelirrojo lo soltó, liberandolo de sus garras, pero el rubio se quedo allí un momento con sus ojos todavía clavados en el. Luego se alejo a la sala de empleados con una gracia y distinción inigualable, pero antes de desaparecer por completo el pelirrojo vio como volteo su cabeza, sus labios se movieron y logro oír "En 5 minutos salgo, espérame en la puerta trasera"

En el interior del pelirrojo se mezclo la emoción y el deseo. Rápidamente termino su trago, cubrió su cabeza con la capucha de la chaqueta y salio hacia el amanecer. El sol apenas se asomaba sobre el horizonte, lo que generaba un color naranja en el cielo. No se había dado cuenta como paso el tiempo sumido en los ojos de ese barman.

Hacia un frió excepcional fuera, la nieve cubría el piso y los arboles. Los pajaros empezaban con su tan conocido canturreo matutino y las calles parecían desiertas excepto por los borrachos que se tambaleaban hacia un destino incierto.
El pelirrojo observo unos segundos el horizonte, la nieve bañada por la cálida luz solar, sintió sus huesos congelándose bajo de sus prendas y recordó al rubio.
Obligo a sus piernas a moverse, paso tras paso, dejando detrás de si sus huellas estampadas en la nieve.
"La puerta trasera"

Dio vuelta a la manzana buscando donde lo estaría esperando aquel rubio que lo tentaba tanto. Las puertas de las casas se repetían en aburridos colores otoñales, hasta que se encontró frente a un callejón gris y húmedo lleno de graffitis. La puerta trasera debe estar por ahí.
Entro con sumo cuidado al estrecho callejón, cuidándose de no rosar su ropa con la piedra mohosa. Al finalizar el angosto pasillo pudo vislumbrar una especie de pequeño aparcamiento de coches en total desuso, con el asfalto lleno de nieve ya que era a techo abierto. Entre las paredes de piedra resaltaba una puerta roja de la cual colgaba un cartel con letras verdes. "Salida"
La dichosa puerta de salida. Pero allí no había ningún rubio, estaba desierto. ¿Le habría jugado una broma? Mas le vale que no.
Se propuso a esperar. Se apoyo contra un palo de luz en medio de aquel diminuto parque observando el agujero por el que hace unos segundos acababa de salir.
"Demonios hace frió, no me hagas congelarme aquí muchacho" pensó. Su cabeza seguía cubierta por la capucha y sentía que el aire que respiraba se congelaría en sus pulmones. La musica de la discoteca salia por la rendija de la puerta y se perdía en el exterior, haciéndose apenas audible.
El pelirrojo encendió un cigarro para calentar su interior. El humo de este lo acogía por dentro, dejándole una sensación de alivio y placer con cada pitada.
Se estaba cansando de esperar, y se notaba. Su pie derecho no dejaba de tamborilear el asfalto nervioso. "Vamos niño, vamos"

De repente sintió como su cigarro fue arrebatado de su boca y el niño le daba una pitada. El leve contacto lo sintio tibio y suave. Sus grandes ojos plateados salían de entre su bufanda y su gorro.
- Fumas demasiado - Afirmo limpiamente dando otra pitada. Sus labios encerraban el cigarro de manera sensual y sus ojos no dejaban en ningún momento el rostro del pelirrojo. Tenia una forma de hablar demasiado caprichosa y malcriada a su parecer.
- Tardas demasiado - Contesto el pelirrojo recuperando su cigarro. Le dio una pitada y lo echo al piso.- Me estoy congelando, tengo las bolas como piedras.
- Yo puedo ayudarte con eso - El rubio tomo la mano desnuda del pelirrojo y lo arrastro por todo el parque. Ron sintió la pequeña mano calida bajo su palma helada. Creía que si apretaba de mas el rubio podría romperse.
Lo llevo hasta una esquina del parque, donde una puerta oxidada descansaba. De una patada el niño golpeo la puerta y esta abrió rechinando. La pequeña habitación estaria totalmente oscura de no ser por una ventana opaca pegada al techo por la cual pasaban algunos rayos del recién amanecido sol. Era una especie de galpón o taller, con herramientas regadas por el piso y colgadas en las paredes. Entre el gris y el oxido se destacaba un colorido sofá.
Detrás de el, el rubio cerro la puerta y miro fijo al pelirrojo.
- ¿Traes a muchos desconocidos aqui? - Pregunto sonriendo el pelirrojo desplomándose en el sofá, se saco la chaqueta y encendio otro cigarro. Quedo al descubierto su torso enmarcado por la camisa blanca. Su cabello anaranjado quedo al aire junto con su cartílago perforado. Era dolorosamente sensual.
- Si, pero la mayoría no me deja tanto tiempo la ropa puesta - Contesto el rubio pálido sacándose el abrigo, sentándose a horcajadas sobre el pelirrojo mirandolo de frente. Que niño tan provocativo. Desato su bufanda y se quito el gorro. Bajo el abrigo llevaba una fina camiseta de manga larga negra que contrastaba con su tes y cabello.
El plateado y el turquesa no se separaban, seguían sumergidos en los ojos ajenos. El muchacho se meneaba sensualmente sobre Ron, buscando algo que no podría controlar.
- La mayoría no son yo pequeño - Esbozo una sonrisa y sus labios recorrieron el cuello del niño, lamiendo cada centímetro.
- Yo no quiero que acabes, yo quiero que goces - El rubio se erguía del placer mientras las manos del pelirrojo acariciaban su trasero, frotando sus dedos sobre su entrada.
- Quiero que lo disfrutes de la manera mas lenta y dolorosamente placentera posible

Sus pieles se rozaban dramáticamente, provocando contracciones y gemidos que se ahogarían antes de llegar a oídos curiosos.
El rubio seguía sobre Ron moviendo sus caderas, provocandolo cada vez mas. Estaban muy cerca y un beso los unió aun mas. Un violento y desesperado beso. Se comían tan salvajemente que el pequeño pensó que podría desfallecer. Se movían cada vez mas sensualmente, el pálido enredaba sus dedos en el largo cabello del pelirrojo, mientras este, con la respiración agitada, lamía su labio inferior con la lengua, abriéndole la boca para poder entrar. Con sus lenguas haciendo contacto se volvieron locos y el pelirrojo movió sus caderas como en una falsa estocada. El rubio rompió el beso alzando la cabeza y gimió, entrecortada y dulcemente. El mayor aprovechó y chupó, lamió y poseyó su cuello. Lo succiono y mordio a sabiendas de que hematomas lo invadirían en pocas horas. La espalda del pequeño se arqueo cuando una mano curiosa se metió en su pantalón y sintió un dedo en su interior. El rubio se acompaso a los movimientos de el dedo y gemía de la forma mas aguda y placenteramente posible. El pelirrojo ya no lo soportaba.
Agarro al muchacho jadeante y sus prendas volaron tan rápido que de un momento a otro ambos estaban únicamente en ropa interior. El mayor le sobaba la entrada mientras el pequeño solo ahogaba sus gemidos en los hombros de este. Ron recorría con la lengua su pecho, mientras este se arqueaba en sus brazos hasta que llegó a una de sus tetillas, y un grito de placer se le escapó. La mordía y succionaba mientras estimulaba la otra con los dedos. Las lamió y apretó hasta que estuvieron erectas y brillantes por la saliva saliva.

- Que niño tan sensible - Le susurro el mayor al oído y acto siguiente mordio su lóbulo
Descontrolado el pequeño jadeaba incontroladamente. Si seguían a este paso acabaría en pocos segundos. Estaba acostumbrado a eso, pero nadie lo había hecho sentir de una manera tan amplia y placentera.
- Cr- Creo que me voy a cor- correr - Gemía el pequeño mientras se mordía el labio inferior y su mirada estaba sumergida completamente en la satisfacción.
- Oh no pequeño, todavía falta lo mejor, y si no me lo pides, no te lo daré. - Era malvado y al pequeño le encantaba.
Con los ojos cristalinos y su boca brillante lo pidió de la manera mas dolorosamente posible.
- Quie- Quiero que me folles - Su voz salía estrangulada y entrecortada y de un tirón ambos quedaron completamente desnudos.
Sus miembros quedaron al aire e hicieron contacto en un leve roce. El pequeño jadeo y el mayor se hizo cargo del asunto.
Entro de una sola estocada en el rubio quien profirió un largo y agudo grito . Estaba acostumbrado si, pero esa vez fue diferente. El terrible dolor se mezclaba con el perfecto placer de sentirlo dentro, y el dolor lo excitaba mas, necesitaba que lo estocara mas y mas rápido. Mas y mas dolorosamente.
- Mas - Fuerte - Y apretó los musculos de su trasero, provocando que el pelirrojo soltara un gemido largo y grave.
Metía su pene una y otra vez tan rápido y salvaje que el pequeño apenas podía respirar entrecortadamente.
- Ahh, ahi ¡Si! - Con cada estocada el muchacho bajaba su cadera para hacer del encuentro algo mas fuerte, mas duro.
El pelirrojo volvió sus labios hacia el cuello pálido que estaba empezando a tomar color y susurraba cosas que hacían que el pequeño solo estuviera cada vez mas cerca del punto culmine. Lo sentía, y lo hizo gemir el estar a punto de explotar.
- Y- Ya casi - Jadeo el pequeño que apenas podía respirar. El mayor también estaba cerca.
El pelirrojo llevo su mano al miembro del niño y empezó a masajearlo mientras lamia su cuello.
El rubio aguanto poco ante aquel contacto y con su cabeza alzada gimió con todas sus fuerzas y se corrió sobre el pecho del mayor. Cada célula de su ser estaba explotando de placer y sintió como el mayor se vaciaba dentro de el. Se sentía calido y los espasmos de ambos no cesaron si no hasta pasado un rato.

Ambos, el pequeño y el mayor ya volvieron a sus prendas. Se habían olvidado completamente del frió en esos momentos. El pelirrojo encendió un cigarro y se lo paso al rubio, quien le dio una pitada y se lo devolvió.
Se pusieron de pie y pasaron por aquel estrecho callejón mas cerca de lo necesario. El sol posaba orgulloso justo sobre ellos y la nieve parecía menos densa.
- ¿Volveras? - Pregunto el niño mientras acomodaba su bufanda que debajo escondía una piel llena de manchas rojas y violetas.
- Creo que es mas que obvio pequeño. - Y con un leve beso ambos se despidieron, tomando caminos totalmente diferentes.

Notas finales:

Como ya se habran dado cuenta estare compilando pequeños One Shot que se me van ocurriendo. Tengo varias ideas pero si me quieren dejar una pareja ideal puedo hacer magia jaja.

Espero que les haya gustado este pequeño Draco zorrilla jaja.

Muchas gracias por leer ♥


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