Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Pacto de Sangre por Rawrer

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, primero que nada, gracias por estar leyendo. Es mi primera histoiria y con personajes completamente originales. Espero sea de su agrado y que sepan que siempre estoy abierto a críticas constructivas. Así que sin más, aquí les dejo la primera entrega de la historia.

PRÓLOGO.

 

Siempre me pregunté, desde que era pequeño, que se sentía hacer un sacrificio por alguien más.

Ser un héroe.

Anteponer mi vida ante la de otros. 

Detener una bala, salvar a un amigo, rescatar un cachorro del fuego...

Quizás simplemente dediqué mucho de mi tiempo a historias de valores idealizados, ideas utópicas e historias idílicas con finales perfectos. 

Pero de algo jamás estuve consciente: el valor que se requiere para un acto tan desinteresado.

¿Estaba yo preparado para algo así dado el caso?

La respuesta se dividía entre lo que creía y lo que de verdad sucedería. Yo creía que estaba siempre listo para pensar por otros antes que a mi... pero a la hora de la verdad la decisión se resume en ti y nadie más.

¿Cómo lo sé? Porque este el comienzo de mi historia. Porque protegí a mis padres y no me arrepiento de ello. Ha valido cada callo en mi mano, cada ampolla ganada y cada músculo cansado.

Ha valido mucho más de lo que pensé.

Más de lo que admitiría en voz alta.

Pero, con el silencio de testigo, puedo asegurar que volvería a sacrificarme nuevamente.

Han dicho que el amor es la fuerza más poderosa. No sé si lo es, pero si sé que es lo que me mantiene vivo, con fuerzas de saber que volveré a casa y que nada habrá cambiado. Que allí estarán mis padres esperándome con una enorme sonrisa y con la alegría de verme volver.

Quizás lo deseo.

Quizás ya estoy delirando y me aferro a lo que sea para no flaquear mis fuerzas.

Quizás, y solo quizás, es lo único que me queda.

 

 

CAPÍTULO UNO.

 

He de admitir que presentarme jamás ha sido mi fuerte. Tiendo a hablar muy bajo, que no me entiendan y claramente ponerme nervioso. Ni quieren imaginar lo que es que me pare frente al salón de clases a hacer algún trabajo mandado por el profesor.

Pero antes de continuar es necesario.

Me llamo Gabriel Jefferson Lightwood. Apenas he cumplido los 17 años y estoy cursando mi último año en la secundaria local. 

Jamás he salido del pueblo donde he nacido. Depende como lo tomen, puede darse que sea una ventaja o una desventaja.

Mi vida cambió rotundamente cuando un hombre llegó a la puerta de mi casa buscando a mis padres. Él reclamaba un pago imposible para los ahorros que hemos tenido. Aunque mis padres intentaron persuadirlo, no lo lograron.

Y ahora soy su empleado.

He pensando si considero lo que me está sucediendo algo inhumano. Secuestro como tal no estoy, aunque tengo unas reglas muy estrictas que seguir. Voy a estudiar, quizás con más presión que antes. Incluso tengo un día al mes que puedo ir a casa de mis padres a verles. 

En conjunto no está tan mal mi situación.

Pero el factor que aún no se ha tomado cuenta es Alistair von Effet.

Hombre serio, mirada intimidante y expresión severa. La primera vez que lo vi - al llegar a su residencia - sentí un frío helado recorrer mi espalda. Él me esperaba de pie al final de la pequeña escalinata que había ante la puerta de entrada. Era de noche y la luz de las ventanas apenas ilumanaba su expresión. Pero fue suficiente para dejarme adevrtido de que no era alguien a quién tomar a la ligera.

Un saludo protocolar y terminé en mi habitación. 

No había más explicación.

No había nada que decir.

Me costó, la primeras noches, conciliar el sueño a la hora indicada. Me revolvía de un lado a otro. No era mi cama, no era mi casa, no era mi vida. Pasé una semana así, incluso llorando. Ahogando en el silencio de la noche mis inseguridades e impotencias.

Viendo mis flaquezas y lo que eso acarreaba en mi.

Pero debía ser fuerte porque confíaban en mi.

Alguien me esperaba y no podía defraudarlos.

Y siento que le debo esto a mis padres. Si tuvieron que pedir dinero, yo puedo devolverlos por ellos. Esta no era ni mi deuda ni mi problema y aquí estoy tratando de solventarlo para alivianar las cargas de mis ancianos padres.

Pero no tenía mucho tiempo para pensar en ellos, aunque me costara reconocerlo.

Cada mañana, Henry, un hombre mayor. con expresión de estar oliendo estiércol todo el tiempo me levantaba a las 6:30... incluso antes de la salida del sol. Aún recuerdo lo que me costó el primer día.

—¡Arriba, holgazán! —Había ordenado con una autoridad que no hubiera creído que tenía.

Pero yo estaba agotado. Había llorado demasiado y me había dormido muy tarde. Tanto que aún sentía que recién había cerrado los ojos.

Una nueva orden y mis ojos se despegaron, pero mi cerebro no funcionaba.

Aún no me consideraba persona. Es que normalmente necesito unos quince minutos, mirando la nada, antes de ponerme en marcha. Pero parecía que ni ese tiempo tendría nuevamente. 

—Por favor... cinco minutos más. —Apenas gesticulé. 

No quería moverme. Parte cansancio y parte porque no sentía tener fuerzas para hacerlo. Pero fue un golpe en mi nuca lo que me sobresaltó de una manera que jamás me había pasado. Mis padres, en su vida, me habían levantado la mano y este desconocido acababa de hacerlo. Le miré aturdido, con esa expresión de no poder procesar lo que acaba de hacer. Me sobé la zona del golpe mientras él me miraba como si lo que acaba de hacer fuera algo de lo más normal.

—He dicho que arriba. No me hagas repetir de nuevo las cosas. —Y sentí la amenaza en su voz.

Quise decirle muchas cosas... cosas que claramente vinieron a mi mente cuando me encontré solo y no intimidado por aquel hombre.

Iba preguntándome constantemente que era peor. Si las órdenes de Henry a lo largo del día o las tarea que me iba dejando. Eran las mismas casi todos los dias, solo que variando el orden de ejecución. Cortar leña, limpiar los establos, acicalar los caballos, llevarles comida y sacarlos a pasear. Creo que el calambre que me quedó en mi brazo izquierdo, tras la primera semana, es algo que aún cuando sea mayor recordaré. 

Pero lo curioso, aparte de Henry y su mal humor, era que hasta ese momento no había vuelto a ver a Alistair de nuevo. En parte me sentía aliviado, en parte me estaba preocupando. Se suponía que mi estancia en aquel lugar era claramente por saldar una deuda ¿Cómo haría ello si el hombre al que se suponía debía acordar conmigo los acuerdos del “trato” no se presentaba? Me pensé en preguntar a Henry, pero claramente no lo veía respondiéndome. Parecía más contento en encontrar un por qué con el que darme un zape, que por ayudarme en mi estancia en aquel lugar.

Es que la residencia del hombre - o mansión según mis estándares - se encontraba en las afueras del pueblo. Cerca de la montaña y a una caminata de una hora al pueblo. Lo sé porque ahora me levanto dos horas antes de irme a clases para poder hacer una pequeña tarea antes del desayuno, y luego caminar al secundario. Aunque me ha venido bárbaro aquello, es como el ejercicio que no había hecho en mi vida. 

Sin embargo, el domingo, cuando Henry vino a llamarme - y yo claramente ya no dejaba que me rezongara por demorar - le esperé sentado en la cama. Quería hacerle preguntas a sabiendas que no recibiría respuestas. 

Pero siempre me había dicho mi madre que el que no arriesga no gana.

Así que era ahora o nunca.

Una expresión de asombro hubo en el rostro del hombre cuando al entrar en mi cuarto me vino sentado esperándome.

—Hasta que al final haces algo bien niño. 

No respondí a su notorio tono de burla. Posiblemente por que no capté aquello.

—Henry recuerdo que me dijiste podía hacerte preguntas ¿Verdad? —Aventuré, recordando que no había ganado tiempo despertándome antes para nada. 

El me miró serio, aunque al cabo de un par de segundos solo asintió levemente con la cabeza. Yo tragué saliva nervioso. Mucho más de lo que pretendía demostrar. Mis manos habían empezado a sudar y por ello las apoyé en la cama.

—Quisiera hablar con Alistar. ¿Cuándo podría hacerlo? —Mi corazón se detuvo un momento.

Sentía la tensión en el aire. Notaba como la mirada penetrante de Henry me recorría todo el cuerpo. Hasta estaba seguro que las neuronas del hombre estaban trabajando mucho más aprisa de lo que hubiera hecho antes.

—Está ocupado. Te he informado de ello. —Dijo en tono cortante.

No quería seguir la conversación. Se notaba claramente.

—Necesito hablar con él. Tengo que saber cosas y solo él puede responderme. —Le dije antes de que empezara a moverse por el cuarto dando órdenes como cada mañana. —Sobre la deuda de mi familia y cuánto tiempo estaré aquí. ¿O tú sabes esas respuestas? —Le pregunté, quizás esperanzado que él - como hombre de confianza, aparentemente - pudiera saber.

Pero en el fondo no quería que supiera.

Sentía que era algo solo de Alistair y mi familia, y por ende yo ahora.

No quería un hombre como Henry metido en los asuntos de mi familia.

—Le diré al señor von Effet tus preocupaciones. —Me respondió, no muy convencido de ello. —Ahora mejor que te aprontes, la leña no se cortara sola ¡Y no habrá desayuno hasta que termines el último leño! Lo sabes. —Me recordó, mostrando esa sonrisa socarrona que no entendía por qué la usaba.

Asentí.

Me quedé con la promesa, quizás vana, de que hablaría con Alistair. Necesitaba acordar y saber cuánto era el saldo de lo que debía devolver. Parte de mi estadía allí giraba en torno a ello y me parecía una burla que durante dos semanas ni el más mínimo rastro del hombre pude ver. Me preocupaba y mucho. Esperaba que pronto pudiera acordar todo con el hombre y volver cuanto antes a mi hogar. 

¿Qué tanto podría demorar en juntar el dinero?

Yo creía que no tanto. Y mi seguridad interna me decía que estaba en lo correcto.

Notas finales:

Y bueno, no hay nada más que agregar que lo del principio. Nuevamente agradecer por haber llegado hasta aquí y les dejaré con la problema de que pronto estaré actualizando con el segunbdo capítulo de la historia. 

 

Nos estamos leyendo pronto. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).