Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Peaje por yoru reverie

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola de nuevo!

A pasado un tiempo, y la verdad es mi ritmo de escritura va mas lento de lo que gusta, pero nada que hacer, no me gusta obligarme a escribir porque termina siendo frustrante.

Así que me moveré a mi ritmo.

Esta idea lleva varios años rondandome la cabeza y hoy de alguna manera tuve la necesidad de materializarla.

ahi les va 

Recuerdo que fue hace poco más de un año que todo esto comenzó. Por aquel entonces la empresa donde trabajo recibió un proyecto para la ampliación de una plaza de peaje. Aquella carretera, la ruta 55, había experimentado un crecimiento en el tráfico desde que un terremoto había dañado seriamente la carretera principal. Resultaba mas rápido ampliar la plaza de peajes y reducir así la congestión vehicular, que esperar pacientemente hasta que los trabajos de la ruta 38, la principal, estuvieran terminados. 
El proyecto de ampliación duraría aproximadamente 3 meses si el clima acompañaba a las obras, estaban contempladas 3 nuevas plazas de peaje y yo estaba a cargo del proyecto. 
Recuerdo haber estado muy sumido en el trabajo y en ese tiempo mi carrera profesional avanzaba rápidamente, había egresado de la universidad a penas hacia 5 años y aquel fue uno de los primeros proyectos de los que estuve completamente a cargo. Estaba orgulloso de mi vida, pero cada día cuando llegaba la noche y me encontraba en casa con el trabajo terminado, me sentía perdido. En ese contexto fue que lo conocí.

El trabajaba en aquella plaza de peaje y era evidentemente más joven que yo, me llamó la atención en primera instancia porque siempre parecía solitario y perdido en sus pensamiento, mientras que sus demás compañeros parecía, de hecho, bastante histriónicos.

A pesar de eso siempre tuvo un trato cordial hacia sus pares y jamás parecía involucrarse fuera del trabajo con nada.

La primera vez lo vi, estaba lloviendo a cantaros y yo corrí desde la oficina hasta mi auto, a buscar unos papeles que había olvidado. Cuando regresé el estaba parado en medio de la lluvia a un par de pasos de la puerta con el rostro hacia el cielo y las palmas hacia arriba. Ese gesto me pareció bastante estúpido porque iba llegando a cubrir un turno de 12 horas y por lo visto pretendía hacerlo mojado hasta los huesos en una caseta minúscula que no tenía calefacción.

Cuando me acerqué a la puerta se apresuró a abrirla y ambos entramos en la oficina.

-Buenas tardes-me dijo sacándose la capucha- ¡como llueve!

Había una sonrisa en su voz y tenía los ojos encendidos de emoción, no recuerdo que fue lo que respondí en aquella ocasión, pero su voz, la mirada entusiasmada, el tono informal y la ligera sonrisa se me quedó grabado detalladamente en la memoria. Pensé en la forma de mirar de la gente alrededor mío y me di cuenta de ninguna otra mirada estaba tan viva como la de aquel muchacho delgaducho y mojado, quizá por eso fue que aquella cara y aquellos ojos calaron tan hondo en mi memoria, recuerdo que pensé "qué joven es aun!" como si para un hombre adulto aquella mirada tan llena de vitalidad estuviera prohibida.

A partir de aquel día comencé a observarlo al principio sin darme de cuenta de que lo hacía, inconscientemente lo comparaba con el resto de sus colegas, pero nunca volví a hablar con él.

Aprendí muchas cosas de este muchacho, pero la mayoría de ellas no eran más que detalles nimios de su personalidad, como que cuando no estaba dentro de la cabina del peaje rara vez se quitaba los auriculares, o que durante los almuerzos solía sonreír sin ningún motivo mientras la comida se le escurría del tenedor, mas tarde comprendí que tenía tendencia a dejarse llevar y perderse en sus pensamientos.

Aprendí que le gustaba mucho la lluvia y que siempre se fijaba que clima hacía, solía mirar todos los días al sol poniéndose desde la ventana de la cabina y cuando se iba tarde en la noche se quedaba un rato mirando las estrellas, por lo que siempre era el último en subir al transfer que los llevaba y los traía.

Poniendo atención tanto a la conversación de pasillo como a de comedor descubrí que tenía 20 años y que decía que estudiaba, aunque ninguno de sus compañero comprendía cómo podía compaginar cualquier carrera con los demandantes turnos del peaje, honestamente yo tampoco.

A esas alturas lo que más me llamaba la atención de este muchacho, era la forma en que todo parecía brillar para él, parecía enfrentarse a todo con una sorpresa y una inocencia digna de un niño, parecía disfrutar vivir, parecía disfrutar trabajar, parecía disfrutar el clima. Notaba detalles que nadie más  veía y así, a simple vista parecía una persona empática y directa.

Cada vez que lo observaba no podía dejar de pensar en mis colegas de trabajo e incluso en los demás trabajadores de la plaza de peaje, algunos de ellos llevaban varios años trabajando ahí, algunos tenían hijos y largos curriculums. Todas estas personas de distintas edades, todas tan cansadas de vivir, esa fue la conclusión que saqué después de observar tan atentamente a aquel chiquillo.

Incluso mi reflejo en el espejo me devolvía aquella mirada muerta y cansada, a pesar del éxito inminente de mi carrera, a pesar de mis logros personales, a pesar de lo orgulloso que estaba de mi vida. Si, un chiquillo de 20 años fue el detonante de una crisis existencial que probablemente se venía gestando desde hacía un tiempo y por momento me sentí tan pequeño y frágil, ¡con que facilidad me había perdido yo de vista a mi mismo! y con qué facilidad vivía tan intensamente todo cuanto lo rodeaba ese chiquillo.

Al final las obras se atrasaron debido a la temporada de lluvias, que ese año vino mas torrencial que de costumbre y terminamos demorando casi 5 meses en terminar aquella ampliación. En el intertanto volví a replantear mi vida y a conectar conmigo mismo, aquella sensación de estar perdido y de ir hacia ningún lado, aquella que solo parecía acallarse con trabajo fue lentamente amainando hasta casi desaparecer, pero una especie de misteriosa ansiedad fue tomando su lugar de a poco y me di cuenta de una cosa, como si de repente me hubieran quitado la venda de los ojos en una habitación fuertemente iluminada. Me había enamorado de aquel chiquillo.

Con las obras casi a dos semanas de terminar la ansiedad se volvió un poco más insoportable ¿lo volvería a ver? probablemente no. ¿Quería hacer algo al respecto? probablemente no. Pude haber pedido su número de teléfono, o invitarlo a salir directamente, pero decidí dejar las cosas como estaban, estaba  enamorado de él, o pensaba que lo estaba, de tanto mirarlo, todo aquello que entendía, o que creía que sabía acerca de el podía no ser más que una interpretación subjetiva de mi mente, el podía ser una mentira y eso me asustó, mucho más que aquel sentimiento que apenas comenzaba a descubrir.

Cuando las obras finalmente terminaron y se inauguraron las 3 nuevas plazas mi trabajo quedó terminado, era  jueves, al día siguiente ya no tendría que volver allí, ya no lo vería nunca más.

Habíamos pasado, tanto yo como los demás trabajadores de la constructora, 5 meses en aquel peaje trabajando todos los días, pero no habíamos entablado ninguna clase de relación mas allá del saludo cordial con los trabajadores del peaje, por lo que terminado el trabajo simplemente desaparecimos.

No sé si echar de menos es el termino adecuado, todavía no lo sé, pero sentí una especie de vacio al día siguiente cuando levante para ir a dejar los informes correspondientes a la oficina central de la empresa, y pasé así gran parte del año, pasé las fiestas de fin de año taciturno y metido en mis pensamientos, mi familia pensó que se trataba de estrés, que se arreglaría con unas vacaciones, me hubiera gustado reírme de ellos en aquel momento.

Sí, me volví un tipo miserable durante un tiempo, hasta que me di cuenta de que de lo único que tenía que preocuparme era del rumbo que quería que siguiera mi vida de ahí en adelante, ¿Quería mi propia empresa constructora? no. ¿quería tener una casa en el barrio alto y un auto del año? no. ¿quería disfrutar lo que me quedaba de juventud? era posible. A pesar de que recuperé mis hobbies, a mis amigos y a mi vida, no podía dejar de pensar en aquel muchacho, incluso después de que más de un año pasó y las fiestas de fin de año volvían a encontrarme taciturno.

No sabría precisar exactamente en qué momento se me ocurrió la idea, probablemente fue más un impulso, pero ahí estaba yo, comprando un regalo para alguien que no conocía y poniendo una tarjeta con mi numero de teléfono dentro del envoltorio...

El 24 de diciembre en la noche, todavía me pilló dudando de lo que iba a hacer y hasta el último minuto todavía no me decidía, finalmente cuando faltaban 40 minutos para las 12 de la noche me subí al auto y me dirigí todo lo rápido que pude a la plaza de peaje, antes de que la extraña energía que me impulsaba se escapara de mi cuerpo.

Llegué pasadas las 12 y justo como había averiguado un par de días antes, el tenía el turno de la plaza 2 aquel 24 de diciembre.

No se veía ningún alma en las carreteras y la verdad es que fue un alivio, si hubiera tenido que hacer cola para entrar en la pista me habría acobardado y devuelto.

Sonreí cuando me fije que tenía los auriculares puestos, se los quitó cuando me vio acercarme.

-Buenas noches, feliz navidad-me sonrió alegremente abriendo la ventanilla. Me reí, llevaba un gorrito de Santa Claus.  

-Buenas noches Billy, tanto tiempo sin verte-lo saludé cordialmente, extendiéndole a propósito un billete de 20 dólares

-Señor Roberts! que está haciendo usted aquí?-su cara genuinamente sorprendida me alegró, me gustaba ver sus diferentes expresiones, la forma en que oscilaba el brillo en sus ojos.

-No eres el único que tiene que trabajar en navidad-le dije mientras recibía el cambio y el ticket, le extendí el paquete alegremente envuelto.

-Había pensado alegrarle un poco al turno a ser humano que tuviera que cobrar peaje en noche buena, es algo bastante genérico, más que nada un detalle, acéptalo por favor-añadí intentando no parecer ni nervioso, ni ansioso, ni desesperado. No sé si fallé. Sus ojos se iluminaron y una maravillosa sonrisa se extendió por su rostro, era felicidad genuina y pura. Si, definitivamente me encanta ese muchacho

-Vaya, gracias. En ese caso acepte mi gorrito como detalle, así ambas almas trabajólicas y desafortunadas recibiremos un pequeño milagro de navidad.

Me reí. Me reí porque su comentario me hizo gracia, me reí porque estaba aliviado, me reí de felicidad.

-Feliz Navidad Billy, ten un buen turno

Subí entonces el vidrio del auto y crucé la carretera hacia otra ciudad que no era la mía, porque obviamente eso de trabajar en navidad no era más que una escusa para darle la caja de chocolates con la nota que contenía parte de mis sentimientos y mi numero de teléfono. Recé porque ese trocito de papel tocara su corazón y recé para encontrar un hotel donde quedarme aquella noche cuando llegara a la civilización.

Obviamente eso ultimo no paso y tuve que dormir en el auto, ahora, de vuelta en mi casa y luego de una ducha intento hacer mi vida normal mientras intento inútilmente dejar de mirar la pantalla del celular. Tengo miedo porque ya pasan de las 4 de la tarde y es imposible que no haya abierto el regalo todavía. 

El gorrito de Santa Claus da vueltas ya todo arrugado entre mis dedos, no sé cuánto tiempo pasará hasta que me resigne, pero si nunca llama podré cerrar aquel capitulo de mi vida y seguir adelante, tratando de no perder de vista aquello que había aprendido de Billy.

De pronto, mientras me estoy sirviendo una taza de leche, el teléfono suena. Un número desconocido, trato de mantener la esperanza a raya, porque en realidad podría ser cualquiera, apreto el botón de contestar y...

-Señor Roberts?-se oye un suspiro al otro lado de la línea-soy yo, Billy

Su voz me recorre el cuerpo como una ola cálida y la sonrisa de idiota se me escapa de la cara, sea lo que sea que vaya a decirme, marcará un punto de inflexión, un giro.

-Hola Billy, ¿cómo va todo?

Estoy preparado para lo que sea.

 

Notas finales:

Y ahi se fue, espero que les haya gustado.

 

Hace algunos años vi una entrevista a personas que trabajan en peajes, ellos contaban que a veces cuando les tocaba trabajar para la navidad algún conductor les daba un regalo, pensando en alegrar un poco a quienes tenian que pasar la noche lejos sus familias, Tambien contaban que a veces daban el abrazo de año nuevo a conductores que pasaban por alli justo a las 12 de noche.

Me pareció interesante y me pregunté que pasaría si aprovecharas la oportunidad para declararte, o para algo decir que no habias dicho antes o que tenias miedo de decir, esto fue lo que salio.

Hasta la proxima ;)

No olvide dejar un review 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).