Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El hermano de mi amiga. por Mc-19051

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Perdón por haber tardado tanto en actualizar ;c

—Narra Arturo. —


Llegamos a la ''mansión'' que más que mansión parece un castillo sacado de película ¡Era enorme ese lugar! Mire de reojo a mi secuestrador adicto al rosa, a lo que este me sonrió con amplitud, se veía feliz... Seguro y ahora me vende como juguete sexual al viejo con más dinero.


La situación me parecía tan irreal, tan frívola que a primera estancia juré que estaba soñando y todavía estaba en la casa de Michelle.


—Llegamos, masddtlv~ — El canturreo de ese rubio /más que obviamente/ teñido me sacó de mis pensamientos.


—No me bajaré. — Espeté firme, dedicándole mis peores miradas.


—No tengo problema... ¡Sebastián! — Chilló el nombre de ese mastodonte que, a decir verdad, no sé cómo hace esa mole para moverse tan rápido.


La tardanza fue que se inclinara para sacarme de la limusina, no dude en moverme lo más rápido posible al lado opuesto de la dichosa limusina y patearle con fuerza el rostro.


—Me estabas empezando a caer bien, niño. — Susurró malhumorado mientras me agarraba el tobillo y me arrastraba a través del asiento, me agarré fieramente de este mientras que con el otro pie le pateaba desesperadamente.


Se me nublaba la vista por segundos ¿Qué más agitado podía estar? El corazón parecía querer salirse de mi pecho y este me ardía como el infierno.


Otro mastodonte no tardó en abrir la puerta del lado en el que me encontraba y sacarme de la limusina, me resigné a seguir pataleando, estos mastodontes parecían multiplicarse y yo terminaría muriéndome gracias a un puto infarto ocasionado por estos putos mastodontes, puto rubio teñido adicto al rosa con anorexia, puto chofer, puta Amanda, puta vida.


Al menos me bajaron con suavidad, quedando frente a ese teñido anoréxico, solo arqueé ambas cejas totalmente resignado, ¿Qué más podía hacer? —Estos guardaespaldas de hoy en día pueden ser suaves cuando quieren, pero de resto son muy ordinarios ¿Estás bien? — Me miró algo curioso sin quitar esa extraña sonrisa de su rostro.


— ¿Me ves cara de estar bien?


— ¿En serio quieres que responda eso? — Me quede en silencio con su respuesta, no la entendía del todo ¿A qué se refería exactamente? — Digo, estar bien es un término relativo, físicamente hablando, estas muchísimo mejor que yo. Eres tan lindo, mataría por tener tus mejillas~


Solo guardé silencio, dudo que hablar con él durante mucho tiempo sea bueno para la salud mental. ''Ryan'' solo sonrió ante mi reacción, tomándome fieramente del brazo me llevó hacia el castillo sacado de película, era gigantesco de lejos, no quiero ni pensar cómo sería estando dentro de él.


—Ahora conocerás la fabulosidad en su máximo esplendor junto a mí. — Comentó ese teñido mientras me arrastraba dentro de ese lugar, había visitado mansiones millonarias anteriores como la de los padres de Rick, ¡Esa era una casucha de nada comparada con esta! Primera vez que veo tantos metales y piedras preciosas en tantos lugares, sin contar la alfombra que se encontraba debajo de nosotras, que seguramente fuese la tela más fina existente en este planeta. — Es seda. — Habló nuevamente mientras me seguía tironeando por todo el sitio.


¡¿Quién cojones tenia alfombras de seda?! — Me vas a dislocar el brazo sí sigues jalándome de esa forma. — Comenté con rudeza intentando librarme de su agarre, pero era inútil, este anoréxico tiene más fuerza de la que aparenta, resoplé desesperado, eché una ojeada hacia mi espalda para toparme con dos mastodontes siguiéndonos a una distancia prudente, y yo que creía a mi psicótico primo Alex con su afán de ''proteger'' a su amor platónico /obviamente no correspondido, pobre/ era extremo.


—Solo quiero llevarte a mi recamara para que veas lo fabuloso que soy~— La voz de este... Este.... Este ser me es algo desesperante, en especial cuando cree que sabe que puede cantar.


[...]


Me siguió arrastrando por más de veinte minutos después de ese ''dialogo'' y claro, que cada vez que le preguntaba y/o comentaba algo, él muy retrasado me respondía con idioteces como ''Porque soy fabuloso'' ''Necesito gente igual de divina que yo'' y un larguísimo etcétera. Y mi brazo ya no daba para más, juro que en algún momento se caerá, lo presiento.


Ay, pero que nena soy, lo admito, soy un nena que necesita comer y que le dejen de querer romper el brazo, ah sí, y más horas de sueño, eso es fundamental para este nena.


—Llegamos a mi divina habitación, masddtlv~— Solo pude mirar con cierto pánico su habitación ¡Tanto rosa debía de ser prohibido en un lugar cerrado! Bueno... con lo grande que esta habitación, podría considerarse como un salón de eventos lleno de rosa, peluches y mucho oro y diamantes, mayormente oro.


— ¿Qué me ves de interesante? Digo, un ricachón como tú que se revuelca en diamantes, oro y rosa no debería de estar juntándose con ''gentuza''. — Hice las comillas con mis dedos para darle énfasis a mis palabras, su respuesta fue simplemente tirar nuevamente de mi adolorido brazo, y tumbarme a la cama junto a él.


—Eres igual de llamativo y falso que yo. — ¿Falso? — Eres pelirrojo fosforito y tus ojos son morados, tu piel es hermosa, eres igual de falso que yo y me identifico contigo, digo, jamás has conocido a un rubio de cabello largo y lacio con ojos rosas y piel perfecta ¿Cierto? Eres tan falso como yo, solo que tú eres más liberal, y como dije antes, me siento sumamente identificado contigo, pareces un muñeco de fantasía. — Dichas estas palabras, me abrazó.


Ok, esto es demasiado raro y me está a empezando a asustar este grandísimo loco teñido rodeado de tanto rosa. — ¡Suéltame! ¡A duras penas te conozco y ya andas diciendo cosas raras! — Patalee buscando librarme pero este bicho no tenía intenciones de soltarme, al menos no por ahora, debo buscar una manera de salir de aquí sin toparme con esos mastodontes; pero... ¿Cómo?


—Vamos al spa, masddtlv~


—Tengo un nombre.


—Lo sé, y es Arturo. — Me apretujó aún más entre sus brazos, por el amor al cielo ¡Un ser vivo necesita respirar y no andar sufriendo constantes intentos de asfixia a cada rato!


— ¡Suéltame, coño! — Chillé más desesperado aun, odio el contacto físico y el universo conspira en mi contra para que lo tenga más seguido de lo que me gustaría al menos pensar.


Me dio un beso en la mejilla para luego levantarme de su cama y aventarme de lleno contra otra habitación oscura, finalmente algo tiene sentido en este lugar, muy bien ¿Dónde está el pederasta millonario que me quiere dar? Cuando las luces se encendieron, en vez de conseguir a un pederasta millonario, me topé con un armario /aparentemente/ infinito.


Esta situación cada vez pierde más el sentido, según lo que aprendí de las películas y la vida real es: El dinero y el sexo mueven el mundo, cuando no hay dinero para conseguir algo, vender sexualmente a alguien es una buena alternativa también; pero... ¿Desde cuándo un ricachón secuestra a alguien de la nada solo para enseñarle su armario y llamarlo ''su mejor amigo''? ¿Será que este ricachón tiene retraso? ¿O es que se está basando demasiado en las películas donde el pobre y el rico se vuelven los mejores amigos? Sea cual sea la razón, igual es demasiado raro.


—Andando, masddtlv~ Te haré lucir igual de divino que yo. — Arquee una ceja ante tal comentario. — Puede que te quiera mucho, pero esos trapos no van con mi nivel de fabulosidad. — Completó señalándome con algo de asco, yo solo frunci el ceño indignado.


—Pues... Estos trapos son lo único que tú ''masddtlv'' tiene para vestirse, creí que lo sabias porque según tu somos ''amigos de toda la vida''. — Volví a hacerle las comillas con los dedos, este tipo era exasperante.


—Tampoco es para ponerse así. — Sonrió nervioso. — Te prestaré mi ropa para que tu fabulosidad sea más fabulosa de lo que ya es.


— ¿Conoces otras palabras que no sean ''fabuloso'' y ''fabulosidad''?


—También me se ''divinidad'' y ''divino''.


Suspiré, lo mejor sería no dialogar con él mientras estoy aquí /en contra mi voluntad, duh/ es malo para la salud, este ser debería considerarse como nocivo para la salud y su habitación como un arma mortífera para dejar ciego a cualquiera.


Le eché una mirada rápida a su /aparentemente/ infinito armario, solo pude apreciar tres colores principales: Rosa, blanco y negro. Entre el rosa existían como unas doscientas cincuenta y seis variantes, habían otros colores, como los de pieles de animales posiblemente en peligro de extinción.


Él se percató de que me quede estatico mirando un abrigo blanco, bastante mullido, se veía tan suave. —Te gusta ese abrigo de alla ¿No? Es de piel de oso polar autentica, es bastante suave por cierto. — Comentó mientras sacaba elk dichoso abrigo y lo mostraba. — Solo lo uso cuando voy a eventos importantes, ya sabes, esos eventos donde solo gente fabulosa va.


Quité la mirada de ese abrigo y de ese monstruo que lo sostenía; jamás entendí la necesidad de la gente ''fabulosa'' de matar animales solo para conseguir un asqueroso abrigo, él pareció entender mi reacción. — Es cuestión de exclusividad ya que no cualquiera tiene uno de estos.


— ¿Y era muy difícil conseguir uno de piel sintética? ¿Cómo se sentiría que te matasen solo para conseguir un mugroso abrigo?


—Pues... Siendo sincero... No tengo mucha piel que dar, je. — Rió nervioso, me golpeé mentalmente, recuerda Arturo; este imbécil tiene retraso severo, recuérdalo.


Volvió a guardar su mugroso abrigo y me jaló metiéndome en el armario junto a él, aunque siendo franco, este armario parecía un laberinto muy rosado con miles de espejos.


[...]


Después de haber salido del laberinto con exceso de rosa, espejos, ropa re-carísima y animales muertos /pieles de animales exóticos/ y haber tomado un baño /en un baño con mucho mas rosa que la habitación y el armario juntos/ ahora él estaba debatiendo con que ponerme ya que yo, obviamente, me negaba a ponerme algo rosado ¡Primero muerto!


— ¿Por qué no te gusta el rosado? ¡Es un color maravilloso!


— ¡Jamás me pondré tal cosa!


Sacó otra prenda y me la enseñó. — ¿Y qué tal esto?


— ¡Busca algo que no me queme los ojos! — Sí usaba esa prenda, jamás me llegaría a perder; un puto rosa fosforito quema ojos.


—Eres complejo. — Se cruzó de brazos después de haber tirado esa prenda a una montaña gigante de ropa con más variantes de color rosa que prendas.


—El complejo aquí eres tú con tu fetiche hacia el rosa, existen otros colores ¿Lo sabias? —Ryan como respuesta simplemente bufó, llevaba puestos unos pantalones entubados de color magneta, un suéter cuello tortuga de color rosa tenue, un chaleco blanco sin mangas, un cinturón de un rosa fosforito quema ojos, unos quince accesorios de oro distintos, entre esos: Aretes, pulseras, un reloj y collares; unas botas negras de tacón y unos dos kilos de maquillaje encima para verse normal ¿Por qué digo esto? Porque sí lo hubiesen visto recién salido del baño, hubiesen jurado haber visto a un muerto, su piel era grisácea y tenía ojeras demasiado pronunciadas; en resumidas cuentas: horroroso.


—Está bien, tengo otras prendas de distintos colores, pero no son igual de fabulosas que estas, ya te las traigo. — Desapareció tras pasar nuevamente hacia su armario, suspiré con alivio, me encontraba en unos simples boxers negros, miré la puerta abierta de dicho armario... Solo quizás... Me levanté con cuidado de no hacer ruido, caminé con lentitud y pude comprobar que ese teñido seguía allí dentro buscando las ''menos fabulosas'' prendas ¡Perfecto! Cerré rápidamente la puerta dejándole dentro, agarré una silla y la puse debajo de la manilla, para luego arrimar varios muebles pesados mas, ahora estaba totalmente encerrado en su propio armario, sonreí satisfecho, era hora de salir finalmente de ese lugar.


Prefería salir corriendo semidesnudo a ponerme algo de esa montaña rosada. Salí del cuarto, y como supuse, no había nadie alrededor, caminé con prisa mirando hacia todos lugares con cuidado de no toparme con algún mastodonte, escuche unos pasos a mis espaldas ¡Mierda! Esos bichos ya venían detrás de mí bueno... Piernas, para algo las tengo ¿No?


Corría como alma que pillo el diablo por los pasillos de esa mansión, claro, huyendo de esos mastodontes que me querían pillar ¡Ja! Soy muy escurridizo para estos imbéciles, me movía con facilidad bueno, ser pequeño también tienes sus ventajas.


 Un mastodonte apareció justo en frente mía, me deslicé debajo de él solo para que otro me agarrase por el lado izquierdo ¡MIERDA!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).