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Hourglass por bl4ck_soul

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Notas del fanfic:

Este fics era para el DIK 2016, peeerooo morfeo me llevó casi todos los días y no lo terminaba nunca

 

Que no me mate la teniente y ya actualizaré el de la plantita <//3

Notas del capitulo:

La historia se divide entre el pasado y presente, más los pensamientos de los protagonistas que se destacan en negrita.

 

 

 

 

Han pasado casi veinte años desde mi tormentosa vida de secundaria en donde mi gran error fue ser tan ingenuo idealizando al amor y las personas; sigo siendo ingenuo, pero solo cayendo aún en las bromas de mis compañeros de trabajo, si me hablan de cosas románticas se enfrentan a mi gran ceño fruncido y mi mirada de odio, hasta me he ganado el apodo de “Sr. Iceberg” pero solo porque no me han conocido pareja desde que trabajo aquí, las enfermeras hasta hacen bromas y apuestas, una de esas bromas fueron las que me hicieron recordar aquel fatídico día en donde mi corazón iluso y lleno de sentimientos de amor fueron rotos para convertirse en un gran tempano de hielo. Al menos mi atención se dirigió a los estudios y con mucha perseverancia saqué mi doctorado, aunque lo niegue, meterme entre los libros fue la solución para quitármelo de la cabeza, sí, solo de la cabeza, del corazón todavía está como una espina que cada vez que recuerdo se entierra un poco más.

¿Y qué me había hecho recordar? La maldita platica de amores de secundaría de las enfermeras del turno de emergencia de la noche, todo por culpa de que nadie se le ocurriera tener accidentes tontos, que lo atropellaran o intentos de asesinato, solo un paciente con una espina en el dedo por estar arreglando el jardín, ¿Dónde estaba la adrenalina de emergencias que le habían hablado en sus prácticas? Ahí solo habían viejas riendo como hienas y Yutaka quería acción o algo para no volver a esos sombríos recuerdos de su adolescencia.

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— ¿De verdad en los camerinos? ¡Qué emocionante! ¿Y nadie los vio, nadie?

— ¡Claro que no, o no habría terminado la secundaria, boba! 

Las risas estruendosas sonaron, nada como un día primaveral sin pacientes, ni siquiera los que siempre sufrían al empezar la primavera o el típico hipocondríaco, nada, absolutamente nada para la desgracia de Yutaka que debía aguantar ese tipo de conversaciones. Yutaka era un tipo de semblante todavía infantil para sus pasados treinta, aunque cuando aparecía su ceño fruncido ante algún disgusto representaba completamente su edad, pero la mayoría de las veces mostraba una alegre sonrisa que acentuaba su único hoyuelo, la sonrisa del joven médico hacía que hasta el paciente más duro tomara sus medicamentos o accediera a los tratamientos.

Y nuevos cuchicheos salían ¿Qué saliste con cuántos? ¿Te emborrachaste dónde? ¿Un trío? ¿En el salón de música? ¿En la azotea? ¡Por dios! ¡Estas personas no habían dejado ningún lugar puro en sus tiempos de colegio! ¿Y Yutaka? Yutaka solo había tenido un primer beso/confesión frustrado y con un terrible sabor a decepción y sí, era tan virgen como una patata salida de la tierra, Yutaka era una patata completa.

El sonido de una silla moviéndose con poca delicadeza sacó de las risas a todos, el medico de cabello bicolor se levantaba bruscamente de su asiento mientras metía sus manos en los bolsillos de su bata para salir del lugar, habían entrado en terreno poco amistoso para él; tipos de confesiones, lo que odiaba y le hacía recordar a él. El cuchicheo que se formaba tras su salida de seguro era con comentarios respectos hacía su persona, los cuales eran inaudibles al paso que llevaba para salir de ahí.

En segundos un cigarro ya estaba en su boca para calmar sus nervios, después de tantos años ¿por qué le seguía afectando? Sí, había sido rechazado cruelmente, pero debía haber quedado como un amor de adolescencia, no una frustración de por vida.  El tercer cigarro iba ya en su boca, parecía más un hombre a punto de ser padre que un médico en hora de trabajo, en su mente divagan viejos recuerdos de una adolescencia perdida.

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— ¿No es el chico qué está en el club de béisbol? —decía una chica de coletas bajas.

— ¡Sí, también en el de natación! —Respondía otra con voz chillona y mirada enamorada.

— ¿Está en último año? —preguntaba otra que caminaba junto a las otras dos.

— ¡Síí, es taaaan triste!—respondían las otras dos al unísono, casi como si estuvieran a punto de llorar.

— ¡AAAAY, SHIROYAMA YUU SE GRADUARÁ ESTE AÑO, LLORARÉ DÍAS, SEMANAS, MEEEEESEEEES, NO PODRÉ VIVIR!—chilló una voz demasiado masculina para semejante espectáculo, un muchacho de cabello rubio teñido y con la nariz tapada imitaba a las chicas exageradamente, mientras otro muchacho de cabello castaño reía tan escandalosamente como los gritos de su amigo.

—Vamos Kai, que también lo vas a extrañar. —comentó Akira, el muchacho de cabello rubio mientras golpeaba el hombro de Kai, como le decían sus amigos a Yutaka.

Akira era el mejor amigo de Yutaka desde que había iniciado la secundaria, era el que lo acompañaba en sus fechorías y lo llevaba en el mal camino algunas veces, pero también era el mejor consejero y siempre estaba a su lado no importabdo si era en las buenas o en las malas, excepto cuando lo llamaba Takashima, el amigo de su infancia y su no-novio como decía él, pues manejaban una “extraña” relación de amistad que jamás se había querido meter.

—Claro, extrañaré el escándalo de estas. — indicó a las chicas que se mostraban indignadas ante los comentarios de los muchachos. Pero era verdad, desde que había iniciado la secundaria que había fijado su mirada en el estudiante de tercer año, iba a sus partidos de béisbol, a las competencias de natación, en fin, a todo lo que participase Yutaka estaba ahí para observar casi obsesivamente y con Reita acompañándolo para la desgracia de este que a veces prefería la tortura de acompañar a su otro amigo Takanori a las tienda comerciales y cargar sus mil y un bolsas de compras que verle el trasero a Shiroyama en mallas.

— Pero si son mejores que un GPS, escuchas los chillidos y ya sabes dónde está tu hombre. —le palmeó el hombro y pasó su brazo por el cuello del castaño para caminar lejos de la jauría que quería lanzarse sobre ellos, la azotea siempre había sido su lugar de escape de las responsabilidades escolares, también para fumar ilegalmente sin ser vistos y mirar a Shiroyama como se iba con sus demás compañeros, Yutaka envidiaba a sus amistades por poder hablar con él y compartir aunque sea la salida a clases.

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¿No era un idiota en ese tiempo? ¡Parecía adolescente enamorada! Bueno y esa obsesión insana en seguirlo, es que esas nalgas en las mallas escolares eran de infarto, ahora entiendo porque Reita me trataba de viejo pervertido… o tal vez mi cara al verlo era igual a cuando veo una oferta de mayonesa importada en el supermercado, bueno eso ya lo dejé desde que me medí un día mi colesterol y salió disparado, no puedo ser inconsecuente con mi salud  si me preocupo por cuidar a mis pacientes ¿Y qué estará haciendo Reita? ¡Ese miserable desde que se fue a vivir con Takashima que no da señales de vida! Bueno, yo tampoco…llevo tres meses con turnos de noche y algo vi en mi mail sobre correos con emojis de iguanas lloronas... ¿y lo otro era un pato? En fin, una llamada a un viejo amigo siempre despeja la mente y alegra un poco.

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El celular del bicolor siempre se mantenía colgado en su cuello, solo porque su manía de perder todo era tan grande  como el Everest y ya no quería comprar por tercera vez un móvil nuevo este año, como tampoco lentes, zapatos, sombreros, parcas, billeteras, llaves  y un sinfín de cosas que ya debían tener nuevo dueño.

El sonido de espera sonaba y sonaba, su amigo trabajaba en una tienda de joyas de su propia marca y por lo que recordaba Yutaka no era alguien que dejara tanto tiempo sonar el móvil por si era un nuevo cliente en potencia. Ya cuando estaba a punto de cortar, una  voz varonil pero entrecortada salió por el auricular.

— ¿K-kai, eres tú? N-no..es buen ¡Ay, mierda! Loo…siento…bueno, un buen momento para hablar.

El rostro de Yutaka era un completo “póker face”, simplemente vio su reloj en su muñeca para ver lo tarde que había llamado y suspirar.

— Perdiste de nuevo y Takashima te da está dando por culo en este preciso momento, me queda claro amigo, bien, te llamo mañana antes de mi entrada a turno cuando te recuperes, ¡Takashima, no olvides el lubricante que ya está llorando como nena! —las risas del “no-novio” de Akira se escucharon lejanamente mientras su rubio amigo intentaba defenderse entre quejidos, Yutaka había decidido cortar rápidamente y no retrasar el inminente y “satisfactorio” dolor de culo que tendría su amigo.

El bicolor recordaba que esos dos llevaban toda la vida juntos, bueno como amigos con mucha ventaja y muchos “beneficios” y que en sí era culpa de Takashima el haber hablado por primera vez con el mayor de cabellos oscuro, todo porque va medio minuto más lento que el resto del mundo.

Una de las enfermeras lo sacó de sus pensamientos, un paciente había llegado y necesitaban de Yutaka. Apagó el cigarrillo y regresó a su trabajo, olvidando por el momento todo el tema de Shiroyama Yuu.

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Solo había una tienda de mangas en la ciudad y los jóvenes se abarrotaban en ella o en la de videojuegos si es que no estaban de noviazgo y usaban las plazoletas de los alrededores sin ser visto por sus padres. Yutaka y Akira se la pasaban leyendo manga en la tienda, Akira conocía la forma de leerlos sin dañar el plástico y así podían leer de manera gratuita, agradecían siempre a la cegatona dependienta del local que les facilitaba más la tarea, uno de esos días Takashima el “no-novio” de Akira los acompañaba, aunque como siempre se mantenía en su mundo y su aporte a las conversaciones era menos cero, excepto ese día, para la nuevamente desgracia de Yutaka.

—Kai, yo sé que nunca me crees estas, pero adivina quién está en la sección de mangas deportivos con un hentai oculto delante del manga de Slam Dunk. —Akira susurraba al oído de Yutaka mientras miraba hacia atrás y rápidamente devolvía la mirada a su amigo.

—No caeré esta vez, sería la milésima vez que me lo haces, Reita. —El ceño fruncido se acentuó en su frente, tratando de concentrarse en el manga que tenía en sus manos e ignorar esta vez las insinuaciones de su amigo. — Además, imposible que puedas ver lo que está leyendo. —una de sus mejillas se infló haciendo un pequeño mohín.

— ¡Esas tetas se ven a kilómetros! —exageró con las manos, Suzuki Akira jamás había aprendido a ser silencioso, si viviera en la era Tokugawa, se habría muerto de hambre como ninja y samurái, ni de hambre, le habrían atravesado la garganta con una espada… aunque no era muy diferente a lo que le pasaba en la actualidad, solo que era una “espada” sin filo. —Cierto, olvidé que eres cegatón. — un manotazo llegó a la cabeza del castaño quien lo fulminaba con la mirada, empezando a discutir ante las risas de algunas personas del local. Sin aviso y sin que se percataran Reita y Kai, Takashima se acercó a Yuu, indicando hacía los dos escandalosos mientras le hablaba al oído, luego Takashima se acercó a Akira, tomándolo del brazo para sacarlo de ahí.

Yutaka de un momento a otro se había encontrado solo, casi haciendo un monologo por no haber alcanzado a decir todo lo que quería decir a Akira, hasta que su hombro fue tocado y detrás de él  estaba Shiroyama, hubiera dado un grito afeminado sino se hubiera controlado en ese mismo instante, solo riendo nerviosamente.

— ¿Querías decirme algo?— la mirada del mayor era algo seria y Yutaka solo podía mostrar una sonrisa nerviosa, ¿qué había pasado para que le hablara? ¿Y por qué esos dos se habían ido? ¡Traidores!

— ¿Ah? —la mente de Kai estaba completamente en blanco, era sorpresivo todo, se había conformado tanto con solo observar que dirigirle la palabra que jamás había sido opción, quería que fuera un amor platónico e inalcanzable y ahora solo tenía una expresión  estúpida en el rostro, la personalidad abrumante que tenía se había desaparecido por completo. — ¡¿Quieres ir por un refresco?!¡Yo pago! —No se le había pasado nada más por la cabeza e invitarlo a beber algo era una forma de calmar sus nervios y ver que mierda le hablaba, ni en sus sueños a Kai se le había pasado hablarle más de un segundo.

El rostro del mayor se suavizó, soltando una suave risa. —Ok, pero yo invito porque soy de grado mayor.— unas dos palmaditas tocaron el hombro del castaño, para él era un comienzo, pero no sabía que era el comienzo del desastre.

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En ese tiempo me comportaba como un idiota, jamás lo dejaré de decir, también gracias a lo que le haya dicho Takashima, el tipo me habló y pude hacer amistad con Aoi, como le decían los de su círculo, incluso en ese tiempo me aparté de mis amistades y todo mi tiempo se lo dedicaba a él, descubrí que era alguien tímido y de humor cambiante, que su actitud cool era solo una careta para no demostrar lo inseguro que era y que a veces era tan idiota como yo, lo que me agradaba era que acudía a mi cuando estaba en sus momentos depresivos, eso me hizo sentir especial, ilusión que jamás debí caer, como  la mentira que me dijo el paciente que acabo de atender de que no quería vomitar y expulsó todo su ser sobre mi bata y aquí estoy limpiando vómito y recordando  al especial de “Yuu”, de seguro porque lo que me dijo esa vez me revolvió el estómago igual que a mi paciente.

Y ahí viene ahora alguna enfermera, espero no sea otro enfermo del estómago.

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La sala de urgencia volvía a tener un poco de ruido, esta vez era un accidente de automovilístico, por lo poco que había dicho la policía uno no había respetado el rojo y había estrellado justo con el vehículo que cruzaba en verde quien era el que estaba más grave o eso parecía porque ni se quejaba, solo daba pequeños bufidos mirando al otro paciente causante del accidente, de seguro lo maldecía hasta la décima generación en su mente o eso haría Yutaka si le hubiera pasado lo mismo. Limpio y listo para la acción, el bicolor se acercó al paciente de la mirada fulminante.

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No, no debo mostrar reacción alguna, ni emoción tampoco, es un paciente más y en estos momentos debo ser profesional y no intentar asfixiarlo con mis manos, no es momento para venganzas infantiles. Además, de seguro ni se acuerda de mi rostro y con esa cara hinchada menos me reconoce, se le ven hasta los ojos más pequeños, je. Aunque pareciera como me mira si se dio cuenta quien soy, me haré el indiferente, eso haré y lo siento, aunque te de asco está tu vida en manos de un doctor gay.

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—Parece que solo fue el impacto, aplicaremos sedantes luego de tomar las radiografías para ver si hay fracturas, si son graves se irá directo a pabellón. —rápidamente Yutaka daba órdenes, por algo era el medico de emergencias de turno a cargo, el otro paciente estaba estabilizado por los otros médicos y en esos momentos a Kai solo le interesaba Yuu, a pesar que no  tenía deseos de ser reconocido.

— Hombre de 37 años, su identificación indica que su nombre es Shiroyama Yuu, trabajador bancario, su vehículo fue chocado por un conductor imprudente, lesión en las costillas y cuello. Mmm, vivirá. —fue el comentario escueto que dio Yutaka al leer el reporte luego de que saliera de pabellón para que las costillas quedaran en su lugar, tres de las enfermeras de turno estaban como abejas esperando que despertara para darle el mejor de los cuidados, pero rápidamente el bicolor las espantó. —Yo me quedaré, además es mi ejecutivo bancario. —mintió— y le dolerá saber que su auto no quedo bueno para nada.

— ¡Pero su turno está por terminar, debería ir a descansar!

—¡Ya hablé, me quedo y no me gusta que me contradigan!— fulminó con la mirada y pudo quedar libre. — Cualquier emergencia las llamaré, además aunque no esté trabajando sigo siendo médico. —dijo con una de sus mejores sonrisas convencedoras.

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Así que por fin solos después de veinte años ¿eh? Sigues teniendo el mismo encanto con las chicas a pesar que estas casi en los 40, pero por todos los documentos que te revisé —Sí, no he perdido mis técnicas psicópatas. — sigues soltero, ja ¿No que te ibas a casar y tendrías una familia y qué por eso jamás saldrías con un hombre? ¿Qué tenías el deber de engendrar? Te veo igual de solo que yo, ¿te habrá pesado el karma? O solo nadie aguantó tu carácter, sospecho que fue eso, a pesar de siempre estar rodeado de gente eras una persona solitaria. Ah, llamaría a Akira para contarle con el gatito abandonado que me encontré, pero debe estar con el trasero levantado en estos momentos, ahora es cuando adoro a Takashima.

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Los cerezos que dan inicio a la primavera y el fin de la etapa escolar estaban completamente florecidos para ser marzo, los alumnos de último grado tenían su graduación en unos días y Yutaka pensándolo mucho había tomado la decisión de confesarse el día antes de la graduación, había tenido el valor de mensajear a Yuu para verse en el parque que frecuentaban, justo bajo el gran cerezo que les permitía dormir después de las clases o cuando no asistían, días que no volverían al graduarse el mayor.

Yutaka era una persona puntual, normalmente llegaba minutos antes a todo, en cambio  Yuu era de los que siempre llegaba unos minutos tarde, pero no demasiado para impacientar a alguien, pero para Yutaka esos minutos eran un infierno. Cuando por fin pudo ver la lejana silueta, hizo señas con los brazos y dando algunos saltos, logrando apurar el paso del mayor.

Los nervios se apoderaron del castaño y aquello lo podía notar hasta la señora metiche del quiosco de la esquina que pasaba en esos momentos  cerca de ellos, pero para Yuu, solo Yutaka desbordaba exceso de energía como siempre y sonreía como siempre o mejor dicho como le sonreía siempre a él.

— ¡Debo decirte algo antes que te vayas a Tokio! —dijo tan rápido que hasta el mayor levantó una ceja y frunció el ceño dando a entender que realmente no captaba mucho. — ¡Me gustas y mucho! Entiendo que los dos somos hombres, pero... ¡A mi esas cosas no me importa! —Y los labios del castaño se acercaron al moreno antes que este pudiera refutar algo…

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¡EL PUTO BESO ME LO HABÍA CORRESPONDIDO, AHORA LO RECUERDO, DESPUES ME RECHAZÓ! ¡FUI ABUSADO Y DESECHADO! ¡DEBERÍA DESCONECTARTE, SHIROYAMA! ¡DEBERÍA!

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Sus labios se juntaron en un fogoso beso,  el cuerpo del mayor estaba entre el cerezo y Yutaka el cual a pesar de ser su primer beso intentaba colocarle todos sus sentimientos...y no chocar los dientes o morder en exceso, al final fue guiado por el mayor hasta que fue empujado bruscamente como si la magia se hubiera roto.

— ¡Estás mal, yo no soy como tú! —indicaba al menor un alterado Shiroyama, como si recién se diera cuenta de lo que estaba haciendo, su voz temblorosa demostraba lo alterado que estaba y lo confuso también, algo que nunca notó Yutaka. — ¡Me das asco, yo no saldría con otro hombre! ¡Debo tener una familia e hijos! ¡Tú también deberías hacerlo, estás mal, definitivamente es eso! Tendrías que ir a un doctor, yoo…tal vez igual, esto no está bien…que dos hombres se besen, que se quieran, que se amen… no…yo no soy gay, así que no te me acerques, no me hables más, no te quiero ver ¡desaparece de mi vida! —tres pasos hacia atrás y Yuu estaba en el suelo, había tropezado con una raíz del cerezo y torpemente intentaba levantarse entre su confusión y desesperación, la cual Yutaka solo interpretó como desprecio mientras seguía como estatua en el suelo y su corazón era roto pedacito por pedacito. Solo le quedó la imagen de como Yuu corría alejándose de él, esa había sido la última vez que lo vio, como le había pedido el mayor, nunca lo volvió a buscar.

Yutaka solo salió de su casa cuando Akira y Takanori lo sacaron a la fuerza de esta porque si faltaba un día más repetiría el año, encontrándose con  la imagen de un desastroso Yutaka, una melena larga y desastrosa, unas ojeras más grande que un panda y más esquelético que el muñeco del laboratorio de biología. Takanori solo envidiaba a Kai por no tener ni un pelo en la barbilla, alegando que Yutaka no sufría maltratándose la cara.

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¿Dónde estoy? ¿Hospital? Cierto, fui chocado por un imbécil que hablaba por móvil, ahh…yo también lo hacía, pero  yo soy Yuu y puedo hacer más de una cosa a la vez. Me duele todo, mierda y mañana tenía reunión, mi jefe hará de mi picadillo… ¿Y quién es el que se durmió apoyado en mi cama? Si levanto su cabeza con cuidado podré ver su ro… ¡Kai! Mierda, no debo gritar, pero ahora que recuerdo tiene el sueño pesado, cuando se quedaba en mi casa podía hacerle bromas pesadas y él con suerte se daba cuenta, tenía que decirle…que buenos recuerdos, sí, solo esos. Después, solo fueron veinte años grises.

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Los tres meses de turnos de noche en Kai habían pasado la cuenta, cayendo de cabeza sobre la cama de Yuu, una de las enfermeras había entrado para taparlo cuando aun Yuu dormía, a pesar de lo gruñón que era, lo querían mucho y sabían que las siestas del médico eran intocables si no querían al demonio en persona en el hospital.

Poco a poco el médico empezó a despertar,  encontrándose con la imagen de sus sueños…un poco golpeado, pero siendo sus sueños después de todo.

—Supongo que te sientes un poco mejor, lo siento por dormir, como no salía ningún número a llamar, me quedé para darte  tu diagnóstico, me retiraré enseguida.—se levantó casi de golpe, deseando una taza gigante de café bien cargado, dormir ese poco no lo repondría por completo para el siguiente turno, pero sobreviviría. —Tenías unas costillas rotas, pero fueron acomodadas a través de cirugía, necesitarás descansar un mes. Le diré a otro médico que te atienda, supongo que no te hizo gracia ver mi cara. —una leve mueca se formó en los labios del menor y dejó la tablilla con los datos médicos de Yuu en la mesa de noche, en cuanto se giró su muñeca fue atrapada y una mirada entre culpabilidad y ¿alegría? Chocaron. Un suspiro escapó de los labios del menor y volvió a sentarse en la banquilla en la cual se había quedado dormido. —Si tienes algo que decir, dilo y no me mires con esa cara, no tengo idea de lo que piensas, hace mucho dejé de conocerte.

Aoi era una persona orgullosa a pesar de su personalidad cambiante, pero  estando delante de Yutaka, como siempre ese orgullo se iba y solamente era Yuu, el inseguro Yuu, el que podía llorar frente a ese hombre y contarle sus problemas, a pesar de los veinte años que había pasado, aún se sentía así y con muchas cosas más reprimidas en el corazón.

—Lo siento, por lo de hace veinte años, no debí tratarte así. —la angustia y culpabilidad volvían a mostrarse en aquellos ojos cafés del moreno.

—Supongo que debí sospechar que eras homofóbico, además solo leías  hentai con chicas de grandes senos, fui bastante ingenuo al creer que sentías algo por mí además de amistad, así que no te debes disculpar, son cosas que pasaron hace mucho, tema superado. —sonrió forzado, la honestidad siempre era evidente en el rostro del menor, pero trataba de fingir de la mejor forma posible, además no quería recibir el mismo sermón de hace veinte años atrás.

—Tu sonrisa es tan falsa como la vida que he vivido ¿sabes? traté de hacer lo que te había dicho, formar una familia, buscar una buena mujer, pero ¿qué me encontré? Que no me satisfacía ¿y sabes por qué? Porque todavía tenía tu beso en mi cabeza y no lo entendía, era un simple y torpe beso, pero recibirlo de la persona que te gusta  es distinto, es distinto sentirse correspondido, pero mi dilema moral atacó por completo, porque sabía que no era lo correcto, porque me habían enseñado otra cosa respecto al amor, que era de un hombre y una mujer, pero tú con tu beso solo me decías que el amor es amor no importa quién sea y yo te lastimé, lo hice y luego hui como un cobarde. —cada palabra salía como si perdiera el peso en plomo que llevaba el corazón del moreno y la cara de Yutaka solo expresaba confusión. Se acercó a la puerta de la habitación y cerró con seguro la puerta para luego acercarse al mayor con el rostro del demonio que todos temían en el hospital.

— Me estás diciendo…que todos estos años…he estado viviendo tu rechazo por tu ¿cobardía? —tomó al mayor por la bata, no le importaba si hace horas había salido de una operación y tenía todas las costillas de un lado rota, no creía lo que escuchaba, hasta sospechaba que se había golpeado la cabeza y había quedado idiota. — ¡Tu cobardía me volvió un amargado y que no ha podido amar a nadie más! ¡Porque a pesar de tu rechazo igual te  quería, igual te quiero, maldito imbécil! ¡Asume que debajo de los mangas hentai tenías yaoi! ¡Qué le mirabas el trasero a los del equipo de fútbol!—lo zamarreaba más ante los quejidos que intentaba reprimir el mayor, como si recibirlos era parte de pago ante su culpabilidad, Yutaka literalmente se encontraba encima del mayor, buscando desquitar sus frustraciones de casi toda una vida.

— ¡Compénsame los veinte años que me hiciste perder, maldito imbécil! —  las manos del moreno se acercaron al rostro del menor mientras este seguía desquitándose acercándolo al propio para juntar sus labios, un beso lento, lleno de sentimientos, correspondido como el primero, pero con el sabor de la madurez que le faltó al primer beso. Sus lenguas se juntaron y lentamente aquel beso se volvió más fogoso, encendiéndose en pasión que dormía hace casi veinte años, Yutaka solo se separó un poco, sonriendo con malicia.

—No me importa que estés medio molido y que yo solo sepa dónde meterla por mis clases de anatomía, que aprobé con 100 te diré, pero es momento que pagues por mis veinte años de abstinencia y no, no seré suave.

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Yuu, solo le quedó respirar profundo, ya podría vengarse cuando estuviera sano, en esos momentos estaba a merced del demonio que había despertado y sospechaba que la venganza estaba tan lejana como los veinte años que habían perdido por su torpeza o como el sonido lejano del teléfono de Yutaka que había caído sobre el montón de ropa que ya estaba tirada en el suelo. Yutaka bendecía las batas hospitalarias para pacientes, le dejaba justo lo que quería libre.

 


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