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Roma por Samu

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Notas del capitulo:

Otros fics actualizados:
-Cazadores(Originales)
-Universitarios(Naruto)
-Conociendote a fondo(Naruto)
-Esto sera amor(Kenshin)

Que disfruteis de las vacaciones que durante un tiempecito no escribo nada mas

Alejandro salió de la habitación aunque no vio a Penélope pues se había escondido en la oscuridad de una de las esquinas, de repente una lluvia fuerte comenzó a caer dejando a Penélope empapada. La furia aumentaba en su interior.
-¿Le tienes mucho cariño a ese chico no?-murmuro para si Penélope-Dentro de poco ya no sentirás nada por él-dijo mientras que se dirigía a la entrada de la habitación de Julio.
Abrió la puerta y se situó junto a la puerta.
Al darse cuenta de que alguien había entrado Julio dijo-Por favor, no ahora... todavía me duele...-
-No soy Alejandro-dijo Penélope.
Al escuchar su voz Julio se volteo lentamente y la observo sonriente.
-¿De qué te ríes?-pregunto Penélope-¿Ríes por no llorar?-
-Tu juego se acabó y has recibido tu merecido maldita puta-
-¡¿Cómo osas hablarme así?!-dijo la mujer levantando amenazadoramente su mano. 
-Ya se que  ahora eres una criada aquí así que puedo hablarte como me de la gana-
-¿Te crees muy listo verdad? ¿Qué pasaría si Alejandro se enterara de que te acostaste conmigo?-
Julio callo, era verdad, después de lo que había sufrido por el no pensaba traicionarle ahora, si le quería le perdonaría aquello.
-Pronto caerás como yo... espero que seas crucificado, has arruinado mi vida para siempre...-dijo Penélope mientras salía de la habitación.
Se dirigió al dormitorio, donde Alejandro se estaba cambiando de ropa.
-¿Te gusta mucho ese chico verdad?-inquirió Penélope observándole.
-¿A qué te refieres?-
-Te he visto por el cristal... estabas muy cariñoso con él ¿no es así?-
-Maldita zorra ¡¿Cómo te atreves a espiarme?!-Alejandro hecho una furia fue hacía ella y la abofeteo.
Nunca antes Alejandro la había golpeado, le observo y en ese momento recuerdos de su pasado llegaron a su memoria.
 
-¡Penélope ven aquí! Quiero presentarte al que será tu esposo-dijo el padre de la chica. A su padre solo le importaba los beneficios que sacaría al casar a su esposa con un legionario.
-¡Ya te he dicho que no quiero casarme como mi hermana! ¡Con un maldito mercader borracho que me engaña cada noche con una ramera diferente!-Penélope había atrancado la puerta para que no pudieran pasar.
Desde fuera el padre observo a Alejandro-Perdónala, una vez la domestiques te servirá en todo cuanto quieras-
Alejandro era diferente a la mayoría de los hombres de aquél tiempo, él quería que su esposa pudiera vivir cómodamente, no como criada.
Se acercó a la puerta y la golpeo levemente-Penélope, abre por favor, quiero conocerte...-dijo tranquilamente Alejandro.
La chica al escuchar su voz no pudo resistirse a abrirle la puerta.
Se observaron durante unos instantes, el físico de ambos concordaba perfectamente. La chica sin contenerse mas se lanzó sobre él y le beso. Algo en sus ojos le revelaba que no era mala persona.
-Esta bien... me casare-dijo finalmente Penélope.
La boda se celebro al día siguiente. El día fue perfecto, una hermosa boda con una gran fiesta y para terminar una excitante noche de bodas.
Varias veces ambos habían intentado que Penélope se quedara en cinta pero no lo habían conseguido, parecía que los Dioses habían decidido que ellos no debían tener hijos. 
-Te prometo que siempre serás feliz-murmuro en una ocasión Alejandro al oído de Penélope.
 
La mujer observo a su marido mientras se acariciaba su mejilla enrojecida.
-Me has... golpeado. ¡¿Acaso ese chico merece tanto?!-De los ojos de Penélope saltaron unas leves lágrimas.
-Al menos él no se ha acostado con la mitad de la población de Roma-murmuro Alejandro mientras se acostaba y apagaba las velas.
Penélope furiosa salió de la habitación con un portazo y se fue a la salida de la casa-No volverás a querer estar con ese maldito chico-murmuro Penélope mientras salía de la casa.       
Al día siguiente Julio se despertó algo mejor, fue lavado por las sirvientas y siguió descansando por propia orden de Alejandro.
-¿Dónde estuviste anoche? Me desperté a mitad de la noche y no te vi-le preguntó Alejandro a Penélope.
-Estuve...-dijo la mujer, no contaba con que Alejandro se hubiera despertado a mitad de la noche.
-¡Señor!-El guardia reclamaba la presencia de su señor en la puerta principal. Allí, un hombre quería entrar pero tras las ordenes impartidas por Alejandro sobre que no dejaran entrar a ningún hombre siempre tenían que llamar a su señor.
El hombre era alto, moreno, ojos azules cristal y mas o menos de la misma edad que Alejandro.
-¡Marcos!-dijo el señor de la casa alegre de ver a su amigo tras tanto tiempo-Pasa por favor... ¿Qué es lo que quieres?-
Ambos se sentaron alrededor de la mesa que se encontraba en el patio interior de la casa.
-Veras... necesito cobijo en tu casa... estoy arruinado y no tengo donde dormir-
-Pues claro que si aunque no se donde podrás dormir-
-Eso da igual... mientras este seguro de que no me acuchillaran durante la noche-
 
Al escuchar voces fuera Julio salió de su pequeña habitación, se acerco hacía ambos hombres y se inclino en señal de bienvenida.
-¿Quién es?-preguntó Marcos mientras observaba fascinado al sirviente.
-Un sirviente de la casa aunque ahora tiene que descansar-
-Vaya... en ese caso vete... no me gustaría que se estropeara un cuerpecito tan bonito como el tuyo-dijo Marcos mientras palmeaba el trasero de Julio quien rápidamente entro de nuevo en su cuarto echando una última mirada a Marcos y a Alejandro a quien comenzaba a desagradar ligeramente la presencia de su amigo.
 
 

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