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Bajo la luz de la luna. (EDITANDO) por Makaxd-

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Notas del capitulo:

Sé que me demore mucho en actualizar, y lo siento por eso. Tuve problemas personales y además que los exámenes de la universidad ocupaban mi tiempo. No saben cuántas veces reedite este capítulo, ya que no me salía como yo quería. Sinceramente me disculpo por mi irresponsabilidad y el no avisarles de antemano que me demoraría. Temo que para el próximo capítulo me demore algunos en actualizar ya que tengo más exámenes, pero aun así intentare de actualizar este sábado. Sin nada más que decir los dejo que disfruten el capítulo y nos vemos en las notas finales. 

La suave brisa otoñal removía sus hebras blancas, meciéndolas igual que las hojas de los árboles. Desde el balcón de su dormitorio observaba a las diferentes personas que transitaban por el pueblo.


- Que aburrido -dijo, a la vez que soltaba un largo suspiro.


Con su mano derecha se acariciaba su vientre ya abultado. Aún no asimilaba de que en tan solo una semana este haya crecido, tomando la forma de un embarazo de tres meses, siendo que él llevaba tan solo un mes y una semana de gestación.


Fue extraño la primera vez cuando se vio en el espejo y se encontró una pequeña curva en su estómago que día a día se aumentaba. No solamente su vientre se abultó, también lo hizo sus pechos.


Todavía recuerda el día que tuvo que ir a la clínica para hacerse una revisión por su estado. Jonathan, que en ningún momento se alejó de su lado, le susurraba palabras cariñosas que inconscientemente lo relajaban.


Su lado animal estaba feliz de que su Alfa lo mimase, mientras que él no sabía cómo interpretar sus nuevos sentimientos hacia el hombre. Por esa razón, consideró alejar todo pensamiento relacionado a ese tema.


Cuando estuvo recostado en la camilla viendo cada movimiento o gesto que hacia la mujer que lo atendía, pudo darse cuenta del desconcierto que reflejaba su rostro al observar lo que proyectaba la pantalla que mostraba la ecografía.


- “¿Qué sucede?”- consulto de inmediato Jonathan.


- “Hay tres cachorros, mi Alfa”- balbuceo, casi susurrando.


Desconcertado, dirigió su vista hacia el aparato que mostraba tres pequeños puntos negros.


El miedo comenzó a recorrer su cuerpo. No creía que sería lo suficientemente capaz para dar vida a tres pequeños seres que dependían de él. No obstante, cuando la mano de Jonathan apresó la suya intentando transmitirle confianza, se olvidó por completo de sus inseguridades.


Con ese pequeño gesto, su corazón latió fuerte que, al contrario de provocarle dolor, lo embriagó de un sentimiento nuevo y reconfortante.


Pero ahora, se encontraba furioso. Por culpa de ese bruto y testarudo hombre sentía que vivía en una cárcel de la cual no había posibilidad de escapar de ella.


Desde el momento que se enteró que sería padre de tres cachorros, Jonathan ordeno a dos de sus betas a que se convirtieran en sus escoltas personales, cuidándolo y acompañándolo a cualquier parte que él anduviera.


Y para el colmo de su irritación, estaban las actitudes de las mujeres que trabajaban en la casa. Las miradas hipócritas, con un odio mal disimulado, era lo que tenía que ver todos los días. Pero todo cambiaba cuando Jonathan estaba cerca, esas… chicas, le sonreían con una amabilidad sorprendente que, si no fuera por el de ojos verdes estaba con él, podría asegurar que toda esa cortesía era actuación.


Al principio no entendía el porqué de su modo de actuar. Había llegado a pensar que era producto de su procedencia de hechicero, sin embargo, no falto mucho tiempo para que se diera cuenta el cómo esas arpías observaban descaradamente el cuerpo de su pareja.


Un gruñido involuntario salió de su garganta. El solo pensar de esas miradas lujuriosas que recorrían cada rincón de ese cuerpo ardiente y varonil, lo enojaban. Sin duda su otra naturaleza opinaba lo mismo que él.


La voz femenina proveniente de su espalda lo saco de sus pensamientos, que ya se estaban tornando turbios.


- Al parecer las hormonas te están afectando, querido. Deberías de calmarte. No quiero que mis bisnietos nazcan con esa cara de amargado -dice la hechicera, acercándose hasta el borde de la cama para sentarse en ella.


- No estoy para tus bromas, abuela -la mira frunciendo el entrecejo, a la vez que se coloca sus manos en la cadera.


La mujer solo suelta una risita entre divertida y traviesa por el comportamiento de su nieto, provocando que este se enojase y que cambiara de forma instintiva su iris y pupilas a unas felinas. 


- Que amargado -suspira- Imagine que necesitarías mi compañía, pero al parecer me equivoque -murmura decaída.


El peliblanco relaja su semblante al escucharla.


- Lo siento, abuela. Me estoy desquitando injustamente contigo.


- No te preocupes. Mejor acércate -responde, a su vez da unas cuantas palmadas en la cama, incitándolo a que se sentara al lado suyo.


El peliblanco caminaba pausado hacia ella, con su vista azulina escondida a través de su flequillo, intentando ocultar aquellos sentimientos abrumadores que se encontraban en su interior.


- ¿Qué sucede? Puedo ver que necesitas que alguien te escuche -levanta con su mano el mentón del menor, haciendo que sus miradas se conectasen.


- No me sucede nada solo…


- ¿Solo? -le ínsita a proseguir.


- Bueno, extraño mi vida en Londres. A mis amistades de la universidad, a mi vida cotidiana, entre otras cosas -suspira- Algunas veces pienso en irme de aquí, pero no puedo. Si me alejo de Jonathan no lo soportaría. Siento que me destruiría por dentro -dice con lágrimas en sus ojos.


- La unión que comparten, cada día se hace más fuerte, o puede ser que te hayas enamorado de él -le dice con una media sonrisa en sus labios.


- No puedo estar enamorado de él en tan poco tiempo- restriega con sus manos sus ojos, quitando las lágrimas que bajaban sin su permiso por sus mejillas.


- ¿Quién dice que necesitas tiempo para que te enamores de una persona? -cuestiona divertida- ¿Acaso está escrito en alguna parte?


-No, pero…


- Mocoso testarudo, tus “peros” me están hartando. Solo no quieres aceptar que te enamoraste de Jonathan, al menos reconoce que te lo quieres -se queda un momento en silencio, para luego cuestionarle- ¿No me digas que estas así porque piensas que estas traicionando de alguna forma a tus padres?


Noah desvía la mirada.


- ¿Es eso? -se pasa una mano por su cara- Dios, que voy hacer contigo. Estoy empezando a sentir lastima por ese muchacho -le mira seria y le agarra de sus hombros- Tus padres dieron su vida para protegerte, no para privarte del amor. Ellos querían que tú fueras feliz con la persona que amaras, y que formaras una familia con esa persona. Sácate esa absurda idea de tu cabeza ¿entendiste?


- Si -susurra apenado.


- Así me gusta -le besa la frente- Lo bueno que estos pequeños tendrán a unos padres que se aman.


La mujer mira el abultado vientre que la incitaba a posar sus manos en él. Noah al ver las intenciones de su pariente, se acerca más a ella y le sujeta su mano para luego posarla en su abdomen.


- Si querías tocar, no preguntes solo hazlo -le sonríe enternecido.


La suave mano acaricia de extremo a extremo el contorno de su vientre.


- Que rápido crecen estos pequeños mocosos -comenta la femenina


- Bueno ginecóloga dijo que los tendré a los seis meses, así que esto no será nada a comparación de los próximos meses. 


- El tiempo de gestación de los cambia forma es muy diferente al de un hechicero o al del humano. Tu madre te tuvo a los seis meses, y eso fue porque tú heredaste el gen de tu padre.


- Me hubiera gustado conocerlos -dice con tristeza en su tono de voz.


- Mejor cambiemos de tema ¿sí?


- Está bien…


Miriam se levanta rápidamente de la cama, extendiendo su mano hacia su nieto para que este la tomase. Sin pronunciar alguna palabra, camina hacia la puerta, arrastrando a un extrañado Noah en el proceso.


- ¿A dónde vamos?


- Me cansé de estar encerrada. No sé cómo aguantas este encierro. Saldremos a dar un pequeño paseo.


- ¿Eh? Pero.


- No protestes. Mejor guarda silencio -le regaña.


Caminaron por los largos pasillos, siendo seguidos por los dos escoltas que en ningún momento se separaron de los dos peliblancos.


- ¡Al fin aire fresco! -exclamo la femenina, una vez que estuvieron en el inmenso jardín.


- No entiendo el por qué nos encontramos aquí, si es igual de aburrido que estar adentro -refunfuña el menor.


- Sinceramente eres un amargado. Así nunca conseguirás amigos en este lugar -se cruza de brazos.


Noah le responde con un gruñido de molestia.


- Algunas veces te odio, anciana


- Me hieres mocoso -se hace la ofendida, colocándose una mano en su pecho- Y yo que te quiero tanto.


- Sí, si, como tú digas -rueda los ojos fastidiado.


Estuvieron un largo rato caminando por los alrededores, charlando de cosas sin sentido, recordando anécdotas de su vida en el país británico, y algunas veces discutiendo por tonterías como si fueran un par de niños causando que los dos hombres que lo seguían se riesen disimuladamente.


***


El sol se estaba poniendo, dando la bienvenida a la noche. De tantas risas y bromas, les bajo el apetito, por ese motivo decidieron entrar e ir a la cocina para prepararse algún alimento para saciar su estómago. 


En la cocina un hombre regordete y de avanzada edad los recibió con amabilidad. No falto esperar mucho para que al frente suyo hubiera un patillo con pan tostado con mantequilla y un vaso de jugo de durazno. Gustoso, comenzó a comer tranquilamente, agradeciendo al hombre por la comida.


Cuando estaba por terminar de beber el contenido del vaso, el sonido insistente del timbre se oyó hasta donde él se hallaba. Una sirvienta que se encontraba cerca de allí abrió la puerta, siendo empujada rudamente por una desesperada mujer.


- ¡¿Dónde está Jonathan?! -exclamó, siendo escuchada por el joven mago, que sin poder aguantar su curiosidad se encamino hacia dónde provenía la voz femenina.


- Hermana cálmate por un momento -le pidió una voz masculina.


- ¡¿Cómo me pides que me calme, si mi prometido no me toma en consideración?!-Le espetó.


- ¿Prometido? -consulto Noah cuando ya había llegado a la entrada, observando detalladamente a las dos personas que estaban al frente suyo.


La mujer de estatura alta, de ojos negros como la noche y cabello rojizo, que a simple vista se notaba la tintura de pelo.


- ¿Quién eres tú? ¿Acaso eres la puta de unos de los Betas? -le mira con desprecio.


Basto con que solo dijera una sola palabra para que el hechicero echo furia le respondiera de la misma manera que la pelirroja. 


- ¿Perdón? ¿Me hablas a mí, perra? -la desafío con su mirada arrogante.


La expresión desencajada de la femenina le dio a entender que al parecer ninguna persona se habían atrevido a enfrentarla. La mujer de nombre aún desconocido estaba por responderle, cuando fue interrumpida por el hombre que la acompañaba.


- Dulce- susurra, olfateando el aire hasta hallar la fuente del atrayente aroma.


Noah, arruga el entrecejo al ver el comportamiento extraño del hombre de una apariencia musculosa, con su cabello castaño y de ojos de color pardos, que en esos momentos comenzaban a cambiar.


- ¿Qué te sucede, Héctor? -pregunta la femenina.


El castaño poco le importo la presencia de su hermana, él solo tenía ojos para la pequeña criatura que estaba adelante suyo. Su aroma, su dulce aroma a flores le atraía como un oasis en un extenso y caluroso desierto. Sus pies se comenzaron a mover por voluntad propia, acercándose directamente hacia ese ser que le llamó por completo su atención.


Un gruñido potente erizo la piel de todos los presentes. En un abrir y cerrar de ojos, Noah se hallaba entre los fuertes brazos de su Alfa.


- No te atrevas a dar un paso más, o con mis propias manos te descuartizo, Héctor -advirtió Jonathan, utilizando su voz de Alfa.


El aludido se quedó estático en su lugar, mientras que la chica mira atónita la escena que se presenta delante de sus ojos. Su Jonathan protegía a esa basura.


No, eso no podía ser cierto” -se dijo para sí misma.


Por otro lado, el Omega aferra sus manos a la camisa azul de su compañero, intentando resguardarse de lo que ni él siquiera sabía. La suave caricia de a espalda relajo su cuerpo. Levantó su vista hacia el rostro masculino e instintivamente poso su mano en la mejilla derecha de este.


- ¿Estás bien? -murmura suave.


El joven asintió levemente, aun embobado por el rostro masculino del chico. Jonathan le beso su frente y lo apreso más hacia su cuerpo.


La voz chillona de la pelirroja rompió el ambiente que se formaba a su alrededor.


- Jonathan ¿Quién es él? -consulto temblorosa.


El aludido la ve sin mostrar sus emociones. Por un momento se había olvidado de los dos intrusos que ingresaron sin permiso a su morada. Con aparente calma se dispuso a responderle.


- Con solo echar un vistazo te darás cuenta de quién es, Andrea.


La mujer lo mira sin poder creer lo que sus ojos presenciaban


- Pero si aún quieres escuchar de mi boca tus sospechas, pues te diré que él es mi pareja.

Notas finales:

¿Qué les pareció el capítulo? Ya se aproxima el drama. Ahora ustedes tienen que adivinar quién es la persona que creara conflicto, aunque sé que muchas personas suponen quien puede ser. Bueno antes de despedirme quería decirles una pequeña cosita para que piensen. Se han preguntado el ¿cómo los asesinos de los padres de Noah sabían que él era un Omega? Soy tan malota que los dejare con esa duda jajajaj xD hasta la próxima.

 

Como siempre déjenme sus comentarios o ideas para el próximo capítulo. See you


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