El asunto se le había salido de las manos. Por culpa de su irresponsabilidad, tendría que pagar por su error, un error que cambiaría toda su vida. Con incredulidad le responde a su abuela, esperanzado a que ella le estuviera haciendo una broma, como siempre solía comúnmente hacerle.
- Debes de estar jugándome una de tus bromas ¿cierto?
- ¿Acaso tengo la cara de estar jugando Noah? -le pregunta irónicamente.
Su expresión detonaba total seriedad en el asunto, es por eso, que el peliblanco prefirió callar y escuchar atentamente lo que dijese la mujer.
- En estos momentos ese cambia forma podría estar dirigiéndose hacia aquí para llevarte con él, y no podremos hacer nada para impedirlo, ya que tiene todo su derecho en reclamarte como suyo.
-P-pero yo no quiero estar con él ¿No podremos huir? Antes de irme del hotel, conjuré un hechizo para que se quedase por unas horas encerrado en el cuarto del baño.
- Eso nos dará algo de tiempo de salir de la cuidad e ir al aeropuerto -lo mira detalladamente- Por lo que veo tú no tienes la necesidad de estar al lado de él. Tengo entendido que los enlazados sienten una necesidad de estar cerca de su compañero, y tú no eres el caso. Puede ser debido por el sello que posees, que hace suprimir a tu animal en tu interior. Sin embargo…
- ¿Qué sucede abuela?
- Hay una cosa que me está inquietando. ¿Puedes levantarte la camiseta?
- ¿Por qué? -alza una ceja extrañado.
- ¡Solo has lo que te digo mocoso! -le ordena.
Dudoso, sujeta el borde de su prenda, levantándola hasta la altura de su pecho, mostrando alguna que otra marca de beso por alrededor de sus pezones y abdomen, a la vez dejando a la vista el tatuaje que yacía cerca de su ombligo.
El rostro de la mujer era todo un poema. El sello, que a simple vista parecía un tatuaje, se desvanecía lentamente. De repente una idea se le cruzó por su mente, preocupándola cada vez más. Con temor dirige su mano hacia el vientre del peliblanco, palpándolo suavemente hasta detenerse en un punto fijo.
- Esto no puede estar pasando.
- ¿Qué ocurre?
-Tu animal quiere salir y no se la razón del porque el sello se desvanece. Si esto sigue avanzando, toda la raza cambia formas se darán cuenta de que tú eres un omega, y todos los años que hemos estado escondiéndonos de ellos serán inútiles. ¡Tú sabes que esos malditos animales te querrán como una incubadora para que tengas a sus crías y no respetaran el hecho de que tú estés enlazado a alguien!
- ¡No quiero que eso me suceda! -las lágrimas empezaron a recorrer sus mejillas, cayendo al piso- ¿Acaso no puedes restablecer el sello? -le mira suplicante.
La mujer mueve la cabeza de forma negativa.
- No se puede. Una vez hecho el sello, ya no se podrá realizar de nuevo.
- ¡Me quieres decir que las vidas de mis padres valdrán en vano solo por mi estúpido error!
Miriam guarda silencio.
- ¡¿Por qué tuve que conocerle?! ¡Esto no estaría pasando si me hubiese contenido y no haber caído en su trampa! ¡Si no fuese por su aroma nada de esto estaría pasando!
- ¿Dijiste aroma? -le pregunta sorprendida.
- Sí.
Una leve y traviesa sonrisa surca en sus labios- Encontraste a tu pareja destinada
- ¿Qué?
- Él no sabía que tú eras un cambia forma porque el sello te ayuda a pasar como un humano común y corriente. Eso quiere decir, que en algún momento ese hombre te olfateo ¿o me equivoco?
- Bueno sí, es verdad. Al igual que yo le olí, y por eso perdí todo razonamiento, dejándome llevar por mi instinto y para terminar en esta situación.
- Si todo lo que me dices es verdad, eso puede significar que, tendremos una posibilidad para que los otros cambia-formas no te utilicen como los otros omegas que existieron, pero murieron producto de no cumplir con una regla primordial.
- ¿De qué estás hablando abuela?
- Por lo que sé, los omegas son criaturas celestiales que fueron creados y enviados por los dioses, como regalo para aquellos que respetaban el lazo que existe entre parejas destinadas. Estos nacían por la unión verdadera entre los cambias formas. Aunque muy pocas parejas eran bendecidas por tener un hijo o hija de esa especie. Los Omegas, poseen la habilidad de sanar cualquier herida mortal en un abrir y cerrar de ojos, además de engendrar a hijos con un gran poder. No obstante, la avaricia y el miedo de perder sus estatus cegaron las mentes de todos aquellos que deseaban ser los más fuertes. En los registros de los hechiceros, está escrito que hace diez mil años atrás existió una inmensa guerra. Diferentes razas de cambia formas se enfrentaron una contra las otras, solo para obtener el domino absoluto de los pocos omegas que existían en el mundo. Gente inocente estuvo involucrada en ese absurdo y egoísta conflicto, acabando con la vida de ellos. Y cuando por fin consiguieron su propósito, abusaron de los omegas, con el único propósito de procrear a sus cachorros. Sin embargo, esos malditos no sabían que los Omegas morirían con sus crías en sus vientres y que estos dejasen de existir.
- ¿Entonces porque soy un omega, si ellos dejaron de existir?
- No lo sé, pienso que es por el amor prohibido que tuvieron tus padres, ya que, tu madre era una hechicera y tu padre un cambia forma tigre. Ellos nunca debieron involucrarse sentimentalmente, porque tanto hechiceros como cambia formas hay un gran odio entre especie. Aunque eso no impido que mi hija y mi yerno se enamorasen. Tú naciste de una unión verdadera. Lo que desconozco es que como aquellos malditos supieron de tu existencia el mismo día que mi hija te trajo al mundo- lo último lo susurro para así misma, que para el menor
- Es por eso qué, los odio con todo mi corazón y no me quiero involucrar con ellos.
- Pero ya lo hiciste y es tarde para arrepentirse. Ahora hay que crea una estrategia para huir y que no te encuentren.
- ¿Qué pretendes hacer? -le mira seriamente
- Estaba pensando que ya es el momento de que seas reconocido como un hechicero, y formes parte del mundo de la magia. Tienes la posibilidad de escoger a que mundo pertenecer, al de los cambias formas o a los hechiceros.
- Es claro que seré un hechicero.
- Eso lo sé, pero al estar marcado y además de que tu sello se desvanece no estaba en mis planes.
- ¿Entonces?
- Mocoso lo que yo busco es que a ti te quiten aquella restricción de poder que poseen todos aquellos que aún no son reconocidos como hechiceros. Si te quitan aquella restricción, tú podrás utilizar tu poder libremente y con ello puedas defenderte. Sé que eres lo bastante poderoso, ya que eres el nieto. No por nada soy una de las hechiceras más poderosa que ha existido en todo este tiempo, además de un miembro del consejo de la magia.
- Presumida -susurra con la voz tan baja que no fue escuchado por la mujer- ¿Qué haremos con el hombre que me marco?
- Bueno, con tal de que nos mantengamos alejados de él, tu animal interno no tendrá la necesidad de querer estar a su lado. Y si algún día se cruzan nuevamente sus caminos, tendrás que irte con él, ya que tu cuerpo no aguantaría por segunda vez estar lejos de tu enlazado. Al menos sabrás defenderte; y si aquella persona era tu pareja eso quiere decir que tu unión es verdadera y no morirás si en estos momentos llevas a sus hijos en tu vientre.
- ¡¿Hijos?! ¡¿Acaso estás loca?! Prefiero matarme a que estar gestando hijos de ese imbécil.
- Eso no pensaste ayer en la noche -le dice con picardía- Bueno es mejor apresurarnos antes de que te encuentre aquel hombre -el peliblanco le asiente con un movimiento de cabeza- Nos iremos a Canadá, en donde se encuentra el consejo de magia.
No pronunciaron más palabras. Se dedicaron solamente a arreglar sus maletas con las pertenencias que hallaron importantes.
***
En otro lugar, precisamente en la habitación que fue testigo de la pasión que se vivió esa noche, se encontraba un rubio hecho furia en un baño destrozado sin poder salir de allí, imposibilitando su habilidad de comunicarse con sus hombres.
- ¡Maldita sea! ¡Juro que te encontraré! ¡Aunque me demore mil años Noah, y pagarás por lo que osaste hacer!
Las horas transcurrieron de forma lenta y tortuosas para el rubio, que ya estaba pensando en transformarse y poder saltar desde la ventana del baño hasta la calle. Con un último esfuerzo, empuja con fuerza la puerta, derrumbándola y destruyéndola en cuestión de segundos. Sin perder más tiempo llamo a todos sus hombres de forma telepática. Estos al sentir que su alfa los necesitaba, llegaron al instante a la habitación.
- ¿En qué le podemos servir Alfa?
- Quiero que encuentren a un hechicero de cabellos blancos de nombre Noah Stone y que lo traigan ante mí -la voz de mando que utilizó, no dio lugar a replicas por parte de los jóvenes que se encontraban al frente de ese imponente hombre.
Todos se retiraron rápidamente en busca de dicho chiquillo, quedando él solo en aquella habitación, que en pocos minutos un joven de cabellos negros y ojos verdes ingresaba en ella.
- Alfa ¿Qué es lo que está pasando?
- Jeremy has todo lo posible para que mi padre no se entere de este asunto.
- Como usted ordene, pero ¿se puede saber que sucede?
- Encontré a mi pareja y está huyo astutamente sin dejar al rastro de él
- ¿Cómo ocurrió? -pregunta incrédulo el pelinegro.
- Pensé que era un humano y es por eso, que en la mañana baje estúpidamente la guardia, pero me lleve la grata sorpresa que en realidad es un hechicero -dice irónico.
- Señor, con todo su debido respeto, usted sabe que un cambia forma y un hechicero no pueden estar juntos.
- Eso a mí no me interesa. No descansaré hasta que le encuentren, además ya lo marqué como mío, y puede que en su vientre tenga a mis cachorros; así que has todo lo que este a tu alcance de que esto no llegue a oídos de mi padre, porque puede hacer lo imposible para nunca le encuentre.
- Como usted diga Alfa. Sin embargo, si esta información llegase a los oídos de su padre no creo que le gustaría tal noticia. Recuerde que usted es el líder de la raza de los felinos. Además, de encontrarse comprometido con la señorita Andrea, hija de-
- ¡Ya basta y has lo que te digo! -se le cambia los ojos a los de un tigre- Mi padre ya no es el líder de la manada. Soy yo y mi palabra es la ley.
- L-lo siento mi señor por mi atrevimiento, no volverá a suceder de nuevo. Con su permiso, me retiro para hacer lo que me ordeno
El rubio solo movió la mano para que el joven pelinegro se pudiese retirar.
Jonathan da un último vistazo a la cama que compartió con Noah, recordando la noche de pasión y el frágil cuerpo del chiquillo. Hubiese deseado haberle puesto un collar para evitar que huyera.
Decidido, abandona la habitación, dispuesto a regresar a su país en donde se localizaba su manada. Tenía la certeza de que muy pronto estaría con su cachorro en sus brazos, y esta vez nunca dejarle ir.