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El alfa de lomo blanco. por Layonenth4

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Notas del capitulo:

este me dolio escribirlo :'v

Un capitulo más y nos llegan nuestros angelitos *-*

El bosque de la zona de Winchester era extenso y muy denso en ciertas zonas, ramas frondosas y arboles cuyo tamaño juraría llegaban a los cielos, las plantas eran inmensas y la mayoría carnívoras de animales pequeños y las raíces muy sobreprotectoras con sus propios especímenes. Las tierras de los grandes lobos negros eran tan salvajes como sus terratenientes.

Por eso mismo había caminos más fáciles y menos peligrosos de la madre naturaleza, pero Dean no tenía tiempo y él junto a su grupo cruzaban por las zonas más frondosas y de anchos árboles con dificultad.

Pero no importaba, seguía corriendo con todo lo que sus patas le permitían y se abría paso rompiendo una que otra rabiosa raíz. Perdía tiempo y necesitaba llegar con prisas al paradero de su padre.

En el camino venía hablando con Sam y Adam, discutiendo que harían al llegar, por medio de su enlace mental.

Mientras mantuvieses un lazo de sangre o de unión conyugal y sólo si pertenecías a la familia principal del clan, existía una conexión mental intensa en la forma lobuna que servía como comunicación e incluso se pasaban energías, emociones y la capacidad de sanación a través del canal mental. En la forma humana era casi imposible, muy pocos en la historia tenían ese lazo tan sólido para crearlo

Para hablar con los demás lobos de la manada solo era cosa de depender del instinto para entender gruñidos y aullidos, incluso los rugidos de los más grandes.

Según Sam, Rubi le había dicho que treintaicinco Wargos los esperaban ya en el camino del otro lado del río, escondidos entre sus grandes rocas y arboledas. Pues bien, Dean entonces atacaría cuando las malditas hienas acorralaran a su padre para tenerlas por atrás.

No le gustaba mucho la idea, pero era lo mejor que tenía.

Pasaron largos minutos, uno calcularía que entre veinte o treinta pero el aroma de su padre acercándose aun corriendo por el sendero que llevaba al puente de rocas rojas que funcionaba como puente, ya que eran muy brillosas y nunca estaban mojadas pese a la fuerza de la corriente.

De pronto Sam dio una larga zancada y se detuvo frente a Dean quien paro a medio kilómetro del lado contrario por donde había brisa intentando que su aroma no fuese percibido por el enemigo o su líder. El lobo más grande lo miro con extrañeza.

Sam, ¿qué haces ahora? — cuestionó Dean, mientras los demás los esperaban a sus espaldas listos para seguir corriendo.

Dean, no creo que debamos llevar a Adam. Papá nos mata si le pasa algo. — Respondió este con su voz mental, pero los mayores notaron como el pequeño erizaba cola y orejas con indignación.

¡¿Qué?! No me jodan. ¡Yo quiero ir!— Pero Dean lo pensó bien.

En antiguas peleas donde Adam ha participado, siempre estaba bajo la vigía de Benny, Anna o Sam, la suya propia si la misión no necesitaba tanto de su atención. Esto sería diferente, utilizaría toda la capacidad de sus dos amigos y no la podía desperdiciar en que cuidaran de su hermanito menor. Sam tenía razón.

Te quedas aquí Adam junto con Ash, Cassie, Ava, Andrew. Sí ves que una de esas hienas huye, vas por ella antes de que pidan más refuerzos. — ordenó el alfa.

¡Dean! ¡No, yo quiero ir!— volvió a refunfuñar el pequeño, pero Dean ya había dado el rugido sutil con las instrucciones para quienes se quedaban y quienes lo siguieran. Adam no hizo más hacer una rabieta al chocar su cola contra el suelo y bufar.

Ninguno de sus hermanos presenció su adorable berrinche, estos ya iban barranco abajo y llegaron justo a tiempo cuando el gran perro negro que era John seguido por los suyos comenzaba a cruzar el puente, pero los wargos les rodearon justamente ahí.

Los guerreros de John eran aproximadamente treinta contándolo a él, pero la manada de hienas negras se dividió para estar tanto al frente como en la parte trasera. Las rocas de los ríos en Terranium era tan sólidas y lizas como gemas pulidas, brillantes en colores grises tenues rozando al blanco, y los lobos por su pelaje no podían pararse o sostenerse de ellas ni con las garras. En cambio las hienas sí, por su piel pegostiosa sin mucho pelo y mal cuidada. La ventaja era clara, más porque la corriente decidió estar furiosa ese día y amenazaba a los Lycan a quedar atrapados entre sus aguas.

Rodearon a los lobos negros y mostraban los colmillos impares y amarillos con burla, pero John ni su gente eran de los que retrocedían con miedo.

El líder alfa rugió con fuerza y movió la melena oscura de su lomo posicionándose al inicio del puente y Bobby con un aullido se puso del otro extremo, gruñendo cuando sin pensarlo y a la fuerza bruta se abalanzaron contra las hienas. Las malditas no solo eran gigantes y horrendas, también tenían una gran fuerza que empujaba a los inestables Lycan a amontonarse insistiendo en que uno callera a las furiosas aguas.

Mientras las hienas por su deformidad podían tener más posibilidad de ataque, al menos John ya llevaba dos a las que les encaja el colmillo en la yugular y utiliza el cadáver de una para derribar a otras tres. Con Pamela y Lee a su lado no tenía por qué preocuparse de cuidarse la espalda. Pero uno de sus amigos, Lee, fue embestido por dos hienas; John se movió tan rápido que ni lo pensó cunado con su cuerpo tiro también a las hienas una de ellas cayendo al rio y difícilmente con su hocico pudo sostener del lomo a Lee lo suficiente para empujarlo así arriba aunque la mitad de su cuerpo quedo abajo.

En lo que se equilibraba el que parecía ser el líder de ese grupo de wargos se aventó hacia él y rodaron por el suelo metros lejos de la pelea para ponerse en pie. Una de las patas delanteras del wargo presionó su garganta y enseño sus propios colmillos afilados y temidos. John buscaba la forma de zafarse del maldito pero escuchó como otros dos enemigos también se ponían al lado de su jefe para atacarlo entre los tres.

John los maldecía.

Pero en ese momento su captor fue derivado y otras dos manchas se unían para tirar a los otros dos montoneros.

John se puso de pie, solo para ver como un lobo de su clan le rompía el hocico de una sola patada llena de furia. También sintió esa conexión que delato la verdadera presencia de su salvador, aunque no había necesidad, no cuando podía distinguir aquellos ojos esmeralda entre tanto pelo negro.

¡Dean! — llamó a su hijo tras el enlace mental.

Este volteó a mirarlo pero no tuvo tiempo de jalarle las orejas como en verdad deseaba hacerlo, su hijo le advirtió:

— ¡Padre, detrás de ti! — gritó su primogénito, usando sus reflejos para que el wargo que se le venía encima cayera al rio sin que el moviera una sola garra.

Podían ser más enormes que ellos, pero la mayoría eran idiotas.

No hubo tiempo de más discusiones, lobos y wargos golpeándose, mordiéndose donde podían y empalándose en las astillas de los árboles que accidentalmente ya habían fracturado al ser empujados los enormes cuerpos de ambas razas.

Benny saltó sobre su líder para protegerlo de un tercero y Dean junto a Jo partían a uno en dos. Al menos de su lado esos fueron los últimos junto al que Pamela arrancaba la cabeza a otro, mientras que del lado de Bobby los wargos optaron por retirarse.

John gruñó en negativa cuando vio las intenciones de Rufus en perseguí a sus enemigos. No, el gran jefe tenía un peor presentimiento y volteo a donde estaba su desobediente hijo. Dean iba a acercarse a trote veloz pero John le rugió con reproche bloqueando su enlace mental, ordenándole con sus instintos salvajes a que tomara su forma humana.

Dean obedeció, pese a que le daba algo de miedo mostrarse frente a su padre en una forma tan vulnerable sabiendo que estaba furioso, rabioso. Pero su desconfianza no duro ya que John también tomo su forma humana.

— Padre. — habló con la postura propia en él, brazos atrás, pecho inflado y mirada al piso.

— ¡¿Pero qué se supone que haces aquí?! — dijo John mientras daba largas zancadas acercándose a su hijo.

— Era una emboscada, este grupo de…

— ¡Pero te di una orden! — gritó su padre, y Dean no lo soportó. Levanto la mirada mientras los orificios de su nariz se contraían por la fuerza en la que se empeñaba al respirar.

— ¡Que de haberla cumplida estarías muerto! — respondió con el mismo tono, incluso indignado.

Las caras de ambos alfas ya estaban frente a frente rodeados por los suyos en sus formas lobunas.

— ¿Qué has dicho? — siseo entre dientes el padre, pero su hijo parecía no querer repetir sus palabras. John entrecerró sus ojos quisquillosos y desconfiados. Un gran error. — ¿Cómo supiste de esta emboscada?

Dean vio en la mirada azul de su padre la desconfianza y misterio. Mentiría si dijera que no le dolió, porque no pasaba un día en que no veía esa mirada al menos que háyase ganado una de las tantas batallas a las que era mandado. Quería a su padre, pero este a veces era demasiado rígido e injusto con él.

— Aún no confías en mí. Pese a todo lo que he hecho por ti, por la aldea. — murmuró con un agrio dolor, observando como los iris de su jefe se oscurecían con sus palabras.

— ¿Por mí? No Dean, tu sólo estas peleando por ti. — cada palabra fue deletreada con reproche y taladro la mente del ojiverde. — Y cometes error, tras error, que logras siempre que dude de ti.

A Dean de verdad le dolió saber que su padre tuviera esa postura de él. Todo lo que hacía, todo por lo que se ha esforzado en esta vida sólo ha sido por dos cosas. Una de ellas era proteger a sus hermanos, la segunda es complacer al hombre que tenía frente a él quien siempre lo obligo a ser mejor, y mejor, y mejor en todo lo que tuviera que hacer. Y nunca importaba lo que hiciera, John, su líder, jamás estaría satisfecho con sus resultados. Ni siquiera cuando acababa de salvarle la vida.

— Dime ahora, ¿cómo supiste de esto?

Dean se tragó sus comentarios amargos, paso saliva con grosor tras su garganta y esta se sintió resentida, junto con su mirada que sólo había orgullo dañado y un poco de terquedad y tristeza. Pero no le respondió a su padre, y ciertamente no podía hacerlo. Busco con sus ojos a Sam para tener el apoyo de su hermano, pero este no estaba en el lugar.

Dean frunció el ceño. Su hermano no estaba, ¿A dónde fue? ¿Cayó al rio? No, imposible. Sam estaba ahí hace tan solo unos minutos durante la batalla, ¿por qué se fue?

John copió el gesto de su hijo pero sin comprenderlo a él, no fue hasta que notó como el muchacho movía la vista de un lado a otro, incluso dio un paso hacia atrás para girar la cadera y buscar entre los suyos a sabrá quien. Fue entonces cuando escucharon un aullido muy familiar.

Doloroso, con temor e impaciente aullido, proveniente a medio kilómetros de donde estaban y justo donde Dean dejo a su hermanito junto con los otros más jóvenes. Y ese aullido era inconfundible para su lado alfa, ese lado que le hacía proteger a su familia como lo más sagrado.

Era Adam pidiendo ayuda.

— ¡Adam! — Dean salió transformado del sitio a donde sabía que estaba siendo atacado su hermanito.

— ¡Corran! — Escuchó que ladro su padre, pero él ya no le importaba. Trataba de enlazarse con su hermano menor, pero este se encontraba tan alterado que no le permitía entrar a su mente. Después intento conectarse con Sam, pero este tampoco lo sentía cercas.

¡¿Qué estaba pasado?!

No tardaron ni cinco minutos cuando llegaron por la barricada donde Dean los había dejado por última vez, solo para encontrarse a ocho wargos más atacando a los cazadores más jóvenes. Dos de ellos arrastraron a un lastimado Adam al centro mientras los otros lo rodeaban evitando que Andrew, Ava, Cassie y Ash lo salvaran.

Ava se arriesgó a irse contra uno, pero él wargo la capturo en el aire y la aplasto con su propio peso para después arrancarle con las garras un gran pedazo del estómago. Ash y Andrew, quien era el alfa de Ava, enojados se abalanzaron contra el wargo

Dean gruño ordenando que no lo hicieran, pero no le hicieron caso, y dos wargos los atacaron a la par. Ash murió cuando le aplastaron el cuello, Andrew de la misma forma que Ava.

Dean se abalanzó con furia sobre uno y lo mato al instante, pero otro lo empujo con fuerza e hizo que azotara contra un roble. John llegó justamente en ese momento y atacó de igual manera que su hijo, mientras el ambiente no sólo se llenaba de gruñidos y aullidos, sino de los lloriqueos de dolor que soltaba Adam. Uno de ellos fue tan fuerte después de escuchar como crujían varios de sus propios huesos.

¡Dean, papá! — llamó a gritos su hermano.

¡Adam! — gritaron asustados padre e hijo, justo cuando Sam en su forma lobuna salía de los arbustos más grandes y caía al centro del círculo para pelar contra los que torturaban a su hermano.

Dean corrió sin importarle nada y derribo a los que se le pusieron de frente para llegar a sus hermanos, pero Sam ya estaba matando al último desgraciado que lastimo al más pequeño.

El rubio sin importarle nada se transformó en humano nuevamente, acercándose a checar las heridas de su hermanito. Este en su forma lobuna sangraba demasiado y por el pelaje era difícil notar las heridas

— Shh, shh. — acarició con suavidad y cuidado el lomo café del pequeño — Adam, tranquilízate. Ya paso. Estamos aquí.

— ¡Adam! — lo llamó Sam ya con su otra apariencia, también arrodillado a su lado y copiando con cuidado los movimientos de Dean — Vamos pequeñín, debes calmarte y volver a tu forma normal para curarte. Puedes hacerlo Adam.

Entre mimos el cachorro logró su pedido y su cuerpo humano se mostró ante ellos. La imagen era horrible, no solo por todos los cortes en la piel sino por la enorme herida que tenía a un costado del estómago sin mencionar que sus huegos de todo su lado derecho del cuerpo estaban rotos, literalmente casi pulverizados.

— De-Dean — lo llamó entre quejidos con sus ojitos azules gríseos humedecidos y rojizos bajo sus pestañas doradas.

Adam lloraba y temblaba, Dean no sabía si abrazarlo y susurrarle que todo estaría bien sería lo correcto. No quería lastimarlo más de lo que ya estaba, pero tampoco quería dejarlo ahí tirado en lo que buscaban en que llevarlo a la aldea para sanarlo, Pamela no podía hacerlo sola.

— Abrázalo Dean. — escuchó la voz de la mujer que nunca supo en que momento llego, pero no se resistió a la orden mientras Pamela posaba superficialmente sus manos murmurando rezos sanadores.

El alfa mayor recostó la cabeza de su hermanito en sus piernas pese al lloriqueo débil que este soltó por la movida y cobijo su parte sana entre sus brazos y palabras de apoyo. Sam estaba a su lado tomándolo de la mano con fuerza y Dean no pudo evitar mirar a su otro hermano.

¿Dónde estaba Sam? ¿Por qué corrió sin decir nada? Y si fue así, ¿Por qué no llego antes para salvar a Adam, Ava, Ash y Andrew? A la par que se hacía estas preguntas Sam también volteo a mirarlo con sus ojos de perrito asustado, pero el rubio pudo distinguir algo más, una oscura sombra en ellos que de pronto le dio temor descubrirla.

Fue un grito lo que los saco de sus pensamientos a ambos y giraron la cabeza en dirección a él.

— ¡No, No! ¡Ash! — esa era Jo, arrodillada frente al cadáver de su hermano nuevamente humano y Helen también llorando mientras la abrazaba por los hombros.

El padre de Ava quien era cazador de John, también estaba de rodillas frente a su hija muerta y mutilada. Cassie y Benny estaban al lado de Adrew, quien sólo tenía un hermano gemelo que era un omega dedicado a la pesca, y cuando le dieran la noticia, estaría por completo sólo.

Dean tuvo ganas de vomitar. Nunca en ninguna de sus batallas desde que estaba al mano había perdido a nadie y siempre se enorgulleció de eso, confiando en sus instintos y en su propia gente. Esta vez ha perdido a tres cazadores que recién entraban al juego que sólo eran un poco mayor a Adam. Perdió a niños inocentes, dos de ellos que esperaban ser pareja uno de estos días, y a otro que consideraba prácticamente de la familia.

Ahora no estaba seguro de ver a Helen y Jo a los ojos.

— ¡Ah! — gritó el pequeño de los hermanos y estos regresaron a observarlo asustados. Dean iba a exigir una explicación, pero entonces llegó su padre

— Pamela — llamó John pidiendo una explicación, pero esta negó con la cabeza.

— La auto-sanación es muy lenta por todas las heridas y los huesos astillados incrustados en sus músculos internamente — Contestó la morena retirando sus palmas y elevó la mirada con seriedad —; no puedo sanarlo sola, y él no podrá resistir con tanta pérdida de sangre.

— Recojan los cuerpos y llévenlos sobre sus lomos. ¡Nos vamos ahora! — ladró con urgencia John y sobre Bobby llevaron a Ash, Benny llevaba a Andrew y Ava la tomó su padre.

Dean y Sam comenzaron a cargar a su moribundo hermano para ponerlo sobre la espalda de Rufus, Pamela llego a su lado con una raíces recién cortadas que servirían como sigas para mantener sujeto al cachorro. No podían arriesgarse a que más huesos siguieran incrustándose hasta al fondo de sus músculos por lo que lo llevarían rápido pero bien sujeto, aunque las demás heridas dolieran por la presión.

John dio la orden de regresar y cuando sólo estaban sus dos hijos y él en el lugar, explotó como todos sabían que pasaría. El alfa líder se volteó y abofeteo con fuerza a su hijo mayor, quien tuvo que girar toda la cara y tambaleó un poco su postura.

— ¡Esto es tu culpa! — vociferó John, quien cegado por el temor y la preocupación por la vida de su hijo menor, no sabía lo que hacía y se dejaba confundir por la ira

— ¡¿Mía?! — cuestionó Dean indignado, pero por dentro todo su ser dudaba de verdad. Ha dejado que tres inocentes murieran, todo por creer que él y su suerte jamás defraudarían a nadie.

— ¡Padre basta! — insistió Sam tomando entre sus brazos a su padre, quien había dado un paso adelante para golpear de nuevo al mayor.

John se deshizo de los brazos del castaño y por el contrario, lo sujeto de los hombros con mucha fuerza y lo zarandeo. Sam podía ser alto, pero John aún le llevaba varios centímetros que en esa ocasión parecieron demasiados.

— ¡¿Qué paso Sam?! ¡¿Qué viste?! — exigió saber sin darse cuenta que el agarre en su hijo se estaba haciendo doloroso y este hacia muecas ligeras de dolor

— ¡Nada! ¡No pude llegar a tiempo! — confesó el menor cuyas caras ya casi no podía controlar, su padre en serio le estaba sujetando con mucha fuerza.

— ¡Padre déjalo ir! ¡Ya para! — gritó el hermano mayor al mismo tiempo que lograba separar al castaño del fuerte agarre de su padre y quedaba en medio de ambos, con su cuerpo protegiendo al otro.

— ¡Me desobedeciste Dean, y ahora las consecuencias han sido tres muertes!

— ¡También te he salvado la vida!

— ¡¿Y quién eres tú para decidir una vida por otra?! ¡Nadie, no eres nada! ¡Este no es tu clan! — no hubo falta decir nada más, esa fue la última estaca que recibió Dean por parte de su padre.

Porque era cierto, él no pudo defender a tres que estaban bajo su supervisión y los llevo a la muerte sin dudar. Tal vez, Dean de verdad no podía tener todo bajo su control como una vez creyó.

— ¡John! — un grito femenino distrajo la tensión un poco. Ani, una rubia cazadora beta muy hermosa y amiga de su padre esperaba por ellos a unos metros de distancia, pero con su mirada reprochando la actitud del alfa líder. — Es suficiente John.

Ella se quedó en su sitio pero con el cuerpo listo para intervenir si el otro insistía en seguir dañando de esa forma a su hijo. Aun así John tomó aire suficiente para tranquilizarse, pero en su aroma, en su postura, incluso en la oscuridad de sus ojos parecidos a los de Adam se veía su enojo a flote. Y en Dean, ya sólo se encontraba una decepción y rabia contra sí mismo y su padre, porque aunque intentase culparse por lo sucedido, recordaba a cada segundo que para su progenitor simplemente no valía nada.

— Daremos luto a los muertos — ordenó con una voz vacía observando a su hijo, quine con insolencia y orgullo dañado, le correspondía la furia con la mirada—. Y serás castigado por desobediencia.

— Sí señor. — simplemente acepto. Tal cual, no es como si pudiese ir peor la situación.

John se transformó con rapidez y salió corriendo detrás de su gente seguido por Ani, no sin antes dar una última mirada a los jóvenes hombres que ella vio crecer.

Sam quería acercarse a su hermano, pero simplemente con una mirada le ordeno que se encaminaran a la aldea y sin más corrió del lugar como su papá.

Llegaron a la aldea y los sollozos era profundos y se escuchaban por todo el lugar. Recorrieron el mismo camino que hace tan solo unos pocos días estaba lleno de flores tiradas a sus pies con aprecio, ahora eran hojas marchitas de flores que olían a muerte y soledad. No hubo aplausos, no hubo griteríos de victorias, sólo se escuchaban lamentos y había caras largas.

Subieron a la pequeña cima de la colina donde el fuego era incluso frio.

Los funerales para los Lycan en su clan era quemar los cuerpos, de esa forma sus cenizas serían llevadas por el viento a su siguiente aventura o lugar de descanso. Muchos decían que algunas almas se quedaban con la brisa para seguir apoyando a los suyos en la tierra; que se sentía cálido, su aroma dulce y una amable presencia cuando te rodeaba el aire, pero justo ahora ni siquiera el viento se atrevía a realizar algún murmullo.

Eran dos fogatas flameantes con gran alcance a la orilla de la colina, y en cada una de ellas se encontraba rodeada por los familiares cercanos.

Dean y Sam tomaron formas normales y se acercaron al centro de la gente, observando a Bobby con Helen y Jo despidiendo a Ash. Andrew y Ava fueron puestos en el mismo fuego como la pareja que serían en la eternidad, mientras que el padre y madre de ella junto a Ansem, el gemelo de Andrew, les lloraban del otro extremo.

El rubio no podía más que mirar a los tres quemarse sin vida alguna, sin ninguna despedida ni ultima charla. Los echaría de menos a cada uno de ellos; las parlanchina de Ava, Andrew que sólo decía babosadas y a Ash, su amigo, el sujeto que consideraba casi un miembro de su familia y con quien compartió juegos y aventuras de niños.

No podía ver a Helen o a Jo a los ojos, ni siquiera se atrevía a voltear la mirada. Deben odiarlo, tienen que, y no podía con eso en la mente. No cuando ella era casi su pequeña hermana y Helen una madre. No podía mirar a Benny quien sabia estaba a su lado, porque en sus ojos vería la lastima inevitable y si no fueran mejores amigos, incluso rencor podría apreciar.

Y el Winchester no podía más que pensar que no era su intención.

Las horas pasaron y el atardecer se apreciaba por el cielo rojizo y amarillo, dando paso a las dos lunas menguantes que parecían estar decaídas por la partidas de esos tres. El viento cumplió su meta y al otro lado de la luz se llevó las cenizas de tres cazadores, tres amigos y tres almas valiosas.

Dean nunca dejo de mirar al viento llevándoselos.

Cuando la gente iba a empezar a marcharse, John se puso de pie e hizo una señal con su mano que nadie entendió, pero de un momento a otro dos de sus guardianes tomaron a Dean y otros dos se acercaron con sogas para someterlo.

Sam y Benny iban a ayudarlo, pero John les grito que se detuvieran, viendo como el Winchester mayor tenía ambas muñecas sujetadas frente a él y otra en el cuello. Cristopher, primo de Dean y Sam por parte de su madre, era quien sostenía la soga del cuello y obligo a su prisionero a caminar frente a una roca que acababan de llevar en medio de ambos restos de la cremación. Lo hizo arrodillarse con fuerza bruta que por poco le rompe la nariz ante el golpe, e hizo que su cuerpo quedara boca-abajo sobre la roca rodeándola para dejar toda su espalda y parte de atrás a la vista de todos.

Comprendió que ese era su castigo, y no pudo evitar respirar con fuerza y muy rápido para controlarse.

Todos observaron extrañados, incluso Jo se separó de su madre y se puso del lado de Benny quien no dudaba en saltar a salvar a su amigo de lo que se avecinaba.

John se puso de pie ante las miradas incrédulas y la muy enojada de Bobby, pero las ignoró completamente para poder hablar.

Dean Winchester, desobedeciste las órdenes de tu líder. Pusiste en peligro la vida de tus cazadores, tu familia. Tres de ellos, inocentes e inexpertos, han muerto, y por eso serás castigado. — el discurso no fue largo ni inspiradores de esos que siempre daba el Lycan viejo, pero lo importante siguió después e hizo temblar a su amarrado hijo — ¡Cincuenta latigazos!

Definitivamente hubo muchas exclamaciones de sorpresa, Dean simplemente tragó en seco todo lo que comió la última semana. Incluso los padres de Ava y el gemelo de Andrew se miraron sorprendidos e incrédulos, pues cincuenta latigazos sonaban a una exageración. No solamente porque creían que su joven futuro líder no tuvo la culpa entera, o un cachito siquiera, sino que pese a su rápida regeneración cincuenta cortes en su piel una tras otra no sanarían con facilidad.

— ¡John! — gritaron Helen, Ani, el pastor Jim y Bobby en reproche

— ¡Jefe, no! — gritó Benny e intento moverse junto a Jo preparados para implorar, pero John estaba firme en su lugar y con una mirada los calló a todos.

— ¡Silencio! — ordenó.

Camino de su lugar a donde estaba el cuerpo de su hijo, una tersa piel llena de pecas y que transpiró alguna vez solamente seguridad y poder. Curiosamente Dean no olía a miedo o vergüenza, sino a mucha rabia e incomodidad.

John admitió que su hijo era un completo terco y orgulloso. Que esa espalda blanca salpicada de pecas y lampiña, su corta estatura pero gran anchura, su cabello y pestañas rubias, que todo lo que Dean era, un día lo fue Mary. De los tres cachorros que tuvo, Dean fue el único que salió completamente a su esposa.

Se arrodillo a su lado, cerca de donde estaba el rostro ignorando lo demás, porque por dentro también se sentía a quebrar por lo que acababa de demandar. Pero no podía ser débil, ya no, pese a que sabía que se ganaría con derecho todo el odio de sus hijos.

— Una última oportunidad hijo, dime, ¿cómo supiste de la emboscada? — susurro a la oreja derecha, esperando que por esta vez, su hijo mostrara algo de sensatez y hablara con la verdad en vez de querer hacer todo por su cuenta.

Pero no hubo respuesta, alguna otra reacción por parte del joven hombre, este solo miraba al cielo como se iban los últimos colores anaranjados del sol. John suspiro con pesadez, poniéndose de pie y miro a su sobrino por parte de su mujer.

— De acuerdo — concedió John —. Cristopher, inicia.

El padre dio la media vuelta regresando a su lugar en medio de los ansíanos que no paraban de matarlo con sus miradas. Mientras tanto Dean busco el apoyo de su hermano, porque en verdad lo necesitaba para que a mitad del castigo, incluso antes, soltara toda la verdad.

No lo haría, jamás. Por lado no traicionaría a Sammy nunca en esta vida o en la otra, y en segunda, porque sería él el encargado de matar a la maldita zorra de arrastrada de Rubi.

Solo observaba las miradas tristes y alteradas de sus amigos, incluso se atrevió a observar a Helen de reojo y esta volvía a llorar, aunque ya no sabía ni por qué. Entonces encontró la de Sam, e intento sonreírle, pero no pudo. No lo logro cuando vio en los ojos de Sam sin sentimiento alguno, solo estaba ahí hecho estatua, mientras que él era carne para el matadero.

¿Qué diablos pasaba con su hermano?

— ¡Uno!

Sam cerró los ojos con fuerza. Dean hizo lo mismo, cuando sobre su piel y en todo lo largo de esta, sintió un roce tan caliente como el hierro y tan rasposo como las lijas para afilar una flecha. Apretó los dientes con fuerza, tuvo que, porque sabía que su primo lo estaba gozando y aun le faltaban cuarentainueve iguales.

— ¡Dos!

Dean soportaría, lo haría, aunque justo ahora se acabara de tragar el grito desgarrador que se atoró en su garganta, cuando Cristopher lastimo la misma herida una y otra, y otra vez.

Ya no parecia que faltaran cuarentaiocho, sino una eternidad.


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