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El alfa de lomo blanco. por Layonenth4

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Notas del capitulo:

El hijo prodigio, es aquel hijo que vuelve a casa con la mayor de las glorias.

Capítulo I:
El hijo prodigio.






La noche apenas caía, las dos lunas plata y azul se mostraban poco a poco en el cielo que se despedía de sus tonos del atardecer para dejar entrar el manto oscuro con estrellas, pero a pesar del tiempo los aullidos y gruñidos, los gritos y cantos de victoria no se hacían privados entre el frondoso bosque de los Winchester.

Por sus senderos subiendo a la pequeña montaña, pasando por las cabañas de su gente y presumiendo por el gran mercado, un grupo de jóvenes cazadores eran la celebración y causantes del bien recibido alboroto.

Unos palmeaban sus brazos o espalda, otros los detuvieron incluso para brindar obsequios pequeños pero significativos, pero todos siendo cazadores o del pueblo seguían el camino arriba de la montaña, donde una enorme fogata se hacía visible y era el destino.

En medio de tanto ajetreo y liderando a las celebridades se encontraba el más vociferado de todos ellos; rubio y de gran porte, espalda ancha con algunas cicatrices y una marca en su pecho lampiño que lo distinguía de entre tantos, sucio y con sus pantalones de cuero rasgados de algunas partes, descalzo iba subiendo con enorme sonrisa y brillo en sus ojos esmeraldas. Era él, el mayor de los hijos del jefe de la tribu y cabeza del clan, quien sonreía siendo envidia de quien lo mirase.

Llegaron todos a la cima y se acomodaron alrededor de la fogata. Los ciento y tantos de la tribu quedaron perfectamente distribuidos dejando a sus cazadores y líder frente a frente.

John era un hombre de la misma anchura que su joven hijo pero más alto como su segundo, de cabello castaño oscuro y ojos azules sombríos, estaba parado ahí del otro lado de la fogata con los más ansíanos sabios y a su lado su concejero y mejor amigo, Bobby. Los gritos y risas quedaron en silencio poco a poco, esperando ver la reacción de su gran jefe.

El mayor de los hijos estaba bajo la mirada atenta de su progenitor y a cada uno de sus lados se encontraban sus hermanos menores con la cabeza en alto y miradas de orgullo. El joven Lycan de ojos verdes quien venía arrastrando con ayuda de sus menores cuerdas unidas a un costal, el sólo tomo con fuerza el enorme y pesado paquete, haciendo uso de su sobrenatural resistencia, la aventó a los pies de su padre, dejando que el costal se abriera para mostrar un sucio cadáver recién asesinado la noche anterior.

John bajó su mirada inquisidora de los ojos verdes de su muchacho y los planto en la cabeza de la bestia negra de apariencia asquerosa, observando como la cabeza fue casi arrancada por colmillos y le colgaba de los pocos nervios que aun persistían. Pero no fue eso lo asombroso, sino que reconocería esos ojos amarillos a donde fuera que fuese.

Por el tamaño del wargo sabía que no era la bestia a quien ha estado cazando por haber masacrado a su esposa hace dieciocho años, pero por los ojos sabía que era el cachorro y bastardo mayor de su enemigo.

Esas palabras en su mente, esa imagen que estaba disfrutando a sus pies, le sabía a pura miel.
Elevó la mirada a sus tres hijos y la paso por cada uno de ellos, pero se detuvo frente a su primogénito y le brillaron de puro orgullo. El hombre camino hacia él para estar sin distancia, y sonrió.

— Dean, mi hijo. — John le tomó de la mano y la alzó en triunfo, hablando mucho más fuerte — ¡Mi hijo!

Todos vociferaban ruidosos ante el rugido de su jefe, unos aullaban y otros hacían sonidos aún más raros, pero todos eran de clamor ante el reconocimiento de su joven alfa. Dean gritó con ellos alzando su puño al aire e inflando el pecho, sus hermanos hicieron lo mismo.

John soltó la muñeca de su hijo y espero un poco más antes de dar la señal de guardar silencio. Con sonrisas autosuficientes fue obedecido y le prestaron atención mientras caminaba poco a poco alrededor de la fogata.

— Por casi un siglo hemos mantenido una guerra con los wargos, las malditas hienas negras. Esas bestias en el pasado nos han arrebatado amigos, hijos, padres, miembros amados de nuestra familia. — hubo silencio melancólico que él mismo produjo, perdiéndose en un recuerdo hermoso. Pero de coraje levanto la mirada y se alzó la voz —; Pero esta noche, el hijo prodigio vuelve a casa con orgullo y victoria, y a nuestros pies nos deja la muestra de su ferocidad. ¡El asqueroso cadáver de Alastair, hijo mayor del temible Azazel!

John tomo de la cabeza peluda al cadáver y de un jalón la separo del cuerpo y elevo sobre la luz ardiente, recibiendo aún más golpes contra el piso y alocadas vociferaciones. Estiro la mano y recibió una rama de leña astillada, en donde empalo la cabeza y perforó la tierra con ella, dejando que sangre negra goteara todavía. La sangre de un wargo era caliente, espesa y asfixiante por lo que duraba días en coagular y desangrarse por completo.

El padre volvió a quedar frente a su hijo, quien no cabía en su dicha y su sonrisa arrogante lo demostraba a todo esplendor.

— Dean, tus mejores cazadores hombres y mujeres vuelven esta noche a sus familias con dignidad, y sobre todo con vida. Tú has traído honor, hijo mío. — John posó su mano sobre el hombro de su primogénito con media sonrisa. De esas que solo ponía en noches como esta.

Dean asintió ante su reconocimiento y halago, pero la comisura de sus labios bajó cuando carraspeo la garganta recordando algo importante. Se alejó del agarre se su progenitor y dios dos pasos atrás donde estaban sus hermanos a su costado, mirando a uno de ellos en específico. Alzó la voz y dijo:

— Aunque me siento gratificado con sus buenas palabras, señor, como siempre esta caería no la he realizado sólo. — el ojiverde tomó la muñeca de su hermano menor y la elevó como su padre hizo con él — Si bien mis cazadores son mis compañeros al luchar, ha sido su otro hijo, quien planeó las estrategias para vencer al cobarde de Alastair. ¡Sam, el lycan sabio!

Su hermano era una cabeza más alto que él por cuestiones raras y sin importancia, pero eso no evitó que lograra su cometido y su pueblo gritara en lo alto el nombre de Sam, mientras este sonrió con timidez y sorpresa al principio, y luego su otro hermanito, Adam, también levanto sus muñecas al aire aunque con más dificultad por su estatura. Los tres hijos de John eran receptores de las bendiciones de su gente.

— Entonces agradezcamos a los dioses esta noche y brindemos por su magnífico regalo — John tomo una cuenca de barro en sus manos, algunos de los reunidos le imitaron — ¡Por la grandeza de nuestros alfas!

Y otra vez, el brindis trajo consigo más ruido.

Quemando el resto del cuerpo de Alastair y dejando la cabeza bien puesta en el muro detrás de la fogata para que todos lo admirasen, la verdadera fiesta inicio; las tierras de los Winchester al estar justo en la frontera con la de los wargos le hizo ser personas de carácter salvaje y descontrolado; sus cachorros eran hiperactivos y sus cazadores y guardianes salvajes, tal vez por eso sus celebraciones podían volverse muy alocadas. Cualquier aldea de Lycan en Terranium tenía sus características y eran privadas, simples rumores se escuchaban en el viento, pero con certeza se sabía que en la suya tendían a ser verdaderos festejos que han llegado a durar por días.

Los miembros del clan se movían juntos entre su gente recibiendo enhorabuenas y abrazos efusivos. John a la cabeza guiando como siempre, rumbo a su propia cabaña arriba de la roca más grande detrás de la pequeña montaña, con sus tres cachorros siguiéndolo.

La cabaña no tenía paredes que obstaculizaran la vista hacia la aldea en vigía, un trono simple de roca decorado con pieles y pergaminos tirados a su alrededor estaba en el centro de todo el piso con antorchas en cada marfil que les sostenían en el techo. Las habitaciones de cada uno estaban en la parte de arriba.

— ¡Lo hubieras visto padre! Al maldito le arranque la cabeza de un tirón. — narraba Adam su gran hazaña, que a sus dieciséis años el chico rubio ya la sentía como su mejor momento.

Tanto padre como hermanos negaban enternecidos y burlones con la adrenalina mostrada por el joven rubio, pero fue Sam quien decidió mofarse un rato.

— Sí; luego tuve que llegar yo para que aquel del que no te diste cuenta, no te arrancará la cabeza. — canturreó el castaño molestando a su hermanito, mientras este lo miraba con odio falso y los otros dos sonreían negando la actitud infantil del menor.

— Detalles, detalles. — se trató de desatender Adam, pero sus hermanos lo dejaron ahí y comenzaron a mofarse de él

— Oh, ¿no es adorable este cachorrito? — dijo Sam con una vocecita absurda mientras le picaba sus cachetes adolescentes con un dedo; el rubio menor intento morderle, pero los reflejos del otro no lo dejaron.

— Mira, intento morderte con sus colmillitos de leche. — ese fue Dean mientras con fuerza agarraba a su hermanito del rostro para que abriera su boca. Adam no se quedó quieto e intento hacerle una llave a su mayor, pero este pronto lo tiro mientras Sam se sumaba a la pequeña juerga de luchitas inesperadas en el suelo de su hogar.

Mientras John los ignoró y se sentó en el centro de su hogar entre sus pieles y pergaminos, sus hijos tomaron su forma Lycan a mitad del juego; ahora no se golpeaban y aventaban, ahora ser mordían las orejas, cola y levemente el cuello mientras se empujaban y encimaban el uno con el otro.

Adam se distinguía fácilmente de los tres, pues su tamaño era mucho más pequeño y delgadito, y su pelaje era un chocolate oscuro, resaltando levemente sus ojos azules gríseos, contrario al pelaje de sus mayores que era un negro muy profundo. Aunque Sam fuese el más alto de los tres en su forma normal, su forma Lycan se veía un poco eclipsada por la enorme de Dean, quien con su sedoso pelaje resaltaba en la noche más oscura por sus ojos esmeralda.

John dejó que jugaran un rato, después de todo estaba consciente de que no fue demostrativo su amor con ellos pero por lo mismo, su lazo fraternal era bastante sólido y unificado, aun con Adam quien no era hijo de su primera esposa.

— Ya, basta. — ordeno el padre, y los tres lobos se quedaron quietos no sin darle una última mordida cariñosa a cada oreja del más pequeño.

Volvieron a su forma humana en una simple transformación. Tal parece que en el momento de su creación su Dios pensó en todo, pues no importa cuántas veces te transformes, pantalones de piel siempre los cubrirán dejando el pecho desnudo, y en las mujeres su vestido felpudo.

— Me alegra que te hayas divertido Adam, pero espero también hayas aprendido algo de tus hermanos… la caza de wargos no es un juego, es una vida. — su frialdad al hablar era normal, pero el brillo en sus ojos seguía en calma.

— Sí, lo sé. Pero… — Adam se distrae en su defensa cuando una beta sirvienta pasó alrededor de la cabaña, y a sus ojos y hormonas, muy bonita. Su padre se da cuenta, aceptando que su hijo aun no maduraba lo suficiente.

¿Pero que decirle? No hizo más que suspirar resignado. Era todavía un cachorro en celo.

— Diviértete Adam, corre cachorro. — sonrió con benevolencia y el rubio menor no se hizo esperar

— ¡Gracias papá! — desapareció antes de que a su padre se le acabase el buen humor.

— Es un tonto. — dijo Dean

— Es un torpe. — dijo Sam

— Es un cachorro todavía. Y deben cuidarlo. — su tono fue de reprimenda, recibiendo un bufido de Sam y la postura rígida de Dean, pero silencio de ambos. — No sé cómo me convencieron de dejarlo ir con ustedes.

— Tiene dieciséis, señor, ya es tiempo de que conozca al mundo. — razonó Dean seguro de sus palabras

— Es muy joven.

— Sam también comenzó a los dieciséis. Yo era mucho más joven en mi primera batalla. — tenía diez años, de hecho, pero el rubio prefirió ahorrarse ese detalle.

— Las circunstancias fueron otras Dean. — dijo John no como justificación, sólo se le salió decirlo. Sabía de antemano que Dean nunca se lo reprocharía por mucho derecho que tuviese y que Sam se tragaba sus comentarios en su contra para no amargarle la velada a su hermano. Tal vez por eso que tenía de poca conciencia, se le “salió”.

Después de la muerte de su omega, Mary, los wargos intentaron una invasión a gran escala. Un clan al este del río y el suyo propio se encargaron de eso, pero fueron años difíciles donde John apenas pisaba sus tierras con Bobby a cargo tanto de su pueblo como de sus crías.

Pero apenas Dean pudo correr largas distancias a la edad de diez años, en contra de los reproches y sermones de su mejor amigo, llevó a su hijo a su primera batalla. Pequeña, sencilla, simple resistencia de territorio, pero para el cachorrito que fue Dean en aquel entonces fue más que intensa.

— Aún no puedo creer que hayas luchado contra Alastair tú sólo y vencido. — John cambió de tema para bien. Surgió efecto, el rubio de ojos verdes volvió a sonreír presuntuoso.

— Atacar y luego preguntar, me enseñaste eso.

— Entonces no me siento tan mal instructor después de todo. — Sam resopló ante el comentario de su padre y rodo los ojos, llamando la atención de su interrogante jefe — ¿Qué pasa Samuel? Deberías sentir la euforia que nos regala la batalla de tu hermano.

—No es eso, señor. — Sam tensó la mandíbula y frunció los labios por un momento, Dean iba a pararlo antes de que su insensato hermano hablara, pero el castaño dio un paso adelante soltando el aire, mirando fijamente a su padre — ¿Pero qué pasará ahora? Alastair era el hijo mayor de Azazel, sin mencionar que tuvieron muchas muertes y casi todos huyeron heridos. No se quedará con las manos cruzadas. Deberíamos estarnos preparando para su ataque.

— Ya cruzaremos ese puente cuando lo tengamos de frente, Sam. — el muchacho iba a replicar pero la cabeza del clan dio por terminado el tema. — Anda, hijo; come, bebé y diviértete. Tú también te lo mereces, Lycan sabio.

Sam exhaló profundamente pero acató esa orden, saliendo no muy contento de la vista de su padre y rumbo a su habitación dando largas zancadas. Dean siguió su figura hasta que la perdió de vista escaleras arriba, aunque algo le decía que su hermano no se iba a quedar en su habitación toda la noche; pero no podía mostrarle eso a su padre, ya que las compañías de su hermano últimamente no serían las favorables para ser conocimiento del gran jefe.

También frunció los labios antes de decidirse hablar con cautela.

— Padre, tal vez él tenga razón y debemos prepararnos lo más pronto posible.

— Me alegra saber Dean, que cuando yo no este tendrás a tu hermano como tu asesor. Escúchalo siempre y aprendan ambos del campo de la batalla. — John se acomodó en su asiento mejor, su hijo soltó un bufido ante lo ultimo dicho.

— ¿Yo? ¿Aprender del campo de la batalla? — su sonrisa era de arrogancia, su padre no hizo más que clavar su mirada en él

— Eres inteligente Dean, estratega por instinto y líder por naturaleza. Pero también atrabancado, impulsivo y explosivo; no te culpo, tu madre era igual. — John nunca hablaba de Mary o de su otra omega, por lo que Dean decidió dejar pasar su leve enojo ante su crítica y prestar atención. — A pesar de lo que todos creen, quien tiene más parecido conmigo es Sammy. Por eso no llevamos la mejor de las relaciones, ambos tercos hasta la medula y egocéntricos, pero la astucia y conveniencia siempre ha estado a nuestro favor.

— Eso sí que lo reconozco. — comento con sorna el hijo, recordando momentos en donde su padre como su hermano demostraban esa manía tan sucia como la “conveniente manipulación”.

— Por eso, vigílalo siempre Dean. — la sonrisa en ambos se esfumo, uno por sorpresa ante las palabras y el otro la seriedad con las que las dijo. Veía a los ojos a su primogénito, dejando ver que su advertencia era seria. — Mantenlo como tu aliado, como tu hermano.

— ¿Qué quieres decir?

Pero el jefe del clan no respondió, sólo mantuvo esa conexión visual con su hijo prodigio para aumentar un suspenso innecesario. Decidiendo que Dean esa noche no debía saber la verdad oscura que traspasaba sus ojos diferentes a los suyos, que debía disfrutar de su hermano y confiar plenamente en él, calló.

— Nada, ya será una conversación para otro día. — el hombre le quito importancia de la nada dejando intrigado a su joven hombre. — Por hoy ve y celebra con tus cazadores, llena tu alma de vino y calienta tu cama con una dulce compañía.

— A la orden jefe.

— Aunque hablando de eso… — puso su mano sobre su mentón tomando la pose del pensador, volviendo a intrigar a su hijo — Estas a punto de cumplir veintidós años Dean, y aún no has decidido con quien quieres unirte en…

— ¡Que descanses papá! — con eso fue suficiente para que el joven hombre saliera de su campo visual aún más rápido de lo que hizo Adam.

Dean por el contrario aprovecho que su padre le dejo irse rápido, así podría alcanzar a Sam antes de que este saltara desde su ventana y se fugase, como siempre. Su hermano era lo suficientemente astuto, o tal vez ya no tanto con lo que sea que sea que su padre se silenció hace un momento, y engañaba a los centinelas y vigías para irse por el bosque a encontrar con aquella… aquella maldita infeliz criatura a la que un día, esperaba no muy lejano, le encajaría los colmillos.

Sí Rubi decidió jugar con su hermano y este de idiota caía redondito, bien. Pero que ni crea que Sammy no tenía quien le cubriese la espalda. Él era el futuro líder del a manada, él debía proteger a todos los suyos con su gran fuerza y coraje. Él le mostraría a Rubi que no era un oponente tan fácil.

Notas finales:

Pues que va, que este capi ya lo tenía en el horno listo para sacar, sólo le faltaba la decoración xD

Jojojo una nota interesante: el romance vendra un poco lento. Primero me gusta plantear el problema, la desgracia de todo el drama de mis fics para que me entiendas, y por supuesto luego se vienen los encuentros de las parejas, pero ya muuuucho despues se viene el amor. ¿Qué puedo decir? Me gusta lo cursi, pasteloso, fuffly, ¡amor a primera vista! Pero en fics diferentes, este lo planee con un poco de moraleja extensa para que se me entienda xD

Eso sí, cuando llegue el plan romantico... puff, me vuelvo una cursi reprimida, así que sobre aviso no hay engaño si a alguien le da diabetes! ¬¬


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