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El alfa de lomo blanco. por Layonenth4

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Notas del capitulo:

Los vientos estan ajetreados, Dean va en su contra a salvar a su padre, ¿o es a su orgullo?

Capítulo II

La oscuridad que crece.


Dean subió por las únicas escaleras de su cabaña y estas le dejaron frente a la habitación que le correspondía a su hermano. El aroma de Sam le indicaba que seguía ahí, pero algunos ruidos de cosas siendo movidas de un lado a otro le alertaron a que posiblemente estuvo a punto de no alcanzarlo. Puso en su rostro las facciones de incredulidad y patán más fingidas que pudo, antes de adentrarse a los dominios de Sammy.

— ¿No me digas que piensas pasártela encerrado aquí? — Dean miraba incrédulo a su hermano, quien en su habitación estaba recostado entre sus pieles leyendo unos pergaminos al lado de una antorcha. Aparentemente.

De hecho las habitaciones eran las mismas; pequeñas, cada una con una cortina de telas pesadas que les daba privacidad, paredes de madera, una vista por la abertura en la pared frontal a la puerta que daba a los bosques y el bello de los cielos, con vasijas de agua o aceite en otra esquina.

— Estoy cansado Dean. — Sam no despegó sus ojos de la lectura

— ¡Pero Sammy, que hoy es sencillo noche de locura hermano! — el mayor siguió exaltado

— Ve y gózala entonces, oh gran líder. — el menor siguió ignorándolo, pero esas últimas palabras cambiaron el tema y actitud del rubio

— Ya casi mi hermano, lo siento. — Dean se adentró en la habitación dejando la cortina cerrada a sus espaldas, con su par de ojos brillando como niño pequeño

— ¿La vejes?

— No idiota, ¡mi momento! — el mayor se sentó frente a su hermano sobre la cama de pieles con cara molesta, pero Sam se puso rígido al instante de escuchar aquello

— ¿Tu momento? ¿Hablas de que te nombren líder del clan? — Dean frunció el ceño, Sam carraspeo con la garganta al darse cuenta de su extraña actitud, bajando la mirada disimuladamente — Papá, ¿te lo ha dicho?

El rubio miró por unos segundos al castaño con aquella mirada que prometía descifrar y saber todo lo que el menor pensaba en ese instante, a lo que Sam sólo cambiaba la dirección de sus ojos de su hermano al piso. Dean tuvo ese pinchazo otra vez en su interior, leve, pero ahí estaba, lo mismo que sintió con su padre cuando habló de mantener vigilado a su hermano; ¿qué serán aquellos presentimientos? ¿Serán malos o buenos?

— No — Dean decidió dejarlo pasar, volviendo a su tono emocionado —, pero con esta gran victoria, las anteriores y las muchas que traeré a nuestro linaje, ¡es más que obvio que papá me sedera el clan!

Eso que vio en el rostro de su hermano, ¿fue alivio? Se negó a si mismo aquella visión de su subconsciente inútil. Porque Sam no tenía ningún inconveniente o deseos en contra de que él tomara su puesto como líder del clan, ¿cierto?

— A demás, lo siento Sammy. Siento que algo grande se viene. — Dean se notaba ansioso y miraba a un punto indefinido en la habitación de su hermano; bufó el menor, recuperando la calma y volviendo a su pose vaga

— ¿Tu vanidad?

— ¿Te vas a dejar de burlar?

Sam tuvo que soltar las risa que se estaba ocultando ante el malestar y ofendido de su hermano, a lo que Dean le aventó uno de los antiguos libros de cuero a la cabeza. Con la batalla declarada ambos comenzaron a golpearse y aventarse, pero duro muy poco aunque se estaban relajando a su forma.

Sam se quitó de encima a su hermano y este rodó de bruces al suelo. Ambos sonreían levemente, golpeándose y regresando el puño, pero ya sin pizca de agresividad. Volvieron a sentarse en sus lugares y el silencio los invadió unos momentos otra vez. Los dos sabían que algo andaba mal, algo entre ellos estaba volviendo los ambientes pesados por mucho que intenten bromear o tratarse como siempre; lo peor del caso es de que saben el por qué, pero Sam jamás se atrevería a decírselo a su hermano, y Dean nunca presionaría a su hermano a hacer algo que no quiere.

— Dean, estoy agotado hermano. — se justificó Sam, rompiendo aquella bruma

— Muy bien nenita, te dejare en tus laureles. Mientras me iré a buscar a alguien interesante. — Dean se puso de pie después de decir aquello, motivándose con el ruido de la fiesta que pese a la distancia ya se escuchaba toda una locura.

— Pobre alma en desgracia que caiga hoy. — Sam también se puso de pie para acomodar sus pergaminos regados y libros viejos que tomaba de la choza de Bobby, aunque sabía que terminaría siendo un desorden de nuevo al día siguiente.

Dean observó cómo su hermano trataba de poner en orden su cuarto, sonrió a medias viendo en su mente a ese mismo hombre siendo un cachorro curioso en otras épocas, siempre pidiéndole que le contara alguna historia de grandes héroes. Pero Sammy ya no le pedía historias ni que lo acompañara a todos lados, ya no era aquel cachorrito que debía ser protegido, ahora que el mismo gigantón podía darle una verdadera pelea, pero seguía siendo junto a Adam, su mayor tesoro.

— Sam…

— ¿Aja? — el lycan presto atención a su mayor por unos segundos, mientras Dean trataba de soltar las palabras que en verdad lo llevaron a los aposentos de su hermano.

— Agrádesele a Rubi de mi parte. — soltó con sinceridad, pese que la oración en si le supo a veneno puro.

Sam se paró rígido en su sitio y sus ojos tambalearon sin saber exactamente cómo responder, pero su hermano mayor le ahorro la escena del a negación y después de la culpa, saliendo por la gruesa cortina y dejando al menor con la oportunidad de escaparse de casa sin prisas o culpas, aunque Dean quisiera matar a aquella maldita.

Alrededor de hace un año la habían capturado para tener información, y fue buena idea, pero Sammy de alguna manera siguió en contacto con ella, y si no fuera por estar literalmente unido a su hermano de una forma única, no se hubiese dado cuenta que olía a esa desgraciada casi una noche a la semana. Dean no quería pensar en qué demonios hacían para que su menor apestara así de fuerte aún después de haberse dado un buen baño en el río.

No quería lastimar a Sam de ninguna manera, así que por eso le permitía esas pequeñas reuniones con la hiena de la oscuridad, aparte de que la bestia brindaba buena información de su propio bando cuando lo necesitaban. Sí las cosas se salían del orden, él mismo tomaría el control de la situación.

Porque él podía hacerlo, era el futuro líder del clan y no existía ni existirá nada que no pueda parar.

Ahora, a disfrutar de su propia celebración. ¿Qué tal con aquel joven beta hijo mayor de uno de sus cazadores? ¿Tal vez la hija de un pescador? ¿Qué tal, los dos? Oh sí, será divertido.

.

.

.

La mañana se mostraba fresca y la actividad en la zona comenzaba a hacer el ruido habitual de todos los días, siempre bajo el calor del sol que apenas se anunciaba en su cielo de tonos rosas por su temprana luz.

El pecho de Dean subía y bajaba entre sueños tranquilos, pero con el ruido afuera que provocaba su gente y la fresca brisa que surgía de sepa donde carajos, le hicieron abrir poco a poco los ojos quitándose lo adormilado. Quiso estirarse y pararse poco a poco, pero un peso extra pronto se coló sobre él, impidiéndole seguir en su misión.

Bajó su mirada para entender que pasaba, encontró la razón: una hermosa beta agricultora se acababa de acurrucar sobre su pecho, calientita, dejándolo prisionero entre sus telas. Bueno, al menos no pasaba frio.

Lisa Barnes fue su cita en turno, la joven mujer era menor que él y aún no había sido reclamada por ningún alfa o beta, así que problemas no había ninguno. Sinceramente le tomó cariño a sus pocas conversaciones porque eran divertidas, pero pese a eso, Deán estaba reacio a hacerle caso al concejo de su padre y tomarla a su lado permanentemente. O a cualquiera con quien quería casarlo.

No que no quisiera una familia, una persona con quien compartir una vida y lindos cachorros, pero no se sentía listo. Podía mandar sobre toda su aldea, podía cazar al más feroz de los wargos, pero a veces creía que nunca en esta vida encontraría a la persona correcta para una unión.

Con eso en pensamiento, sabiendo de antemano que Lisa no era la indicada, salió de la frondosa cama con cuidado para no despertarla o a su familia. Era el hijo del jefe y futuro líder, por supuesto que los padres de la beta felices de la vida si ésta en los aposentos de su única hija, pero de todas formas Dean quería evitarse la vergüenza y malas ideas.

Tomó sus pantalones del piso y se los puso, arropó mejor a la morena y esta se acurrucó contra sus pieles en sueños, permitiéndole a Dean salirse por la ventana de la joven con la cautela de un felino. Vaya la redundancia.

No se equivocó, apenas amanecía y su aldea ya se encontraba activa. Él estaba en la costa de sus tierras, ahí donde se sembraba al lado del río y la copa de los árboles eran más enormes que en algún otro lado.

Unos pescadores lo saludaron, el regreso el gesto y comenzó a caminar por los dominios de su familia, disfrutando de una buena mañana, su buen humor y su trabajadora gente.

Caminó por la orilla del río, ayudó a unos aldeanos con la carga de las canoas, paso por las tierras del sembradío de su gente. Corrió por el bosque saltando algunas raíces y balanceándose en algunas ramas, disfrutando del viento que pegaba en su cara.

Se encontró con los vigías y él saludo, llegó al sendero de la pequeña montaña y la fue subiendo, recibiendo bienaventuranzas de su gente. Uno de ellos le dijo que su padre lo mando a citar lo más rápido posible en el sitio de la gran fogata, el lugar donde la junta de ancianos y el jefe residían para sus toma de decisiones.

Pero no fue directo para allá, se detuvo justamente al lado del barranco donde el sol comenzaba a salir por las montañas y las nubes se movían por la fuerza del viento. Una brisa de hojas y aromas húmedos llegó a él y cerró sus ojos para disfrutarla. Disfrutaba de su hogar, sus árboles y pinos, sus animalitos y depredadores, el río constante y sus minerales brillantes. Ese era su hogar por derecho y sangre, un día y uno muy pronto, él mandaría sobre ellas.

— ¡Muchacho! — el grito a sus espaldas le hizo dar la vuelta con una sonrisa suelta

Bobby, el asesor más cercano a su padre y su único amigo le hacia una seña con la cabeza para que siguiera avanzando al lugar de la reunión, justo dónde el hombre estaba de pie al lado de las cenizas de la fogata anterior, ya hace una semana.

— ¡Hey! Buenos días viejo. — saludó cuando llego a su lado, pero se le fue la sonrisa juguetona cuando el otro comenzó a fruncir el ceño.

— Idiota, ¿quién es el viejo?

Dean ya no dijo nada. Bobby en realidad daba miedo cuando se ponía de malas, en especial con sus hermanos y él, hasta su mismo padre prefería evitar ser el epicentro de la furia del sujeto. Otra vez.

El hombre también fue como un segundo padre para él. Incluso recordaba que fue el mismo hombre de barba y túnica de piel felpuda quien lo defendió de una forma feroz contra John cuando este lo llevo a su primera batalla en el este del río.

El sitio de la fogata cuando no había festividad era bastante normal, con tierra húmeda bajo sus pies y rocas que servían como sillas para el concejo pegadas a la pared, donde la historia del clan es contada, también un dibujo simbólico de cada alfa habido y por haber contado sus hazañas en vida.

Dean definitivamente quería que su propia huella estuviera grabada en tan sagrado muro.

— ¿Cómo van las cosas, Bobby? — vale, que era un gran hombre con un gran mal humor.

— Todo está tranquilo, la mañana igual. Aunque claro, el viento contigo siempre se ajetrea. — su tono de disgusto era natural, pese a la broma sarcástica, a la cual sonrió con soberbia. — ¿No te cansas de sólo andar vagando por ahí?

— Amo a mi tierra Bobby, ella me ama a mí también. — abrió sus brazos para abarcar todo a su alrededor, simulando que era todo su gran frondoso bosque de sus territorios. Aun así y pese a su sonrisa, Bobby elevó una ceja en su dirección

— ¿Tú tierra? — el tono de Bobby fue recriminaste y a Dean se le fue la mueca boba de la cara, tomando seriedad y tragando grueso al verse descubierto

— La del clan. EL pueblo… ya sabes a que me refiero. — le quitó importancia volviendo a posar sin poder controlar, su mirada sobre aquel mural con una sonrisa soñadora.

Entonces un bufido de Bobby lo sacó de su ensoñación de nuevo. El hombre lo observó como si aún fuese aquel pequeño niño al que le decía que no se jugaba con lo recién cazado.

— Ya te lo he dicho muchacho, controla esa sed de gloria que cubre todo tu cuerpo como el río a las rocas.

— Pero es que yo sé que estoy listo Bobby. — dijo Dean de forma infantil, arrodillándose al hombre frente a él, con la mejor cara de convicción que tenía. Bobby frunció el ceño una vez más, inflando el pecho con autoridad y algo molesto.

— Por eso mismo, nos damos cuenta que aún no es tiempo. — en los ojos de Dean se vio la ofensa, pero más que nada la tristeza por una muestra de falta de confianza. Bobby no pudo con aquella mirada, así que volvió a tomar aire pero de forma más pausada e imploró paciencia a los dioses. Soltó el aire contenido — ¿Pero qué pasa Dean? ¿De dónde viene la prisa? Aún no tienes pareja para tus cachorros y ya quieres mandar.

Dean apretó sus labios un poco y volteo la mirada, de verdad que le incomodaba hablar del mismo jodido tema. El joven alfa estaba seguro que había muchas cosas importantes en las que pensar antes de cosas tan banales como la familia.

— No es lo mismo — volvió su mirada rígida al sabio —, y en este momento tener pareja es lo de menos. Bobby, estamos en plena guerra.

— ¿Y crees que tú al mando, terminaremos una guerra de cien malditos años? — Cuestionó Bobby con incredulidad y Dean hizo morritos, pero esta vez al viejo ni le importo — Tu padre, y el padre de tu padre han batallado con esas desgraciadas hienas de la oscuridad y nos han mantenido vivos muy apenas, ¿qué harás tú?

— Tengo este presentimiento Bobby, de que algo mucho más grande que todos nosotros viene en camino.

— ¿Bueno? ¿Malo?

— Eso es lo que aún no sé pero… mis sueños son confusos. — el chico se acercó más al anciano para confesarle su secreto de noche con ansiedad — Me veo a mi mismo sobre una colina de roca, empinada al norte con el cielo terminando de pasar por una tormenta, volteó, y ahí dos enormes ojos azules hermosos. ¡El azul más increíble que conozcas, como si el cielo celeste se hubiese partido y caído en diamantes! Luego despierto.

— Extraño. — murmuró Bobby, comprendiendo la ansiedad del joven y analizando sus palabras, pero no tenía sentido de ninguna forma. Se acercó más al rostro joven y su voz disminuyo mucho más — Los sueños que no entendemos suelen ser los más certeros. Abre bien los ojos Dean, cualquier cosa en estos días puede ser importante; sí es una gota de roció en sequía, vale la pena notarla antes de que caiga un diluvio.

Dean asintió al concejo de su segundo padre, después de todo Bobby no se equivocaba en la mayoría de sus propias precauciones. Aunque por esa vez su sueño siga siendo raro y sin respuestas por parte del hombre más sabio de su clan, el joven alfa llevaba la determinación en sus ojos.

Pero mordió su labio inferior, y siguió murmurando pese a que su anciano ya había vuelto a su postura original.

— Sammy tal vez tenga algo más detallado al respecto…— sus palabras pese a que quisieron ser dichas con seguridad, fue con una duda muy notoria. Lo peor del caso, es que Bobby parecía de acuerdo con que dudara de hablar con su propio hermano.

¿Desde cuándo hablar con su mejor amigo, literalmente su hermano, estaba en duda? ¿Cuándo perdió su confianza en su menor? La respuesta se la dio el viento que lo rodeo de repente.

Rubi.

El viento rozo sus pieles con fuerza descomunal, y por su fisiología no podían tener frio con esa temperatura, pero de alguna forma a ambos les dios escalofríos, mientras la brisa seguía su horizonte.

Bobby siguió esa brisa acompañada de hojas secas y olor a quemado, con Dean esperando sus respuestas de aquella mirada que le decía que el mayor tuvo alguna especie de revelación.

— El viento esta alterado… — Bobby lo susurró más para sí mismo que para el joven arrodillado a él, pero Dean lo alcanzaba a escuchar. Bobby recordó su presencia y lo observó rostro para hablar — Mejor no se lo cuentes a tu hermano.

— ¿Por qué no? Es mi hermano y es el más listo, Bobby. — Dean no creía lo que escuchaba; Sam, el favorito de Bobby, era excluido por su mismo maestro.

— No Dean, por el momento es mejor que Sam sepa lo menor posible respecto a ti. — insistió el hombre.

— ¿Qué tienen tú y mi padre repentinamente contra Sam? — reprochó el hermano mayor, poniéndose de pie con algo de molestia

— Tu padre no sé, pero a mí no me crean tonto como viejo, par de idiotas. — Bobby se puso de pie, y aunque no igualaba el tamaño de Dean, volvía a imponer respeto por su nivel jerárquico en la línea del mando. — ¿Crees que no sé con quien se ve ese muchacho a tremendas horas de la noche? Tu hermano está en muy mal camino ahora Dean, y en vez de preocuparte por un puesto que de todas formas será tuyo, deberías prestar más atención a tus hermanos. En especial Sam.

Al principio el rubio iba a insistir en la bondad y valor de su hermano, pero con la nueva noticia no hizo más que palidecer ante la idea de que su pequeño secreto y el de Sam se viese tan fácilmente descubierto.

¿Desde cuándo sabia Bobby? ¿Nada más era Bobby? ¿Alguien más lo sabía? ¿Adam? ¿Su padre? Estaban muy, pero que muy muertos si su padre se llega a enterar.

— No se lo digas a mi padre Bobby. — fue lo único que pudo pedir el joven hombre.

— ¡Debería hacerlo! — dijo el anciano con fuerza pero entre dientes, comprendiendo que el mismo cuello de los tres hijos estarían rebanados sí John se enterase. Le caían mal los tres hermanitos que fingían demencia cuando les convenía, a veces creyendo que sí su líder los hubiera dejado a su cargo, un par de buenos coscorrones al momento y justo ahora no estaría pasando por tantas crisis con ellos.

¡Sam era un idiota ingenuo! ¡Dean un insolente arrogante! ¡Adam un crio… un crio! Sabrán los cielos que habrá hecho el menor de ellos para meterse en problemas como sus mayores, ¡pero también lo golpearía!

— ¡No! — Imploró Dean — Yo puedo mantener controlado a Sam. Además, la wargo con quien se ve nos ayuda con información sobre sus filas, es importante.

Bobby no se veía nada convencido. Es más, no se veía siquiera molesto por enterarse que habían estado obteniendo información del enemigo y confiando a ciegas en ellas. Dean utilizo lo último a su favor: la carita de cachorro abandonada oficial de Sam.

— Yo me hare cargo Bobby, de todo esto, solo no se lo digas a mi padre. — prometió el joven alfa, implorando porque aquello en verdad funcionara.

En realidad Bobby no se la tragaba ni un poco, pero era siempre el fervor que demostraba Dean por proteger a su hermano desvaneciéndose todo rasgo de egolatría andante que tenía rodeándolo, lo que en verdad lo cautivaba y convencía.

Volvió a suspirar con pesadez.

— Esta bien Dean, no lo hare, pero más te vale que sea pronto. Y mantén vigilado a tu hermano.

Dean pudo respirar tranquilo por el momento, sintiendo un apretón leve del hombre de ojos gríseos, su apoyo incondicional también. Pero estaba seguro que esa protección no le duraría para siempre, y que debía de terminar con los juegos de Sam a toda costa antes de que en verdad se viese perjudicado, ¡qué él mismo se vea en problemas con su padre!

Y recordando al susodicho así como lo invocó en tiempo record.

Su padre entró a paso firme y fuerte, con esa aura de seguridad y agresividad al mismo tiempo que demandaba respeto; a sus espaldas dos hombres y dos mujer de edad, los cinco siendo alfas, y dos ansíanos más que tomaron lugar a cada costado de Bobby.

Los alfas llegados eran la gente de confianza de su líder; los guerreros guardianes de su padre, también actuaban en la guerra como comandantes si era necesario, teniendo su lugar tanto por herencia como por fuerza, habilidad de lucha y determinación a morir por su gente.

Dean saludo con respeto a Missouri y al pastor Jim, ambos unidos en espíritu con los dioses, pese que Dean no creía mucho en ellos. Sí, era un blasfemo pero poco le venía importando. Después le sonrió a Ellen, Pamela y Rufus, los guardianes de su padre; si bien siempre para los alfas-omegas como lo eran en la mayoría de las mujeres y algunos hombres era mucho más difícil controlar su fuerza que era mucho mayor, Pamela y Ellen han hecho un excelente trabajo desde el inicio.

Los guardianes eran sustituidos por nuevos integrantes cuando iniciaba la era de un nuevo líder, y estos se incluían a la comunidad de ancianos y concejales, dependiendo de su unión con la tierra o si es espiritual; Pamela tiene el mismo don sensorial y curativo de Missouri y Jim, por lo que sería parte de los ancianos pese a su edad joven. Por otro lado, Ellen y Rufus serían concejales como lo era Bobby, aunque este último rompiera las reglas y siguiera peleando como guerrero al lado de su padre cada que quería.

Ya todos situados en sus lugares, del lado derecho los guardianes y del izquierdo los "ancianos", su padre en medio de todos con cara pensativa y de pocos amigos.

— Padre…— empezaba a hablar Dean en un intento de obtener la atención de su padre, pero fue interrumpido por las pisadas fuertes y respiraciones pesadas de recién llegados

— ¡Perdonen la tardanza! — se disculpó Sam con Jo y Benny siguiéndolo. Le tomos segundos para retomar la compostura y que sus dos amigos se pusieran a su espalda y su hermano sólo un paso detrás de él, muy pequeño para ser notado por ojos curiosos.

Lo primero que hizo Dean fue olfatear su hedor, y aunque percibió los minerales del rio, el único motivo para Sam de bañarse repentinamente antes del amanecer en el rio cuenca abajo, era el mismo motivo por el cual no durmió anoche dentro de los territorios. Le molesto un poco y supo que Bobby con su mirada le reprochaba lo mismo, pero no era momento para regañar a su hermano.

La voz de su padre calló sus pensamientos.

— Hay una cantidad incierta de Wargos acercándose al muro de rocas, posiblemente camino al río.

Dean frunció el ceño. El muro de las rocas era lo que dividía la frontera entre las tierras secas y malditas de los wargos y los terrenos de todos los clanes del otro lado dulce del edén, aunque no era muy grande si dividía con bastante obviedad hasta donde era el límite marcado por los dioses para esas bestias repugnantes.

Aún faltaban millas para que fuese peligroso su cercanía y otras tantas para que se acercaran a sus territorios, pero el simple hecho de que hayan brincado con total seguridad ya no era alentador. No lo pensó nada, simplemente habló con supuesta seriedad.

— Déjame a mi padre, me encargare de ellos. — se ofreció, convencido de tener la aprobación de su padre con todo su historial impecable de batallas desde hace unos años.

Si bien antes de los veinte aún era un novato, después de los últimos cuatro había mejorado con creces y sin ningún inconveniente. Tal vez por eso se sentía listo para esa misión, y para estar a la cabeza de toda su gente.

— No, quédate. Iré yo. — su padre se puso de pie con esas simples palabras, pero no se dio cuenta que dejo a todos, incluso Bobby, con sorpresa no tan grata.

Tal vez fue por lo mismo, que no notó que Sam simplemente permaneció sin reacción alguna. Dean salió de su shock inicial, y dio un paso adelante insistiendo. ¿Acaso su padre no confiaba en él para llevar esa orden a cabo?

— ¿Qué? Pero padre, yo puedo hacerlo.

— Son más de treinta wargos, Dean, y tu gente son veinte. Además deben estar preparados para atacarnos.

— ¡Pero yo puedo vencerlos! — no era intención del joven alfa el parecer tener un ataque de histeria o confusión extrema, pero lo era. ¡Lo era, maldición!

Su padre detuvo una caminata que había iniciado a solo tres pasos de alejarse de su asiento, volteo a verlo con una mirada que prometía un castigo, pero Dean y su lado alfa no se dejó caer, sino retarlo. Ya no era un crio, su mismo padre se encargó de eso desde hace años, ya era su hora y demostraría que tan fuerte era, porque él era el más fuerte ahora.

¿Qué?

Dean detuvo la corrida de sus pensamientos, pestañeando confuso por los mismos y su lobo interno que parecía sacado de quicio. No bajo la mirada, pero al menos esta no ameritaban ninguna pelea con su propio jefe.

— ¿Insinúas que yo no soy capaz? — habló con profundidad su padre, rozando cada palabra con su alientos sobre su labio, dejando todo a su alrededor en suspenso.

Dean sintió el impulso de su lado alfa en responderle a su jefe y retarlo a una pelea de bestias para demostrarle quien era el mejor ahora. Pero su lado racional, esa donde la animal jamás permitiría que llegaría a controlar, le bajo los humos y se controló. Entonces notó a los guardianes de su padre justo detrás del mismo, y a Sam y Benny a su costado con la misma intención de detenerlo si algo llegase a romper la tensión de forma brusca.

Siguió con la mirada superior, pero bajo la guardia y en su aroma se reflejó que se había tranquilizado de inmediato.

— Nunca, señor. — respondió con claridad, a lo que John sólo actuó levantando más el mentón con autoridad, confundiendo el control de su hijo con sumisión.

— Entonces déjame hacer mi trabajo y no estorbes. — añadió el líder, sin observar la molestia en su segundo hijo y en los ojos de Bobby, así como en la mirada desteñida de Dean, salió del lugar con sus dos guardianes, y al paso que avanzaba ordenando que su propio ejército lo acompañara, se alejaba de su aldea.

Dean se quedó ahí de pie mirando a la nada, pero aun así sintiendo una palmada en su hombro por parte de Bobby antes de que este también se transformara y siguiera a su padre contra toda regla. Missouri y Jim también se habían retirado, y él se quedó ahí observando la pared donde deseaba que su marca e historia fueran contadas. Ese sueño parecía aún más lejano.

— Dean. — escuchó la voz de Benny llamándolo, pero no pudo voltear.

— Dean. — ahora fueron Jo y Benny juntos, pero siguió sin voltear pese a la exigencia en la voz de la rubia.

No quería voltear, no al saber que observaría en los rostros de sus mejores amigos y su hermano lo que no quería: resignación. Su padre tenía el don de doblegar hasta la más fuerte de las voluntades, y le molestaba que lo hiciera siempre con sus propios cazadores y guerreros. No deseaba ver a que alguien más mandaba sobre él todavía.

En el silencio que pensó aquello, el cuerpo de su hermano se puso frente a él para que le prestara atención, y de alguna manera sus amigos desaparecieron de su radar.

— ¿Qué haremos? — preguntó Sam.

Y aunque le doliese en el orgullo, Dean debía hacer lo correcto.

— Has oído Sam, no haremos nada. Papá se encargara de ello. — Aunque no era su intención decirlo con brusquedad, no estaba de ánimos para ser blando con su hermanito.

— Dean, no podemos hacer eso. — su hermano seguía insistiendo, pero decidió darle la vuelta para irse a la cabaña y esperar la llegada gloriosa de su padre. O algo que matar en el camino.

— No desobedeceremos una orden directa Sam. — dijo sobre su hombro, pero su hermano tomo de su muñeca impidiendo su camino

— ¡Dean! — Sam le exigió entre dientes su atención y se acercó más a su rostro para privacidad — Rubi me dijo lo que estaba pasando. Los wargos no están en la frontera, han cruzado varios junto con ella y esperan al jefe para emboscarlo. ¡Es una trampa, Dean!

— ¿Y por qué no se lo dijiste a él? — gruñó bajo, queriendo ahorcar a su hermano pero no siendo obvio frente a sus camaradas.

— ¡Pensé que iríamos nosotros, no él! — se justificó el castaño, igual de ansioso.

Dean en verdad quería golpearlo, pero antes de levantar su puño se quedó pensando en lo que debía hacer. ¿Qué era lo correcto? Si desobedecía la orden de su padre esta vez, las consecuencias podían ser graves, pero si no, los resultados sería más de un cadáver que cremar.

— Si desobedecemos… — su hermano lo miro incrédulo

— Vamos Dean, no sería la primera vez que lo hacemos y siempre ganamos. Y esta vez, es por salvar a papá y a su gente.

Pero ese no era el problema de Dean. Había algo que le decía que debía permanecer ahí, que no se moviera o siguiera su plan de meterse bajo sus cobijas siendo aún muy temprano para problemas. Una pequeña brisa bailo por sus pies curiosamente en dirección a la cabaña, y se quedó pensando en las palabras de Bobby: "el viento esta alterado".

— ¿Dean? — la voz de Jo acercándose con algo de frustración lo trajo de vuelta de golpe.

— Iremos de caza. — soltó las palabras como si no le pesaran en realidad, sin pensarlas realmente. Cuando sus amigos le observaron extrañados, tuvo que volver a gritar con su voz de mando — ¡Ahora chicos, rápido!

Dean bajo de la peña colina abajo corriendo, y en un salto largo logró transformarse en su gran figura de Lycan negra. Se detuvo justo al inicio del camino al centro de la aldea y aulló con fuerza añadiendo un gruñido, teniendo la atención de todos y dando órdenes a los que prometieron seguirlo.

Al terminar de llamar a sus cazadores, volvió a correr sobre sus cuatro patas saliendo con velocidad de su aldea, rastreando el hedor de su padre que iba directo por el camino de la frontera. Pues bien, Dean tomaría el camino corto entre los arboles grandes, algo incómodo y estrecho en su forma actual, pero era la única ruta para llegar antes de la masacre.

Justo al instante Sam se posicionó a su lado derecho, cubriéndole su espalda como siempre, y Adam con su pequeña figura de lado contrario. Sabía de antemano que Jo y Benny estaban detrás, Ash, Cassie, Anna, Cole, y todos los que ha entrenado el mismo para que estén en su propio mandamiento.

Debía legar rápido, debía ser ahora, no permitiría que su padre y los suyos, la mayoría padres de sus propios cazadores, murieran.

Además, demostraría que él no era un estorbo como le dijo su padre.

Pese a eso, Dean sintió el viento en su contra esa vez, y las águilas doradas volaban en dirección opuesta. Pero ignoro todo eso, con la única meta clara en su mente: pelear y ganar.

Dean en un futuro no muy lejano, recordaría ese día y admitiría que nunca entendió que se peleaba, y a veces se perdía, hasta que sucedió y de la manera más cruel.

Notas finales:

Por si a alguien le interesa, esto fue inspirado con la canción de "al ritmo del tambor" de Pocahontas jajaja xD


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