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Heart Abduction por sunshinebunny

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Notas del capitulo:

Amor para el gatito gordo <3

 

 

Kindly oblige*

El cuerpo le dolía, para cuando Ace regreso en si estaba limpio y medio vestido sobre aquella cama de hotel, Sabo leyendo a su lado mientras más allá podía escucharse el sonido de la ducha.

En su mente aun medio poseída por el sueño aquella tranquila imagen le había hecho sonreír, con unas gafas de lectura que le hacían ver un poco mayor y esa expresión seria en su rostro el rubio se veía de alguna manera bastante apuesto ¿Qué estaría leyendo? Conocía poco o nada de Sabo  ahora que lo pensaba ¿Qué música le gustaba? ¿Cuál era su bebida favorita? ¿Alguna alergia? ¿Disgustos? ¿Malestares? ¿Enfermaba comúnmente? Sabo ni siquiera le había dicho en que trabajaba y él lo aceptaba como si fuera natural no sábelo, como si no importara, el hecho de que aun después de meses de convivencia con su “novio” no le conociera lo suficiente había comenzado a hacer que el pecoso sintiera un pequeño hueco en el pecho, antes nunca habían tenido secretos entre ellos, ahora parecía que secretos era todo lo que existía.

Cuando todo aquello empezara Ace había tenido la idea de que le seria sencillo convencer a Sabo de que todo eso era un error, lo había pensado basado únicamente en su visión unilateral de un viejo recuerdo, que tan equivocado estaba aún no terminaba de comprenderlo.

¿El Sabo de su memoria y este nuevo habían dejado de ser la misma persona? “¿Por qué haces esto Sabo?” recordaba aun haber preguntado en aquel entonces más de un millón de veces mientras el rubio le explicaba las condiciones de su trato, serian novios y Ace haría todo lo que se le ordenara si no quería ver a Luffy herido, de haber sido cualquier otro bastardo engreído se hubiera reído en su cara y escupido su propuesta junto con el orgullo que le quedaba, nadie iba a tocar a Luffy, pero era Sabo quien se lo pedía, de alguna forma Ace había esperado poder conservar a ambos.

Ellos tres eran hermanos, eso era algo que nada ni nadie cambiaria pero durante esos años en los que Sabo había faltado a su lado las cosas habían cambiado a tal punto que ninguno de los dos se conocía ya.

En algún punto el pecoso había comenzado a cuestionarse la validez de aquel razonamiento pero para ese entonces ya estaba demasiado inmerso en una rutina que a admitir no era del todo mala, Sabo, a pesar de sus arranques le quería y se preocupaba por él. ¿Sería capaz de hacer algo contra Luffy? Pensaba que no y no quería comprobar lo contrario, porque aquello hubiera matado una parte del aprecio que tenía por el rubio, Ace era capaz de tomar todo el odio y resentimiento en el corazón de Sabo y seguir queriéndole, no había necesidad de entrometer a terceros.

“Es porque te amo Ace.” La primera vez que lo escuchara a pesar de todo su corazón había rebosado de alegría. Sabo había sido la primer persona en preocuparse por él.

—No has estado tomando las medicinas que traje para ti.—La voz de Sabo le trajo de vuelta de aquellos pensamientos, no era una pregunta, ¿Desde cuándo era que Sabo le había descubierto observándole? pudo ver al rubio levantar la mirada de aquella lectura y poner el libro a un lado, quitándose lo anteojos después.

—Buenos días para ti también. — Ace intento bromear, Sabo no se hallaba sonriendo pero tampoco lucia molesto, parecía como si no pudiera leerlo, o quizá el otro simplemente no quería que lo leyera.

—Es bastante importante que las tomes Ace, ayudan a controlar los niveles orexina de tu cuerpo, sin ellas los ataques de sueño, las alucinaciones y todo lo demás no te dejaran en paz cariño. — preocupado, Sabo lucia preocupado, cuando el rubio se acercó lo suficiente para sentarse junto a Ace en la cama este simplemente continuo observándolo, sus palabras no las comprendía del todo ¿Por qué estaba preocupado? Nunca había tomado medicinas, los antidepresivos le hacían sentir náuseas y la orexina en tabletas le irritaba el estómago, aquellas pastillas blancas que Sabo le llevaba no le causaban esos síntomas pero el pecoso simplemente no estaba acostumbrado a tomar medicamentos, nunca lo había hecho.

Era normal que lo olvidara, si Sabo no las ponía a un lado de su desayuno y le recordaba tomarlas era normal que lo olvidara, porque incluso las alucinaciones eran más comunes en su vida que Sabo.

¿No sería aquel Sabo también una alucinación? Y la semana que había pasado secuestrado por su hermano. Los maltratos, incluso, ahora que lo recordaba se suponía que le habían dejado atado a una silla para ser descubierto por su hermano menor de una manera por demás humillante… todo sonaba tan inverosímil, como sacado de alguna novela de ficción, a la gente de verdad no les pasaban esas cosas, al menos no a él, tras la muerte de Sabo (la supuesta muerte) todo había sido tan común y pacífico, él y Luffy habían sido adoptados, cada cual por una familia distinta pero se mantenían en contacto.

La vida había sido buena con ellos a pesar de que el accidente les hubiera dejado cicatrices parecidas a la del rostro del rubio en diferentes zonas de sus cuerpos, no eran tantas y tampoco habían sido tan graves porque Ace había logrado sacar a Luffy de la peor parte de aquel infierno, había pensado que Sabo seguía a su lado, no fue hasta que volteo a ver a su izquierda que noto la ausencia del rubio.

Sabo siempre había sido autosuficiente, ni siquiera necesitaba una casa hogar o padres para valerse por sí mismo, muy diferente al chiquillo mocoso que era Luffy, su igual, alguien capaz de hacer lo que fuera, cuando soltó su mano en dentro del edificio colapsándose nunca pensó que pudiera perderle. — Hey Sabo…— el rubio había detenido aquel reproche del que Ace ya no se encontraba escuchando ni una palabra más. — ¿Eres real? ¿De verdad estas aquí? —

Sabo parpadeo un par de veces antes de dar un golpecillo en la cabeza de Ace ante el cual el moreno se quejó sonoramente — ¿Eso fue lo suficientemente real para ti? Debes poner más atención en las cosas Ace, ya no eres un crio, necesitas aprender a cuidar de ti mismo—

Ace sobo su cabeza sin muchas ganas, a veces ese maldito rubio lo confundía un poco, otras le confundía demasiado, la manera como hablaba sonaba como si pudiera perderle en cualquier momento — No lo necesito, te tengo a ti para cuidarme. —

Si Sabo tenía una respuesta para aquellas palabras Ace no llego a conocerla, en aquel momento habia salido del baño su pequeño hermano, Luffy traía puesta solo una toalla en torno a la cintura mientras con la otra secaba su cabello. — ¡Whoa! ¡Quien habría pensado que el polvo de color era tan difícil de quitar! ¡Debieron verlo!—

Sabo había sonreído, realmente le hubiera agradado acompañar al monito en aquel festival pero su trabajo se lo había impedido, y claro, como desaprovechar una oportunidad como esa, los festivales solían ser las distracciones perfectas para llevar a cabo las misiones más complicadas y que su presa de aquella ocasión hubiera sido uno de los asistentes a la celebración del Holi era simplemente perfecto.

Ace por otro lado podría haber ido si no le hubiera dejado atado en la habitación contigua a esa. —Quizá la próxima vez, si te impresiono eso espera a que vallamos al verdadero el año que viene. —

—¿Al verdadero qué? — Ace que desde hacía unos momentos guardaba silencio un poco confundido por lo que sucedía ya no había aguantado la incertidumbre más.

—Oh, es un festival hindú, al menos lo era originalmente. — había explicado Sabo no realmente respondiendo sus dudas.

—¡Era genial! ¡La gente lanzaba colores por todos lados y serpentinas y otras cosas! ¡Oh! ¡Y Sabo dice que en el original hay comida gratis! ¡Comida Ace! ¡Comida! — eso había sido un poco más informativo pero tampoco despejaba la curiosidad del pecoso. Sabía lo que era la comida, aunque Lu actuara como si no lo supiera del todo, quizá por su falta de entusiasmo ante el tema.

—¿Alguna vez lo has visto? — La sonrisa del rubio había sido un poco extraña, incluso para el curioso monito que anteriormente se la había pasado cerca de 30 minutos cuestionándole por que no se habían presentado al evento cuando Sabo le prometiera que irían juntos, el ataque de narcolepsia de Ace había sido bastante conveniente al respecto.

—Algo asi, en realidad no estuve ahí pero pase por Guyana unos días antes de la celebración, la gente estaba vuelta loca juntando madera para la hoguera ceremonial de la noche anterior. — Los ojos curiosos del menor le pedían continuar eh incluso Ace que parecía haberse olvidado un poco de esa molesta sensación de estar perdido le prestaba ingenua atención. — el Holi o Joli es una celebración hindú para conmemorar el triunfo del bien sobre el mal y el inicio de la primavera, la leyenda cuenta que cuando Hiranyakashipu, un poderoso rey, comenzó a ser cegado por el poder y exigió ser adorado como a un dios su propio hijo fue quien se opuso a él y esto casi le cuesta la vida a manos de su tía Jolika quien había estado envenenando el alma del rey con mentiras, plantando esa idea de que debía ser adorado como única deidad de su pueblo, al final Jolika resulta quemada viva por la misma trampa que ella había puesto para matar al príncipe Prahlada, es una historia algo irónica pero al encender el fuego de las hogueras las personas rezan a sus dioses para que purifiquen la maldad en sus corazones…y al día siguiente se preparan para lanzar polvos de color entre otras cosas a cualquiera que pase cerca, las calles se convierten en un verdadero campo de batalla— a decir verdad sonaba un poco como una historia de cuento de hadas y Sabo no estaba muy seguro porque la recordaba del todo, le había escuchado en una taberna de aquel lejano lugar del mundo —Algunas otras versiones dicen que es una celebración del amor, aunque esa es otra historia. —

—Realmente sabes mucho al respecto. — Ambos chicos parecían bastante absortos por el relato aunque había sido Ace quien hablara con cierto toque de asombro en su voz

—No en realidad, es solo lo que escuche de paso. — respondió Sabo, sonriendo suavemente, siempre era lo que escuchaba de paso, lo que veía de reojo, lo que alcanzaba a entrever lo que mejor recordaba, se suponía que la AAR peleaba por la libertad eh igualdad de las personas pero sacrificaba esa misma libertad de sus miembros, aun ahora Sabo no era exactamente libre de decidir a donde ir por si solo.

—¿Así que iremos a Guyana para el otro año? — pregunto Ace, visiblemente más entusiasmado que cuando despertara, un viaje familiar en lugar de esa cosa de trabajo en un trabajo misterioso que Sabo mantenía sonaba bastante mejor.

—A india en marzo. — corrigió el rubio, no sería un paseo recreativo para él, claro que no podía serlo, pero esperaba que sus hermanos lo disfrutaran, mientras más tiempo pasaba a su lado más se sentía con la obligación de hacer a Ace feliz y la vez con una mayor compulsión de querer aislarlo de todo, la persona que él era no era digna de tocarle pero no podía evitar desearlo por sobre todas las cosas.

Ace era suyo. Ace siempre seria suyo y debía ser adorado solo por él. —Hey Sabo ¿Te gustaría Salir en una cita? —

Luffy había tomado aquellas palabras como que hacia mal tercio y comenzado a vestirse, probablemente le tocara salir a solas de nuevo, no que le incomodara demasiado, había conocido gente interesante en el viaje y Sabo le dejaba suficiente dinero para la comida.

Era obvio que Sabo no iba a declinar una invitación así, si todo el tiempo que habían estado en aquella ciudad de Estados Unidos se la había pasado saliendo con Ace a quien sabe dónde. — Lo siento cari, debo trabajar esta noche, ya te había dicho que te dejaría dinero para cenar con Luffy, seguro que ustedes dos tienen mucho de que hablar. —

El pecoso de pronto se había vuelto a la realidad de las cosas, bastante apenado y nervioso, aun no sabía si Luffy lo había visto o Sabo había llegado antes… y tampoco podía preguntar.

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En la habitación poco iluminada de aquel apartamento de renta la respiración del par de rehenes que habían sido procurados apenas unas horas antes parecía tan tranquila como la de quien duerme sin preocupación alguna. No podía ser de otra forma puesto que estaban completamente sedados.

Mirándoles atados a las sillas y con las mordazas en las bocas de alguna forma no había podido evitar pensar en Ace, ¿Cuál era la diferencia entre ellos y su amado? Podría haber tomado a cualquier persona que el deseara y hacerla suya, el problema era que no deseaba a nadie que no fuera Ace.

—Parecen tranquilos, si ya estaba aquí usted, señor, no veo por qué llamarme a mí también. — No había necesitado que el mayor hablara para saber que estaba ahí, la presencia de Dragón en la habitación había sido distintiva para Sabo desde el principio.

Alto, moreno y de facciones duras hasta cuando sonreía más difícil era el ignorar la presencia de aquel señor que le doblaba la edad. — Sabes bien para lo que te llamé. —

Por supuesto que lo sabía pero habría preferido que los motivos hubieran sido diferentes, antes no le hubiera importado para nada que el líder revolucionario requiriera de su compañía, aun ahora le guardaba un cierto aprecio que rayaba en el cariño pero bien le hubiera gustado más el aceptar la propuesta de Ace a aquella cita, era la primera vez que el pecoso lo invitaba a salir por iniciativa propia y lo había desperdiciado por los caprichos de su jefe, la sonrisa de Sabo pues había ido teñida de cierta amargura aunque la penumbra del lugar probablemente lo disimulara.

—¿Deberíamos hacerlo aquí en la sala o en la habitación? — La desinhibición del rubio siempre le había parecido refrescante, Dragón con su traje sastre obscuro de un color indefinido le esperaba en el marco de la puerta de la habitación, aquella excusa de apartamento solo constaba de dos habitaciones (el recibidor/sala/cocina todo en uno y una recamara) en la cuarta planta de un viejo edificio apartamental con más ratas que inquilinos.

El andar gatuno de su acompañante resultaba aún más hipnotizante cuando este usaba esas hábiles manos para irse deshaciendo la corbata y desabrochando los botones. —Quiero que te quites todo. — percibió un leve respingo casi imperceptible por parte del rubio ante esa orden pero sin replicas ni quejas.

—Por supuesto. — la estudiada sonrisa no había abandonado los labios del menor más que cuando acercando una de sus manos a la propia boca comenzara a quitarse los guantes con los dientes, doblándoles después con cuidado para introducirlos en el bolsillo del traje ajeno cuando por fin estuviera lo suficientemente cerca del moreno.

La gabardina y camisa blanca habían caído al empolvado suelo sin consideración alguna por las pequeñas alimañas recorriendo el piso, después había sido turno de los botones del traje de Dragón para ser asaltados con maestría, aquel chico podía vestirlo y desvestirlo con la misma facilidad.

Una mano en la barbilla le había hecho levantar la mirada, los iris más obscuros que la noche parecían querer tragarle completo y para escapar de ellos Sabo hizo lo único que sabía, cerrar las ventanas de mar profundo que eran sus ojos y entreabrir los labios, listo para recibir la cálida y sofocante lengua que había dominado en aquel naciente beso desde el principio.

Húmedo y pesado el aliento del más alto se mezclaba con el propio para hacerle perder el ritmo de la respiración y de los latidos de su corazón, no había sido difícil para Dragón guiarle a la cama y tumbarle en ella, ayudándole a quitar esas botas y estorbosa ropa, dejándole desnudo a su merced sobre las sabanas viejas que olían a detergente genérico y polvo.

—Eh echado de menos el calor de tu cuerpo. —Sabo se estremeció ante aquel pesado susurro, los dientes en su cuello haciéndole gemir mientras ya podía sentir la excitación contraria rosar en esa zona sensible de su cuerpo contra la que el mayor comenzaba a frotarse con insistencia.

—¿Entonces que estas esperando? — aquello había hecho sonreír al mayor, ponerlo en cuatro, bajarse los pantalones y llevar su ya henchida erección a la entrada del rubio de manera amenazante tenía una agradable sensación de familiaridad.

—Espero a que supliques por ella. —

Un suspiro abandono los labios de Sabo, su rostro comenzaba a colorearse por la excitación y el peligro de ser penetrado por la gruesa hombría del mayor sin que este le hubiera preparado, no lo había hecho con Ace aquel día, si Dragón lo hacía de aquella manera seguro dolería. — Sabes que no lo haré…— bien lo sabía pero aun así era bastante delicioso imaginarlo, alguien tan orgulloso como su segundo al mando doblegándose bajo él era simplemente delicioso.

La punta de su miembro se había abierto paso con algo de dificultad entre la apretada y tibia carne del trasero del rubio, dejando apenas que se acostumbrara a ella había comenzado a pasar una de sus manos por la espalda que para un hombre como Dragón resultaba menuda y delicada a pesar de lo bien tonificada que estaba, bajando hasta el cuello del ojiazul y volviendo a subir por toda la extensión de su espalda hasta sus caderas para sosteniéndolo de estas comenzar a introducirse un poco más, escuchando con deleite los suaves gruñidos de placer y dolor que abandonaban la garganta de Sabo.

Ver su pelvis completamente pegada a las redondas nalgas de aquel chicuelo haciendo un hermoso contraste entre el negro de su bello y la nívea blancura de esa piel siempre era una visión que le hacía pausar por unos momentos, dándole tiempo suficiente a Sabo para acostumbrarse un poco a su tamaño antes comenzar a embestirle.

Si le hubieran dicho cuando había rescatado a ese chiquillo del incendio aquel que acabaría en su misma cama Dragón no se lo hubiera creído, conforme los años pasaran sin embargo cada vez le había sido un tanto más difícil mantener sus manos lejos de él, a tal punto que había llegado a abusar incluso de su posición para obtener oportunidades a solas entre otras cosas, Sabo era un chico excepcionalmente despierto y él se había aprovechado de la curiosidad natural de los adolescentes para obtener lo que quería.

No sentía culpa por ello; Sabo era su subordinado y como tal no tendría una oportunidad a una vida normal fuera de aquella institución, las relaciones entre miembros de la AAR no estaban del todo prohibidas y por el contrario eran bastantes comunes, no entendía más bien porque el rubio lo ponía tan difícil a últimas fechas.

O al menos no lo había entendido hasta aquella noche en la que, después de varios meses de no verse el chico había entrado a su oficina con aquella sonrisa sugerente y una petición.

El solo recuerdo le había hecho comenzar a embestirle con mayor fuerza, saliendo solo un tanto antes de volver a entrar por completo, generando un extraño sonido por el choque de sus cuerpos y el rechinar de aquella desgastada cama, los gemidos del rubio acompasando cada embestida de manera deliciosa y melódica, tomarle de las muñecas y levantar su cuerpo con casi nada de esfuerzo le había ayudado a llagar un poco más hondo aun mientras por la barbilla de Sabo comenzaba a escurrir un hilo de saliva, los ojos obscurecidos y desenfocados de placer del rubio seguro que eran algo hermoso de contemplar.

Le había sentido correrse y apresar su hombría con la suficiente fuerza para hacerlo venirse también, vaciándose por completo en el interior del rubio lo había depositado en la cama de nuevo antes salir de dentro de él, la imagen del cuerpo perlado de sudor y exudando sexualidad del rubio bien podría haberle hecho pasar por alguna clase de antiguo dios griego.

La manera perezosa en la que Sabo se había estirado por toda la extensión de la cama antes de reposar boca arriba con una sonrisa perezosa en ella casi le había invitado a echarse encima de él de nuevo. — Supongo que deberás regresar a tu “hogar” ahora. —

—A menos que quieras que sea yo quien vigile a los rehenes. — quitándose un par de mechones de la cara había comenzado a mover las piernas ligeramente, sintiendo la cálida esencia de su superior escurrir con cada movimiento. —Sabes que haré lo que sea que me ordenes, mientras me dejes tener mi pequeño capricho no necesito ninguna otra consideración de tu parte, Dragón-san. —

El aludido había sonreído un poco de manera siniestra, o quizá solo fuera su manera normal de sonreír, ya era bastante consideración la de permitirle aquel vínculo con una persona externa a la organización, el “capricho” que Sabo le había pedido consentir respiraba y era peligroso para los fines de la AAR si llegaba a estorbar en sus planes o modus operandi, pero lo consentía de momento pues era algo que siempre había conocido del rubio, era como un chico con un juguete que siempre había querido poseer y sus padres nunca le habían obsequiado.

En cuanto se le pasara aquella absurda fiebre regresaría a su vida normal y con algo de suerte no tendría que haber casualidades innecesarias.

—Entonces debería ordenarte abrir esas ricas piernas de nuevo. — la risa melódica que soltase el rubio le había hecho tumbarse a su lado, rodeando la cintura de este para atraerlo, hablaba más o menos en serio con aquello.

—Tengo toda la noche para usted, Dragón-san. — a pesar de que hubiera deseado no pasar su noche en aquel lugar tampoco le apetecía regresar a una habitación de hotel vacía o, en el peor de los casos, a una escena que no deseaba ver de momento.

No hasta que estuviera un poco más listo para ello, después de todo le había prometido un poco de diversión a Lu antes de aquellas vacaciones y planeaba cumplir con su palabra de la misma manera que cumplía siempre con las responsabilidades “laborales” cualesquiera que estas fueran.

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Continuara.

 

Notas finales:

Bueno, pues en esta ocasión seré breve aunque este capítulo parezca un poco fuera de lugar (o al menos a mí me dio esa sensación) en realidad es bastante importante, muchas gracias por leer y los comentarios son apreciados

Mas amor para el gato, mucho mucho amor para el gato!!

*Por favor haz lo que sea necesario 


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