Sonrisa.
Salgo de la empresa a pasos rápidos, comprobando que he cogido el dinero y no me lo he dejado como otras tantas veces me ha pasado. Miro el reloj mientras entro a la cafetería que hay en frente a nuestro lugar de trabajo, satisfecho de que aún tengo veinte minutos para comer.
"Por suerte, he terminado todo y ahora soy libre"- Me digo, alzando la mano para que la camarera que está dentro de la barra venga y me atienda, pero antes de pedir, la puerta se abre y Sasuke aparece en la puerta.
-¿No estabas con Hinata?- Comenta despreocupado, sentándose directamente, sin pedir permiso. Su mirada viaja por todo mi cuerpo, haciéndome sentir realmente incómodo.
-Ha tenido cosas que hacer, el departamento de Marketing tiene que preparar los últimos retoques antes del lanzamiento.- Invento rápidamente, toqueteando mi teléfono por debajo de la mesa. Él sonríe con suficiencia, como si pudiese leer mi mente, seguro de que miento. Por suerte éste suena, ahorrándome las ganas de salir corriendo.
-¿Hola?- Pregunto, escuchando el silencio al otro lado de la línea.
-¿Naruto? S-soy Hinata, quería disculparme, pero debo anular de de esta tarde,- por muy extraño que suene, mi cuerpo acaba de desprender una increíble paz al no verme forzado a quedar con ella, no es que no me agrade, ella es muy buena chica, pero tiene sentimientos por mí que yo no podría corresponder.- porque tengo una reunión a la que no...- La interrumpo, porque la camarera está llegando a mi mesa y porque no quiero tener conversaciones de éste tipo delante de Sasuke.
-No te preocupes, Hinata, lo entiendo. Aunque...- Muerdo mi lengua y obligo a mi boca forzar las palabras- tenía muchas ganas de pasar contigo la tarde.- Cuando mi mirada pasa por Sasuke, está mirando por la ventana, sin cambio de expresión alguno. No dejo que eso me haga sentir mal.
-Muchas gracias, N-Naruto.- Sé, incluso sin tenerla delante, que está sumamente sonrojada.
-Adiós, Hinata.- Me despido, colgando segundos después el teléfono y volviendo a jugar con él otra vez, entre mis manos.
Ahora sí, Sasuke vuelve la cabeza hacia mí, con su sonrisa de superioridad. Al principio, cuando empezaba a sentirme extraño frente a él, podía quedarme mirando esa sonrisa por horas, con una cara de pleno idiota; la adoraba. Ahora, cuando todo se está cayendo a pedazos, la detesto. La detesto tanto como me odio a mí mismo por haber caído por alguien que jamás me seguirá, que me obligará a guardar el dolor de un corazón roto sobre mis desnudos hombros.
-¿Qué?- La ferocidad en mi voz no altera al pelinegro, solo se encoje de hombros.
-Deberíais salir ya.- Las palabras me atraviesan como puñales recién afilados, con el único objetivo de diana en el centro de mi pecho, pero no lo demuestro. Solo hago un gesto de desdén y niego con la cabeza.
-No quiero atarme a nadie.- Miento, para voltear a la camarera, que pregunta qué es lo que deseamos tomar, mientras escucho un extraño 'crack' a la altura de mi pecho, pero aparentemente, solo yo lo escucho, porque nadie más parece inmutarse. ¿Mi corazón se ha roto un poco más? ¿Era eso posible? Me da absolutamente igual, no voy a ser la típica persona que se lamente porque su mejor amigo no lo ame, no en público, al menos. Yo no soy así. Mientras sonrío, mostrando mis blancos dientes -aunque... siento que mis ojos queman más de lo que me gustaría-, sé que la mirada de mi mejor amigo no me ha abandonado en ningún instante.
-¡Yo quiero Ramen!- Me estirazo todo lo posible dentro del cómodo asiento color granate, intentando ponerse más rígido.
-¿Cómo no?- El sarcasmo en las palabras de Sasuke no tiene efecto en mí después de tantos años, así que ataco de la misma manera.
-¡Oh, y déjame adivinar, tú vas a tomar... 'café solo, porque no me gusta lo dulce'!- Intento decir, con una voz más parecida a la de Sasuke, y cuando éste asiente a la camarera, sonrío con suficiencia.- ¿Ves? Te conozco mejor que nadie.- Y no deberían retorcerme esas palabras de alguna manera, pero lo hacen.
-Sí, sí, lo que tú digas.- Y vuelvo a mirar por la ventana, perdiéndome un poco, con Sasuke aún mirándome.