Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Paraiso Robado. por Seiken

[Reviews - 236]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen y por lo tanto no gano dinero haciendo esto, solo la satisfacción de recibir sus comentarios, quejas o sugerencias…

 

Avisos:

 

 

Esta historia como todo lo que escribo es del genero yaoi, Slash u homoeróticas, pero si estas en esta página estoy segura que ya lo sabías de antemano, en este universo un tanto dispar al de la serie del Lienzo Perdido de Saint Seiya existen algunos personajes que serán alfas, otros omegas, otros betas, pero se les llamara Hijos de Zeus e Hijos de Hera, pero las partes importantes de la serie estarán intactas en su mayoría, sólo que esta historia se sitúa cuando Sasha aun es una pequeña, por lo que los personajes son un poco menores y todos siguen vivos.

 

 

Hace casi un año estuve investigando sobre el universo Alfa/Omega y me gusto lo que vi por lo que ahora quiero hacer mi propia versión de esto, por lo cual contiene mpreg, pero no se basa exclusivamente en eso sino en la desigualdad del genero de cada personaje,  por lo que si no te gusta el mpreg, puedes leerlo con confianza.

 

 

También quisiera decirles que es un mundo ciertamente oscuro en donde los papeles están definidos desde el nacimiento y es aquí en donde nuestros protagonistas tratan de escapar de su destino al mismo tiempo que cumplen con sus deberes en el santuario o el inframundo y respecto a las parejas tendremos Albafica/Manigoldo, Aspros/Manigoldo, Degel/Kardia, Valentine/Radamanthys, Minos/Radamanthys, Regulus/Cid, Sisyphus/Cid, Oneiros/Cid, Shion/Albafica entre otras.

 

 

Sin más les dejo con la historia, espero que les guste y mil gracias de antemano.

 

 

Paraíso Robado.

 

 

Resumen:

 

 

En el santuario de Athena la perfección del amor se confirmaba con el nacimiento de niños deseados y el paraíso era pertenecer a quien amabas, pero cuando eso no ocurría, bien podrían decir que el paraíso se te había sido robado.

 

 

 

***20***

 

 Valentine era el lugarteniente de su amado señor, era su más leal espectro y él único que parecía preocuparse por su dragón lo suficiente para comprender lo que sería de su amado si acaso Minos lograba su propósito.

 

Sin embargo, ni siquiera al dios Hades le interesaba el bienestar de su amor, ya que suponía, llegado el momento le daría la razón a Minos, le premiaria con la vida de su amado, dandole la espalda a Radamanthys, por lo que sabía que sus días estaban contados.

 

Pero su muerte, lo que ocurriera con el en ese proceso que seguro Minos lo imaginaba como muchos de sus tormentos, no le importaba tanto como cuidar de su señor mientras aun estuviera a su lado y al mismo tiempo, quien cuidaría del segundo juez del inframundo cuando nadie más velara por su bienestar como él hacía con gusto hasta ese momento.

 

Sus ojos estaban fijos en el paisaje que en aquellos momentos circundaba el castillo de Hades, una fortaleza que se elevaba y cruzaba todo el inframundo, como si se tratase de una barcaza, de aquella forma, era imposible que llegaran a ellos con demasiada facilidad.

 

— Admiro tu control, Valentine, si yo estuviera en tu lugar destruiría al bastardo que intentara separar a mi señor Aiacos de mi.

 

Valentine apenas ladeo la cabeza, reconocía la voz del intruso y creía que de todos los espectros solamente ella comprendería su desesperación, aquella que no dejaba que vieran, porque solo traería pesar a su amado señor.

 

Esa mujer se recargo a un lado suyo con los brazos cruzados, con una mueca de burla en sus hermosas facciones, Valentine podía notar que ella era más alta, por muy poco y tal vez algo más musculosa, pero en cosmos, él sabía que era superior a ella.

 

Violate de Behemot era un guerrero imparable, tan fuerte como cualquier otro, un omega con las características que admiraba en su amado señor, ella era simplemente poderosa y su alfa, Aiacos de Garuda, no necesitaba protegerla hasta el momento porque no habia un alfa más fuerte que quisiera arrebatarsela como a su amado dragon, sino que solo disfrutaban de la compañía de su igual.

 

— ¿Encuentras nuestra situación divertida?

 

Tuvo que preguntar cuando escucho que se reía entre dientes, su mirada fija en el mismo punto que Valentine, segura que vigilaba a su señor desde aquel punto, ya que según creía Radamanthys había tratado de acudir con el dios Hades en persona y después, con la señorita Pandora, porque su soberano no respondía a nadie, ni siquiera a sus jueces.

 

— No, en realidad estaba compadeciendo a Minos, porque si yo fuera Radamanthys le cortaría cada parte de su cuerpo con la que intentara tocarme y sé que Aiacos haría lo mismo.

 

Valentine asintió sin demostrar sus pensamientos, para los demás era un espectro frio, distante, casi presuntuoso y no era para menos, su poder superaba por mucho a los espectros comunes, él solo estaba por debajo de los jueces.

 

— Cuando termine con Minos, ni siquiera recordaran quien era para poder compadecerle.

 

Aquellas palabras sonaban como una amenaza que no podría cumplir, no era tan poderoso como su señor Radamanthys, ni como ese sádico grifo, no obstante, primero tendría que dejar de existir para que pudieran hacerle daño a su amado.

 

Un daño que no era como el de las guerras en las cuales daba todo su poder para cumplir sus promesas, mantener su honor intacto, esa nobleza que tanto admiraba en su señor, aquello que lo encanto en un principio, cuando apenas pudo verlo, imponente, imparable, aun en medio del celo, su amado era la imagen misma de la fuerza y la belleza masculina.

 

— ¿Cómo piensas lograr eso?

 

Violate nunca hasta ese momento había decidido hablarle y creía que pensaba como muchos otros que él no era más que un perro faldero que se protegía bajo las alas de su señor, creía que lo veían más como un mayordomo que como un guerrero, pero eso no le importaba, ni siquiera cuando la bruja le decía perro rabioso e intentaba humillarlo frente  a su dragón, porque él sabía que todos ellos estaban celosos de su puesto, de ser él quien poseía semejante regalo.

 

Aun el juez Minos codiciaba el poder que su amado le obsequiaba vida tras vida, el afecto genuino que su Wyvern sentía por él, su omega, su compañero y su señor, al que seguiría hasta el fin del mundo sólo por la promesa de tenerle unos cuantos días, pero no solo eso, para poder admirarlo como nadie jamás podría hacerlo.

 

— Tengo mis propios medios Violate.

 

Fue su única respuesta al darse la media vuelta para poder ver al omega de Aiacos de frente, quien seguía recargada en la pared, demasiado segura de sí misma, con una sonrisa en sus labios y una actitud que parecía indicar que sabía algo que el no.

 

— Porque debes saber que mi señor Radamanthys no aceptaría a cualquiera en sus filas, mucho menos en su círculo interno, ni en su cama.

 

Ella asintió, muchos querían decir que la única razón por la cual Valentine era el espectro más cercano a Radamanthys, con la clase de cercanía que ella disfrutaba con su alfa, era por su belleza, tal vez por su sumisión, la enfermiza lealtad que demostraba por el juez y no por su dios, la misma clase de lealtad que ella le brindaba a su juez de cabello negro.

 

— Aiacos teme por la seguridad de Radamanthys, me dijo que debía decirte lo que sabe, ya que piensa que no querrías escucharlo a él, sino a un espectro que sepa por lo que estas pasando, el amor imposible que sientes por tu señor, el mismo que supera al que le profesamos a nuestro dios, una blasfemia con la cual somos felices.

 

Valentine asintió, Aiacos estaba en lo correcto, el único que le inspiraba confianza era su señor y fue astuto al mandar a Violate, ya que ella estaba en su posición, era un espectro enamorado de uno de los jueces del inframundo cuya lealtad estaba comprometida.

 

— Te escucho.

 

Violate asintió pero se detuvo en un instante, fundiéndose en las sombras para pasar desapercibida, ya que sintió más que ver, al intruso que de pronto ingreso en ese pasillo, quien era nada menos que Lune de Balrog, quien algunos pensaban debía ser el amante de Minos, su belleza era reconocida en todo el inframundo.

 

— Valentine de la Arpía… justo la persona que estaba buscando.

 

El espectro de cabellera rosa al ver que Lune lo estaba buscando con dos cartas, no se inmuto, adivinando que estas eran obra del mismo demente creador del laberinto del Minotauro, el que esperaba no creyera que por algún motivo estaba dispuesto a darle la espalda a su señor, abandonándolo a su locura y a sus tormentos.

 

— Minos te envía.

 

Pronuncio al ver que Lune se detenía a pocos pasos, ignorante de la presencia de Violate a su lado, mirándolo de pies a cabeza, tal vez preguntándose que había en especial en él que podía competir con el primer juez del inframundo, imaginándose la dolorosa muerte que tendría en sus manos cuando se realizara la justa.

 

— Mi señor Minos quiere que recapacites, aun piensa que existe cierta utilidad en ti para el ejército de nuestro glorioso dios Hades, así que me envía con estas cartas, una para ti, la otra para Radamanthys.

 

 Valentine recibió las cartas con cierta calma, la misma que antecede a las tormentas, furioso por la simple idea de abandonar a su señor en las despreciables garras de ese grifo, cuando él no lo cuidaría, nadie más lo merecía a su lado, nadie veía su valor, su nobleza, solamente él y eso estaba bien, de lo contrario, muchos más querrían robarle a su omega, que también era su señor, quien comandaba su vida, a quien se entregaría por toda la eternidad por la simple promesa de tenerle.

 

— No te vayas tan rápido Lune.

 

El espectro de Balrog se detuvo, dando media vuelta para observar con extrañeza como Valentine abría primero la carta que le era dedicada a su señor, faltándole el respeto que se merecía, leyéndola lo que pensó eran tres veces antes de lanzarla por la ventana.

 

Una carta que estaba escrita con la sangre del ultimo efebo que uso para su entretenimiento, lineas rojizas en un papel blanco cuya firma era el sello que caracterisaba al primer juez del inframundo, cuyas palabras a pesar de ser destruidas seguian molestando a Valentine.

 

“Radamanthys”

 

“Tal vez para ti solo soy un monstruo, un demente y un traidor, pero yo te amo, te amo con la locura que solo dos entes como nosotros pueden amar, somos hijos de dioses, ni tu ni yo somos iguales a esos brutos e indignos alfas y omegas nacidos de cualquier vulgar humano, en nuestras venas corre sangre divina, mi querdio hermano menor”

 

“Y yo se que tu estas hecho para mi, te veo, te siento,  tus ojos amarillos me queman y tu cuerpo danzando en la batalla me enloquece, sueño con el día en que pueda disfrutarlo, tenerte solo para mi”

 

“Hermano, mi deseo, mi omega”

 

“Tu me has robado todo el control, como fuego que incendia mi alma, mis sentidos buscan una cura y tu sabes que la tienes, este deseo que me corrompe me convierte me ha convertido en un pecador que dispuesto se sumergira en el abismo con tal de poseerte”

 

“Es tu culpa mi condena, tu me has hecho esto, tu me has seducido”

 

“Apiádate de mi, no dejes que este fuego siga consumiéndome y tendré piedad de él”

 

“Destruiré a tu arpía si no me brindas tu calor, si no me concedes tu cuerpo y aceptas tu culpa, si no eres mio, solamente mio”

 

“Acéptame o mátalo”

 

La suya ni siquiera la miro antes de lanzarla también a los vientos enloquecidos del inframundo, los que incendiaron el pergamino en cuestión de segundos.

 

— Supongo que ese demente espera una respuesta.

 

Lune apretó los dientes al escuchar esas palabras, de pronto Valentine parecía demasiado peligroso, no era que hubiera cambiado repentinamente por otra criatura u otro ser, aun seguía siendo el mismo alfa delicado que Radamanthys llevaba a su cama, sino que sus gestos y su cosmos ligeramente se modificaron a causa de la rabia ciega que sentía.

 

No obstante ese pequeño espectro nunca lo había atemorizado, así que avanzando algunos pasos en su dirección, llevando una de sus manos a su látigo, trato de evocar la misma clase de aura, logrando que Valentine arqueara una ceja, retándolo a que pronunciara aquello que deseaba.

 

— Elige bien cual será tu respuesta Valentine, Minos de Grifo no toma los insultos a la ligera.

 

Valentine asintió, por un momento fingió pensar cuál sería su respuesta, sin embargo, avanzando un solo paso, intimidando de cierta forma a Lune, aunque el espectro de cabello rosa era más bajo que el Balrog, guardo silencio algunos segundos.

 

— Sangre y fuego.

 

Lune al principio no entendía que era lo que Valentine le estaba diciendo, hasta que la arpía lo ataco, casi lanzándolo al abismo llameante que sobrevolaban en ese preciso instante, que era uno de los múltiples y antinaturales ríos que cruzaban el inframundo, el Fleguetonte, comprendió que le estaba diciendo.

 

— Le prometo que tendrá suficiente sangre y fuego para una eternidad si se atreve a tocar a mi amado señor Radamanthys, eso debes decirle, Balrog.

 

Valentine lo soltó inmediatamente, escuchando como Lune retrocedía algunos pasos, observándolo como si hubiera perdido la razón, tal vez así lo era, el amor que sentía por su señor Radamanthys era sin duda una locura.

 

— ¡Eres un demente!

 

Pronuncio casi gritando, marchándose inmediatamente a los pies de su amo, quien era un estúpido si creía que permitiría que lo separaran de su omega, ellos estaban destinados a estar juntos, sólo él amaba a su señor y mientras le quedara un asomo de vida, nunca permitiría que se lo arrebataran.

 

— Eso fue sin duda diferente.

 

Violate abandono la protección de las sombras, estaba impresionada por semejante muestra de lealtad, pero también por aquella valentía, segura que el espectro de cabello rosa no podría cumplir su promesa, no tenía el poder para ello.

 

— ¿Y bien?

 

Pregunto de pronto, tranquilo, como si no hubiera amenazado al espectro más poderoso del inframundo, ni al más cercano al dios Hades, el que sin duda tenía el apoyo de su dios, no así Radamanthys, mucho menos él.

 

— ¿Qué información tenías que darme?

 

Violate al escuchar esa pregunta sonrió, comprendiendo que era lo que tanto le gustaba a Radamanthys de su arpía, quien la miraba expectante, ansioso por regresar a los aposentos de su señor, seguro que su visita a esa bruja despreciable había resultado como era de esperarse.

 

Pandora disfrutaba humillando a su señor, el entregarlo a su hermano mitológico sería un nuevo insulto y otro castigo injustificado, tal vez su amado señor no lo sabía pero Minos era un hombre muy sádico, el que trataría de quebrarlo con sus juegos perversos.

 

Un acto que debería ser castigado porque Radamanthys era sin duda el juez más leal a su dios Hades, aquel que siempre se sacrificaba por su bienestar, haciendo a un lado su cuerpo o sus propios placeres, entregandose a su dios como no se habia entregado a él hasta ese día.

 

— Minos siempre ha deseado a Radamanthys, el tenerlo bajo su dominio fue una de las razones para servirle a nuestro dios Hades y parece que por fin se ha atrevido a pronunciar en voz alta su mayor pecado.

 

***21***

 

Oneiros se alejo de Cid para que pudiera recuperarse, cerrando las puertas detrás de si observando el cielo que ahora surcado por relámpagos rojizos le hacían recordar el inframundo, así como la primera ocasión en la cual ese dios le visito para ofrecerle su ayuda.

 

**********

 

Era el mismo que ataco los campos Elíseos muchas guerras atrás, aterrorizando a las ninfas de su tío, quienes corrieron presas de pánico al verlo aterrizar en aquellos prados, de la misma forma en que él presencio su llegada.

 

Ese dios no era lo que los humanos pensaban se trataba de Amor, esta criatura era la representación de la furia, de la guerra, un alter ego de ares, su armadura tenía extraños motivos, aquellos eran corazones retorcidos que parecían hechos de plumas, las alas del dios estaban encendidas de fuego rojo, tan alto como todos los dioses, fuerte, impresionante.

 

El arco negro como su armadura, su carcaj conteniendo flechas negras y rojas lo traía a la espalda, no lo desenfundo aunque los cuatro parecían dispuestos a herirlo, sus ojos eran lo único que podía verse de su rostro y su cabello rojo, encrespado le llegaba hasta los hombros, era sin duda un guerrero poderoso.

 

— ¿Estás seguro que atacarme es lo más prudente?

 

Pregunto la amalgama perversa entre la lujuria y la guerra, esperando paciente por una respuesta suya, pero esta nunca llego, porque de pronto Amor, o Eros, como tú desearas llamarle mostró unas flechas doradas, dos de ellas.

 

—  Porque traigo regalos para ambos.

 

**********

 

Su hermana usaría su flecha en el momento adecuado, pero él no deseaba utilizarla, eso destruiría la esencia de su espada y le restaría filo a su hoja, lo que el dios del sueño necesitaba era a su omega justo como lo era en ese momento, hermoso, poderoso y mortal.

 

No aquello en lo que se convertiría de ser herido por la flecha dorada del dios Eros, una de las ultimas a juzgar por el color de las flechas a su espalda, todas ellas eran diferentes, tal vez, porque su enojo iba en aumento.

 

Como su propia molestia al ver que aquella maravillosa espada seguía firme en su lealtad hacia ese arquero, ese miserable alfa que lo dejaba en medio del celo, ignorando a su omega sólo para poder cuidar de su diosa débil, la de la sabiduría que parecía nunca aprendía nada de sus errores.

 

Oneiros regreso a las habitaciones de Cid para ver que su celo iba en aumento, la fiebre que con forme pasaba el tiempo iba volviéndose cada vez más dolorosa, a pesar de la sangre perdida podía ver que las gotas de sudor cubrían su cuerpo, que un bulto asomaba entre sus piernas, notar su humedad.

 

El dios del sueño se relamió los labios al verle tan desesperado y caminando unos cuantos pasos, se sentó en su cama, en el borde del colchón como ya lo había hecho varias veces.

 

Recorriendo primero sus piernas con delicadeza escuchando el gemido de su amado al sentir sus dedos, subiendo sólo un poco para posarse en sus muslos torneados, sonriendo al pensar que esta pobre alma nunca tendría que sufrir otro celo desatendido, tal vez no por quien deseaba, pero si por alguien que conocía muy bien cuáles eran sus puntos erógenos, que hacer para bajar su fiebre.

 

Sin embargo, esa ocasión sería la primera en aquella vida, que no tenía porque apresurarse, estaban en un lugar seguro, nadie los atacaría en ese templo prestado y si su omega despertaba, no podría hacer nada para detenerlo, sólo gemir en sus brazos.

 

Oneiros seguía vestido recorriendo sus muslos pero necesitaba un poco más y con lentitud, elevo un poco su mano, recorriendo su erección lentamente recibiendo otro gemido que llamo su atención, haciendo que sus ojos se posaran en ese rostro que lo torturaba desde su juventud, por tantas vidas que ya no podía esperar más.

 

El, un dios que se jactaba de su frialdad necesitaba poseer a su amada espada, a su dulce omega como era su derecho y de pronto, atreviéndose a llegar un poco más trato de llevar sus dedos a la humedad entre sus piernas.

 

Aquel sitio que nunca antes había sido conquistado, esa hermosa flor que solo para él se había abierto en cada una de sus vidas, porque la diosa Hera podía decir lo que quisiera sobre su alfa elegido, quien lo amaba, era el, quien le daba lo que necesitaba era él, a quien debería pertenecerle era a él.

 

Sin embargo, Cid despertó antes de que pudiera tocarlo, retorciéndose para tratar de liberarse, mordiendo su labio con fuerza e intentando llevar su única mano a su pecho para separarlo de su cuerpo, aterrado al sentir el placer que siempre le brindaba en sueños, celo con celo, desde que iniciaron hacia más de seis años.

 

— ¡Maldito bastardo!

 

Oneiros no lo soltó en un principio besando su cuello con delicadeza, pero no siguió su camino, en vez de eso se poso en su cintura, recorriéndole con demasiada firmeza, recostándose a lado de su espada, quien se alejo algunos centímetros, todo lo que las cadenas le permitieron moverse.

 

— ¿A mí me dices maldito bastardo?

 

Pregunto sosteniendo el brazo donde su mano había sido cortada, como si estuviera arrepentido de haberlo lastimado, recorriendo poco tiempo después su mejilla, relamiéndose los labios cuando Cid no le dijo nada, pero su mirada fría, esta vez cargada de furia hubiera sido suficiente para que cualquier otro corriera presa de pánico, pero el unicamente se limito a sonreír.

 

— ¿Recuerdas mi cosmos no es verdad?

 

Cid apretó los dientes, eso era cierto, de alguna forma que no alcanzaba a comprender el cosmos de su enemigo le era familiar, tanto que su cuerpo estaba respondiendo a su cercanía, aunque no se trataba de su alfa, no era su compañero, su cuerpo no debería excitarse con sus manos.

 

— Lo que no entiendo es porque te resistes a recordar tu pasado, a ver lo cierto de mis palabras, mi dulce espada, tu sabes que yo he sido el herrero de tu arma durante los últimos siglos, yo te he ayudado a perfeccionarla, te he atendido en cada uno de tus celos desde que tienes edad para sentir placer, yo soy tu alfa, al menos, el que ostentaría ese puesto con orgullo.

 

Oneiros al ver que no decía nada al respecto se alejo de su omega, caminando en dirección de una pequeña caja de madera labrada, un recuerdo que había mantenido consigo desde la primera vez que pelearon durante una de las guerras contra la diosa de la sabiduría en las cuales su padre les obligaba a participar.

 

— Aun conservo esto desde la primera ocasión que nuestros caminos se cruzaron Cid, esto fue tuyo.

 

Lo que le mostró Oneiros no era otra cosa más que un fragmento tela roja, pero no porque fuera de ese color, sino porque se tiño con la sangre de su omega la primera batalla que compartieron, en la cual casi fue destruido, pero como en esta ocasión logro derrotarle de la misma forma, cortando su mano para que su espada no pudiera seguir brillando.

 

— Esto aún conserva el color de tu sangre, la primera que tome en el campo de batalla.

 

Cid estaba sentado, su espalda recargada contra la pared, ignorando su celo con serenidad, observando el trapo con detenimiento, sin creer una sola palabra que era pronunciada por sus labios.

 

— Lamento haber cortado tu mano, pero esa era la única forma en la cual puedo obligarte a escucharme, porque tu lealtad a esa diosa te ciega tanto como tu amor no correspondido por ese arquero.

 

En ese momento Cid sonrió, como si encontrara graciosas sus palabras, sus ojos que tenían el filo de su espada no perdían uno solo de sus movimientos, esperando el momento justo en que tratara de acercarse a él de nuevo.

 

— Aunque sé que sin importar lo que diga, tu honor te hará levantar tu mano en contra mía, pero no en contra de ese sucio arquero que te ignora, que se alejo de ti en el santuario de Athena como si te trataras de una enfermedad.

 

Oneiros sabía cómo herir a Cid, o eso creía al menos, porque vio que por un momento su rostro se quebró, mostrando el dolor que sentía al saberse rechazado por su amado.

 

— Lo vi todo mi dulce espada… lo he visto tantas veces que ya no importa el nombre de ese arquero, su actitud contigo siempre es la misma.

 

Cid no demostró su dolor, no le dejaría ver cuánto le dolía recordar el rechazo de Sisyphus, como a pesar de comprender que era un omega, que estaba en celo, se aparto, no sólo eso, en las escaleras del santuario le ignoro, sin importarle que en ese mismo instante se le hubiera entregado de tan solo recibir una señal suya.

 

— Tu aroma es exquisito, como ninguno que haya presenciado jamás.

 

Susurro el dios del sueño, manteniendo su distancia, recordando lo que había visto esa misma noche, seguro que Cid lo hacía de la misma forma, pero en el supuesto de que quisiera ignorarlo, él se lo recordaría.

 

— Tan sublime que controla mis sentidos, nubla mi mente y de no ser un dios me abalanzaría sobre tu cuerpo para tomar el placer de tu carne joven, hermosa, caliente, sumergirme entre tus piernas para conocer el paraíso que se me ha negado.

 

Cid se alejo un poco más tratando de quebrar las cadenas, pero era imposible, sólo las espadas de la armadura de libra lograrían cortarlas porque esas ligeras cadenas de oro, tan delicadas como una pieza de joyería de ornato eran la obra de Hefesto.

 

— Pero tu arquero que hizo al sentir semejante delicia, como si te tratases de un peligro, ignorando tu belleza se aparto, te dio la espalda cuando tu le hubieras dejado actuar cada uno de sus deseos con tu cuerpo, después de todo lo has esperado por vidas enteras para que ahora que sabe que eres su omega, su otra mitad, simplemente no le interese.

 

Esas mismas cadenas estaban hechas de la red con la cual Hefesto, el herrero de los dioses, logro desenmascarar la traición de la diosa del amor y el dios de la guerra, exhibirlos públicamente como dos bestias lujuriosas.

 

— Se aleje de ti para cuidar de su diosa Athena, ignorándote, sin importarle que un omega hermoso, poderoso y en celo puede estar en peligro estos días, tu cosmos no es la mitad de fuerte de lo que realmente es, tu cuerpo se prepara para la concepción, estas vulnerable.

 

Eran después de todo la obra del mismo dios que creo por encargo de Zeus las vasijas que guardaban a los dioses, aun la caja que Pandora abría guerra con guerra, haciéndolas irrompibles para cualquier mortal.

 

— Pero a tu arquero no le importas tú, él no te ama, ni siquiera te desea, porque de hacerlo no me daría la oportunidad de atender tu dolor año tras año, vida tras vida, tú lo sabes porque tu cosmos brilla con el mío, tú me reconoces.

 

Cid comenzó a revolverse en la cama tratando de romper las cadenas, pero era imposible, escuchando como ese sucio espectro se reía al verle desesperarse, tratar de huir de sus dolorosas palabras.

 

— Sabes que tengo razón, tu cuerpo me necesita, clama por mis caricias…

 

Oneiros sostuvo entonces el cabello de Cid y su barbilla para besarle, obligándolo a mantenerse quieto para él, sintiendo sus dientes encajarse en su labio pero ingresando su lengua en su boca en respuesta, gimiendo cuando su sabor inundo sus sentidos.

 

— Y yo, mi amada espada, te liberare de ese alfa descuidado, yo seré tu nuevo señor.

 

***22***

 

Hasgard había meditado que hacer respecto al collar que compro muchos años atrás, pensaba que el omega estaba a salvo si esa joya abandonaba el escaparate de aquella tienda, pero ya no estaba tan seguro de eso.

 

***

 

Hola, espero que este capitulo les haya gustado y hasta el momento las parejas originales van ganando, con dos excepciones, Oneiros y Aspros, aunque Minos tiene varios votos a su favor, junto a Regulus.

 

Les tengo las mismas preguntas de antes, las que estoy tomando en cuenta para los sucesos que vienen, pero debo decirles que por el momento, todos tienen las mismas posibilidades de vencer.

 

Así que...

 

¿Hasta el momento que pareja es su favorita?

 

¿Cuántos quieren que Aspros, Oneiros, Minos o Shion tengan un poco de paraíso?

 

¿Cuantos prefieren a Degel, Albafica, Sisyphus o Valentine?

 

¿Cuantos de ustedes desearian que hubiera dos capitulos por semana en vez de uno?

 

Y como ya llegamos a las 10000 lecturas en amor yaoi, a las primeras tres personas que dejen un comentario les cumplire un deseo en esta historia con cualquiera de las parejas, siempre y cuando no cambie el rumbo de la historia.

 

P.D. Si tienen alguna pregunta, con gusto puedo responderla si no contiene un spoiler.

 

Muchas gracias, nos vemos el proximo capitulo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).