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Paraiso Robado. por Seiken

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Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen y por lo tanto no gano dinero haciendo esto, solo la satisfacción de recibir sus comentarios, quejas o sugerencias…

Avisos:


Esta historia como todo lo que escribo es del genero yaoi, Slash u homoeróticas, pero si estas en esta página estoy segura que ya lo sabías de antemano, en este universo un tanto dispar al de la serie del Lienzo Perdido de Saint Seiya existen algunos personajes que serán alfas, otros omegas, otros betas, pero se les llamara Hijos de Zeus e Hijos de Hera, pero las partes importantes de la serie estarán intactas en su mayoría, sólo que esta historia se sitúa cuando Sasha aun es una pequeña, por lo que los personajes son un poco menores y todos siguen vivos.


Hace casi un año estuve investigando sobre el universo Alfa/Omega y me gusto lo que vi por lo que ahora quiero hacer mi propia versión de esto, por lo cual contiene mpreg, pero no se basa exclusivamente en eso sino en la desigualdad del genero de cada personaje, por lo que si no te gusta el mpreg, puedes leerlo con confianza.


También quisiera decirles que es un mundo ciertamente oscuro en donde los papeles están definidos desde el nacimiento y es aquí en donde nuestros protagonistas tratan de escapar de su destino al mismo tiempo que cumplen con sus deberes en el santuario o el inframundo y respecto a las parejas tendremos Albafica/Manigoldo, Aspros/Manigoldo, Degel/Kardia, Valentine/Radamanthys, Minos/Radamanthys, Regulus/Cid, Sisyphus/Cid, Oneiros/Cid, Shion/Albafica entre otras.


Sin más les dejo con la historia, espero que les guste y mil gracias de antemano.


Paraíso Robado.


Resumen:


En el santuario de Athena la perfección del amor se confirmaba con el nacimiento de niños deseados y el paraíso era pertenecer a quien amabas, pero cuando eso no ocurría, bien podrían decir que el paraíso se te había sido robado.

***41***

Kardia se dio cuenta que el intruso, Luciano, era tan rápido como ellos y que su armadura se parecía demasiado a la de su amado alfa, pero los colores eran negros y rojos, con extraños motivos de plumas dibujados en el metal.

Era un hombre de unos treinta y seis años, cabello, uñas y ojos rojos carentes de cualquier emoción, parecía ser poderoso por la forma de moverse, era sin duda un alfa, distinguía su esencia sin siquiera tener que acercarse a él.

No hablaba demasiado por lo cual estaba escondiendo información importante de ellos, Degel había insistido en permanecer entre los dos, como si se tratase de un escudo, una barrera que evitaba la cercanía de ese alfa con él.

Una actitud extraña que nunca tomaba, Degel no era posesivo ni sobre protector, así que había algo que no le gustaba de ese extraño intruso, al igual que él, pero no dijo nada de momento, ese sujeto conocía sus juramentos y tenía razón, no podía atacarlo sin un motivo justo, tampoco podían evitarle que utilizara el mismo camino que él sin usar la fuerza.

Los tenía atados de manos y eso no le gustaba, hacía que se pusiera tenso, como si no lo quisiera cerca de ninguno de los dos, comenzaba a sentirse nervioso en su presencia, sus instintos le gritaban que pronto los atacaría.

Degel se detuvo de pronto al ver que su camino volvía a cortarse, pero esta vez de una forma abrupta, de nuevo un acantilado, pero esta vez como si hubiera sido hecho por la mano de algún humano, un ser con poder suficiente para destruir montañas.

Por lo que había investigado, esa fosa era la primera defensa del templo de la diosa Hera, el cual estaba infestado de alimañas de inmenso poder como las que mencionaban en los mitos.

A lo lejos se encontraba una puerta que contenía sellos con la sangre de la diosa pavorreal, los que según decían, sólo un alfa y un omega podían retirarlos al mismo tiempo, pero la pareja debía ser forjada por la diosa, por lo que muchas veces los mensajeros perdían la vida al no ser uno.

Tal vez porque el alfa obligo a su compañero a estar con él o ignoraron la advertencia, enviando a cualquier alfa con cualquier omega, pagando el insulto en contra de la diosa pavorreal.

En ese momento la luz apenas iluminaba ese valle en donde se podía ver un camino de piedra, apenas lo suficiente grande como para poder atravesarlo una sola persona, por el cual debían avanzar.

Kardia coloco sus manos en su cintura suspirando antes de sostener a su alfa por su brazo, observando fijamente a Luciano, quien arqueo una ceja preguntándose porque se detenían.

— Tu iras primero.

Luciano parecía sorprendido por esa falta de confianza, pero según veía Degel al comprender lo que su omega esperaba asintió, no debían darle la espalda al intruso.

— De ninguna manera te daré la espalda, no me agradas y sé que no eres más que una serpiente esperando el momento de mordernos.

Luciano entrecerró los ojos pero les obedeció, caminando sin prisa pero mostrando valor, después le siguió Degel, al final iba Kardia, quien sospechaba que estaban actuando exactamente como ese intruso lo esperaba.

— Degel…

Pronuncio de pronto, tratando de llamar la atención de su alfa, quien se detuvo mirándolo de reojo, llamando la atención del pelirrojo, quien siguió su camino con demasiada calma.

— Esto no me gusta…

Susurro, a Degel tampoco le gustaba la seguridad de ese pelirrojo sin sentimientos, quien llego primero a la plataforma que contenía la puerta sellada de la diosa Hera, sin tocar los pergaminos.

Degel fue el segundo y poco después lo hizo Kardia, sus ojos fijos en los rojos de su invitado, quien de pronto con una amplia sonrisa toco la puerta que daba según decían las leyendas al paraíso de la diosa Hera, pero sólo era la entrada a una prueba mucho más grande.

— No debes tocar esos pergaminos.

Le advirtió el santo de cristal al ver que Luciano acercaba sus dedos a uno de ellos, pero no le hizo caso, arrancándolo sin piedad alguna, esperando que de pronto un gigante, un guerrero o la misma diosa Hera se hiciera presente, pero no pasó nada, sólo era un trozo de papel que se hizo polvo junto a todos los demás.

— ¿En serio piensan que la diosa Hera se presentara frente a cualquiera?

Degel al ver que no ocurría nada apretó los dientes, Kardia elevo su uña dispuesto a cortar al intruso, quien oprimió varios cuadros en un orden especifico, haciendo que la puerta brillara y de pronto, como impulsada por una fuerza cósmica girara.

Luciano entre cerró los ojos al ver que ocurría como lo esperaba, que la enorme piedra les abría el paso a lo que parecía ser un templo demasiado antiguo, Kardia dio un paso en su dirección y Luciano no pudo más que sonreír cuando vio que Degel no entendía nada de lo que estaba pasando.

— Hera protege a sus hijos y los esconde del dios Zeus, no creerán que cualquier persona puede verla con solo tocar una piedra.

Pero su trabajo no era encontrar a la diosa Hera que los esperaba en el interior de aquel templo, el cual servía como una entrada a sus campos siempre verdes, en donde habitaban sus pavorreales, cada uno de sus hijos, los alfas y los omegas, todos ellos guerreros poderosos, algunos más fuertes que los otros, como el hermoso Kardia que sonreía entusiasmado por ver a su madre.

— Aunque nadie ha logrado descifrar este acertijo, sólo un hombre tan sabio como mi mentor encontró la forma de abrir la bóveda que custodia el templo de la diosa Hera.

Su deber era sellar la entrada al templo de la diosa pavorreal, para obligarla a manifestarse en su propio mundo cuando los caminos que daban a ella estuvieran olvidados, destruidos, ese era el destino de su diosa madre.

— En ella nos espera un portal dimensional alimentado por su cosmos, por donde podemos ingresar a sus prados de la mano de nuestro compañero, pero…

Esa bóveda serviría para uno de sus propósitos, en ese lugar podría encerrar el cuerpo de su rival cuando lo congelara en su tumba de cristal, no quería que saliera de ella y sabía que las armas de Libra podían realizar esa tarea.

— No la veremos esta noche ni nunca.

Pronuncio de pronto atacando a Degel con su Aurora Boreal, después de todos esos años entrenando bajo la tutela de su mentor el cero absoluto de su cosmos había logrado alcanzar la grandeza del de su discípulo, su fuerza cada vez era mayor y a diferencia del pasado, conocía bien la forma de utilizar las ventajas que tenía en contra de sus rivales, abandonando sus viejos ideales por unos completamente nuevos, deseoso de poseer a su escorpión.

— ¡Degel!

Grito Kardia atacando con su aguja escarlata, incrementando el calor de su cuerpo, acometiendo al santo de cristal que de pronto formo una barrera de hielo que parecía imposible de romper.

— Tú quédate ahí Kardia, no quiero lastimarte.

Kardia grito a causa de la furia que sentía atacando la barrera usando su cosmos, elevándolo con la intención de ayudarle a su alfa, quien tenía dieciocho años, la misma edad que su omega, ambos eran demasiado jóvenes para enfrentarse con un guerrero curtido en la batalla, quien había participado en dos guerras santas y otros enfrentamientos menores, cuyo corazón muerto le daba fuerza al frio de su cosmos, haciéndolo casi invencible como inhumano.

— ¡No temas Degel!

Grito al mismo tiempo que Luciano comenzaba a pelear con Degel usando cada una de sus técnicas, su cosmos era por mucho más frio, más helado que el de su alfa, tenía más experiencia en el campo de batalla y parecía que mayor poder.

Haciendo que Kardia se desesperara como nunca golpeando la barrera, escuchando la estruendosa batalla que ocurría frente a sus ojos, sin poder creer lo que estaba pasando, lo iluso que fueron o lo rápido que ese bastardo los ataco.

— ¿Qué clase de alfa es incapaz de proteger a su compañero?

Pregunto de pronto congelando para sorpresa de ambos una de las manos de su alfa, haciendo que su corazón se detuviera, que sintiera pánico, que estuviera a punto de suplicar piedad.

— ¡No! ¡Degel!

Luciano al escuchar ese dolor apretó los dientes, pero mantuvo sus emociones controladas, lo había planeado con demasiada lentitud, con mucho esmero y sabía exactamente en donde podría encerrarlo para que no dieran con él nunca más.

— ¡Basta!

Kardia seguía atacando la barrera de hielo notando que Luciano comenzaba a realizar una técnica que nunca antes había visto, primero congelando una pierna de su amado alfa, haciendo que el hielo fuera creciendo como si se tratase de una pesadilla, cubriendo poco a poco a su amado, manteniéndolo al mismo tiempo fuera de aquel combate con una pared del mismo material.

— Mi maldición hace que mi cosmos sea mucho más frio que el tuyo, tú eres demasiado blando, demasiado débil y no te mereces a ese escorpión.

Degel ataco una última vez hiriendo el rostro de Luciano, cortando su de forma diagonal, logrando que sangre manara de esta al mismo tiempo que perdía la vista de momento, pero no le importo cuando de pronto, el hielo termino de cubrir su cuerpo al mismo tiempo que el más joven llamaba por su compañero.

— Sabes, hasta que no supe de ti pensé que jamás podría sentir cualquier cosa, que mi corazón estaba muerto como este templo o la diosa que le habita.

Luciano al ver que su rival estaba encerrado en ese cristal de hielo haciendo uso de su fuerza sobrehumana lo pateo con fuerza, empujándolo en dirección de la bóveda, hacia donde se deslizo con rapidez creando un surco en el suelo.

— O el que piensas es tu compañero, aunque no está muerto, sin embargo, nunca saldrá de mi ataúd de hielo porque nadie jamás podrá llegar a él.

Kardia estaba recargado contra la pared de hielo respirando hondo, sintiendo el malestar consumiendo su cuerpo, sus ojos llenándose de lágrimas al ver que su amado no pudo derrotar a ese monstruo y el no pudo ayudarle.

— Pero él no te merece, ningún alfa que no pueda mantener a su omega se merece su compañía, menos este supuesto santo de acuario.

Luciano ignoro a su futuro escorpión y volvió a cerrar la puerta de la bóveda con Degel en su interior, encerrado en ese ataúd de hielo, destruyendo la pared de cristal suponiendo que pronto el corazón de Kardia lo pondría en peligro.

— No sabes cuánto tiempo espere para verte Kardia, lo que dicen es cierto, eres hermoso…

Kardia al ver que la barrera por fin se desvanecía ataco de nuevo con fuerza, cortando el cabello de Luciano, lacerando su piel, pero en vez de preocuparse o temerle sonreía, mostrando una desagradable sonrisa llena de jubiló.

— Aunque no te imaginaba tan joven…

Luciano al ver que trataba de usar Antares en contra suya elevo una pared de hielo que lo protegió y usando esa misma técnica con una pequeña modificación, convirtió la pared en un puño de agua líquida que de pronto sujeto a Kardia por la cabeza.

— ¿Cuántos años tienes?

Pregunto esperando que la falta de aire hiciera el truco, no quería tener que lastimar a su omega, quien usando su propia aguja corto el brazo de agua, pero aun así no pudo liberarse de él.

— ¿Diecisiete o dieciocho?

Kardia logro en ese momento herirlo con su aguja escarlata, provocándole un lacerante dolor en el costado, pero la mano de agua seguía firme en su cabeza, haciendo que cayera de rodillas, sintiendo como su enemigo lo sostenía de la muñeca, congelando su brazo e inutilizando su aguja.

— De todas formas no me importa.

Pronuncio observando como por fin, el sentido se escapaba de su cuerpo y con él, la mano de agua que lo sostenía de la cabeza se disipaba en el suelo, regresando a su estado natural, congelándose en el suelo.

— Supongo que debo enfriar tu cuerpo.

Según recordaba, este pequeño escorpión era incapaz de sobrevivir sin su compañero, pero él tenía el mismo cosmos, pero uno mucho más avanzado, por lo cual colocando su mano en el pecho del hermoso omega irradio un poco de su cosmos para mantener su temperatura en un estado que podría considerarse saludable.

— Así debe ser mejor…

***42***

La furia de Radamanthys le excitaba mucho más que los lloriqueos incesantes de sus reemplazos, sus ojos amarillos perdidos en una nube violenta, sus músculos retorciéndose para causarle daño, su cosmos brillando, era hermoso en su pelea, como ningún otro que haya visto jamás.

No sabía cuánto tiempo llevaban danzando, pero sí que era extremadamente divertido, su cuerpo sudando, su fragancia inundando sus sentidos, su maldición disparándose con su cercanía, sintiendo su presencia en el inframundo.

Él sabía que le gustaba el dolor, que soñaba con el fuego de su pasión, el látigo lacerando su piel, grilletes rodeando sus muñecas, atándolo a su cama.

Radamanthys buscaba un amo, el cual pensaba encontró en su dios Hades, pero no era así, su verdadero señor era él, su alfa, el único que jamás podría comprenderlo, darle lo que necesitaba.

Su celo era especialmente malo, siempre lo había sido, suponía que debido a su poder, al cosmos alimentando la bendición de la diosa de los nacimientos que se lo entrego en una bandeja de oro, como el suave cabello de su hermano, el cual utilizaba para sostenerlo contra una pared, pegando su cuerpo contra el suyo.

— Yo sé que esto te excita Radamanthys…

La lengua de Minos recorrió la mejilla de Radamanthys con lentitud, dibujando un camino sinuoso, disfrutando de su sabor, esperando muy pronto poder impregnar su propia fragancia en ese cuerpo magnifico que se estremeció ligeramente.

Escuchar sus gemidos acompañando a sus jadeos, ingresando en su cuerpo, imaginándoselo apretado y firme, recibiéndolo con franca necesidad, su sexo resbalando entre sus piernas, los hilos cortando su piel, su omega gimiendo impúdico debajo de su cuerpo, con gruesas cadenas doradas en sus muñecas y tobillos atándolo en su cama en posturas incomodas que no dejaran ninguna parte de su cuerpo oculta.

Los hilos resbalaron al apretarse un poco más en sus extremidades, lacerando la piel de Radamanthys, de la cual finas líneas rojas empezaron a resbalar insinuantes, las que tuvo que lamer, jalando su cabello hasta que su garganta estuvo expuesta o lo estaría de no vestir la surplice, pero aun así, a pesar de que ya cortaba a su querido amante, la fuerza de los hilos no disminuyo, recibiendo entonces un gemido provocado por él, la clase de recompensa que esperaba escuchar desde su primera vida.

— A mí también…

Como le excitaba escuchar su voz de aquella forma, brindarle placer a través del sufrimiento, borrando las sucias manos de aquella inmunda criatura mentirosa con su aroma, con sus hilos, enfureciendo de pronto al recordar lo que les había visto realizar, como su hermano menor se entregó a un espectro que no lo merecía, retorciéndose como un animal en celo, pero no debería enojarse con él porque eso era exactamente.

Radamanthys estaba en las primeras etapas del celo, sus mejillas sonrojadas y su estremecimiento eran una prueba de aquello, de lo mucho que deseaba una cura a su dolor y al mismo tiempo lo mucho que disfrutaba de aquellos placeres ocultos, los que el comprendía muy bien, recibiendo otro gemido avergonzado de su futuro omega.

— Solo disfruta de mis hilos, gime para mí…

Otro gemido mezclado con un grito pudo escucharse en el inframundo, el celo realmente era debilitante para los omegas pensó con una sonrisa, aceptando que siendo otro lugar y momento, Radamanthys no habría sucumbido tan rápido a sus técnicas, su dragón de ojos amarillos habría logrado lastimarlo o herirse de gravedad, conociéndolo como lo hacía bien podría tratar de arrancarse el brazo que sostuvo primero con sus hilos.

— Sí tan solo pudiera llevarte a una cama…

Susurro, llevando una de sus manos a su entrepierna, al mismo tiempo que los hilos le abrían de piernas y brazos, como si estuviera en un potro, una máquina de tortura que descuartizaba a sus víctimas.

Rodeándolo para situarse delante de él, abandonando su sexo cubierto por la armadura para besar de nuevo sus labios, ingresando esta vez su lengua en su boca, en la cueva húmeda que le supo a gloria, siendo él quien gimió de tan solo sentir el electrizante contacto de su futuro omega.

Quien abrió los ojos, tratando de morderlo, pero su cuerpo ya no le respondía, había dejado de ser suyo para convertirse en el juguete de Minos, cuyas manos se detuvieron en sus caderas, pegándose a su cuerpo relamiéndose los labios disfrutando del color rosado en sus mejillas, la confusión en su rostro que se preguntaba porque estaba cayendo tan fácil ante su dominio, porque gemir cuando dijo sentir asco de su deseo, pero aquí estaba él, respondiendo de una forma agradable a su futuro señor.

— Quítate la armadura.

Ordeno, esperando que simplemente abandonara la única protección real que tenía su cuerpo, comprendiendo que Minos tampoco tenía pudor alguno, quería tomarlo en aquel puente, sin conformarse con ser su hermano, al menos durante su primera vida, logrando que jadeara estremeciéndose al sentir las manos de Minos posarse en sus caderas, sus ojos fijos en los suyos, condenándose mentalmente por esa falta de control, no debería comenzar a excitarle la idea de ser sometido de aquella forma en la cual Valentine jamás lo había hecho, no se atrevía a lastimarlo ni a ordenarle nada, ni siquiera cuando él terminaba suplicándole que lo hiciera.

— No.

Su necedad seguía pareciéndole divertida, mucho más si tenía que borrarla con algunos latigazos que adornarían su piel pálida, un collar negro con una M de plata le quedaría bien, una mordaza o un antifaz que cubriera sus ojos, que no le dejara ver lo que le tenía preparado, sólo temblar con anticipación.

— Tienes razón, será mucho más placentero tomarte cuando estemos en nuestras habitaciones.

Radamanthys gruño de nuevo, liberándose de algunos hilos pero no lo suficientes, sintiendo como Minos restregaba su mejilla contra la suya, sosteniéndolo del cabello, jalándolo con fuerza para obligarle a mirarlo directamente a los ojos, notando como a pesar de su enojo, su excitación iba en aumento con tan solo algunos cuantos trucos de sus hilos.

— Pero primero supongo que debo destruir a tu supuesto alfa, recuperar mi collar de sus frías manos, para después comenzar a enseñarte nuestros placeres, la diversión que tendremos juntos.

Minos volvió a besarlo, mordiendo su labio con fuerza suficiente para que brotara un hilo de sangre, forzando sus extremidades esta vez para provocarle dolor, uniendo sus brazos detrás de su espalda, sus piernas elevándolas como si pudiera poseerlo con su surplice aun cubriendo su piel.

— Con suerte lograre embarazarte antes de que termine tu celo, mi querido hermano.

Minos se acomodó entre sus piernas, recorriendo sus muslos con delicadeza, con demasiado detenimiento, enfermando a Radamanthys que trato de soltarse por dos razones, la primera se trataba de un pecado contra los dioses lo que el primer juez del inframundo deseaba cometer, la segunda porque a pesar de no desearle su cuerpo estaba traicionándolo como nunca antes había pasado, una pequeña parte de él quería probar lo que se le prometía, logrando solamente que más sangre se derramara, la que Minos lamió de su cuello.

Restregando su pelvis contra su cuerpo, en una odiosa imitación del acto que tanto deseaba cometer, con sus armaduras aun puestas, su ropa evitando cualquier contacto más allá del que le permitía su ropa.

Pero aun así, de estar desnudos o solamente vistiendo su túnica negra, podría sentir la excitación de Minos, como este podría ver que su sexo también le respondía, después de todo el dolor siempre le había parecido placentero, tal vez por eso dejaba que Pandora lo tratara de aquella forma, porque en realidad la humillación no le desagradaba del todo, aunque ella no era Valentine, ni le deseaba como su compañera, sintiéndose un degenerado al usar sus combates como un medio para encontrar placer.

— Pronto seremos uno y tarde o temprano aceptaras tu destino.

Le prometió besándolo de nuevo, apretando su cuello con ambas manos para asfixiarlo ligeramente, bendiciendo al destino y a la diosa pavorreal por dejar a su hermano a su cuidado, al mismo tiempo que lo debilitaba lo suficiente para que pudiera domarlo con facilidad, de lo contrario, estaría seguro que tendría un infierno que pagar, no un paraíso que conquistar cuando después de varias vidas deseándolo por fin lo tendría en su cama, indefenso, implorando sus caricias y sus castigos.

— Me darás hijos hermosos.

Ya se los imaginaba, fuertes y hermosos, fieros, sádicos, guerreros imparables que solamente le servirían a él, tendrían que ser alfas, pero si uno de ellos era un omega, él en persona le elegiría el compañero adecuado, aquel merecedor de su linaje, uno que tenía la sangre de Zeus, que alcanzaría la grandeza de Aquiles.

— Y yo a cambio te daré placer, la clase de deleite que tanto añoras.

Pronuncio jalando su cabello con tanta fuerza que esta vez le causo dolor, apretando los hilos, cortando su piel y algunas partes de su armadura, llevando su mano a su sexo, para después delinear sus nalgas, la línea que sabía se encontraba por debajo de su ropa, de poder tomarlo en ese sitio lo haría, pero suponía que sería mucho mejor hacerlo en sus habitaciones, a las cuales, estaba dispuesto a llevarlo en ese preciso instante, sin importarle la justa, arrebatándole a esa sucia avecilla su omega a la vieja usanza, sometiéndolo a su voluntad.

— Bastardo…

Pronuncio Radamanthys entre dientes escuchando como su armadura seguía rompiéndose, Minos quería quitársela y después arrancarle la ropa, arrastrándolo al mismo tiempo en dirección de la entrada del puente, en donde sabía que existía uno de los portales.

De pronto los hilos cambiaron otra vez sosteniendo sus piernas y brazos juntos, casi como si se tratase de un pescado o un conejo, comenzó a arrastrarlo en la red improvisada de sus hilos hacia la entrada que lo llevaría a sus habitaciones en donde podrían continuar con sus placeres.

Sin siquiera mirarlo comenzó a dirigirse al portal, relamiéndose los labios cuando logro romper otros hilos, dándose cuenta de que tan poderoso en realidad era, convocando de nuevo su lanza con la cual corto los hilos con los que era inmovilizado, levantándose con algo de esfuerzo.

— Nunca pensé que pudieras caer tan bajo, Minos.

Minos alzo de nuevo sus hilos y es que aunque Radamanthys fuera demasiado poderoso para ser un omega, en las mismas condiciones él era superior al Wyvern, en medio del celo, su gran poder no era suficiente para derrotarlo, solamente servía para causarle problemas.

— Insúltame, ódiame, pero tú naciste para mí.

Pronuncio lanzando los hilos de nuevo, los que Radamanthys esquivo con un salto, volando a gran velocidad, atacándolo con sus técnicas, la gran caución y la lanza que materializaba, cortando algunos pero no llegando a lastimarlo a él hasta que de pronto, un fuerte cosmos pudo sentirse, cortando los hilos con una técnica poderosa al mismo tiempo que dos manos sostenían las hebras invisibles, dándole tiempo a su hermano de contra atacar.

Minos choco en contra de la entrada de aquel puente, destrozando las puertas con un rostro de ojos iluminados custodiándola, recibiendo demasiado daño cuando el intruso incendio los hilos con un fuego negro, colocándose entre su malherido hermano y él, sin mostrar ninguna clase de respeto.

— ¡Tu!

***

Unas horas antes en el templo de Leo, dos santos esperan ansiosos por recibir noticias, uno de ellos temiendo lo peor, el otro sintiéndolo en el centro mismo de su alma.

******

Hola, espero que la historia siga pareciendoles entretenida y en el siguiente capitulo tendrán el primero de los dos dedicados a una sola pareja.

Pero aun así, espero que les haya gustado este capitulo.

Ahora, les tengo las mismas preguntas:

¿Hasta el momento que pareja es su favorita?

¿Cuántos quieren que Aspros, Oneiros, Minos o Shion tengan un poco de paraíso?

¿Cuantos prefieren a Degel, Albafica, Sisyphus o Valentine?

Aunque según parece los alfas del principio van ganando, con algunas excepciones, estas son Oneiros y Regulus, pero, no se preocupen, dentro de algunos capítulos empezara a brillar Sisyphus, como Albafica ya lo hace.

Y ahora una nueva, de los posibles villanos.

¿Quien es su favorito?

No se normalizo mi carga de trabajo, pero, de todas formas seguiré subiendo la historia, por lo que ahora las publicaciones serán entre los lunes o martes, y entre los jueves y viernes, siendo esta la que sera publicada de manera forzosa, los lunes en ocasiones habra un capitulo en otras no.

Sí les gusta la historia y las parejas, déjenme saberlo, ya saben que sus comentarios, kudos, favoritos y todo eso me anima a seguir con esta locura.

Muchas gracias, nos vemos el próximo capitulo.


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