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Paraiso Robado. por Seiken

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Paraíso Robado.

Resumen:

En el santuario de Athena la perfección del amor se confirmaba con el nacimiento de niños deseados y el paraíso era pertenecer a quien amabas, pero cuando eso no ocurría, bien podrían decir que el paraíso se te había sido robado.

***48***

Al ver que él intruso no se inmuto, ni mostró ninguna clase de miedo al ver su enojo, Minos apretó los dientes, furioso por unos instantes para después lograr controlar sus instintos, sus emociones, riendo entre dientes al ver que Radamanthys había necesitado ayuda para repelerlo y esta no vino de su arpía.

— ¿Cómo te atreves a interrumpirme?

Le increpo levantándose con facilidad, apretando los dientes al ver que Bennu parecía dispuesto a cuidar la espalda de Radamanthys, tal vez este espectro se trataba de otro admirador o por su ferocidad, seguramente se trataba de un omega, ya que de pronto pudo ver algunos características que compartía con su hermano, algunas que iban más allá de su apariencia física.

— ¿A mí? ¡Un juez del inframundo!

Esperaba que Bennu se hiciera a un lado, Radamanthys ya estaba listo para él o eso supuso al verle de pie, sosteniendo uno de sus brazos como si pensara que estuviera roto, seguía sonrojado y sus ojos perdidos en esa nube que provocaba el celo, notando que tan excitado estaba realmente, lo mucho que disfruto de sus atenciones aunque quiso negarlo.

— Necesito hablar con Radamanthys, una vez que lo haya hecho les dejare continuar con su diversión.

Bennu respondió con tranquilidad, esperando que Minos comprendiera que hablaba en serio, de lo contrario no se hubiera molestado en brindarle ayuda al segundo juez del inframundo, quien caminó algunos pasos en dirección del juez de cabello blanco, esperando que simplemente retrocediera.

Minos medito sus opciones y simplemente se marchó, maldiciendo en voz baja al ver que tendría que seguir con su plan anterior, primero destruiría a la sucia arpía y después tomaría a su hermano.

— ¿A qué has venido?

Le pregunto sin más el juez rubio al ver que Minos escapaba con la cola entre las patas, sin negar una sola vez que hubiera necesitado ayuda, sin decir que podía salir por sí mismo de aquel predicamento.

— ¿No me darás las gracias?

Bennu pregunto con cierta diversión, contando las heridas y las grietas de la surplice, comprendiendo que Radamanthys estuvo a punto de ser domesticado por el juez que dijo era su dueño.

— Pudiste intervenir antes, Bennu, supongo que te divertiste viendo como Minos me insultaba.

Tal vez era cierto, pero suponía que primero quiso asegurarse que aquella situación fuera lo que pensaba, que el segundo juez no deseaba a Minos, ya que en todo el inframundo se hablaba de ellos, el juez sádico y el juez masoquista, un alfa y un omega, preguntándose si Minos sobreviviría a la furia de Radamanthys o este podría escapar de los hilos del primer juez de las almas.

— Te estaba buscando Radamanthys.

Pronuncio de pronto, había tomado la decisión de buscar el collar de nacimiento que le dio Hera, no quería que ningún espectro o cualquier otro que quisiera domesticarlo, sólo porque podía hacerlo, porque pudo obtener su collar.

— ¿Con que motivo?

Radamanthys había controlado su respiración, parecía molesto, pero estaba agradecido por su oportuna intervención, de lo contrario suponía que Minos podría llevarlo a sus habitaciones, hacerse con su cuerpo.

— Necesito tu ayuda para recuperar mi collar, el de mi nacimiento, el regalo que la diosa Hera dejo para mí.

Kagaho comprendía que muchos alfas no eran mejores que animales, pero supuso que su poder podría mantenerlo seguro, sin embargo, al ver que el propio Radamanthys era víctima de la lujuria de un alfa desquiciado, como lo era Minos de Grifo, supo que tendría que recuperar su collar para mantenerlo seguro de las manos de cualquier aliado o enemigo.

— ¿Querrás decir tus grilletes y cadenas?

Le corrigió el mayor, quien parecía inmune al daño, como si no lo sintiera.

— Sí, yo los vendí, necesitaba el dinero, supongo que ya sabes cómo es eso.

Bennu tuvo que vender su collar para alimentar a su hermano, creyendo que algún día vendrían tiempos mejores, pero no fue así, la vida jamás había sido justa con él, pero de todas formas, necesitaba encontrar su collar y creía que un omega del poder de Radamanthys podría ayudarle a encontrarlo.

— Me temo que no, yo nací en una familia adinerada, pero sé que significa ese collar, si un guerrero poderoso lo obtiene dirá que le perteneces, por eso debes elegir un alfa que te apetezca, de lo contrario, tendrás que aceptar al bastardo que Hera decida para nosotros o un demente como Minos.

Bennu asintió, suponía por la forma de moverse y hablar de Radamanthys que eso era cierto, aunque no le interesaba en lo absoluto, ahora se trataban de iguales, ambos espectros leales a su señor, no un aristócrata y un mendigo.

— Quiero recuperarlo y necesito tu ayuda para eso.

Comento de pronto, esperando que Radamanthys tuviera el honor por el cual era famoso, quien le observo fijamente, como si estuviera meditando su respuesta, una que esperaba fuera afirmativa.

— Lo que hiciste siempre te lo agradeceré Bennu, aunque seas un mocoso petulante, así que no me queda otra opción, sin embargo, mi alfa corre peligro, debo encontrar la forma de protegerlo de la muerte y de la venganza de Minos.

Susurro, recordando la amenaza de Minos, quien si se ausentaba del inframundo podría destruir a su amado alfa, a quien le prometió seguridad entre sus filas.

— Puedo llevarte a ver al dios Hades, creo saber dónde encontrarlo.

Respondió de pronto Bennu, olvidando que Hades no recibía a nadie, aunque aún no existiera su envase, un acto demasiado extraño, porque su dios siempre escuchaba a sus espectros, era el único dios que velaba por sus soldados.

— Hades estaba encerrado en esa celda que se impuso…

Le recordó arqueando una ceja, notando un cambio minúsculo en la expresión de Bennu, casi como si le hubiera escondido algo.

—A menos que no lo este y tú me hayas mentido.

Susurro, sintiendo como la furia comenzaba a comerse su corazón, si acaso este mocoso le había mentido, si su señor pudo evitar ese altercado y no le dejaron verle, en ese momento, Kagaho podría olvidarse de su ayuda.

— No, el si se ha encerrado sin dar alguna clase de razón, pero la puerta no está cerrada.

Radamanthys asintió, solamente Hades podía evitar que aquella demencial justa se realizara, tal vez este espectro que hasta el momento no creía que fuera nada especial era un mensaje de su dios, para cumplir su promesa de no alejarlo de su alfa.

— Llévame con él.

Aquella era una orden y de ser otro momento le respondería que solamente escuchaba a su señor Hades, sin embargo, necesitaba ayuda del otro omega del inframundo, aquel que comprendería su temor, ya que Violate hasta el momento disfrutaba de la protección del tercer juez del inframundo.

— No quiero pasar más tiempo sin mi collar, supongo que lo comprendes.

Radamanthys asintió, lo comprendía, sus padres humanos siempre le habían dicho lo importante de aquella piedra, lo mucho que debería cuidarla y como, aun después de tener la surplice la llevaba colgando al cuello, esperando el momento en que pudiera entregársela a Valentine.

De pronto extendió sus alas y comenzó a volar seguido de Bennu, quien esperaba encontrar sus grilletes o su llave a la libertad antes de que algún alfa lo hiciera, pero suponía que ya era demasiado tarde.

Ya que aunque hubiera nacido en una familia de rancio abolengo, comprendía mejor que nadie el valor de ese collar, su madre, una devota de la diosa Hera hizo que memorizara los preceptos de lo que ella llamaba un buen omega, recordándole una y mil veces lo que significaba esa piedra.

Según ella, el regalo de la diosa Hera señalaba cuanto valía un omega y si su roca estaba inmaculada, también lo estaría el omega, de lo contrario se presentarían manchas o impurezas estropeándola.

Lo ridículamente absurdo era que esas mismas betas del color del cosmos de su compañero también aparecerían cuando por fin pudieran ser uno, señalando su compatibilidad, lo que no sabía era que tomaría una forma precisa, que simbolizaba el fruto de aquella unión.

No estaba seguro a cuál de los pavorreales, que se le acercaban deseosos de apoderarse de un joven omega de una familia adinerada, le prometieron su collar antes de que encontrara la surplice que lo libero de aquellos hombres, algunos demasiado mayores para un muchacho de su edad.

Pero si recordaba que su madre le obligaba a enseñarle su collar a cada uno de sus pretendientes, muestra clara de que jamás había sido tocado por un hombre o mujer, que era inmaculado, listo para servirle a la diosa de los nacimientos entregándose a su compañero elegido.

Una extraña muestra de su valor se dijo en silencio, porque su madre lo entregaría al mejor pretendiente midiendo el tamaño de su fortuna, no su fuerza, ni su edad, mucho menos cuanto agrado sentía él por su futuro alfa.

Aquella era la razón por la cual se esmeraba tanto en su entrenamiento, que practicaba hasta quedar inconsistente, machacando sus huesos, sus nudillos, sangrando cuando la piel se abría al no soportar un ejercicio en particular, esperando el momento en que pudiera ser realmente libre.

Durante todo ese tiempo Valentine, que era tres años menor que él practicaba a su lado, atendiendo sus heridas cuando cometía un error, esforzándose por darle comodidad, aunque solo se tratasen de dos mocosos, haciéndolo sentir valioso por primera vez en toda su vida.

El siendo el hijo de su ama de llaves, nacido de una cuna pobre y con pocas esperanzas de obtener algún poder real más allá de ser su mayordomo, le hacía sentir como alguien valioso cuando le prestaba atención.

Excitado cuando le ayudaba a cambiarse de ropa o a darse baños de tina, comprendiendo mucho antes que sus padres que su ayudante de cámara era de hecho un alfa, que sentía afecto por su persona, la clase de deseo que repudiaba en los alfas que hasta su cumpleaños número quince, cuando encontró su armadura, tuvo que soportar.

Ayudándole a esconder su verdadero estatus para mantenerlo a su lado, presentándolo como un beta o un omega sin collar, una mentira que su madre no creyó por mucho tiempo, siendo ella la responsable de velar por su pureza para que su alfa seleccionado pudiera arrebatársela.

Ella era una beta, su padre pudo ser un espectro, era uno de los humanos que adoraban al dios Hades, a quien le importaba muy poco si estaba teniendo sexo con su mayordomo, siempre y cuando no descuidara sus lecciones, que fuera poderoso, premiándolo con la compañía de Valentine cuando logro vapulear a su ultimo maestro.

— ¿Por qué pelear por este espectro?

Bennu le pregunto de pronto al mismo tiempo que los dos aterrizaban junto al portal que los llevaría a la cámara del trono de su señor, uno de los muchos portales diseminados alrededor del inframundo, los que funcionaban alimentados por el cosmos de su dios, el que los protegía del daño que podrían recibir de ser atacados por las múltiples almas deambulando los círculos del infierno.

— Yo…

Susurro, deteniéndose de pronto, no estaba seguro de cuál era la magnitud de los sentimientos que guardaba para su fiel arpía, tal vez era amor, pero, creía que aquel sentimiento solamente era para los débiles, para los santos de Athena o los generales marinos de Poseidón, no para ellos.

Pero el amor, o lo que pensaba que significaba el amor cuando era un muchacho, antes de portar su armadura, eso era lo que sentía por su alfa, de ahí la desesperación que sentía al imaginarse una vida sin él, perdiéndolo en las manos de Minos, sólo porque había decidido que sería su omega y porque su cosmos estaba seriamente debilitado, convirtiéndolo en un inútil.

— Valentine es importante para mí, como todos mis soldados.

La respuesta de Radamanthys no fue para nada convincente, pero Bennu no dijo nada, suponía que el segundo juez del inframundo estaba enamorado de Valentine, de que otra forma un espectro como él realizaría tantos esfuerzos para protegerlo.

— Yo le prometí seguridad en el inframundo y nunca rompo mis promesas.

Al mismo tiempo que no creía soportar un futuro sin su arpía a su lado, sus ojos rosas mirándolo con deseo, su cuidado, el afecto que le profesaba, sus palabras, su confianza ciega, la forma en que aceptaba realizar sus extraños actos maritales, aunque sabía que a Valentine no le gustaba lastimarlo, simplemente lo hacía porque pensaba que así podría complacerlo, asegurándose que fuera suficiente para excitarlo, pero no demasiado para romperlo.

— Nosotros no sentimos amor, pero yo creo que tú lo amas, tanto como puede amar un espectro.

Radamanthys negó aquello con un movimiento de la cabeza, lo que sentía por Valentine no era amor, era deseo, lujuria, pero no esa clase de afecto, él no era un traidor.

— Eso es imposible, mi lealtad por mi señor Hades me impide amar a Valentine, yo no soy un traidor.

***49***

Oneiros abandono a Cid en sus habitaciones, se suponía que debía tomarlo en ese momento pero su aliado, el dios de cabellera llameante le aconsejo en contra de aquella orden, le dijo que lo mejor era esperar a que su humano fuera a él y estaba dispuesto a escucharlo, lo que no entendía era que ganaba Youma, aunque debería decir Kairos, el dios del tiempo, si lo embarazaba.

— No me digas que te vas a arrepentir, lo que te pido es muy poco…

El espectro flotaba en el aire, su sonrisa estaba firme en su rostro, relamiéndose los labios como si estuviera esperando que aquel espectáculo esta vez ocurriera como debería.

No era que dudara de su victoria, sino que había ocurrido tantas veces aquellos acontecimientos que ya comenzaba a aburrirse, primero uso al escorpión, pero era débil y no pudo finalizar su embarazo, después a otros omegas, pero eran iguales, su cuerpo no lo soportaría así que tuvo que mantenerlos fuera de aquel tiempo en el que habitaban.

En otros intentos Shion era incorruptible o en todo caso, su rosa le correspondía, en una vida en particular era la rosa quien juraba ayudarle a cambio de obtener el amor de su omega para él, dicho omega estaba prendado de Géminis.

Uno de sus aliados, pero no porque necesitaran del cangrejo, sino porque deseaba que le vendieran a Cid para que este dios pudiera embarazarlo, sus juguetes debían nacer de dioses y no mortales, por lo cual, en ese caso en particular esperaba que Oneiros sólo cumpliera con su sueño de poseer a su espada.

Cuando naciera su pequeño, en ese momento vería si funciono su juego, pero antes de eso tenía que asegurarse que su aliado aceptara entregar a su bebe, el heredero de su sangre a una causa superior.

— Es tan… tan pequeño… como un bebe recién nacido.

Oneiros asintió, estaba dispuesto a realizar ese sacrificio si a cambio podía tener a su omega a su lado, engañar a Kairos no sería fácil pero si su pequeño, el fruto de su legítimo omega era tan fuerte como pensaba que lo sería ese dios antiguo, su vástago podría rechazar su promesa, destruirla sin dificultad alguna obteniendo su libertad.

— No te atrevas a engañarme Kairos, porque por mi espada soy capaz de traicionar a mi padre, tú sabes que no me detendré si mi omega resulta lastimado.

Youma tenía en ese momento ojos negros, su sonrisa era casi demencial y podía sentir al dios removerse en su envase, aun así, supuso que no quería engañarlo, de alguna forma había llegado a la conclusión que uno de ellos tendría que nacer de su omega.

Un omega poderoso fecundado por un dios, pero de todas formas se preguntaba como un semidiós le ayudaría a cumplir cualquiera que fuera su momentánea diversión, por lo poco que sabían de este dios del tiempo, sus planes generalmente eran demasiado caóticos, este no podía ser la excepción.

— Tu omega es fuerte, resistirá el parto como resistió esa amputación, aunque yo no me sentiría amado si mi compañero me arrancara una parte de mí para poder estar a su lado, no sé tú, pero… eso no habla de amor.

Oneiros apretó los dientes furioso, ignorando las palabras de Kairos, quien se preguntaba dónde estaba el otro dios, se suponía que ese era su templo y no lo sentía cerca, tal vez estaba dándoles intimidad a los amantes para que pudieran tener frutos sus pasionales encuentros amorosos.

— Y tus palabras no hablan de cordura, Kairos, porque me pregunto si en verdad deseas destruir a los dioses, como piensas hacerlo si el Pegaso ha escapado de tus manos en más de una oportunidad.

Esta vez fue el turno de Kairos para molestarse, pero no dijo nada, en vez de eso se encogió de hombros, aún estaba en duda si su Pegaso actuaría como en las otras oportunidades, pero si lo hacía, tenía dos cartas más en su baraja y un tercero oculto en su manga.

— Para eso los necesito a ustedes, para hacer lo que yo y mi omega no podemos.

El que era el hijo de la muerte y el sueño era uno de los dioses que estaban dispuestos a ayudarle, el otro una mezcla de la lujuria y la ira, de quienes se suponía sólo nacían monstruos, asesinos de dioses, como lo era el Pegaso en persona.

— ¿Destruirás a todos los dioses?

Pregunto esperando escuchar que tenía que decirle al respecto, pero Kairos negó aquello, no quería destruir a todos los dioses, únicamente a los regentes de la tierra, a Zeus y su prole corrompida por la humanidad.

— Sólo a los que se nieguen a seguirme…

Respondió arrebatándole de pronto el collar que Oneiros portaba en su cuello, el que era propiedad de Cid, riéndose al ver que no mostraba como en otros casos la figura de la unión del arquero y la espada, sino por el contrario, una serpiente apenas visible podía verse en sus profundidades.

Como el collar de su esposa tuvo un Pegaso y ninguno de ellos era uno de aquellos animales, regresándoselo a Oneiros con un asentimiento, marchándose de allí con rapidez, suponiendo que ya era el momento de ver que tanta suerte tuvo su segunda semilla germinada.

La primera sería patriarca y había violado a su amado omega durante toda la noche, el santo de Aries no podría tocar a su rosa, pero esperaba que al menos hubiera utilizado aquella técnica con ese poderoso guerrero, así podrían usar su veneno a su favor.

**********

Al mismo tiempo Cid había despertado para ver que ya no estaba encadenado a la pared, solo sus muñecas lo estaban, las cadenas eran poderosas y no podía liberarse por más que lo deseara.

Estaba vestido ya que su pesadilla no había sido real, aún estaba demasiado débil para poder moverse sin trastabillar, pero aun así se levantó de la cama e intento marcharse, atravesando un pasillo con esculturas de belleza incalculable.

Muchas de la misma mujer, otras de su progenie y de su amante, el dios Ares portando su armadura, su rostro cubierto por su casco, estas estatuas eran mucho menos hermosas que las primeras, al igual que estaban construidas con materiales menos exquisitos.

Pero no detuvo su andar hasta llegar a lo que pensó era una puerta, la cual estaba sellada con más cadenas doradas, era como si aquel templo estuviera hecho no para resguardar a sus habitantes, sino para mantenerlos encerrados en él.

— No deberías moverte, aun estas débil…

Cid volteo para ver a Oneiros acercarse a él con un paso demasiado lento, aun portaba su armadura y su expresión era de cierta forma serena, como si no quisiera asustarlo.

— Para ser el templo de la diosa del amor este lugar es demasiado frío, tal vez porque ella fue destruida por su propio hijo.

Cid retrocedió otro paso más, sostenía su muñeca de la cual arrancaron su mano, tratando de convocar su cosmos, pero era inútil mientras aun portara esas cadenas, después de todo eran el trabajo del dios Hefesto, las mismas armas con las cuales difundió la infidelidad de su esposa en el Olimpo con los mismos materiales con los cuales estaban hechos todas las armaduras de los dioses.

Capaces de mantener presos a la diosa de la lujuria y al de la guerra, su amada espada no podría destruirla, sin importar cuánto se esforzara, aun así, Cid estaba dispuesto a enfrentarse a él.

— Debes regresar a tus habitaciones, mi omega, allí podre curar tu mano.

Cid apretó los dientes, no sabía qué hacer por primera vez en toda su vida, sintiendo que sus piernas cedían bajo su propio peso, haciendo que se recargara contra la puerta, escuchando los pasos de Oneiros que no se detenían.

— No debí cortarla, pero no me dejaste otra opción.

De pronto sus piernas se doblaron y antes de caer al suelo, Oneiros alcanzo a cargarlo entre sus brazos, regresándolo por todo aquel pasillo, abriendo las puertas de su habitación para recostarlo en su cama.

Sujetando sus esposas a la pared, alejándose unos pocos pasos para recuperar un regalo de Kairos, el cual tenía la forma de una manzana dorada, la cual le regresaría su fuerza y su brazo cercenado, pero al mismo tiempo le haría olvidar su pasado si era consumida por un mortal.

— Toma esto, si la comes tu brazo regresara y con él tu fuerza.

Cid admiro el fruto por unos instantes, pero se negó a probar cualquier clase de objeto que Oneiros le trajera, prefería desfallecer por la inanición antes de permitirle corromper su cuerpo, suponiendo que aquella hermosa apariencia escondía un secreto temible.

— Prefiero morir de inanición.

Fue su respuesta, cerrando los ojos perdiéndose en la inconsciencia, no porque él o sus hermanos le hubieran obligado a eso, sino porque su cuerpo apenas resistía la pérdida de sangre.

La manzana había sido un regalo de su otro aliado, el comprendía el alcance del poder de aquella fruta, le vio funcionar con su amor, o eso le dijo el día que se la entrego junto a las flechas, presentándose por vez primera en más de mil años.

Ofreciéndole su ayuda a cambio de la suya, era extraño, porque al mismo tiempo Kairos les presento una oportunidad que no podían despreciar, porque su amor era tan grande que harían cualquier sacrificio por no perder a sus omegas.

Mucho menos en los brazos de sus alfas, porque la diosa Hera creía que debían pertenecerle a esas criaturas descuidadas, la clase de guerrero que permitía que su espada fuera lastimada, que le hicieran daño, sólo para cuidar de una diosa que no correspondía a su afecto pero no le dejaría libre.

Con la manzana dorada llegaba la inmortalidad y solo florecía una cada vez que Eris despertaba, pero la diosa de la discordia jamás se separaba de su fruto maldito, a menos que hubiera muerto.

En ese caso la fruta se podría en cuestión de minutos, pero aquí estaba la manzana en perfecto estado, sólo porque el templo de la diosa Afrodita mantenía a sus habitantes jóvenes, bellos y fuertes.

Tal vez por eso su espada no había muerto cuando lo atacaron, cuando su fortaleza se rompió en mil pedazos al ser traicionado por su compañero de armas, abandonado a su suerte por su alfa.

No lo sabía de cierto, pero si aquel bastardo no había comenzado a buscar a Cid presa del dolor y la desesperación de su omega, no lo merecería a su lado, no era lo que su amada espada necesitaba en un compañero.

Como podría serlo cuando le daba la espalda con semejante facilidad, en cambio, él haría lo que fuera, cometería cualquier acto por la promesa de tenerlo para sí, le regresaría su brazo, le ayudaría a perfeccionar su espada, lo protegería de su lealtad a esa diosa y ese alfa.

Le brindaría placeres, sería su dios y él su consorte, su omega, su tesoro, su amado, el padre de todos sus hijos, la criatura más valiosa sobre la faz de la tierra, tan poderoso como era hermoso.

Sería libre de aquel odioso círculo, pero sobre todo sería suyo.

***50***

— ¿Piensas que esto es un castigo?

******

Hola, muchas gracias por sus comentarios, me hacen sentir muy agradecida y con ganas de seguir adelante con esta historia, espero les siga gustando tanto como a mí, mil gracias, además, en el siguiente viene el capítulo especial de Cid.

Después habrá otros especiales, Kardia, Radamanthys y el mismo Sage, de esos tres cual quieren leer primero.

Y continuando con las mismas preguntas de siempre:

¿Hasta el momento que pareja es su favorita?

¿Cuántos quieren que Aspros, Oneiros, Minos o Shion tengan un poco de paraíso?

¿Cuantos prefieren a Degel, Albafica, Sisyphus o Valentine?

Aunque según parece los alfas del principio van ganando, con algunas excepciones, estas son Oneiros y Regulus, pero, no se preocupen, dentro de algunos capítulos empezara a brillar Sisyphus, como Albafica ya lo hace.

Y ahora una nueva, de los posibles villanos.

¿Quién es su favorito?

Sí les gusta la historia y las parejas, déjenme saberlo, ya saben que sus comentarios, kudos, favoritos y todo eso me anima a seguir con esta locura.

Muchas gracias, nos vemos el próximo capítulo.


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