Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Paraiso Robado. por Seiken

[Reviews - 236]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Paraíso Robado.

Resumen:

En el santuario de Athena la perfección del amor se confirmaba con el nacimiento de niños deseados y el paraíso era pertenecer a quien amabas, pero cuando eso no ocurría, bien podrían decir que el paraíso se te había sido robado.

***57***

— ¡No es verdad!

Pronuncio de pronto sintiendo un peso en la boca de su estómago, era imposible que Albafica se hubiera marchado, él jamás le abandonaría a su suerte, tampoco era un traidor, él era un buen hombre, mucho mejor que su alfa impuesto.

— ¡Tú le has hecho algo!

Sus ojos se posaron en Shion, quien parecía tranquilo pero sólo en apariencia, ya que por dentro estaba desesperado por escuchar cualquier clase de información proveniente de Manigoldo, quien fijo su vista en él señalándolo con su dedo índice.

— ¡Lo sé!

No le importaba que lo consideraran un demente, ya lo hacían de todas formas, sólo un omega caprichudo que no aceptaba a su alfa, cuando su dulce rosa lo necesitaba a su lado, Shion le deseaba con él y seguramente, intento lastimar a su alfa, poseerlo como Aspros hizo con él utilizando la disminución del veneno de su sangre durante sus celos.

— Manigoldo, el campo de rosas es muy importante, debemos saber que ocurre en la mente de Albafica, porque ese omega enloquecido ha decidido abandonarnos.

Hakurei estaba tan seguro, hablando de asuntos que no le incumbían y mucho menos entendía, él, un alfa que nunca tuvo un omega esperaba que las uniones con ellos fueran forzadas, sin comprender el verdadero significado del regalo de la diosa pavorreal.

— ¡No es un omega enloquecido!

Tuvo que gritar para que lo escucharan, azotando sus manos delante de la mesa con furia, apretando los dientes, gruñendo sin importarle que de pronto esa mesa vieja se quebraba debajo de sus manos.

— ¡Es un alfa!

Hakurei seguía impávido, mirándolo fijamente con algo parecido a la piedad, como si el que estuviera enfermo fuera él, como si estuviera roto y no comprendiera la realidad, como si estuviera lleno de rencor contra los alfa, denigrando cualquiera de sus palabras a una mentira, culpándolo a él de ser un mal omega cuando ese alfa enloquecido era quien deseaba hacerle daño.

— ¡Mi alfa!

Quien le había hecho daño, su labio inferior estaba sangrando de nuevo y le dolían las costillas, Shion quiso dar un paso en su dirección pero Hakurei se lo evito con uno de sus brazos, deseaba escuchar que tenía Manigoldo que decirles.

— ¡Shion debió haberle hecho algo!

Volvió a pronunciar, notando una herida en la mejilla de Shion, la forma en que le miraba como si él fuera el causante de su dolor, solo porque Albafica lo amaba a él, pero no estaba dispuesto a soportarlo más, sí su alfa estaba perdido era porque ese bastardo le había hecho daño, como Aspros lo violo la noche anterior, géminis, quien ahora era su alfa y pronto lo declararía su omega.

— ¡Como Aspros me violo, el debió lastimar a mi alfa!

Pronuncio con su voz quebrada, imaginándose a su rosa en su lugar, su amado alfa que apenas podía tocarle unos cuantos días al año y ahora debía soportar la odiosa lujuria que podía ver en la mirada de Shion, que siempre estaba presente cuando trataba de interrumpirlos, seguro que ese collar era el de su rosa, que sería su omega sólo porque así lo deseaba.

— ¡Maldita sea!

Lo peor de todo era que Hakurei al escuchar esas palabras las negó con un movimiento de la cabeza, acaso no escucho el enfrentamiento, acaso no veía la destrucción de aquella habitación, los moretones y cortadas en su rostro, en sus muñecas, marcas que estaba seguro que no debían existir en una noche perfecta con el alfa decidido por la diosa pavorreal.

— ¿Porque es tan ciego?

Le pregunto de pronto sosteniéndolo de la ropa para elevarlo, acercando su rostro al suyo, notando la molestia de Hakurei, la forma en que sostenía sus muñecas como si estuviera decepcionado de su actitud, como si debiera estar agradecido por haber sido sometido por Aspros.

— ¿Porque no escucha a nadie más que a ese bastardo traicionero?

Hakurei apretó las muñecas de Manigoldo para obligarlo a soltarlo, al mismo tiempo que Aspros lo sostenía por la espalda, sus brazos a sus costados, alejándolo del anciano que retrocedía dándole la espalda, como si se tratase de una pobre criatura confundida, no un guerrero, mucho menos un omega desesperado por el amor de su vida.

— Esperaba que supieras a donde podría haber ido, si ha traicionado al santuario, la pena deberá cumplirse.

Manigoldo volvió a soltarse e intento golpear a Hakurei, pero Aspros de nuevo lo sostuvo de los brazos, apartándolo del anciano que arqueo una ceja, decepcionado por su eminente locura, preguntándose porque su querido hermano llego a considerar esa brutalidad refrescante.

— ¡No!

Su grito fue tan desgarrador que Aspros casi lo suelta, pero en vez de eso Manigoldo cayó al suelo, dispuesto a implorar por la vida de su rosa, eso debía ser un error, su amado no era un traidor, no lo dejaría atrás, le había prometido que jamás permitiría que Aspros le hiciera daño.

— ¡No pueden matarlo!

El tampoco lo dejaría solo, sin importar lo que pasara, eso se prometieron y las promesas entre compañeros debían cumplirse, de pronto una furia incontrolable nublo sus sentidos, apretando los dientes convocando su cosmos para atacar a ese anciano, a su alumno, a quienes querían robarle su paraíso.

— ¡No lo permitiré!

Grito a punto de levantarse pero Aspros lo ataco, derribándolo al suelo después de que chocara contra una pared, logrando que perdiera el sentido, acercándose entonces a Hakurei, esperando que pudiera perdonar a su omega, no era su culpa que justificara las acciones de un traidor y de un mentiroso.

— Perdónelo maestro Hakurei, Manigoldo ha sido manipulado por Albafica, no es su culpa.

Susurro, Hakurei asintió respirando hondo, desde la pérdida de su hermano el anciano maestro había envejecido más de la cuenta, se veía cansado, agobiado, como si no pudiera mantenerse en pie, una imagen muy extraña en el poderoso alfa.

— Quien debe perdonarlo eres tú, yo ya estoy acostumbrado a esa clase de ataques, mi hermano los tuvo, pero se curan con el tiempo...

Susurro, recordando la forma en que se comportaba con Itia, ese pobre Alfa que sufrió demasiado en manos de su hermano, quien lo amaba con sinceridad, pero jamás pudo ser correspondido, no porque no fuera su alfa sino porque su hermano odiaba su condición, un odio infundado que le heredo a su pobre alumno descarriado.

— Shion, lo mejor es que comiences a buscar a Albafica, si crees que no hay remedio, en ese caso... ya sabes que hacer.

Shion asintió, con gusto cazaría a Albafica para regresarlo al santuario y cuando diera con él usaría la técnica que aprendió de la biblioteca del patriarca, el Satán Imperial, para que su amada rosa le entregara su collar y dijera lo que debía, que no era el alfa de Manigoldo, que todo eso fue un ardid, que ese cangrejo estaba loco, era uno de esos omegas que no aceptaban a sus alfas, creía que le llamaban Omegas Histéricos los hombres de ciencia fuera del santuario.

— Yo sé que Albafica entrara en razón maestro, no debe perder las esperanzas en él, la soledad ha sido demasiado dura para él.

Pronuncio con delicadeza, esperando que su maestro quisiera escucharlo, Albafica no tenía la culpa de su error, sino Manigoldo al convencerlo de ser un alfa, de actuar como uno cuando su belleza era única en cualquier parte del mundo, él era más hermoso que la diosa del amor.

— Tanto como lo ha sido para Manigoldo, el creer que puede cambiar su fisonomía a voluntad.

Susurro Shion, mirando al santo de Géminis, quien cargo a Manigoldo para depositarlo en la cama matrimonial que se veía había sido utilizada la noche anterior, Hakurei se levantó con algo de dificultad, suspirando con decepción, esperaba que de alguna forma ese cangrejo comprendiera su lugar una vez que sintiera el lazo que le unía a su alfa regenerarse, ya que decían, algunas veces estos terminaban quebrándose cuando los compañeros pasaban demasiado tiempo separados.

— Pero usted lo ha dicho, los omegas nacieron para que nosotros los guiemos, para que los cuidemos y nazca nuestra descendencia.

Shion era un joven tan idealista se dijo en silencio, preguntándose porque parecía que Manigoldo le odiaba, acusarlo de lastimar a su hermoso omega que no podía ser un alfa, a él de entregarlo a un alfa que lo lastimaría, de provocar su violación, él que lo conocía desde que era un pequeño, que bien podría ser algo parecido a su tío, ya que Sage lo tomo como si fuera su hijo, convirtiendo a su alumno en su primo, las personas más cercanas a ese testarudo cangrejo, quienes solo se preocupaban por su bienestar y permitir que se uniera a su alfa verdadero.

— Albafica tendrá otra oportunidad, necesitamos el campo de rosas...

Respondió Hakurei, pero de no recibir esa oportunidad, en ese caso debían matarlo y esa opción era una maldición, dejando el santuario indefenso, por lo cual confiaba en Shion para hacerle comprender la verdad, su destino, el amor que su alumno le tenía, que era mucho más puro que el de cualquier otra persona.

— También debo decirte que serás nombrado como el patriarca, que el honor de guiar al santuario es tuyo y tu podrás lograr que tanto los alfas como los omegas, te escuchen, en especial si tienes a Manigoldo de tu lado.

Le informo a Aspros con una gran sonrisa, esperando que esa noticia animara el adolorido corazón del pobre muchacho, que aun escuchaba las mentiras de Manigoldo, sus crueles mentiras llenas de rencor incomprensible.

— Es un honor, anciano maestro, no sé cómo agradecerle lo que ha hecho por nosotros.

Aspros fingió estar sorprendido, casi como si no hubiera escuchado aquellas palabras, cerrando los ojos para después abrirlos, asintiendo con una gran sonrisa, mirándolo fijamente, comprendiendo que por fin su sueño se había vuelto realidad.

— Me ha dado el honor de ser patriarca y a mi compañero.

Eso era cierto, le había dado la túnica y a su conejito, cuyo collar mostraría en su nombramiento, cuando anunciara que Manigoldo era su compañero, una prueba de que ese hombre debía ser suyo, los dioses así lo deseaban.

— Aunque sigue diciéndose el omega de Albafica.

Se quejó Hakurei, negando aquello con un movimiento de la cabeza, esperando que de alguna forma con el tiempo la locura de Manigoldo pudiera curarse, aunque comenzaba a creer que nunca pasaría eso, jamás podría ser libre de su confusión.

— Pero yo tengo su collar, véalo, Manigoldo ya no podrá seguir mintiendo.

Pronuncio de pronto enseñándole un collar de color azul, una hermosa perla que Hakurei admiro por algunos cuantos segundos, asintiendo, cerrando los dedos de Aspros sobre la preciada perla, esperando que con eso Manigoldo pudiera comprender el amor de su alfa.

— Es tan triste cuando los omegas pierden la razón, pero sé que tendrás la paciencia para protegerlo y tarde o temprano, el aceptara tu amor, eso siempre pasa.

Quiso animar al joven santo de géminis, quien asintió, colgando esa perla en su cuello como quien posee un trofeo, esperando que Manigoldo aceptara su amor, al menos, que aceptara que su rosa era un cobarde, que él se encargaría de su futuro de ahora en adelante, que lo amaría y protegería por el resto de sus vidas.

— Al menos no terminaras como Itia, el pobre alfa de mi hermano, él desespero hasta perder la razón y yo le ayude a eso, pero al menos, ya estoy limpiando un poco mis culpas.

— Jamás podre agradecerle lo suficiente, usted sabe que mi amor por Manigoldo es real, que yo soy su alfa y que siempre lo mantendré seguro.

Le juro con la sinceridad con la cual pedía la mano de Manigoldo a Sage, el que ya no estaba para interferir en la felicidad de los alfas, dejando a su hermano para realizar los sacrificios necesarios, para tomar la mejor decisión para todos los omegas, en especial su conejito.

— Me alegra escuchar eso Aspros, ya que tendrás mucho trabajo por delante.

Le advirtió con una sonrisa, esperando que géminis demostrara lo mucho que amaba a su cangrejo, dándole la paciencia que necesitaba para que Manigoldo comprendiera su amor, esperando que para dentro de dos primaveras el milagro de la concepción se realizara, ese celo se había perdido por culpa de su hermano.

— Manigoldo lo vale, él es un tesoro magnifico.

Susurro Aspros, mirando a su conejito con una sonrisa, seguro que dentro de poco cuando sus gemelos deambularan por el santuario, su amado comprendería que su amor era real o que al menos, no tenía otro lugar a donde ir.

— Shion, busca a Albafica y regrésalo al santuario, pero no pongas en peligro tu vida, no quiero perder más santos dorados.

Le ordeno Hakurei, confiando en su alumno, dándole la espalda para salir de aquella habitación hablando para sí, parecía demasiado distraído, una actitud impropia en el sabio alfa.

— Primero Sisyphus, ahora Cid, Regulus se ha marchado para buscar a su tío.

Comenzó a enumerar a los santos que habían perdido, deteniéndose en la puerta al ver que Shion no lo seguía, quien asintió apesadumbrado, preguntándose quien pudo ayudarle a su rosa a salir del santuario, quien hubiera hecho eso lo pagaría con su vida.

— Espero que Dohko de con él.

Susurro de pronto Shion, seguro que su amigo haría lo correcto, no era un sucio traidor se dijo, observando a Manigoldo con una amplia sonrisa, por fin le había apartado del camino de su rosa, entregado en los seguros brazos de Aspros.

— Y esos dos, Degel y Kardia, mi hermano los envió a una misión de la que no me dijo nada...

Se quejó Hakurei, suspirando, indicándole a Shion que le siguiera, sabía que Aspros y Manigoldo tenían mucho de qué hablar.

— Lo mejor es que los dejemos solos.

Comento de pronto, esperando que Shion comprendiera que no era correcto importunar a una pareja recién formada, ellos debían conocerse, hablar de su futuro, de los arreglos que debían realizarse para su nueva vida.

— Cuando Manigoldo despierte tendrán mucho de qué hablar.

Pronuncio, tomando a Shion del brazo, quien asintió sin moverse, tenía que preguntarle algo a su nuevo aliado, quien esperaba que le dejaran solo con su omega.

— Por supuesto maestro, pero necesito preguntarle algo al nuevo patriarca.

Cuando dijo eso Hakurei simplemente se marchó, dejándolos a solas, Shion cerró la puerta con delicadeza, esperando escuchar algunas buenas noticias.

— Sólo no te demores demasiado, ellos deben arreglar sus diferencias.

***58***

Degel cerró los ojos para concentrarse en su vínculo, sonriendo cuando sintió la energía vital de su omega, no sabía en donde esta con exactitud, pero su cosmos le decía que estaba a salvo, que ese bastardo no había logrado lastimarlo.

Haciendo que respirara hondo, aliviado, diciéndose que le haría pagar a ese guerrero de hielo el siquiera pensar en lastimar a su omega, quien era lo más valioso de su vida, el tesoro de su mundo, su cordura y su corazón.

Su armadura era negra, demasiado extraña, como si tuviera un poder nuevo, diferente al de la que portaba antes, casi como si se tratase de un recién nacido, algo que apenas abría los ojos para poder ver el mundo con ayuda de su cuerpo.

Degel supuso que esa armadura tenía un extraño inicio, ayudándole a buscar a su omega a cambio de que en un futuro cercano asesinara con sus propias manos a un hombre llamado Minos.

El único que conocía era el de las leyendas, el del inframundo, un personaje sádico que había sobrevivido a la mitología, poco sabía que se trataba de un hombre de carne y hueso, el primer juez del inframundo, una persona que había prometido destruir.

El santo de Cristal comenzó a moverse con rapidez, no sabía dónde buscar a su omega, pero si sabía que uno de los oráculos podría enseñarle que camino debía seguir, hacia donde dirigirse para encontrar a su amado escorpión.

Cuyo destino era incierto, pero por el momento sabía que estaba sano y salvo, de momento sentía pena por ese pobre idiota que intentaba hacerlo suyo en contra de la voluntad de su compañero.

Quien seguramente le haría pagar muy caro su insolencia con su cosmos, con su aguja escarlata, pero sobre todo, cuando diera con él haría que deseara haber muerto o posado sus ojos en otro omega que no fuera el suyo, no, eso era incorrecto, ningún omega se merecía ser sometido por cualquiera, ni su propio alfa.

Kardia era fuego puro, no era nada fácil tratar con él y eso le gustaba, cuando estaba de buen humor casi podía considerarlo dulce, pero si se molestaba con él tenía un infierno que pagar.

De alguna manera, su apresurada decisión fue perdonada con demasiada facilidad, tal vez porque el celo estaba demasiado próximo, acababa de terminar hacia muy poco tiempo y eso hacía que su escorpión ignorara todas sus fallas como Alfa para poder yacer a su lado.

Aunque Kardia siempre se quejaba de que era un pervertido, su escorpión era casi tan malo como él, porque le gustaba jugar a ser otras personas, actuar historias e imaginarse escenas por demás interesantes.

En alguna ocasión le toco actuar en el papel de un espectro de Hades que regresaba al buen camino con ayuda de su escorpión.

Suponía que debía estar muerto de miedo, furioso, ansioso por estar de regreso con Kardia, pero por alguna razón no creía que ese hombre fuera capaz de lastimar a su cura, porque bien sabía que sólo el amor de un omega era capaz de derretir el corazón congelado de un guerrero de hielo.

Krest se lo había dicho en más de una ocasión, su omega era su cura y él siempre lo amaría, pero si sus sentimientos no eran encendidos por esa criatura perfecta, en ese caso debía dejarla ir, porque no importaba cuanto se esforzara, no le amaría como deseaba.

Aun recordaba esa conversación, tal vez era la primera vez que Kardia lo ataco, aún tenía la sangre fresca de su herida en su ropa, sus ojos cubiertos de lágrimas, el lloraba al sentirse rechazado por quien pensó era su omega.

*********

Sage se lo había encargado y su belleza era sublime, su fuerza, la furia con la cual trataba de alejarlo, como si le tuviera miedo al vínculo que los dos sentían se creó mucho antes de verse siquiera.

Krest de pronto se sentó a su lado para revisar sus heridas, notando con sorpresa que estaba llorando, nunca antes lo había visto hacerlo y en vez de preocuparse por él, sonrió, llevando una mano a su hombro.

— ¿Estas llorando?

Le pregunto con esa sonrisa en los labios, como si comprendiera algo que el no, Degel asintió tratando de limpiar sus lágrimas, pero Krest no parecía conmovido por ello, ni molesto, seguro que su herida no era tan temible como parecía, sino por el contrario, al verle llorar supuso que su alumno se sentía rechazado por quien anuncio era su omega.

— Kardia no me quiere cerca, de seguro me odia.

Krest se rio al escucharlo, cruzando sus brazos delante de su pecho mirándolo de reojo al notar su molestia, como el llanto pasaba a un exquisito color rosado con el cual podría divertirse bastante.

— No te odia, sólo fuiste demasiado aventurado al decirle que eran compañeros y que siempre estarían juntos, de seguro lo asustaste con esa posesividad.

Degel al escuchar esas palabras asintió, tal vez era eso, no debió presionar a su amado Kardia tan pronto, después de todo, ni siquiera habían pasado algunos meses desde su repentino anuncio, sabía que se trataba de su alfa, pero tal vez su escorpión venenoso aun no comprendía que se trataba de su omega.

— Pero yo lo quiero.

Le informo a su maestro, quien aún seguía demasiado divertido por aquella muestra repentina de amor por el joven escorpión, quien seguramente como un joven omega había aprendido desde muy pequeño a temerle a los alfas, pero cuando Sage hablara con ellos y les explicara lo que tenían que saber, seguramente ya no estaría tan molesto con su joven pupilo.

— ¿Cómo sabes que lo quieres?

Aquella pregunta era extraña, pero muy fácil de responder para Degel, quien sonrojándose aún mas no supo que decirle a su maestro en un principio, el que parecía encontrar divertido ese momentáneo rechazo.

— Porque mi corazón late cuando lo veo, porque siento cuando estoy a su lado, me siento feliz, o triste, o molesto, pero siento... y eso no era así antes de conocerle.

Esa respuesta fue suficiente para Krest, quien sabía muy bien de la maldición, la conocía y por un momento estuvo a punto de perder la razón sino le hubiera conocido, su omega, una criatura hermosa con la que vivió poco tiempo.

— En ese caso, porque no tratas de acercarte a el de una forma mucho más sutil, no como si fueras un hombre de las cavernas y quisieras secuestrarlo, no sé, golpearlo en la cabeza para llevártelo en tu hombro a un lugar seguro.

Degel se sonrojo mucho más porque de momento así se sentía, como si tuviera que llevarse a Kardia consigo para que su hermoso escorpión le hiciera caso.

— Eso no les gusta, he conocido pocos omegas que aprecian esa actitud, además, tú no eres así Degel, tu eres un buen muchacho que seguramente sabes cómo tratar a un regalo de los dioses, a tu propio corazón.

Su corazón, eso era lo que Kardia era para él, su corazón, aquello que le hacía sentir como los demás, que le había salvado de la indiferencia, de la maldición que se cernía sobre ellos, de una forma en la cual siempre le estaría agradecido.

— ¿Mi corazón?

**********

Krest siempre había encontrado sus intentos por seducir a su compañero de armas demasiado divertidos, hasta que lo lastimo aquella ocasión que le prohibieron verle, en ese momento su maestro estaba dispuesto a mandar a su escorpión lejos para que ya no le hiciera daño.

Lo recordaba bien porque tuvo que suplicarle que no lo apartara de su lado, que solo era una muestra del fuego interno de su escorpión, que no debía estar molesto con él por eso, porque él no lo estaba.

*********

— No puedo permitir que siga lastimándote, Degel, lo siento mucho.

Degel negó aquello, no quería aceptarlo, era injusto que le apartaran a su omega, porque en ese momento Manigoldo podría seducirlo, ese aspirante a cangrejo que nunca cerraba su gran boca.

— No puede hacer eso, yo sé que él va a reconocerme, que algún día se dará cuenta que somos compañeros, pero si lo separa de mí, nunca lo hará, se marchara con ese cangrejo y yo seré condenado a no sentir de nuevo.

Krest arqueo una ceja, suponiendo que ese cangrejo era Manigoldo, el tercer omega aspirante a santo dorado cuyo posible compañero era la rosa del jardín de Athena, ya que pensaba, el hijo de Lugonis no era un omega, la forma en que peleaba por ese collar, diciendo que las rosas se lo habían regalado, se mantenía a su lado pero sin perturbarlo, mirándolo de lejos, ansioso por ser reconocido, era la manera de un alfa de mantener el vínculo vivo.

Un lazo que a veces lograba romperse, destruyendo la cordura de uno de los lados, el más débil de los dos, así que suspirando, diciéndose que Degel comprendería lo peligroso que era Kardia, se marchó.

— Si no te reconoce Degel, tal vez no es tu compañero y tú solo te esfuerzas por sentir, eso ya ha pasado antes, tu creas esa ilusión, tratando de sobrevivir, volver a ser humano cuando los dioses no quieren que sea así.

*********

Pero su maestro estaba en un error, su escorpión si pudo reconocerlo, si lo amaba y la forma en que logro que escuchara sus palabras fue a través de sus cartas, las que guardaba como un tesoro que presumía con Cid, pero en especial con Manigoldo, creyendo que su alfa, el santo de Géminis no era un poeta como él, que no lo amaba tanto.

Era gracioso que su alfa no fuera Aspros, sino Albafica, quien pasaba por lo mismo que él, sufría en silencio admirando a su compañero de lejos, mirándolo de reojo, esperando ser reconocido, pero sin atreverse a decir nada por miedo a ser rechazado.

*********

Su maestro regreso a media noche para ver que tanto habían curado sus heridas, para encontrar a Kardia recostado a su lado, aferrado a sus cobijas, su rostro escondido en su pecho, durmiendo plácidamente.

Una imagen que le sorprendió demasiado, tanto que por poco pronuncia un sonido, diciéndole a Kardia que su compañero de entrenamiento estaba malherido por su culpa, que debía dejarlo descansar.

— Me ha reconocido.

Le anuncio a su maestro de pronto, acariciando el cabello de Kardia, quien se removió entre sus brazos, aferrándose a sus ropas, con una expresión serena, seguro en sus brazos.

— Por fin ha descubierto que yo soy su admirador secreto y me ama, sabe que soy su alfa, que debemos estar juntos.

Krest sonrió, era una imagen que pensó jamás volvería a presenciar, el amor de dos jóvenes como ellos, uno un santo de cristal como lo fue él, el otro un escorpión, ambos signos actuaban como si estuvieran conectados por los hilos del destino.

— El realmente lo siente, me lo dijo, me pidió perdón por ser tan cruel conmigo.

Le informo recorriendo los risos azules del cabello de su escorpión, notando que su maestro buscaba una cobija para poder cubrirlos con ella, respirando hondo, puesto que había solicitado que Kardia fuera con otro maestro para mantener seguro a Degel, sin embargo, el joven patriarca, aunque ya no tanto físicamente, se negó a eso.

— Se lo pedí a Sage, pero me dijo que no, que tu debías ser quien le solicitara el traslado de Kardia, si lo hacías, en ese caso buscaría un maestro que pudiera terminar con su entrenamiento, pero que antes de eso, no lo hará.

*********

Sage siempre velaba por la seguridad de sus aspirantes, de sus santos y de cada uno de los habitantes del santuario, de los alfas, de los omegas, aun de los betas, era un hombre justo, que noto su vínculo mucho antes que su escorpión.

Quien le dijo que debía encontrar una forma de acercarse a él sin asustarlo, ya que al no recibir ningún consejo de su maestro, supuso que un omega como lo era Sage, que había vivido demasiado tiempo y conocido mucho más aun, sabría que decirle.

Por lo cual fue a verlo, hincándose frente a él, para explicarle su dolor, su temor a no ser correspondido.

Sage al principio no le dijo nada, solo le observo preguntándose si acaso había escuchado bien, para después sonreírle, esperando que quisiera escuchar su consejo.

— ¿Kardia sabe que es tu omega?

Le pregunto mirándolo fijamente, como si estuviera leyendo sus pensamientos, Degel negó esa pregunta, Kardia no lo sabía, pero deseaba demostrárselo de alguna manera.

—Ya veo.

Sage se rasco la barbilla en ese momento, logrando que comenzara a inquietarse, pensando que tal vez le diría que se alejara de su omega, que no estaba hecho para él o que los omegas debían ser puros como la diosa de la sabiduría.

— ¿Qué harías de estar equivocado? ¿Si Kardia resultara no ser tu compañero?

Aquella pregunta era muy dolorosa para él, haciéndole dudar de la pureza de sus sentimientos, pero aun así, lo mejor era responder con la verdad.

— Lo dejaría libre y lo mantendría seguro con mi cosmos, aceptando su amor por alguien más, aunque él no me ame o yo no sea su compañero, no quiero que sufra.

Sage sonrió al escucharle decir aquellas palabras, aparentemente tomando una decisión, llamándolo para que se acercara un poco más.

— ¿Le has dicho lo que sientes?

Le pregunto con amabilidad, esperando escuchar su respuesta.

— Sí, sólo una vez, pero no me escucho y no quiere escucharme, dice que no necesita un alfa, que no me quiere cerca.

Degel al ver que Sage asentía sin decir demasiado se mordió el labio, ansioso, pensando que no había nada que hacer con su caso.

— No sé qué decirle para que me escuche, como hacerle ver que yo lo amo.

Sage encontraba aquella noción divertida, eran demasiado pequeños para saber cualquier cosa del amor, aun así, Degel había solicitado su ayuda, por lo cual, debía dársela, no deseaba que se convirtiera en alguien parecido a Itia, que si el escorpión no era su compañero, comenzara a cazarlo como si se tratase de un animal, un acto que no consentiría.

— Dale su espacio, permite que él vaya a ti si es que te desea, sólo así sabrás si es tu omega o tú te has creado esa ilusión.

Degel asintió, pero aun así deseaba decirle cuanto lo amaba, lo que significaba para él, por lo cual, su respuesta no le ayudaba del todo.

— Tal vez lo mejor sea que le digas lo que sientes de otra forma, no de forma directa, sino algo más sutil... yo sé que tú encontraras algo, eres muy inteligente, todo un prodigio y se que si eres su alfa, encontraras la forma de llegar a él, si es que es tu omega, pero si te rechaza debes aceptar que no está hecho para ti, que no son uno.

Degel de pronto pensó en escribirle lo que sentía, de esa forma podría saber si lo aceptaba o no, si acaso le gustaban sus palabras o las encontraba ridículas, si no lo aceptaba le dejaría sólo, pero si lograba capturar su corazón de aquella forma, en ese caso sería el alfa más afortunado de toda la historia.

— Déjame saber si has logrado tu objetivo, ya que de ser así, si llegan a reconocerse, con gusto les daré mi bendición para que puedan estar juntos, pero recuerda, si Kardia no te ama, deberás dejarlo libre.

*********

Pero su escorpión se enamoró de sus cartas, de sus palabras de amor, correspondiendo de una forma en la cual ni siquiera se atrevió a soñar en su juventud, su hermoso Kardia, su perfecto compañero.

— Quien quiera que seas, no dejare que lastimes a mi Kardia y estoy seguro, que él tampoco...

***59***
Minos salió del baño con pereza dejando que las gotas de agua delinearan sus músculos, emergiendo de su pequeña alberca para ingresar en otra habitación, no su sala de juegos en donde aquellos efebos que se le parecían tanto a su hermano en su juventud lo desengañaban con sus lloriqueos, con su patética actitud sumisa, él no deseaba un amante dócil, quería una fiera que le diera el placer que tanto buscaba en todos sus amantes.

**********

Hola, me he tardado mucho en postear cualquier cosa, primero con los errores de Amor Yaoi, después mi computadora se hecho a perder, pero tengo todo respaldado en mi correo, muchísimas gracias a YUE, MORIDAKAY, LETHEB, YUKU ICHIHARA, YUE, PRINCESSICE. SUSEY y a LOISCESLES.

Veo que les llama la atención la posible pareja de Bennu, y la historia de Sage, pero cual de las dos les interesa mucho más.

¿Sage o Bennu?

Mil gracias, nos vemos el jueves y como siempre, espero conocer sus opiniones.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).