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Paraiso Robado. por Seiken

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Había pasado un día desde que Aspros había aceptado su petición y por alguna razón que no alcanzaba a comprender, no lo había tocado desde entonces, tampoco le había visitado, simplemente actuaba como si no existiera más, preocupandolo demasiado con esa nueva actitud. 
 
-No siento que estés tan agradecido conmigo, como deberías estarlo. 
 
Manigoldo no entendió esa queja en un principio, dejando que Aspros lo sentara en sus piernas, para recorrer su muslo con una de sus manos, deteniéndose en la rodilla, besando su cuello con delicadeza. 
 
-Dame una muestra de tu buena voluntad conejito, que tan agradecido estas de que yo salvé la vida de ese traidor que abandonó los campos de rosas, la principal defensa del santuario, únicamente, porque no quiso obedecer y únicamente, porque tú me lo pides tan dulcemente.
 
Manigoldo estuvo a punto de decirle que eso era una mentira, que su alfa no había traicionado al santuario de Athena y que solamente huyó, porque no tuvo otra opción, porque sabía que Albafica no le daría la espalda, sin una buena razón, no lo dejaría solo, mucho menos dejaría que él tocara su cuerpo, sin embargo, guardó silencio. 
 
-¿Qué quieres que haga? 
 
Aspros arqueo una ceja, delineando los labios de Manigoldo con delicadeza, aparentemente pensando que debía pedirle, acercando sus labios a los suyos, como si quisiera besarlo, pero no lo hizo, en vez de eso, se detuvo a la altura de su oído. 
 
-Si yo te pido que deseo que hagas, te estaré pagando por este favor que haré por ti, porque mi omega me lo pidio, asi que… no, esta vez, no te dire que deseo que hagas, porque te convertiría en una prostituta y no queremos eso. 
 
Manigoldo se petrifico, porque justo así se sentía, como si fuera una prostituta o un esclavo, al venderse por seguridad, por no sentir más de ese cariño violento del alfa que esperaba una muestra de su agradecimiento. 
 
-Así que… vamos conejito, yo se que tu comprendes muy bien que deseo de ti, como pagar por esto que haré solo por ti, porque si por mi fuera, Albafica sería ejecutado por sus crímenes, mandaría a mi hermano para matarlo o al mismo Shion, se que el es un soldado leal, hará lo que el santuario le pida. 
 
Aunque también sabía que Shion deseaba a Albafica y que a cambio de la sirena era que le dio su collar, para decir que era el de su conejito, que hizo que su hermano lo nombrará patriarca y le había prometido, que no dejaría que la sirena se acercara a su amado, pero eso, no lo sabía Manigoldo, únicamente lo sabían ellos dos, tal vez Hakurei, pero el ya no importaba. 
 
-Lo único que pido es una muestra de afecto mi conejito, por mantenerlo vivo y salvarlo del veneno. 
 
Un poco de afecto por el cual estaba dispuesto a traicionar al mismo Shion, si llegaba el momento en el que él tuviera que proteger a su rival, a quien mandaría a la otra dimensión, lo encerraría en cabo sunion, pero, lo mantendría a salvo de la lujuria del joven lemuriano, como su conejito se lo pidió. 
 
-Que provenga de tu corazón, sin que yo tenga que ordenarlo. 
 
Manigoldo asintió, aun estaba sentado en las piernas de Aspros, a quien apenas comprendía, era como si estuviera hechizado, como uno de esos cuentos que su maestro le contó sobre espiritus malignos, como si una de las flechas del dios del amor lo hubiera flechado y se robara su cordura.
 
-Usa esa imaginación tuya, tal vez esos labios, los dos sabemos que eres muy inteligente, pero muy parlanchín, aunque, eso también me gusta, todo de ti me gusta. 
 
Manigoldo beso los labios de Aspros, tratando de actuar como una criatura seductora, ingresando su lengua en su boca, sintiendo como el santo de géminis, pronto se convertía en el dominante en ese beso, sosteniéndolo del cuello, acariciando su espalda. 
 
-Comienzo a sentirme agradecido, pero no lo suficiente… 
 
No habían dejado de tener sexo desde que llegó a esa celda, Aspros pareciera que solo pensaba en eso, que usaba su propio cosmos como combustible para su lujuria, haciendo que se preguntara, cuándo podría dejarlo en paz, al menos unas horas, porque días suponía que eso no pasaría nunca. 
 
-Se que puedes hacer algo mejor. 
 
Manigoldo se movió de sus piernas, quedándose de rodillas frente al cuerpo del mayor, que le veía fijamente, sin perderse un solo instante de su nueva humillación, sus piernas ligeramente abiertas, vestido como el patriarca del santuario, con unas diferencias, cuando su maestro vestía de blanco, Aspros lo hacía de negro y no sabia la razón de eso. 
 
-Y si me siento lo suficiente agradecido, que tu me agradeces mis esfuerzos por mantenerte a salvo, saldremos a Rodorio, tu y yo, en una cita, a esa taberna que tanto te gusta o a donde tu quieras… 
 
Salir de esa celda y proteger a Albafica, a cambio de su agradecimiento, no era como si se estuviera vendiendo al patriarca, se dijo el cangrejo sosteniéndose de las rodillas del patriarca, que esperaba ansioso por su premio, por ver qué tan lejos llegaba por proteger a su sirena. 
 
-Y tal vez, te deje descansar un día, para que busquemos ropa de bebé, nuestros gemelos deben tener solo las mejores prendas. 
 
Pero se sentía de esa forma, porque pensaba que si Aspros le forzaba no era un crimen tan malo, no estaba traicionando tanto a su alfa, como si él iniciaba las caricias, aunque fuera para defender a su rosa, ganar un poco de libertad y salir de allí, al menos un día. 
 
-No puede ser tan difícil para ti, a menos que no estés agradecido y solo me hayas mentido. 
 
Agradecido, no estaba agradecido por nada, aun asi con manos temblorosas empezó a quitarle la ropa al patriarca, tragando un poco de saliva cuando Aspros lo sostuvo del cabello, con delicadeza, acercándolo a su hombría. 
 
-Te ves muy sensual hincado frente a tu alfa, a punto de brindarle placer con esos labios tan bonitos, que me han mentido tanto. 
 
Manigoldo cerró los ojos, pensando en su alfa, en cómo le había gustado que lo hiciera cuando estuvieron juntos, esa única vez, imaginandose que era él a quien complacía y que eran esos sus gemidos. 
 
Lamiendo primero su hombría a todo lo largo, besando la punta, antes de tratar de rodearla toda, sintiendo el sabor de Aspros inundar su boca, sus sentidos, borrando esa fantasía, porque su alfa olía como la sangre, a cobre, al veneno de sus venas, no a lo que olía el patriarca, que aunque era un hombre muy pulcro, no le gustaba su aroma. 
 
Quiso apartarse, pero, se forzó a mantenerse en esa postura, hincado, sosteniéndose de las rodillas de su alfa impuesto, que gemía arqueando la espalda, empujando en su boca, casi ahogándose con su hombría, obligándolo a apartarse, a abrir los ojos, para ver lo que estaba haciendo. 
 
Pero no se detuvo, siguió su tarea, pensando en la recompensa, en la vida de su alfa, pero sobretodo, en la forma de salir de allí, al menos un día, sintiéndose agobiado, porque desde que su cautiverio comenzó, no había abandonado esas paredes, solo una ocasión, que casi logra huir, pero fue encontrado. 
 
-Manigoldo… 
 
Aspros empujaba lentamente, sus ojos fijos en los suyos, acariciando su cabello, orgulloso, aparentemente, como si estuviera realizando una tarea que debía suceder y suponía que así era, esa sería su nueva vida, al menos esperaba que cuando empezara a notarse su embarazo, su patriarca le dejara tranquilo, pero lo dudaba. 
 
Y aunque se esforzaba para que se viniera rápido, aunque lo hiciera en su boda, esta vez su patriarca estaba controlado, prolongando su felación lo máximo que pudiera supuso, sintiendo el sabor salado inundar sus sentidos. 
 
-Manigoldo… 
 
Liberando su cabeza, para sostenerse de los brazos de su silla, permitiéndole seguir el ritmo que deseara y por un momento quiso apartarse, pero no pudo, no debía hacerlo, por lo cual siguió dándole placer con su boca, traicionando a su alfa de esa forma, hasta que la semilla de Aspros, después de interminables minutos, que para él pudieron ser horas, o días, o minutos debajo del agua, sin poder respirar, por fin se derramó. 
 
-¡Manigoldo! 
 
Manigoldo trato de tragar su semilla, pero no pudo, tosiendo tratando de recuperar la respiración, tosiendo al separarse, sintiendo la semilla de Aspros cubrir su rostro, su cabello, parte de su pecho. 
 
-Eso fue… 
 
Insuficiente para el patriarca, que veía la expresión de Manigoldo, como estaba sonrojado y se daba cuenta, que no había disfrutado demasiado de esas caricias, seguramente era la primera vez que hacía algo como eso, además, bañar a su compañero con su semilla no era amable, supuso, pero, deseaba más, deseaba mucho mas, asi que, recordando la ropa de bebe, como quiso recuperarla, deseo un poco más, su cangrejo era tímido, pero, cuando tenían sexo terminaba liberando su verdadero ser. 
 
-Te… te regresaré tu ropa de bebé, si me cabalgas Manigoldo… uno de mis gemelos podrá portarla. 
 
La flecha no le dejaba ver que tan desagradable había sido ese acto para el, pero aun así, en el fondo de su psique, después de ser aceptado por su omega, de ganar un poco de paz, se daba cuenta que no lo deseaba, no del todo, pero, quería un poco más, que su conejito fuera quien se moviera sobre él, después de brindarle placer con su boca. 
 
-El que tu quieras… 
 
Para Manigoldo era importante esa ropa, era una promesa, un recordatorio de que alguna vez soñó con tener libertad y vivir con su alfa, pero, ese sueño era absurdo, tan solo era un omega, eso era lo que tenía destinado para él, solo era basura. 
 
-O puedo quemarla… 
 
Manigoldo asintió, levantándose del suelo, vestido con una ropa extraña, lo que Aspros había dicho que era ropa tradicional de omega, pero él no creía eso, el pensaba que solo se trataba de una de las sucias fantasías de su captor, que esperaba por su respuesta. 
 
-Tengo que… tengo que prepararme primero… 
 
Aspros le veía fijamente, relamiendo sus labios, asintiendo, acomodandolo en la mesa, para que pudiera ver como lo hacía, supuso Manigoldo, que simplemente desvió la mirada, para obedecer a su captor. 
 
-Quiero verlo… disfrutarlo, mi conejito. 
 
Manigoldo lentamente comenzó a acariciarse, preparándose para cabalgar a Aspros, como tan amablemente lo había dicho, abriendo su cuerpo para él, mostrándole algo que su alfa nunca había visto, sintiéndose sucio, culpable, porque comenzaba a preguntarse qué había hecho él para ganarse la locura de géminis, su deseo y lujuria. 
 
Tratando de ignorar su mirada hambrienta, recordando como Albafica siempre le acariciaba antes de yacer juntos, como pasaba horas brindándole placer, ingresando sus dedos dentro de su cuerpo hasta que pensaba que no sería doloroso para él. 
 
Su alfa era suave, era delicado, era hermoso, era tan hermoso que él también esperaba sus celos, que le gustaba verle de lejos, admirarlo, sin que él lo supiera, porque se sentiria culpable y en las noches, cuando estaba solo, se acariciaba a sí mismo, pensando en él, como en ese momento lo hacía. 
 
Sabía que su alfa también se acariciaba pensando en su cuerpo, en su aroma y eso le hacía sentir bien, amado, deseo, sensual, no sucio, como en ese momento en que Aspros se tocaba a sí mismo, al observarle prepararse para el. 
 
-Es suficiente. 
 
Para él no lo era, pero aceptó la orden, acomodándose sobre el cuerpo de Aspros, buscando una postura cómoda, para empezar a empalarse en su cuerpo, sintiendo como el santo de géminis, lo penetraba de un solo movimiento, sin dejarle acostumbrarse a él, no al principio, como su alfa siempre le dejaba hacerlo. 
 
-Eres tan estrecho y cálido… 
 
Manigoldo ignoró sus palabras, que suponía que eran un halago, empezando a moverse con un ritmo lento, cerrando los ojos, tratando de recordar a su alfa, como se movía, como le daba placer, perdiéndose en ese sentimiento, no deseaba saber más, solo quería que terminaran pronto, sintiéndose un infiel, un traidor, un mentiroso y sobretodo un mal omega.
 
Que había traicionado a su rosa que seguramente buscaba la forma de llegar a él, que estaba solo, angustiado, en cambio, él estaba vendiendo su cuerpo a Aspros, traicionando sus promesas, cuando él apenas podía tocarlo unos cuantos días al año, no había dejado de tener sexo con el rival de su amor. 
 
Quien se limitaba a ver cómo se movía sobre él, sus ojos cerrados, esperando que pronto se derramara en el interior de su cuerpo, sin embargo, Aspros trataría de prolongar todo lo que pudiera esa primera ocasión, recibiendo las caricias de su conejito, viendo como se movía sensual sobre su regazo, ignorando convenientemente que eso lo hacía por su alfa, por un poco de libertad y por su ropa de bebe, no porque lo deseara, o sintiera placer al moverse de esa forma. 
 
-Conejito… 
 
Manigoldo llevó su mano derecha a los labios de Aspros, para silenciarlo, pero el empezo a lamerlos, chuparlos, perdido en su propia pesadilla, ocasionada por la flecha dorada en su espalda, una flecha que no perdería su efecto hasta que el mismo dios del amor falleciera.  
 
-Mi conejito. 
 
Manigoldo sintió que habían pasado horas, comenzaba a dolerle el cuerpo debido al esfuerzo, pero, pronto, después de no sabía cuánto tiempo, Aspros se derramó en su cuerpo, llenándolo con su semilla, al fin. 
 
-Mi conejito, te amo mi conejito. 
 
El cangrejo se recargo en el hombro de Aspros, quien empezó a acariciar su espalda, besando su cuello, sintiéndose completo, amado, sumido en su propio mundo. 
 
-Mi conejito. 
 
*****
 
-¿Te encuentras bien Cid? 
 
Cid no pudo más que sorprenderse al escuchar esa pregunta, especialmente porque Sisyphus empezó a revisar su cuerpo, buscando alguna herida mortal, tranquilizandose cuando no vio ninguna. 
 
-Cid es un santo dorado Sisyphus, es capaz de soportar unos cuantos golpes. 
 
Hasgard intentó tranquilizarlo, pero esas palabras no le gustaron demasiado a Sisyphus, que bien sabía que su omega era un santo dorado. 
 
-Eso no importa ahora, Sisyphus, lo que importa es que haremos para sacar a Manigoldo de allí, del santuario. 
 
Sage estaba sentado en el suelo, tenía varias marcas, algunos vendajes improvisados, pero estaba tranquilo, pensando, meditando y observando. 
 
-Estás esperando, es peligroso para ti usar tu cosmos, yo solo pienso en lo mejor para los dos, para ti y para tu pequeño. 
 
Sage se levantó, caminando hacia ellos, para colocar una mano en el brazo de Sisyphus, quien le observo mucho más tranquilo, aunque había algo que no reconocía del todo el anciano patriarca. 
 
-Sisyphus, no nos gusta que nos digan qué hacer, qué nos digan que es bueno o malo para nosotros, eso ya lo sabemos, por lo que debes pensar un poco antes de darle un consejo a Cid, que suena casi como una orden. 
 
Esperaba que Sisyphus comprendiera sus palabras y pensó que lo hizo, porque asintió, apenado por su actitud, pero no le pidió perdón a Cid, solo guardó silencio. 
 
-Nosotros no somos ladrones, no somos cobardes ni traidores, sin embargo, seguramente Aspros si siente nuestro cosmos, escapara con Manigoldo a rastras, así que… 
 
Aún así, no podían atacar de forma directa, porque su pequeño estaría en peligro, así que debían ser prudentes, no dejar que los descubrieran y se daba cuenta, por el movimiento en el interior del santuario, que solo Aspros quedaba en ese lugar, de lo contrario estarían preparados para su llegada. 
 
-Necesitamos de alguien que no provoque desconfianza y me temo que ese eres tú, Defteros.
 
Un cosmos los saludo, ese, un cosmos que brillaba poco, de un joven rubio, cuyo omega se había marchado, el patriarca que Sage había seleccionado, quien sabía que sus acciones eran las de un monstruo. 
 
-Nosotros dos podemos tratar de liberar a Manigoldo, es lo mínimo que puedo hacer, después de todos mis crímenes. 
 
Sage no dijo nada, pero asintió, ellos podían vigilar a géminis, de ser posible someter a Aspros, antes de que los verdaderos problemas empezarán, porque, se daba cuenta que trataban de planear una ofensiva, tal vez, liberar al mismo Zeus.
 
-Vayan… pero actúen con cuidado. 
 
Ordenó, pensando en los otros santos que no estaban en el santuario, dos de ellos fueron enviados con la diosa Hera, para saber qué estaba pasando, él sentía que el mundo cambiaba, que menos omegas nacían, que había peligro en el aire y esperaba que ya conocieran la razón de eso. 
 
-¿Donde esta Albafica? 
 
Albafica, a quien le habían fallado mas, el que estaba fuera del santuario, lo sabía, porque de lo contrario, las rosas ya los habían envenenado, pero, aun así, Shion estaba obsesionado de ese muchacho, lo supo cuando lo visitó esa última vez, antes de traicionarlos. 
 
Que le había dicho, que no sabía lo que se sentía el perder a Albafica siendo alguien como él, porque su alumno quería jugar a ser un alfa, pero su alumno era un omega, no le importaba lo que fuera la rosa, que se trataba de un alfa. 
 
Un alfa, era su deber enseñarle a los muchachos todo lo que tenían que saber, asi que se preguntaba, porque Lugonis no le dijo nada, no le explico que su pequeño era un alfa y que su collar, el que luchaba por mantener, era de hecho, de la rosa, porque el dueño de ese collar, era su omega, que decía le habían robado su collar. 
 
Estaba tan molesto, estaba tan enojado consigo mismo, que no sabía que pensar, pero, era el patriarca, no tenía derecho alguno a perder la cabeza, ya había cometido demasiados errores, que les costarían muy caro. 
 
-Cid, Sisyphus, deben ir por él, con Shion obsesionado de Albafica, está en grave peligro, tenemos que evitar que lo lastimen, más de lo que ya lo han hecho.
 
Cid estuvo a punto de negarse, le preocupaba Manigoldo, lo que pasaría con él, sin embargo, era el patriarca quien les estaba dando las órdenes, él sabía que hacer, más de doscientos años de vida le daban esa potestad. 
 
-Manigoldo necesitará de su rosa para mantener la cordura, ha sufrido mucho y estoy seguro, que uno de sus peores temores, es no saber en donde se encuentra su compañero, tenemos que regresarlo a donde pertenece. 
 
Cid no lo habia pensado de esa forma, pero Sage tenía razón, siempre tenía razón, así que asintió, dispuesto a marcharse, esperando que su alfa simplemente obedeciera, pero como parecía que no estaba del todo contento con eso, acaricio su mejilla, besando sus labios. 
 
-Te necesito, debemos salvar a Albafica, como tu querrías salvarme a mí. 
 
Sisyphus solo asi decidio escuchar las órdenes del patriarca, que se preguntaba qué estaba pasando en ese momento, porque el arquero no escuchaba sus órdenes, observando a Hasgard, que aún estaba en silencio, esperando porque le dijera qué hacer. 
 
-Nuestra diosa debe estar en Jamir, es el único lugar seguro, así que debe estar bien, ella no me preocupa, pero Sisyphus, el actua demasiado posesivo, demasiado territorial, terminará siendo un problema si no podemos controlar sus emociones. 
 
Hasgard que tenía la misma edad que Aspros y Sisyphus, se preguntaba, si era el único cuerdo de los tres, porque no le gustaba el cambio en el arquero, sin embargo, esperaba que les demostrara que estaban equivocados. 
 
-¿Cuales son mis órdenes? 
 
Sage medito esa pregunta unos momentos, había dos santos dorados en el santuario, no había nadie en Rodorio, lo mejor era que fuera al pequeño pueblo, que esperara cualquier señal, especialmente, si es que Aspros aun seguía realizando sus rutinas y si Hakurei le había dado todo lo que deseaba, en ese caso, seguramente era el patriarca, quien debía visitar el pueblo durante las mañanas y pronto amanecería. 
 
-Nosotros visitaremos Rodorio, seguramente nadie me reconozca por el momento, así que vamos a hospedamos en una pequeña taberna, creo que hay un lugar al que le gusta ir a Manigoldo. 
 
Hasgard también lo visitaba, era un lugar agradable, sin embargo, los chismes corrian rápido y se preguntaba, si acaso no escucharian demasiada información desagradable, que lastimaria a Sage. 
 
-¿Está seguro patriarca? 
 
Sage asintió, estaba seguro de eso, además, deseaba pasar unos pocos minutos a solas con su alfa, igual que su alumno, aprovecharia todo el tiempo que le otorgaran. 
 
-Lo estoy, no te preocupes por mi… 
 
Sage se detuvo, para besar los labios de Hasgard, tirando de su cabello, gimiendo cuando sintió su sabor, riéndose de su sonrojo. 
 
-Cuando estemos solos, no me hables con tanta formalidad, Hasgard, después de todo… nos conocemos demasiado bien y nos conoceremos mucho mejor. 
 
Sage pronunció, tratando de ser algo sensual, o seductor, riéndose cuando su alfa asintió, tosiendo un poco, para seguir sus pasos. 
 
-Esta bien… 
 
*****
 
Hola chic@s, espero que el capítulo les haya gustado, como siempre agradezco sus comentarios, sus estrellas y sus lecturas, me animan a seguir escribiendo estas historias. Muchas gracias por todo. Ahora, como estamos cerca del capítulo 100, querría hacer algo especial en ese momento, por lo cual, me gustaría saber, si ustedes querrían leer algo en específico. Nos leemos. SeikenNJ. 
 

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