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Paraiso Robado. por Seiken

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Manigoldo retrocedió al verlo, asustado, pero manteniendo a la pequeña a sus espaldas, que sabía quién era él y sospechaba lo que Aspros le había hecho al santo dorado de cáncer, que no parecía ser una mala persona, ni tratarla diferente porque era un alfa. 

 

-Aspros… 

 

El santo de géminis se dio cuenta que Manigoldo estaba asustado y eso le dolió demasiado, le hizo sentir traicionado, sin embargo, estaba seguro que todo era culpa de Albafica, esa sirena lo había vuelto a lograr, le había puesto en su contra. 

 

-Ven conmigo Manigoldo… 

 

Porque deseaba ignorar que ya le había hecho daño en esa vida, que le usó como un objeto para su placer, no como su compañero, sin embargo, para él, aquello que más le importaba era el veneno de la sirena, salvar a su conejito de la muerte. 

 

-No… 

 

Fue la respuesta de Manigoldo, al mismo tiempo que empujaba a Yuzuriha para que huyera y atacaba a Aspros con su cosmos encendido, con sus fuegos demoníacos, usando toda su fuerza, haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad, sin saber qué más hacer. 

 

-No iré contigo. 

 

Repitió, notando que Aspros no peleaba con el, solo estaba esquivando sus golpes, cada una de sus técnicas, como si fuera un aprendiz, un chiquillo, escuchando entonces un rugido, el plasma relámpago de Regulus que distrajo a Aspros, apenas el tiempo suficiente para que pudiera apartarse de su lado, siendo sujetado por Yato y por Yuzuriha, quienes deseaban llevárselo de allí. 

 

-¿Que esperan? 

 

Preguntó Regulus, esperando que se lo llevaran lejos, debían encontrar una forma de proteger al cangrejo, como no lo hicieron en el pasado, apenas unos días atrás. 

 

-¡Apártate! 

 

Le ordenó al joven león, golpeándolo con fuerza con uno de sus puños, esperando que se quedara en el suelo, que ya no lo siguiera estorbando, sin embargo, Regulus se levantó, para volverlo a atacar, viendo como Yato se llevaba de allí al aterrado cangrejo. 

 

-¡No le harás daño de nuevo! 

 

Pero, sus palabras no le interesaron a Aspros, que respondió con violencia a esa orden, usando su cosmos renovado con la centella de Zeus, sin matarlo, pero clavandolo en el suelo, escuchando su grito de dolor, esperando que sobreviviera, sin embargo, no le importaba en lo más mínimo. 

 

-No pueden apartarlo de mí, no lo voy a permitir. 

 

*****

 

Albafica sintió el cosmos aterrador de Aspros, comprendiendo exactamente lo que significaba, ese bastardo había regresado por su conejito, lo deseaba de regreso y no lo permitiría, no le dejaría dañar a su cangrejo. 

 

-¡No lo harás! 

 

Gritó, elevando su cosmos, para empezar a correr en dirección de su amado, esperando llegar a tiempo, como el alfa de Manigoldo, él tenía que protegerlo del peligro, no podía dejar que géminis volviera a lastimarlo. 

 

-¡Manigoldo! 

 

*****

 

Aspros se movia tan rapido como el tiempo, como una centella, como su locura que le hacía pensar que estaba haciendo lo correcto, que en lo único que pensaba era en salvar a Manigoldo y que este le corresponderia. 

 

-¡Manigoldo! 

 

Grito derribando uno de los templos del santuario, evitando que la carrera del cangrejo por apartarse de él se detuviera, quien al ver que los niños estaban en peligro, trago saliva, para empujarlos. 

 

-¡Vayanse! ¡Busquen a mi alfa o a cualquier santo dorado! ¡Obedezcan! 

 

Pero ellos no lo hicieron, no al principio, hasta que Manigoldo golpeó a Yato, esperando que perdiera la conciencia, quien cayó en los brazos de la chiquilla, de Yuzuriha, que le vio con una desesperación que lo enterneció. 

 

-Llévatelo, Aspros es capaz de todo… 

 

Manigoldo entonces le dio la espalda, acercándose a Aspros, vistiendo su armadura, esperando el momento en el que géminis lo atacará con fuerza, con furia, para poder llevárselo de ese sitio, a donde sea que ahora sería su prisión. 

 

-¡No lo haga señor Aspros! ¡No lastime a Manigoldo! 

 

Esta vez fue Tenma, quien abriendo los brazos esperaba que Aspros, un alfa al que admiraba, detuviera esa locura, quien le vio algunos momentos, como perdido, para poco después, golpear su mejilla, lanzandolo al suelo. 

 

-Apártate. 

 

Manigoldo al ver que lastimaba a otro de los aprendices, gritó enfurecido, elevando su cosmos, prendiendo su cuerpo en llamas moradas, para inmediatamente atacar a Aspros, llevando al Yomotsu, en donde esperaba destruirlo, lanzarlo al vacío. 

 

-¡Eres un infeliz! 

 

*****

 

No solo Albafica sintió el cosmos de Aspros acompañando el de Manigoldo, también lo hizo Kardia, que se detuvo unos instantes, apretando los puños, era su amigo, necesitaba ayuda, necesitaba de ellos. 

 

-¡Aspros! 

 

Degel observó a su omega, que elevando su cosmos como nunca lo había visto, decidió adelantarse, acudir en ayuda de Manigoldo como no lo había hecho en el pasado, dejandolos atras, a él y a Camus. 

 

-¡Me las pagaras! 

 

Degel trato de seguirlo, pero no pudo, dándose cuenta la diferencia de cosmos que existía entre ambos, como era imposible para ellos seguirlo, así que se detuvo, observando a Camus, que no estaba del todo seguro de aquello que estaba pasando. 

 

-Ya no siento a Zeus… 

 

Athena asintió, con algunas lagrimas en sus ojos, su padre había muerto, ellos habían tenido una pequeña victoria, pero aún existía otro enemigo que derrotar. 

 

-Mi padre ha muerto… 

 

Pero, parecía que eso lo unico que habia logrado era despertar a un demonio por mucho peor que Zeus, al menos, para ella así era. 

 

-Pero otro ha nacido. 

 

*****

 

Aspros esta vez no quería dañar a Manigoldo, que no dejaba de atacarlo con cada granito de cosmos que tenía, tratando de brillar, de mostrarle que no era basura, como si se enfrentara a la misma muerte. 

 

-¡No regresare a tu lado! 

 

Sin embargo, como en las otras ocasiones, a pesar de que Aspros casi no respondía a sus ataques, empezó a perder terreno, a retroceder un poco cada vez, hasta que ya no los pudo mantener en el Yomotsu y cayó al suelo, respirando hondo. 

 

-No quiero hacerte daño… 

 

Ya le había hecho daño, pensó para sí mismo, limpiando la sangre de su boca, aterrado por la perspectiva de regresar a su lado, para que las violaciones continuaran, para que su cuerpo fuera usado como una vil herramienta para su placer. 

 

-No me hagas reir… 

 

Susurro, escuchando sus pasos, sintiendo de pronto el cosmos de su rosa, que iba acercándose, observando la mirada de sadismo de Aspros, que también lo reconoció acercándose a él, relamiendo sus labios. 

 

-Parece que por fin podré apartarte de esa sirena de una vez por todas… cuando lo mate. 

 

Manigoldo negó eso, no podía permitir que mataran a su alfa, así que se levantó, sosteniéndolo de los brazos, desesperado por lo que estaba a punto de hacer, pero la vida de Albafica valía mucho más que la suya. 

 

-¡No! ¡No lastimes a mi alfa! ¡Te lo imploro! 

 

Aspros recordaba otra ocasión en la que un cangrejo le suplico por la vida de una rosa, como le pidió dejarle vivir, pues no era su culpa que hubiera caído bajo su embrujo, era su celo el que le hizo yacer juntos, el que le hizo poseerlo. 

 

-¡Me iré contigo! 

 

Fue en lo único en lo que pudo pensar, pero no recibió una respuesta positiva de Aspros, quien lo golpeo, un puñetazo en el rostro que lo derribó, al mismo tiempo que relamiendo sus labios, caminaba en dirección de la rosa, que al ver como golpeaban a su omega, grito furioso, pues, no soportaba esa imagen. 

 

-¡No mates a mi alfa! 

 

Aspros pensó en ese momento que ese grito era una hermosa humillación, porque Manigoldo no creía que Albafica pudiera derrotarlo y su alfa lo sabía, lo entendía, no tenía una oportunidad para apartar a su pequeño conejito de sus brazos. 

 

-¡No lo lastimes! ¡Por favor! ¡Por favor Aspros! 

 

Albafica escucho ese grito, vio como su cangrejo le suplicaba a su enemigo que no le hiciera daño, sintiéndose un completo inútil, sintiendo terror y furia, porque sabia que tenia razon, pero, aun asi, haria lo que fuera por salvar a su cangrejo. 

 

-¡Te reto por el Aspros! ¡Peleare por mi omega! 

 

Aspros empezó a reírse, porque sabía que no podía ser derrotado, así que, encogiéndose de hombros, acepto ese reto, si Albafica quería matarse, bien por el, asi tendria su victoria en esa justa por la mano de Manigoldo, para hacerle suyo, sin que nadie más quisiera apartarlo de sus brazos. 

 

-Solo me estas haciendo un favor, Albafica. 

 

Manigoldo negó eso, no podía ver como mataban a Albafica, asi que sostuvo a Aspros de su mano, esperando que le escuchara, pero no lo hizo, porque tiró de él, para apartarlo de su brazo, alejándose con un paso lento, riéndose de su desesperación y de la aparente seguridad de la rosa. 

 

-Espera un poco Manigoldo, primero tengo que matar a tu alfa. 

 

*****

 

Defteros había seguido el rastro del cosmos de Minos, escuchando los consejos de Lune, su omega, que actuaba con cautela, sopesando cada una de sus acciones, esperando que de un momento a otro fueran atacados por enemigos imaginarios. 

 

-No temas, yo te cuido. 

 

No era esa la primera vez que trataba de hacerle ver que estaba bajo su protección, que lo cuidaría, pues, se trataba de su omega, sin embargo, Lune, cada vez que escuchaba esas palabras, parecía un poco más molesto. 

 

-No necesito que nadie me cuide. 

 

Respondió Lune, con una mueca de disgusto, sonrojandose un poco más, sin saber realmente qué pensar, porque no podía entender de qué clase de cueva había salido ese alfa, que era demasiado salvaje, al mismo tiempo que algo tierno, como un enorme cachorro, uno muy ruidoso. 

 

-Minos, mi señor, sabrá que hacer… 

 

Defteros no sabia exactamente que sabría hacer, ni sobre qué, pero le había dicho que le ayudaria a encontrar a su señor Minos, y eso haria, asi se aseguraba que nadie lastimara a Lune, y podía pasar tiempo a su lado. 

 

-¿Por qué es tan importante este Minos? 

 

Aunque estaba comenzando a ponerse celoso, sin saber muy bien la razón de su necesidad por encontrar a Minos primero, antes que a los otros dos hijos de Zeus, ingresando en el Olimpo, en una de las mazmorras. 

 

-Porque es el primer juez de las almas y segundo al mando del dios Hades… de nuestro difunto dios Hades… 

 

Eso lo dijo con tristeza, notando como la molestia de Defteros iba en aumento, pensando que todos los alfas eran iguales, como Minos, cuando moria de celos y de dolor, al saber que su omega estaba en los brazos de alguien más. 

 

-Minos tiene un omega, del que está obsesionado, el segundo juez de las almas… su amado hermano menor… 

 

Quiso explicarle a Defteros, que de nuevo se había puesto la máscara, que le daba una apariencia un tanto demoníaca, algo sádica, una apariencia que le gustaba, todo en ese alfa le gustaba, hasta su falta de modales. 

 

-Tengo que verlo… 

 

Susurro, deteniéndose cuando escucho los pasos de Eros, apartándose de esa sala oscura, donde un cuerpo colgaba de unas cadenas, cubierto de sangre, de llagas, de heridas profundas en cada parte de su cuerpo. 

 

-Mi señor… 

 

Lune se apresuró a llegar hasta donde se encontraba el juez, colgado de las cadenas, cubierto de las heridas provocadas por las garras de Eros, que trataba de hacerle gritar, de hacerle sufrir, hasta que perdiera la razón. 

 

-Ayudame a bajarlo, por favor… 

 

Defteros así lo hizo, escuchando como susurraba un nombre, que no era el de su omega, tal vez era el de su pequeño hermano menor, al que Lune decía amaba por sobre todo, pensando que eso era demasiado perverso, pero no le importaba, si eso significaba que el hermoso guerrero de plata, podía ser suyo. 

 

-Mi señor… 

 

Lune despejo el cabello plateado de Minos de su rostro, viendo como estaba inconsciente, demasiado malherido, escuchando un estruendo, como unas plumas eran disparadas como si fueran flechas en su dirección, clavandose a su costado. 

 

-¡No te atrevas!

 

Pronunció Defteros con furia, elevando una pared de magma, que destruyó las flechas, derritiéndose con el calor de su cosmos, evitando que ese dios emplumado, dañara a su omega, que cargaba a Minos, no como un amante, pero si como un amigo. 

 

-¡Nadie tocara a mi guerrero de plata! 

 

Lune se sonrojo inmediatamente, al ver que Defteros casi perdia la razon al ver que Eros lo atacaba, quien se veía demasiado tranquilo, seguro de sí mismo, ansioso por lastimarlo, por seguir torturando a su señor. 

 

-Pero si les prometí sangre y fuego, y eso es lo que tendrán… 

 

*****

 

Aquiles tan rápido como empezó a llorar, logró controlar su dolor, sus recuerdos, pensando en su padre, en Minos, el joven, en las manos de Eros, que estaba obsesionado de su omega, que aun lo sostenía entre sus brazos. 

 

-Tenemos que ir por mi padre… 

 

Susurro, tratando de enterrar su dolor, apartarlo de su mente como siempre hacía cuando algo le dolía, viendo como Radamanthys, su omega, tragaba un poco de saliva, ladeando la cabeza. 

 

-Tenemos que ir por Minos… 

 

Tenían que hacerlo, pero él no deseaba dejar que Eros se acercara a su pequeño de nuevo, no quería que le hicieran daño, así que acariciando su mejilla, negó eso, Aquiles se quedaría en ese sitio, a salvo, en compañía de Tifón. 

 

-No… no quiero que te haga daño, yo me encargare de el… 

 

Sin embargo, Aquiles negó eso, él mejor que nadie conocía las tretas de Eros, lo necesitaba a su lado, porque su omega aún pensaba que su padre tenía cierta clase de honor y deseaba ayudarle a su alfa, como pago por su odio infundado. 

 

-No te marcharas sin mi, asi que ni lo intentes. 

 

No lo intentaría, pensó Radamanthys, al notar la misma expresión que él utilizaba cuando había tomado una decisión, así que se dio cuenta, que no había forma de convencerlo de quedarse en el santuario. 

 

-Debemos irnos… 

 

Tifón había sentido ese cosmos desde varios minutos atrás y no sabía qué hacer, sin embargo, cuando Aquiles asintió, con una sonrisa, supo que podía irse, que le daba la oportunidad para salvar a su omega y eso haría. 

 

-Ve por tu omega grandísimo tonto, yo se cuidarme solo. 

 

*****

 

Albafica intentaba enfrentarse con Aspros, usando sus puños, sus rosas, comprendiendo que sin el veneno, era como una daga sin filo, observando la desesperación de su cangrejo, que había caído de rodillas, sin saber que mas hacer, seguro que lo matarian delante de sus ojos. 

 

-Albachan… 

 

Susurro, al ver que Aspros estaba a punto de encajar su brazo en el torso de su amado, pero fue detenido cuando una aguja corto su espalda, liberando a su rosa de las sucias manos de su enemigo, que esquivó el siguiente golpe, que era como si una cascada de agua se convirtiera en navajas, que cortaban todo a su alrededor. 

 

-¡Apártate de ellos Aspros! 

 

Kardia estaba vestido de una forma muy extraña, una armadura que nunca habían visto y su cosmos brillaba como nunca, de una forma que no les parecía de este mundo, pero seguía siendo el mismo, su sonrisa sádica, casi rayando en la locura estaba en su lugar. 

 

-¡Déjame matarte! 

 

*****

 

Hola, espero que les guste este capitulo, hagan sus apuestas, quienes creen que ganen estas dos batallas. Nos vemos en el siguiente capitulo y muchas gracias por sus comentarios, estrellas y lecturas. SeikenNJ. 


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