Tony se despertó en un suave colchón que no recordaba fuera suyo, cosa que no le pareció para nada extaña teniendo en cuenta a que se dedicaba. Sin embargo ese colchón era mucho más cómodo que cualquier otro en el que hubiera estado antes. Respiró profundamente aún adormilado y percibió en sus fosas nasales aquella agradable y masculina fragancia. Apretó más contra su rostro la almohada tratando de grabarse ese aroma que tanto le gustaba.
-Steve...- masculló en un apenas auduble susurro.
Se levantó de golpe entendiendo por fin lo que pasaba.
La noche anterior la pasó con ese increíblemente apuesto hombre. Acomodó sus ideas y ahí estaban, todos los recuerdos de la noche pasada.
Él saliendo del baño solamente en bata, encontrándose al rubio a punto de quedarse dormido.
Tratando de ayudarlo a pasarse a la enorme cama para acomodarse mejor.
Steve halándolo hasta caer sobre sus piernas. Él besándolo bajando por todo su bien trabajado cuerpo, tratando de darle placer... ¿Y luego?... Oh cierto, sintió un jodido mareo que lo hizo caer inconsciente. Eso explicaba porqué aún conservaba la bata y no estaba desnudo en la cama.
-¡Mierda!- maldijo entre dientes cerrando con fuerza los ojos y golpeando la almohada. Su oportunidad para pasar una noche inolvidable con ese sensual hombre y él se desmayaba justo antes de siquiera quitarle los pantalones.
Al menos daba gracias a todo que eso le pasara con Steve y no con uno de esos asquerosos hombres que lo frecuentaban.
Entonces se dio cuenta de otro pequeño detalle, estaba complemente solo en la cama y en la habitación. Si mal no recordaba Steve había dicho algo de un servicio de taxis temprano por la mañana. Tal vez se arrepintió y lo mandaría en autobús.
Se levantó rápidamente de la cama y salió al cuarto principal. Para su sorpresa, o quizas no tanta, ahí parado de espaldas a la mesa del comedor viendo por un enorme ventanal estaba ese guapo rubio solo con un pantalón de pijama hablando por teléfono. Tony pensó en ese momento que esa era una imagen que no le desagradaría, en absoluto, ver todas las mañanas. Acercarse y decirle un "Buenos días" y abrazarse a es fuerte espalda. Pero claro todos estos pensamientos se iban a la basura cuando recordaba la distancia abismal que existía entre sus dos mundos.
Steve de reojo vio al castaño parado frente a la mesa servida con un increíble desayuno, se apresuró a cortar la llamada para prestarle su completa atención a Tony.
-Buenos días ¿Tienes hambre?- Steve sonrió radiante al ver al castaño ahí con él y el corazón de Tony dio un vuelco al pensar que quizás su idea de empezar así todos los días no era tan descabellada, o tal vez fue la sonrisa de Steve lo que lo provocó, o quizás fueron ambas cosas.
-Creí que el taxi vendría por mi...- fue lo que atinó a decir Tony ante su repentino caos mental.
-Lo cancelé- El rubio tomó una taza y la llenó con café.
-¿Me mandarás en autobús?- el cerebro de Tony no estaba trabajando al cien por ciento ese día tal vez se debía a que estaba viendo ese perfecto cuerpo semi desnudo ante él o muy probablemente era porque en realidad sí tenía muchísima hambre.
-No Tony, no te irás en autobús ni de ninguna otra forma- Steve rió suavemente y le dio un largo sorbo a su café.
-Entonces...- Ok Tony estaba totalmente perdido ahora, lo mandaría caminando o peor aún ¡lo secuestraría! Y luego pediría rescate por él, oh pobre Bruce tendría que trabajar el doble para pagarle el rescate a ese loco, quizas así era como lograba tener toda esa fortuna, pero hasta el momento sólo tenía buenos tratos para con él. Bueno, tal vez el secuestro no fuera tan malo...
-Te tengo una propuesta, un trato si quieres llamarlo así- Tony puso atención a lo que Steve le decía y dejó de lado todas sus paranoicas teorías de secuestro -Siéntate discutamos el tema con un buen café- Steve sirvió otra taza más y se la acercó al castaño al mismo tiempo que lo invitaba a sentarse. Eso le empezaba a dar mala espina a Tony.
-Muy bien, te escucho- dijo el castaño tomando no solo la taza de café, sino un plato de fruta, jugo de naranja y un croissant.
-Bien... El sábado tengo una reunión de negocios en la casa de un amigo e inversionista de mi compañía, no es necesario decirte que ese tipo de reuniones son por demás aburridas, así que mi amigo me ha propuesto llevar a alguien conmigo como acompañante para no pasarla tan mal...- Steve hizo una pausa esperando a que Tony comprendiera por donde iba la situación.
-Ok, lo entiendo, ¿Pero yo que tengo que ver en todo esto?- Tony no estaba verdaderamente interesado en eso, es decir, su estomago pedía a gritos ser alimentado y quitando eso, sinceramente no entendía que podía hacer un prostituto en un evento de esos.
-Creí que eras listo- se burló Steve ganándose en el acto una mala mirada por parte del otro y un trozo de melón chocando contra su frente.
-Lo soy y además tengo buena puntería- rio abiertamente el castaño. Steve frunció el ceño y luego se contagió de la risa del menor.
-Está bien, déjame terminar- habló nuevamente el rubio cuando por fin pudo dejar de reir -Quiero que tú seas mi acompañante- Tony casi se ahoga con su jugo de naranja al escuchar eso.
-Steve por favor, sabes muy bien que alguien como yo jamás encajaría en un lugar como ese...- Por primera vez desde que Steve conoció a ese castaño pudo distinguir en él un tono cohibido y penoso.
-Tony, no tienes nada de malo, es más creo que eres estupendo, me encanta tu forma de ser- las palabras sinceras salieron de la boca del rubio casi sin permiso. Tony a su vez sintió su estomago contraerse en una extraña sensación, su rostro lo sentía arder y rogaba porque Steve no se percatara de todo lo que lo hacía sentir.
- ¿Cuánto?-
-¿Perdón?- preguntó Steve al no entender la repentina pregunta del castaño.
-¿Cuánto estás dispuesto a pagarme por que sea tu acompañante?- Tony no sabía como reaccionar y pensar que todo era un simple negocio era la mejor forma de protegerse contra los extraños sentimientos que empezaba a desencadenar ese rubio en todo su ser.
-Cuatrocientos dolares por día- dijo Steve sin titubear ni un segundo. Tony abrió los ojos desmesuradamente. Eso era mucho más de lo que ganaba en una semana de trabajo.
-Trecientos y ese hermoso Aston Martin DB5 tuyo- dijo Tony siguiendo con el juego, él no quería hacer ese trabajo, pero tampoco le parecía tan mala idea pasar más tiempo con Steve y que de paso recibiera una gratificación monetaria.
-Quinientos y el auto- Tony no lo podía creer, le estaba ofreciendo más dinero de lo qué el pedía y además el automóvil... Enmudeció derrepente y simplemente asintió con la cabeza.
-Debe ser realmente aburrida esa reunión como para que me pagues todo eso...- logró articular el castaño aún sin poder creerselo del todo. Steve sonrió suavemente y le dirigió una profunda mirada.
-Bien, todo arreglado, preparate, saldras de compras esta tarde, necesitaras algo lindo que ponerte. Un chofer te espera abajo- Terminando de dar las indicaciones Steve se levantó de la mesa y se acercó a Tony, posó su mano sobre la acanelada mejilla y la acarició con el pulgar, gesto muy propio del rubio -Y una cosa más...- hizo una pausa deteniéndose a ver directamente esos grandes ojos color chocolate, no lo diría pero le parecían sumamente atrayentes -Aprende a usar servilletas-dijo para fastidiar a un embobado castaño que no sabía ni que decir, claro, ese gesto muy de Steve no era siempre aplicable a caricias...
-Idiota- murmuró Tony tomando muy molesto una de las servilletas de tela y limpiandose en el acto.
-Anoche estuviste increible...- Escuchó decir a Steve desde adentro del cuarto de baño. Claro, porqué era muy inocente creer que Steve no aprovecharía la oportunidad para molestarlo por lo de la noche anterior. Empezaba a descubrir que ese rubio podía también tener sentido del humor.
-¡Jodete Steve!- gritó muy molesto el castaño y solo recibió como respuesta una risotada de Steve.
Aunque no lo admitiera Tony estaba empezando a fascinarse con todas las fasetas que podía mostrar ese tonto rubio.
En otro lugar menos lujoso de Brooklyn dos hombres discutian acaloradamente.
-No me jodas, no iré a ese estúpido evento sólo porqué tú me lo pides- Un estilizado hombre se cruzaba de brazos dando a entender que esa era su última palabra.
-Vamos, solo será un momento sé que lo disfrutarás...- El otro intentaba por todos los medios convencerlo que lo acompañara -Además ella quiere verte- dijo en un tono de súplica.
-¿Ella dijo eso?- El primero suavizó su expresión y finalmente pareció interesarse en lo que le decian.
-Sí, Loki, madre te extraña mucho y no sólo ella... yo tambien te extraño como no tienes idea...- El rubio hombre se acercó a Loki tomando su pálido rostro entre sus grandes manos, acunandolo a la perfección.
-Sabes lo que piensa tu padre de esto...- Loki intentó detener toda acción del contrario.
-Lo sé, pero madre nos dio su concentimiento, no tienes porqué seguir dudando- El rubio acercó su rostro al del azabache, acortando la distancia entre ambos sintiendo chocar sus alientos.
-Basta Thor... No quiero seguir con esto...- pese a que sus palabras decían que no, su cuerpo instintivamente reaccionó al contrario, tomando entre sus delicadas manos las de Thor aún sin separarse de su rostro. Un segundo más bastó para que sus bocas se unieran en un ansioso beso lleno de una mezcla de emociones que iban desde el deseo hasta el arrepentimiento por lo que estaban haciendo. No era fácil besar de esa manera al que siempre creíste tu hermano ¿o sí?.