Estaba en internet viendo por última vez la página web del periódico nacional antes de empezar el aterrizaje. El timbre del teléfono a bordo del avión sonó, ladeó su cabeza al pasillo y vio a la azafata de pie en la puerta de la cabina.
-Buenas noches a todos, nuestro vuelo ya ha llegado a su destino: La ciudad de Tokio, Japón. En pocos minutos empezaremos el aterrizaje; así que los pido apagar sus aparatos electrónicos y abrocharse los cinturones, muchas gracias.- Pidió cordialmente la azafata con voz dulce.
Hizo lo que la chica pidió, cerró la laptop y se recostó en su asiento, cerrando los ojos esperó a que el avión tocara la pista de aterrizaje.
-“¿Cuántos años han pasado ya?... Pareciera que fue ayer cuando jugábamos en el jardín… aún recuerdo la risa de mamá y papá, las navidades en familias, los cumpleaños… pero claro, todo eso quedó atrás hace mucho…”- Pensó. Abrió los ojos y miró por la ventanilla del avión, las luces de la ciudad un poco distorsionadas por la humedad de las ventanas se reflejaban en sus ojos.
El avión había aterrizado y la luz de los cinturones se apagó por fin, se lo desabrochó y respiró hondo, sabía que lo que estaba a punto de hacer sería duro para ambos, pero ya había pasado muchos años esperando volver a ver a la persona responsable de su ausencia.
El avión se detuvo y la gente comenzó a levantarse para tomar sus maletas de encima de sus asientos.
-Permítame ayudarla con eso señora.- Se ofreció con una sonrisa, abrió el compartimiento de la mujer y sacó la maleta de ésta.
-Que amable, te lo agradezco mucho.- Le agradeció gentilmente devolviéndole la sonrisa.
-No hay de qué, que tenga buenas noche.- Le respondió y se regresó a su asiento unas filas más adelante.
La persona con la que se había sentado ya se había ido; por lo que sacar su equipaje no sería problema. Tomó la única maleta de color verde que llevaba consigo y se bajó del avión.
Caminó por todo el aeropuerto hasta llegar a la entrada donde pidió un taxi.
-A esta dirección por favor.- Le entregó un papelito con la dirección al chofer.
El Taxi avanzó.
-Tenga.- Le entregó el dinero al conductor.- Gracias.
Llegó hasta la puerta del departamento y tocó con sus nudillos. Del lado adentro se escuchaban pasos que se acercaban a la puerta.
-¡Oh! He escuchado muy buenas críticas de este restaurante.- Se decía a si mismo mientras bajaba del auto y se acercaba a la entrada.
-Buenas noches señor. ¿Tiene reservación?- Le preguntó la recepcionista del restaurante.
-Ehm… no, pero alguien me está esperando, su nombre es Goku Sayajin.
-Claro, el señor Goku está esperándolo, por aquí por favor.- Le pidió que la siguiese.
Al entrar al restaurante lo primero que vio fueron los grandes cuadros colgados en las paredes cubiertas de rojo terciopelo, del techo guindaban dos grandes candelabros que iluminaban todo el lugar, Del lado izquierdo había un escenario donde un pianista interpretaba música en vivo, y el olor de la exquisita sazón del chef invadía su nariz.
-Aquí está su mesa, señor.- Dijo la chica al llegar a la mesa donde el azabache esperaba.
-Muchas gracias, señorita.- Agradeció cordial mientras tomaba asiento.
-Que pasen buena velada.- Se retiró la recepcionista con una cordial sonrisa.
-Gohan, hola, es un placer volver a verte.
-Digo lo mismo, Goku… Perdón por la demora, es que quería verme bien para la ocasión.
-No te preocupes, valió la pena la espera, te ves muy bien.- Gohan se sonrojó por el comentario del mayor.
-¿Ya has ordenado?- Tomó el menú y se ocultó.
-Ahmm… no, aún no, estaba esperándote para que ordenásemos… ¿Qué quieres comer?- Preguntó él tomando también el menú.
-Uhmm…- Comenzó a ojear los platillos disponibles. La verdad es que todos se veían, pero a la final de decidió por uno de sus favoritos.
-¿Ya decidieron que ordenarán?- Preguntó el camarero al acercarse a la mesa de los pelinegros.
-Sí.- Respondió el mayor.- Yo quiero un plato de arroz frito con camarones y pollo.- Le entregó el menú al hombre.
-¿Y usted señor?- Se refirió al más joven.
-Sí, yo quiero un plato de Pabellón, por favor.- También le entregó el menú. Goku se quedó extrañado por el raro platillo que Gohan ordenó.
-¡Oh!, muy buena elección. ¿Algo para tomar?
-Un buen vine estaría bien.- Respondió el azabache.
-Por supuesto. En un momento vendrá su comida.
-Muchas gracias.- Respondieron al unísono.
-¿Pabellón?... ¿Qué es eso?- Preguntó Goku con curiosidad.
-Es un plato delicioso, lo probé una vez que fui a Venezuela. Se prepara con arroz blanco, caraota, o frijoles negro, carne mechada y plátano frito. Me encantó y le pedí a una persona que me diera la receta.
-Pues suena delicioso… tal vez me puedas dar receta.- Dijo el azabache gustoso de probar esa exótica comida. Gohan asintió.
-Aquí está su vino.- Llegó el camarero con la botella, la abrió y la sirvió en las copas de cada uno.- En unos instantes estará lista su comida.- Se retiró de nuevo.
-Dime Goku, ¿A qué te dedicas?- Preguntó curioso Gohan mientras tomaba la copa y le daba un sorbo a esta.
-Bueno, soy piloto de vuelos comerciales, desde hace más de 12 años. De hecho, parto a Rusia en tres días.- Explicó Goku con su sonrisa que tanto la caracterizaba.- ¿Y tú?, bueno ya sé que eres doctor, pero dime como te interesaste en la medicina.
-Uffff.- Exhaló profundo y dio otro sorbo a la copa.- Veras, es una larga historia… Bueno, desde que era pequeño veía los programas de hospitales y algo había que me llamaba mucho la atención; yo jugaba al doctor con mi…- Dio un pausa forzada y continuó.- Mis padres… y amigos de la primaria; luego, en la secundaria, llegaron unos paramédicos para enseñarnos primeros auxilios y cuando se fueron nos pasaron unos folletos y nos preguntaron si nos interesaba hacer voluntariado en el hospital donde ellos trabajaban, yo acepté, y allí fue donde me “enamoré”, por así decirlo, de la medicina.
-¡Vaya!... así que es una pasión desde niño.- Estaba algo asombrado por la pasión del pelicorto.- ¿Y tu familia?... ¿Tienes hermanos?- Preguntó con voz baja; había notado cuando Gohan hizo una contracción al hablar.
-No… Ehm… mis padres murieron mucho ya, pero no, no tengo hermanos, soy o mejor dicho era hijo único… Lo único que me queda y que considero como familia es mi zorro… lo amo como si fuera mi propio hijo…- Su voz sonaba entrecortada y sus ojos un poco cristalizados.
-Yo- yo, lo siento, no debí preguntar… y no tienes que explicarme si no quieres.- Se sentía mal por él.
-Gracias…- Fingió una sonrisa y se limpió los ojos con la manga de la camisa.
La comida había llegado y pasado un rato después ya ambos estaban charlando animadamente.
-Te lo juro, él de verdad creía que lo había matado.- Gohan contaba anécdotas de cuando estuvo en la universidad.
-Jajajaja… como me lo cuentas, tu fraternidad debió de ser una de las más problemáticas.
-Exacto, y como castigo por esa broma el decano nos mandó a limpiar el campus por todo un…- Lo interrumpió una llamada que entró a su celular.- Un número desconocido.- Murmuró.- ¿Me disculpas?
-Sí claro, adelante.
-¿Bueno?- Respondió.
-*Hola Gohan, cuanto tiempo ¿No te parece?*- Dijeron desde el otro lado de la línea.
Gohan se quedó mudo y petrificado por la persona que lo estaba llamando. Su mano temblorosa dejó caer el teléfono en la mesa y su rostro estaba pálido y con una mueca de terror, esto no pasó desapercibido para Goku, quien lo miraba muy preocupado.
-Gohan… Gohan, ¿estás bien?- Le hacía señas con la mano desde su silla. Se estiró un poco y tomó el celular.- ¿Hola? ¿Quién habla? ¿Responda?- Cortaron del otro lado. Dejó el teléfono en la mesa y se concentró en Gohan.- Oye mírame, ¿Qué te sucede?
-Yo… yo debo irme ya.- Reaccionó, pero su expresión de pánico no había cambiado en lo absoluto. Se levantó de la mesa, tomó su celular y sacó su cartera, dejó dinero para pagar al menos la mitad de la cuenta.
-¿Pe-pero sucedió algo?- Puso una mano en su hombro antes de que éste saliera corriendo.
-No, si, yo- yo luego te explico. Perdón debo irme ya.- Sólo hablaba incoherencias.
Salió corriendo del restaurante, casi se llevaba a una pareja cuando azotó la puerta al salir. Se montó a su auto y condujo lo más rápido que pudo. “¿Por qué volviste? !!!¿POR QUÉ, POR QUÉ, POR QUÉ?!!!” gritaba dentro del auto mientras golpeaba el volante. No le importaba pasarse los semáforos en rojo y casi causar dos accidentes.
Llegó al edifico y ni siquiera se molestó en estacionar bien, simplemente lo apagó y salió corriendo a su departamento con la misma velocidad con la que había dejado en el restaurante a Goku hace rato. Giró la perilla y esta estaba sin seguro.
-¡¡¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO AQUÍ?!!!- Le reclamó a la persona sentada en el sillón viendo la tele.
-Oye… no tienes que gritarme.- Dijo con voz calmada en comparación con la de Gohan. Se levantó del sillón y caminó hasta quedar a unos pasos frente a él.- Gohan…
-¡¡¡CÁLLATE!!! ¡¡¡NO DIGAS MI NOMBRE… TE LO PROHIBO!!!- Se cubría los oídos con miedo y rabia.
-Pero ha paso mucho tiempo desde que nos vimos por última vez ¿No piensas al menos darme un abrazo?- Dijo con sarcasmo.
-¿Cómo te atreves a hablarme así?- Hizo sus manos puños y se aventó para golpear a la persona que había entrado a su casa, pero esta los esquivaba con suma facilidad. En un descuido de Gohan dio un paso tras él y lo tomó de la muñeca, la llevó entre sus omoplatos con fuerza; doblándole el brazo y dejándolo vulnerable.
-Recuerda que te tengo en la palma de mi mano.- Le susurró al oído.- Tú… ¿Recuerdas su nombre cierto?, ¿su rostro?, sus manos…? ¿Y su cabello, su suave y celeste cabello…? ¿Verdad? ¡¿Verdad?!- Gritó a su oído.
-¡Sí! ¡Sí!, me acuerdo.- Las lágrimas escapaban sin compasión alguna.
Lo soltó y cayó al suelo de rodillas.
-Así me gusta.- Lo tomó del cabello.- ¡Mírame!- Le ordenó a Gohan.
-¿Qué quieres? ¿Por qué volviste?- Le preguntaba impotente.
-¿Quién es él?- Refiriéndose a Goku.
-¿Quién?- Seguía halado del cabello.
-¡Ese hombre que contestó el teléfono! ¡¿Quién era?!
-No sé de lo que me ha…- Su agresor lo golpeó con la frente en la nariz; rompiéndosela.
-¡¡¡NO TE ATREVAS A MENTIRME!!!- Lo amenazó.
-¡Goku! ¡Goku! ¡Su nombre es Goku!- Respondió con miedo. La sangre salía a chorros.
Ante el estado de alteración de su amigo y los gritos en todo el lugar, Linux se abalanzó al agresor para morderlo y que soltara a Gohan, pero fue disparado contra la pared de una patada que el intruso le lanzó justo en las costillas.
-Tú…- Sus ojos se quedaron fijos en el pobre Linux quien aullaba de dolor.- ¿Cómo te atreves a tocarlo?- Volteó a verlo con furia siega en sus ojos, se puso de pie y rodeó el cuello del intruso con sus manos, lo tumbó y ahora era él quien estaba encima.- ¡Dame una sola razón para no matarte aquí mismo, en este momento!
-De hecho… puedo darte varias. La primera, porque yo sé lo que hiciste hace diez años, la segunda, porque en cualquier momento puedo hundirte, la tercera, pero no por ello menos importante, porque si yo desaparezco tú serías el principal sospechoso, y la cuarta…- Sacó una navaja de su bolsillo y la puso en el cuello de Gohan, éste lo soltó y se separó de él lentamente, sin quitarle los ojos rabiosos de encima.
Corrió para ayudar a Linux que, si bien ya no aullaba, seguía en el suelo. Se sentó con él en el suelo y lo tomó en sus brazos.
-Ya, ya, amigo, estoy contigo, no te preocupes.- Lo abrazó dejando caer lágrimas, más por verlo así que por el dolor que sentía, sobre su pelaje. Linux tenía la respiración agitada.- Responde de una vez que estás haciendo aquí.
-Eso es un secreto por el momento.- Sonrió con una mueca macabra.
-¿Y Goku? ¿Por qué te importa él?- Preguntó con odio en su voz.
-¿Tú te interesas en él?- Le devolvió la pregunta.
Gohan se quedó mudo.
-Lárgate de mi casa ya.
-Pero si apenas acabo de llegar y no tengo donde pasar la noche... Mejor me quedo aquí por hoy.
-¡De ninguna manera dormirás aquí, lárgate!- Se puso de pie.
-¿No entiendes que con una sola llamada mía tú te pudrirías en la cárcel para siempre…? Y no tengas miedo.. no intentaré nada mientras duermes… no soy un asesino como tú.
-¡Cállate! Eso fue un accidente.
-Tal vez sí, tal vez no... pero lo que intentaste luego no lo fue, ¿o me equiboco?
El silencio reinó por un rato.
-Tengo hambre ¿No tienes algo de comer por aquí?- Se puso de pie y fue a la cocina.
-Haz lo que quieras.- Bufó y se fue a su cuarto. Cerró la puerta con todos los seguros que esta tenía y se acostó en la cama con Linux en brazos.- ¿Por qué volvió?- Esa era la pregunta que siempre se hacía. Sollozante empezó a acariciar el pelaje del zorro hasta quedarse dormido.